DESPERTAR AL AMOR

jueves, 14 de diciembre de 2017

14 DICIEMBRE. Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.

 


AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 348


Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.


1. Padre, déjame recordar que Tú estás aquí y que no estoy solo. 2Pues estoy rodeado de un Amor imperecedero. 3No hay razón para nada, excepto para la paz y alegría perfectas que comparto Contigo. 4¿Qué necesidad tengo de ira o de temor, 5cuando lo único que me rodea es la seguridad perfecta? 6¿Cómo puedo sentir miedo cuando la eterna pro­mesa que me hiciste jamás se aparta de mí? 7Estoy rodeado de perfecta impecabilidad. 8¿Qué puedo temer, cuando la santidad en la que Tú me creaste es tan perfecta como la Tuya Propia?

2. La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. 2Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“Tú me rodeas”. Cierra los ojos y permanece muy quieto y piensa en el Amor o en la Presencia de Dios como una luz dorada. Imagina que la luz está brillando en frente de ti. Siente su calidez, su luz dorada, como el resplandor del sol en día radiante de verano.

Ahora, hazte consciente de esa misma luz detrás de ti. El Amor de Dios está derramándose sobre ti, por delante y por detrás. Siente su seguridad,

La Presencia de Dios está también a tu derecha y a tu izquierda. Está por todos los sitios a tu alrededor, por encima y por debajo de ti. Estás rodeado por esta luz, sumergido en ella. Lo único que te rodea es la seguridad perfecta (1:5), perfecta bondad. Permítete a ti mismo experimentar cómo se siente todo ello.

En este amor no hay razón para la ira o el miedo. No hay razón para nada excepto la perfecta paz y dicha que compartes con Dios.

La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya. (2:1-2)

Hoy cada vez que puedas, detente por un momento e imagínate a ti mismo rodeado por el Amor de Dios.


¿Qué es un milagro? (Parte 8)

L.pII.13.4:2-3

Tiene que haber fe antes de un milagro: el deseo de verlo, la elección de pedir lo que no puedes ver, y creer que la percepción de nuestro ego es falsa. Pero cuando surge esa fe, cuando estamos en nuestra mente milagrosa, esa fe demostrará que está justificada y lo confirmará:

No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. (4:2)

Cuando pongo mi fe en un milagro, habrá evidencia y testigos para probar que verdaderamente existe aquello en lo que pongo mi fe. Por ejemplo, cuando estoy dispuesto a mirar más allá del ego de mi hermano y ver la llamada de Dios en él, algo sucederá que me demostrará que la llamada de Dios en él está ahí realmente. Quizá mi perdón se encontrará con el agradecimiento. Quizá mi respuesta de amor encontrará el amor volviendo a mí. Quizá veré una chispa de luz en alguien en quien jamás lo creí posible. La fe traerá sus testigos.

Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descansaba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí. (4:3)

Mi voluntad de creer en la presencia del amor me mostrará la presencia del amor. Veré lo que elijo ver. Veré que el mundo del espíritu es más real que el mundo de la materia. La enfermedad será reemplazada por la salud. La tristeza será reemplazada por la alegría. El miedo será reemplazado por el amor. Y donde creía ver pecado y maldad, veré santidad y bondad.

Es el cambio de mi mente lo que trae un mundo diferente. Es mi voluntad de invitar al milagro la que le abre el camino. Los cambios del mundo que veo no son el milagro, sino sus resultados. El milagro trae testigos, muestra un mundo diferente del que pensé que era. Aunque primero tiene lugar el cambio de mi mente, la fe. Luego los testigos de la fe, justificándola, confirmándola.




TEXTO

 

V. El único propósito



1. El mundo real es el estado mental en el que el único propósito del mundo es perdonar. 2El miedo ha dejado de ser el objetivo, pues escapar de la culpabilidad se ha convertido ahora en la meta. 3Se reconoce el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de perseguirse porque ya no se les atri­buye ningún valor a sus "regalos". 4No se establecen reglas fúti­les, ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. 5Por el contrario, hay un deseo de querer com­prender todas las cosas creadas tal como realmente son. 6Y se reconoce que todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas.

2. En este mundo se piensa que el entendimiento se consigue mediante el ataque. 2En el mundo real es evidente que atacando es como se pierde, 3y se reconoce claramente la insensatez de tener como objetivo a la culpabilidad. 4En dicho mundo no se desean los ídolos, pues se entiende que la culpabilidad es la única causa de cualquier dolor. 5Nadie sucumbe ante su vana atracción, pues el sufrimiento y la muerte se han percibido como cosas que ya no se desean y por las cuales no vale la pena esforzarse. 6Se ha vis­lumbrado la posibilidad de liberación y se le ha dado la bienve­nida, y ahora por fin se comprenden los medios por los que puede alcanzarse. 7El mundo se convierte en un lugar de esperanza por­que su único propósito es ser un lugar donde la esperanza de ser feliz pueda ser colmada. 8Y nadie está excluido de esta esperanza porque todos se han unido en la creencia de que el propósito del mundo es uno que todos tienen que compartir, si es que dicha esperanza ha de ser algo más que un simple sueño.

3. Aún no se recuerda el Cielo totalmente, pues el propósito del perdón todavía necesita alcanzarse. 2Sin embargo, todo el mundo está seguro de que irá más allá del perdón y de que sólo seguirá aquí hasta que éste se perfeccione en él. 3Ese es su único deseo. 4Todo temor ha desaparecido porque él está unido a sí mismo en su propósito. 5Su esperanza de felicidad es tan segura y constante que apenas puede seguir esperando aquí por más tiempo con sus pies aún tocando la tierra. 6Aun así, se siente feliz de poder espe­rar hasta que todas las manos se hayan unido y todos los corazo­nes estén listos para elevarse e ir con él. 7Pues así es como se prepara para dar el paso con el que se transciende el perdón.

