DESPERTAR AL AMOR

lunes, 20 de julio de 2020

20 JULIO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 181

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS




SEXTO REPASO. INTRODUCCIÓN


Éste es el último repaso del Libro de Ejercicios, el final de la Primera Parte. Al comienzo de la Introducción del Libro de Ejercicios se nos dijo: “El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principales. La primera está dedicada a anular la manera en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción verdadera” (L.In.3:1). Las últimas 40 lecciones han dicho que nos estaban preparando para la Segunda Parte del Libro de Ejercicios. Ahora estamos llegando al final de la primera fase de nuestro entrenamiento. Supuestamente, si hemos estado haciendo los ejercicios como se nos aconsejaba (y ciertamente, ésa es la solución), ya estamos preparados para entrar en una fase nueva y más elevada de nuestra práctica.

Hay dos cosas muy diferentes en la Segunda Parte del Libro de Ejercicios. La primera, las lecciones escritas son muchísimo más cortas, ninguna de ellas tiene más de media página, aunque se nos pide que leamos una sección de enseñanza diez veces, una vez al día junto con la lección. En esta segunda parte se le da menos importancia a aprender nuevas ideas (o desaprender las viejas), y se da mayor importancia a la experiencia y a reforzar las costumbres que hemos formado en la Primera Parte.

La otra gran diferencia es que, a partir de este repaso y la Introducción a la Segunda Parte, en adelante, las lecciones no tienen ya instrucciones para la práctica. Parece muy claro que el modelo de práctica que tenemos que seguir ha sido establecido, que se espera que sepamos cuál es, y que lo sigamos durante las restantes 145 lecciones de la Segunda Parte.

El modelo comenzó en la Lección 153, que establecía los momentos más largos de quietud por la mañana y por la noche, y los recordatorios de cada hora. Los otros dos elementos restantes: recordatorios frecuentes entre horas, y respuesta a la tentación, hasta la lección 200 eran de algún modo libres de hacerse. Es únicamente aquí, en la Introducción al último repaso, que se añaden como algo que se espera que hagamos cada día con firmeza.

“Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica” (L.rVI.1:2). La palabra “además de” deja muy claro que estos recordatorios frecuentes ahora se consideran como “además de” los momentos de quietud de la mañana y de la noche y de los recordatorios de cada hora. La respuesta a la tentación también se explica muy claramente en el párrafo 6:

Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo: No quiero este pensamiento. El que quiero es ________. Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado (6:1-4).

Esos cuatro elementos de la práctica, que se establecen muy claramente en este último repaso, están dirigidos a que sean las instrucciones a seguir diariamente durante el resto del año:

Momentos de quietud por la mañana y por la noche, como mínimo de 15 minutos de duración

Recordatorios de cada hora, unos pocos minutos, recordando la idea del día y aplicándola a la hora que ha terminado y a la hora que va a comenzar.

Recordatorios frecuentes entre horas, recordando la idea.

Respuesta a la tentación, sustituyendo voluntariamente los pensamientos de nuestro ego con la idea del día.

Se nos dice que “cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendieses. Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios” (1:3-4). Esto es cierto de las ideas que van a venir y de las ideas de las últimas veinte lecciones. Sin embargo, fíjate en la condición que modifica esta frase: “…si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día (2:2). Una sola idea basta. Mas no se debe excluir nada de esa idea (2:3-4).

Si cualquiera de estas ideas es suficiente, ¿por qué necesitamos 365 lecciones? La respuesta es sencilla. El autor sabe perfectamente que no aplicaremos una sola idea a sin excepción a todos los acontecimientos a lo largo del día. Y “necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender” (2:5).

En este último repaso, que dura 20 días, repetimos cada día una de las ideas de los 20 días anteriores, y se nos pide que el centro de nuestra práctica gire en torno a un tema unificador:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. (3:3-5)

Se nos pide que repitamos estas tres frases cortas cada mañana y cada noche, cada hora, y en todo momento en que recordemos nuestra verdadera función aquí. Las repetimos con la idea que repasamos cada día. Esa sencilla repetición es la única instrucción concreta que se nos da. Por lo demás, todo lo que se nos pide hacer en nuestros momentos de práctica es, en pocas palabras, que despejemos nuestra mente de cualquier pensamiento en contra (3:8). Esto tiene que ser un “profundo abandono”, no sólo dejar la mente en blanco, sino un abandono de cualquier pensamiento que se interponga en el camino de la cordura y de la verdad.

Sencillamente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender (4:3).

En esta parte final del Libro de Ejercicios vamos “más allá de todas las palabras” (4:1). Buscamos sentir la serenidad y la paz de Dios.

La única excepción es que hacemos algo cuando un “pensamiento molesto” entra en nuestra mente en calma. El párrafo 5 nos da instrucciones muy claras acerca de cómo tratar con estos pensamientos molestos que seguramente aparecerán. Lo más importante es no dejar que tal pensamiento se quede sin respuesta. En lugar de ello daremos instrucciones a nuestra mente: “No quiero este pensamiento”, y cámbialo por la idea del día. Seguimos la misma práctica durante todo el día, cada vez que nos tiente el ego.

