DESPERTAR AL AMOR

jueves, 23 de noviembre de 2017

23 NOVIEMBRE: No necesito más que llamar y Tú me contestarás.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 327


No necesito más que llamar y Tú me contestarás.


1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.

2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convic­ción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esto me recuerda a un versículo de la Biblia, libro de Jeremías (33:3), en el Antiguo Testamento: “Llámame y Yo te contestaré”.

El pensamiento de la lección parece ser: “Éstas son las promesas de Dios. Ponlas a prueba y comprueba por ti mismo que Él las dice de corazón”. La lección nos dice que podemos “aprender mediante la experiencia que esto es verdad” (1:3). Sugiere que tomemos las promesas y las pongamos “a prueba” (2:1).

Mi confianza en el Curso ha aumentado con los años y continúa aumentando al continuar probando sus promesas. Nos da instrucciones muy claras para el Libro de Ejercicios, y promete que cambiará nuestra manera de pensar acerca de todos y de todo en el mundo. Promete paz mental. Promete la liberación de la culpa. Y lo que estoy descubriendo es que, sincero esfuerzo en HACER lo que me dice que haga, siento lo que dice que sentiré. Resumiendo: funciona.

Podemos sentarnos y juzgar lo que dice el Curso hasta ponernos morados, podemos discutir si El Curso cumplirá o no lo que dice, y no aprenderemos nada. Pero si lo hacemos, si lo probamos, si practicamos lo que dice que hagamos, ciertamente descubriremos que realmente funciona, y nuestra seguridad en su verdad será total y absoluta.


¿Qué es la creación? (Parte 7)

L.pII.11.4:1-3

Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. (4:1)

Existimos. Ya que todo lo que existe es creación de Dios, y la creación es el Hijo de Dios (3:2), tenemos que ser la creación de Dios. Tenemos que ser aspectos de la Totalidad, “Hijos” que son aspectos del Hijo.

“Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él” (4:2). Toda nuestra experiencia en este mundo nos ha enseñado que estamos separados, que somos seres separados, distintos unos de otros y sin ninguna conexión. Somos conscientes de nuestra parte y dejamos aparte nuestra Totalidad, “nuestra eterna unidad con Él”. Sin embargo, sólo “parece” que somos seres separados, en realidad no lo somos. Nuestra lucha con el Curso, nuestra lucha con toda espiritualidad verdadera, es la lucha de la locura intentando conservar esta sensación de separación completamente ilusoria. Estamos intentando convertir en “parte” la única verdad acerca de nosotros al dejar fuera la consciencia de la Totalidad. Y al hacerlo, nos aislamos a nosotros mismos de nuestro Ser.

“Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza” (4:3). Dudamos de la Totalidad porque hemos inventado circunstancias (todo este mundo) en el que la “parte” parece ser la única realidad. Tenemos miedo de la Totalidad porque parece amenazar nuestra parte. (En realidad no es así, porque en la Totalidad hay una especie de parte, pero es una parte en la que cada una contiene a la Totalidad, en lugar de dejarla fuera). A pesar de esta locura de identificarnos sólo con la parte, seguimos siendo la Totalidad. La Totalidad sigue sin haber cambiado. No puede ser dividida ni dañada en ningún modo. Por eso, la Totalidad todavía existe y todavía nos llama.

No importa lo fuerte que sea la ilusión de la separación, en cada parte sigue estando la Totalidad. Y la Totalidad, nuestro verdadero Ser, sigue estando seguro de Sí Mismo. Es sólo la parte la que duda y tiene miedo, imaginándose falsamente separada de la Totalidad. Lo que soy, y lo que tú eres (que es Lo Mismo) se conoce a Sí Mismo con un conocimiento lleno de seguridad. Ésa seguridad que está en nuestra Totalidad es con lo que estamos intentando ponernos en contacto. El recuerdo de Dios y de lo que somos está dentro de nosotros, en la Totalidad que hemos negado y dejado aparte en nuestro loco intento de ser partes separadas. Al conectarnos unos con otros nos conectamos con esa Totalidad, y al hacerlo, recordamos a Dios.