4. El paso final lo da Dios porque únicamente Él pudo crear un Hijo perfecto y compartir Su Paternidad con él. 2Nadie que no se encuentre en el Cielo puede entender esto, pues entenderlo es en sí el Cielo. 3lncluso el mundo real tiene un propósito que se encuentra por debajo de la creación y de la eternidad. 4Pero el miedo ha desaparecido de él porque su propósito es el perdón, no la idolatría. 5así, el Hijo del Cielo está listo para ser quien es, y para recordar que el Hijo de Dios sabe todo lo que su Padre entiende y que lo entiende perfectamente junto con Él.

5. El mundo real ni siquiera se aproxima a eso, pues ése es el propósito de Dios, y sólo de Dios, si bien se comparte totalmente y se logra perfectamente. 2El mundo real es un estado en el que la mente ha aprendido cuán fácilmente desaparecen los ídolos, que, aunque todavía se perciben, ya no se desean más. 3¡Cuán fácil­mente los puede abandonar la mente que ha comprendido que no son nada, que no están en ninguna parte y que no tienen ningún propósito! 4Pues sólo entonces se puede entender que el pecado y la culpabilidad no tienen propósito alguno y que no significan nada.

6. De esta manera es como el propósito del mundo real se lleva dulcemente hasta tu conciencia para que reemplace al objetivo de pecado y culpabilidad. 2Y el perdón purifica felizmente todo lo que se interponía entre tu imagen de ti mismo y lo que realmente eres. 3Sin embargo, Dios no necesita crear a Su Hijo nuevamente para que a éste se le restituya lo que es suyo. 4Jamás existió bre­cha alguna entre tu hermano y tú. 5el Hijo de Dios volverá a saber lo que supo cuando fue creado.

7. Cuando dos o más hermanos comparten un mismo propósito en el mundo del miedo, se encuentran ya en el umbral del mundo real. 2Puede que aún miren atrás y piensen que ven un ídolo que desean. 3Mas su trayectoria ha sido ya firmemente fija­da en dirección contraria a la de los ídolos: hacia la realidad. 4Pues cuando se dieron la mano, fue la mano de Cristo la que tomaron, y contemplarán a Aquel de cuya mano van asidos. 5La faz de Cristo se ve antes de que el Padre se pueda recordar, 6pues Éste permanece en el olvido hasta que Su Hijo haya llegado más allá del perdón hasta el Amor de Dios. 7El Amor de Cristo, no obstante, se acepta primero. 8Y entonces aflora el conocimiento de que Ambos son uno.

8. ¡Cuán fácil y ligero es el paso que te saca de los estrechos confi­nes del mundo del miedo una vez que has reconocido de Quién es la mano de la que vas asido! 2Tienes a mano todo lo necesario para poder alejarte del miedo para siempre con perfecta certeza, y para seguir adelante y llegar cuanto antes a las puertas del Cielo. 3Pues Aquel de Cuya mano vas asido sólo estaba espe­rando a que te unieses a Él. 4Y ahora que has venido, ¿se demora­ría Él en mostrarte el camino que debe recorrer contigo? 5Su bendición descansa sobre ti tan indudablemente como el Amor de Dios descansa sobre Él. 6Su gratitud hacia ti sobrepasa tu entendimiento, pues tú le has permitido liberarse de sus cadenas para que juntos os dirijáis a la morada de Su Padre.

9. Un viejo odio está desapareciendo del mundo. 2con él va desapareciendo también todo miedo y rencor. 3No vuelvas la vista atrás, pues lo que te espera más adelante es lo que siempre anhelaste en tu corazón. 4¡Renuncia al mundo! 5Pero no con una actitud de sacrificio, 6pues nunca lo deseaste. 7¿Qué felicidad que jamás buscaste en él no te ocasionó dolor? 8¿Qué momento de satisfacción no se compró con monedas de sufrimiento y a un precio exorbitante? 9La dicha no cuesta nada. 10Es tu sagrado derecho, pues por lo que pagas no es felicidad. 11¡Que la honesti­dad te acelere en tu camino, y que al contemplar en retrospectiva las experiencias que has tenido aquí no te dejes engañar! 12Por todas ellas hubo que pagar un precio exorbitante y sufrir penosas consecuencias.

10. No mires atrás excepto con honestidad. 2cuando un ídolo te tiente, piensa en lo siguiente:

3Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el "regalo" de la culpabilidad. 4Cada uno de ellos se compró con la mo­neda del dolor, y nunca fuiste tú solo quien pagó por él.

5Sé, pues, misericordioso con tu hermano. 6Y no aceptes nunca un ídolo irreflexivamente, ni te olvides de que tu hermano pagará el costo al igual que tú. 7Pues se demorará cada vez que tú vuelvas la vista atrás y no percibas de Quién es la amorosa mano de la que vas asido. 8Mira, pues, sólo hacia adelante; y camina lleno de confianza con el corazón latiendo felizmente con esperanza y no palpitando con temor.

11. La Voluntad de Dios reside para siempre en aquellos cuyas manos están unidas. 2Hasta que se unieron, pensaban que Él era su enemigo. 3Mas cuando se unieron y compartieron un mismo propósito, les fue posible entender que su voluntad es una. 4Y así, la Voluntad de Dios no puede sino llegar hasta sus conciencias. 5no van a poder seguir olvidándose por mucho más tiempo de que no es sino la suya propia.






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