Éste es un firme entrenamiento mental. Nos pide mucho. Creo que eso es lo que quiere decir la frase del Texto: “Mantente alerta sólo a favor de Dios y de Su Reino” (T.6.V.(C)). ¿Cómo podemos esperar que nuestra mente se libere del modo de pensar del ego, si dejamos que los pensamientos del ego queden sin respuesta? Al comienzo del Texto, Jesús nos dice que somos demasiado tolerantes con las distracciones de nuestra mente (T.2.VI.4:6); esta vigilancia atenta, que rechaza los pensamientos del ego y los sustituye con los pensamientos de Dios, es el remedio que el Curso propone.

Jesús, el autor, dice que pone nuestras sesiones de práctica en Manos del Espíritu Santo (6:6 y 7:1-2). Tenemos que escucharle para conocer los detalles acerca de “qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él” (7:2). Lo más importante es aquietarse (6:6). Sin embargo, la mención acerca de lo que hacemos, decimos y pensamos nos deja una gran libertad. Generalmente hablando, pienso que podemos usar cualquier técnica de las que hemos practicado antes en el Libro de Ejercicios, como los ejercicios de perdón, ofrecer paz al mundo, repasar situaciones en nuestras vidas y aplicarles la idea del día, y así sucesivamente. La mayor importancia está en escuchar en silencio la Voz de Dios y permitir que nuestra mente venga a la serenidad y a la paz. El Libro de Ejercicios ha terminado sus instrucciones concretas para la práctica, pero ahora tenemos que aprender a escuchar al Espíritu Santo:

“dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo” (7:4).


SEXTO REPASO


Introducción


1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:  

        . .
3No soy un cuerpo. 4Soy libre.
5Pues aún soy tal como Dios me creó.


6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día. 

6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.



SEXTO REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA


Propósito: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos. 

  • Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”. 
  • Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).


Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.

Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.

Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).


COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA


  • Intentamos abandonar las palabras. 
  • Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.

Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son: 

  • Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos. 
  • Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.

Hay dos excepciones a esta falta de estructura: 

  • Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud. 
  • Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.




AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 201


No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (181) Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

2No hay nadie que no sea mi hermano. 3He sido bendecido con la unidad de la que gozo con el universo y con Dios mi Padre, el único Creador de la totalidad que es mi Ser, el cual es eternamente uno conmigo.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Hoy, recordemos tan a menudo como podamos que no hay nadie que no sea nuestro hermano. Recordemos que todos somos parte del Único Ser, y que nuestra unidad con Todo-Lo-Que-Existe es una bendición que nunca podemos perder.

Juntos somos un Todo. Separados, no somos nada.

Todos nosotros somos Uno solo.

Cada uno está unido a Dios y a todos, sin cambios posibles. Todo lo que existe es Hijo del Creador, igualmente digno, igualmente santo, igualmente amoroso.

Mis hermanos son mi alegría y mi deleite. Que hoy vea a todos como la bendición que son para mí.





TEXTO



VII. La invocación a la fe



1. Los sustitutos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. 2Demuestran que no creíste que la situa­ción y el problema estuviesen en el mismo lugar. 3El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. 4Como resultado de ello, no ves el problema. 5De no haberte faltado la fe de que podía ser resuelto, el problema habría desaparecido. 6la situación habría tenido sentido para ti porque se habría eliminado cualquier interferen­cia que hubiese impedido que la entendieses. 7Trasladar el pro­blema a otro lugar es perpetuarlo, pues te desentiendes de él y haces que sea irresoluble.

2. No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. 2Si trasla­das cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. 3Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. 4¿No es posi­ble acaso que todos tus problemas ya se hayan resuelto, pero que tú te hayas excluido a ti mismo de la solución? 5La fe, no obstante, tiene que estar donde algo se ha consumado, y donde tú ves que se consumó.

3. Una situación es una relación, pues es una confluencia de pen­samientos. 2Si se perciben problemas, es porque se cree que los pensamientos están en conflicto. 3Mas si el objetivo es la verdad, eso es imposible. 4Alguna idea relacionada con el cuerpo tuvo que haberse inmiscuido, ya que las mentes no pueden atacar. 5Pensar en cuerpos indica falta de fe, pues los cuerpos no pueden solven­tar nada. 6El que se inmiscuyan en la relación -lo cual es un error acerca de lo que piensas de la situación- es lo que entonces se convierte en la justificación de tu falta de fe. 7Cometerás este error, pero no dejes que ello sea motivo de preocupación para ti. 8El error no importa. 9La falta de fe que se lleva ante la fe nunca será un escollo para la verdad. 10Pero usar la falta de fe contra la verdad siempre destruirá la fe. 11Si te falta fe, pide que se te restituya allí donde se perdió, y no intentes que se te indemnize por ella en otra parte, como si se te hubiese privado injustamente de ella.

4. Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. 2Pero recuerda esto: la santidad fue la meta que se fijó para tu relación, y no fuiste tú quien lo hizo. 3No fuiste tú quien la fijó porque la santidad no se puede ver excepto mediante la fe, y tu relación no era santa por razón de la limitada y reducida fe que tenías en tu hermano. 4Tu fe tiene que aumen­tar para poder alcanzar la meta que se ha fijado. 5La realidad de la meta facilitará eso, pues te permitirá ver que la paz y la fe no vienen por separado. 6¿Cómo podrías estar en una situación sin tener fe y al mismo tiempo serle fiel a tu hermano?

5. Cada situación en la que te encuentras no es más que un medio para satisfacer el propósito que se estableció para tu relación. 2Si la ves como algo diferente, es que te falta fe. 3No hagas uso de esa falta de fe. 4Deja que se presente y obsérvala con calma, pero no hagas uso de ella. 5La falta de fe es la sierva de lo ilusorio, y es totalmente fiel a su amo. 6Haz uso de ella, y te llevará directa­mente a las ilusiones. 7No te sientas tentado por lo que te ofrece. 8La falta de fe no supone ningún obstáculo para el objetivo, sino para el valor que éste tiene para ti. 9No aceptes la ilusión de paz que te ofrece, sino que, por el contrario, contempla su ofrecimiento y reconoce que es una ilusión.

6. El objetivo de la ilusión está tan estrechamente vinculado a la falta de fe como la fe lo está a la verdad. 2Si pones en duda que alguien pueda desempeñar su papel, y desempeñarlo perfecta­mente en cualquier situación entregada de antemano a la verdad, es que la entrega no fue absoluta. 3Esto significa que no has tenido fe en tu hermano y que has usado tu falta de fe contra él. 4Nin­guna relación es santa a menos que su santidad la acompañe a todas partes. 5De la misma manera en que la santidad y la fe van de la mano, así su fe tiene también que acompañarla a todas par­tes. 6La realidad del objetivo inspirará y obrará cualquier milagro que sea necesario para su logro. 7Cualquier cosa tanto si es dema­siado grande como demasiado pequeña, demasiado débil o de­masiado apremiante, será puesta dulcemente a su servicio para apoyar su propósito. 8El universo la servirá gustosamente, tal como ella sirve al universo. 9Pero no interfieras.

7. El poder que se ha depositado en ti, en quien se ha establecido el objetivo del Espíritu Santo, transciende tanto tu limitada con­cepción de lo infinito, que no tienes idea de la magnitud de la fuerza que te acompaña. 2Y puedes usar esta fuerza con perfecta seguridad. 3No obstante, a pesar de su extraordinario poder, tan grande que se extiende allende las estrellas hasta el universo que se encuentra más allá de ellas, tu insignificante falta de fe la puede neutralizar, si en su lugar prefieres valerte de tu falta de fe. 

8Considera, no obstante, lo que sigue a continuación, y descu­bre la causa de tu falta de fe: crees que la razón por la que tienes algo contra tu hermano es por lo que él te hizo a ti. 2Mas por lo que realmente lo culpas es por lo que tú le hiciste a él. 3No le guardas rencor por su pasado sino por el tuyo. 4Y no tienes fe en él debido a lo que tú fuiste. 5Tú eres, sin embargo, tan inocente de ello como lo es él. 6Lo que nunca existió no tiene causa, ni está ahí para obstruir a la verdad. 7La falta de fe no tiene causa; la fe, en cambio, sí tiene Causa. 8Esa Causa ha entrado a formar parte de toda situación que comparta Su propósito. 9La luz de la verdad brilla desde el centro de la situación, y ejerce influencia sobre todos aquellos a quienes el propósito de la situación llama. 10Y llama a todo el mundo. 11No hay situación que no incluya a toda tu relación, a todos sus aspectos y a todas sus partes. 12No puedes excluir ningún aspecto de ti mismo y esperar que la situación siga siendo santa. 13Pues ese aspecto comparte el propósito de tu relación en su totalidad y deriva su significado de ella.

9. A menos que la fe que tienes en tu hermano te acompañe en toda situación, serás infiel a tu propia relación. 2Tu fe exhortará a los demás a que compartan tu propósito, tal como el propósito en sí invocó la fe en ti. 3Y verás los medios que una vez empleaste para que te condujesen a las ilusiones, transformados en medios que te conducen a la verdad. 4La verdad invoca la fe, y la fe le hace sitio a la verdad. 5Cuando el Espíritu Santo cambió el propó­sito de tu relación al intercambiar el tuyo por el Suyo, el objetivo que estableció en ella se extendió a toda situación en que jamás puedas verte envuelto. 6Y así liberó del pasado todas las situacio­nes que éste habría desprovisto de significado.

10. Invocas la fe por razón de Aquel que te acompaña en toda situación. 2Ya no estás completamente loco ni tampoco solo. 3Pues la idea de que en Dios puede haber soledad no puede sino ser un sueño. 4Tú, cuya relación comparte el objetivo del Espíritu Santo, has sido alejado de la soledad porque la verdad ha llegado. 5Su invocación a la fe es poderosa. 6No uses tu falta de fe contra la verdad, pues ésta te exhorta a que te salves y a que estés en paz.








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