TEXTO

VI. Los votos secretos



1. El que castiga el cuerpo está loco, 2pues ahí es donde ve la diminuta brecha, que, sin embargo, no está ahí. 3El cuerpo no se ha juzgado a sí mismo, ni se ha convertido en lo que no es. 4No procura hacer del dolor un gozo, ni espera encontrar placer dura­dero en lo que no es más que polvo. 5No te dice cuál es su propó­sito, ni tampoco puede él mismo entender para qué es. 6No hace de nadie una víctima porque no tiene una voluntad propia, ni tampoco preferencias o dudas. 7No se pregunta lo que es. 8Por lo tanto, no tiene necesidad de competir. 9Se puede hacer de él una víctima, pero no puede considerarse a sí mismo como tal. 10No acepta ningún papel, sino que hace lo que se le dice sin atacar.

2. Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. 2El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. 3Se comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma deci­siones. 4No nace ni muere. 5Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el camino que se le haya indicado. 6si cambias de rumbo, camina con igual facilidad por esa otra dirección. 7No se pone de parte de nada, ni juzga el camino que recorre. 8No per­cibe brecha alguna porque no odia. 9Puede ponerse al servicio del odio, pero no puede por ello convertirse en algo odioso.

3. Lo que odias y temes, deseas y detestas, el cuerpo no lo conoce. 2Lo envías a buscar separación y a que sea algo separado. 3Luego lo odias, no por lo que es, sino por el uso que has hecho de él. 4Te desvinculas de lo que ve y oye, y odias su debilidad y pequeñez. 5Detestas sus actos, pero no los tuyos. 6Mas el cuerpo ve y actúa por ti. 7Él oye tu voz. 8Y es frágil e insignificante porque así lo deseas. 9Parece castigarte, y así, merece que le odies por las limi­taciones que te impone. 10No obstante, eres tú quien lo ha con­vertido en el símbolo de las limitaciones que quieres que tu mente tenga, vea y conserve.

4. El cuerpo representa la brecha que se percibe entre la pequeña porción de mente que consideras tu mente, y el resto de lo que realmente es tuyo. 2Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el cual perderías sin él. 3Éste es el voto secreto que has hecho con cada hermano que prefiere caminar solo y separado. 4Éste es el juramento secreto que renuevas cada vez que percibes que has sido atacado. 5Nadie puede sufrir a menos que considere que ha sido atacado y que ha perdido como resultado de ello. 6El com­promiso a estar enfermo se encuentra en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. 7Sin embargo, es una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo atacarás.

5. La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado contra el cuerpo para que sufra. 2Es la consecuencia natural de lo que se hizo en secreto, en conformidad con el deseo secreto de otro de estar separado de ti, tal como el tuyo es estar separado de él. 3A menos que ambos estéis de acuerdo en que ése es vuestro deseo, éste no podría tener efectos. 4Todo aquel que dice: "Entre tu mente y la mía no hay separación" es fiel a la promesa que le hizo a Dios y no al miserable voto de serle eternamente fiel a la muerte. 5al él sanar, su hermano sana también.

6. Que éste sea el acuerdo que tengas con cada uno de tus herma­nos: que estarás unido a él y no separado. 2Y él será fiel a la promesa que le hagas porque es la misma que él le hizo a Dios y que Dios le hizo a él. 3Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. 4Esto fue lo que Su Padre le dijo al crearlo: "Te amaré eternamente, como tú a Mí. 5Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí". 6Su Hijo no recuerda que le con­testó: "Sí, Padre", si bien nació como resultado de esa promesa. 7Con todo, Dios se la recuerda cada vez que él se niega a mante­ner la promesa de estar enfermo, y permite, en cambio, que su mente sea sanada y unificada. 8Sus votos secretos son impotentes ante la Voluntad de Dios, Cuyas promesas él comparte. 9Y lo que ha usado como sustituto de éstas no es su voluntad, pues él se comprometió a sí mismo a Dios.

 





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