DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 20 de diciembre de 2017

20 DICIEMBRE: Cristo y yo nos encontramos unidos en paz y seguros de nuestro propósito. Su Creador reside en Él, tal como Él reside en mí.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 354


Cristo y yo nos encontramos unidos en paz y seguros de nuestro propósito. Su Creador reside en Él, tal como Él reside en mí.


1. Mi unidad con el Cristo me establece como Tu Hijo, más allá del alcance del tiempo y libre de toda ley, salvo de la Tuya. 2No tengo otro ser que el Cristo que vive en mí. 3No tengo otro propósito que el Suyo. 4Y Él es como Su Padre. 5Por lo tanto, no puedo sino ser uno Contigo, así como con Él. 6Pues, ¿quién es Cristo sino Tu Hijo tal como Tú lo creaste? 7¿Y qué soy yo sino el Cristo en mí?



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección expresa la consciencia de mi igualdad con Cristo. El Creador está en Cristo y también en mí, Dios está en mí ya que está en Cristo. Exactamente igual. “No tengo otro ser que el Cristo que vive en mí” (1:2).El Curso nos está llevando a esta consciencia de igualdad. Todo nuestro estudio del Curso, nuestra práctica del Libro de Ejercicios, y que apliquemos el perdón en todas nuestras relaciones, nos está llevando a esta consciencia final: “No tengo otro ser que el Cristo que vive en mí”. “¿Y qué soy yo sino el Cristo en mí?” (1:7).

Cuando llegamos a estas lecciones finales, podemos sentirnos como si en algún momento a lo largo del Curso, nos hubiera pasado de largo. Como si en algún momento hubiésemos perdido el barco o, más probablemente, como si nos hubiésemos bajado del barco y quedado atrás. Sé que a veces me he sentido así, también sé que si continúo practicando lo que el Curso me ha enseñado, eso no será siempre así. Un día la comprensión de que no tengo otro ser que el Cristo que vive en mí resonará en mi mente sin ninguna resistencia ni duda.

Creo profundamente que estas palabras son verdad, pero soy consciente de que hay una parte de mi mente que todavía no lo cree. Mi experiencia todavía no se ha puesto a la altura de mi comprensión. Mi mente todavía cree que no soy idéntico a Cristo, y por eso experimento lo que creo, y lo que siento es partes de mí mismo que parecen ser diferentes de este Ser perfecto, Que es completamente igual a Su Padre.

¿Significa esto que el Curso ha fracasado o que yo le he fallado al Curso? No, no lo creo. En el Epílogo que sigue a la Lección 365, Jesús habla de que el Espíritu Santo será nuestro “Guía en toda dificultad o dolor que consideréis real” (L.Ep.4:1). Por eso espera que todo el que ha acabado el Libro de Ejercicios, todavía tendrá dificultades y, a veces, todavía pensará equivocadamente que el dolor es real. Él dice aquí: “Sean cuales sean tus problemas ten por seguro que Él tiene la solución y que gustosamente te la dará sólo con que te dirijas a Él y se la pidas” (L.Ep.1:5). Incluso después de todo esto, todavía tendremos dificultades. “Este curso es un comienzo, no un final” (L.Ep.1:1). El Texto y el Libro de Ejercicios están pensados, no para llevarnos al final de nuestro viaje, sino para entrenarnos en el camino apropiado para el viaje, para desarrollar hábitos adecuados de práctica espiritual. Nos presentan a nuestro Maestro y nos enseñan la costumbre de escucharle. Eso es todo, y eso es suficiente.

Y sin embargo estas últimas lecciones ponen palabras en nuestras bocas y nos hacen hablar como si ya hubiésemos llegado. Piensa en ellas como anticipos de cómo será tu mente cuando hayas terminado el viaje. Sumerge tu mente en ellas y deja que las absorba, transformándote al hacerlo. Cualquier cosa que sientas hoy, cualquier cosa que hoy pienses acerca de ti, estas palabras siguen siendo la verdad.

Lo que somos está más allá del alcance del tiempo y libre de cualquier ley, salvo la de Dios (1:1). No tenemos otro propósito que el de Cristo (1:3). Somos uno con Dios, tal como Jesús lo era y lo es (1:5). Y todo nuestro aprendizaje está planeado para desaprender todo lo que nos dice algo diferente.


¿Qué soy? (Parte 4)

L.pII.14.2:4-5

La verdad de lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. (2:4)

Las palabras sólo pueden traernos hasta aquí. Pueden llevarnos a la puerta del Cielo, pero no pueden hacernos entrar. Todas las palabras del Curso, tan maravillosas como son, no pueden hacer más de eso. Eso no es una deficiencia del Curso, ni una deficiencia de las palabras. Las palabras son sólo símbolos. No pueden hacer más de lo que los símbolos hacen, y eso es mucho, y todo lo que es necesario. La Verdad Misma de lo que somos hará el resto.

Esa verdad y el completo conocimiento de ella está más allá del alcance de las palabras y, por lo tanto, más allá del alcance de este mundo, que es un mundo de símbolos y no de realidades. Aún así, no hay razón para la desesperanza por eso. Lo que somos no puede estar aquí, igual que una persona física y “real” no puede existir dentro de un sueño, igual que una figura de tres dimensiones no puede entrar en un mundo de dos dimensiones. (Otro ejemplo: un cubo de tres dimensiones no puede existir en una hoja de papel, lo más que se puede hacer es un dibujo en perspectiva que sugiere tres dimensiones).

Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo. (2:5)

Aunque no podemos conocer totalmente la verdad de lo que somos, aquí en este mundo, podemos expresarlo; por decirlo de algún modo, podemos crear un dibujo en perspectiva que sugiere esa verdad. ¿Cómo? Llevando a cabo la función que Dios nos ha dado, la función que el Curso ha afirmado repetidas veces de muchas maneras: el perdón, ser feliz, extensión, hacer la Voluntad de Dios, dar de nosotros mismos, aumentar el tesoro de Dios creando el nuestro, dando y recibiendo sanación, aceptando la Expiación. Esto es algo de lo que las palabras pueden hablar, y las palabras pueden también enseñar el perdón, “si predicamos con el ejemplo”. Si las palabras que hablamos inundan nuestro ser, las palabras pueden transmitir lo que es el perdón. Si nuestra vida es un ejemplo de lo que hablamos, nuestras palabras tienen poder. Dicho de otro modo, si llevamos a cabo nuestra función de perdonar, podemos enseñar el perdón. Y eso es nuestro “dibujo en perspectiva” de la verdad de nuestro Ser. Ése es el reflejo en el mundo del Amor que somos.

Considera al Curso como un ejemplo de lo que aquí se nos está diciendo. ¿Por qué son tan poderosas sus palabras? Pienso que la razón es que las dice uno que es un ejemplo de las palabras que dice. Incluso en el modo en que Jesús (el autor) nos habla, y trata a nuestros fallos, nuestra terquedad y cabezonería, nuestras dudas y vacilaciones, podemos sentir la realidad detrás de las palabras que nos dice. Siempre es paciente con nosotros. Nunca nos menosprecia ni nos riñe disgustado por nuestra estupidez. Cuando habla del perdón hay un sentimiento de perdón en las palabras que nos transmite. Cuando nos dice que contemplemos a todos como iguales, sentimos que el nos está contemplando a nosotros como Sus iguales. Cuando dice que podemos mirar a todos sin ver ningún pecado, sentimos que así es como Él nos ve a nosotros.

A eso es a los que nos está llevando, a todos y cada uno de nosotros. Es lo que el Manual para el Maestro llama honestidad, en la Sección sobre las características de los Maestros de Dios.
La honestidad no se limita únicamente a lo que dices. El verdadero significado del término es congruencia: nada de lo que dices está en contradicción con lo que piensas o haces; ningún pensamiento se opone a otro; ningún acto contradice tu palabra ni ninguna palabra está en desacuerdo con otra. (M.4.II.1:4-6)
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Únicamente al llevar a cabo nuestra función, únicamente al hacernos una encarnación del Curso, podemos llegar a darnos cuenta y reconocer Su mensaje para nosotros. Únicamente al darlo a otros en palabras y de hechos, podemos recibirlo nosotros completamente.








TEXTO


Capítulo 31

  

LA VISIÓN FINAL




I. La simplicidad de la salvación


1. ¡Qué simple es la salvación! 2Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. 3Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. 4Eso es todo. 5¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? 6Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. 7¿Cuán difícil puede ser recono­cer que lo falso no puede ser verdad, y que lo que es verdad no puede ser falso? 8Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero. 9Se te ha dicho exacta­mente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. 10¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas?

2. Hay una razón. 2Pero no creas que es porque las cosas simples que la salvación te pide que aprendas sean difíciles, 3pues la salva­ción sólo enseña lo que es extremadamente obvio. 4La salvación simplemente procede de una aparente lección a la siguiente, mediante pasos muy sencillos que te llevan dulcemente de una a otra, sin ningún esfuerzo. 5Esto no puede crear confusión, y, sin embargo, estás confundido. 6Pues de alguna manera crees que es más fácil aprender y entender lo que es totalmente confuso. 7Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendi­zaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. 8Pero lo lograste porque ése era tu deseo, y no te detuviste a considerar si iba a ser difícil de aprender o tan complejo que no se pudiese entender.

3. Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender. 2No hay un poder más grande en todo el mundo. 3El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. 4Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las apren­diste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio. 5No digas que no puedes aprender. 6Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres quien eres.

4. ¿Quién podría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? 2Sin embargo, tú has aprendido eso y más. 3Por muy difícil que haya sido, has seguido dando cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. 4Y cada una de las leccio­nes que configuran al mundo procede del primer logro de tu aprendizaje, el cual fue de tal enormidad que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. 5El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. 6Tú que te has enseñado a ti mismo que el Hijo de Dios es culpable, no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones que la salvación te enseña.

5. Aprender es una capacidad que tú inventaste y te otorgaste a ti mismo. 2No fue concebida para hacer la Voluntad de Dios, sino para apoyar el deseo de que fuese posible oponerse a ella y para que una voluntad ajena fuese incluso más real. 3Y esto es lo que este aprendizaje ha intentado demostrar, y tú has aprendido lo que fue su propósito enseñar. 4Ahora tu viejo y remachado apren­dizaje se alza implacable ante la Voz de la verdad y te enseña que Sus lecciones no son verdad, que son demasiado difíciles de aprender y de entender, y que son diametralmente opuestas a lo que realmente es verdad. 5No obstante, las aprenderás, pues ése es el único propósito de tu capacidad para aprender que el Espí­ritu Santo ve en todo el mundo. 6Sus sencillas lecciones de perdón son mucho más poderosas que las tuyas, pues te llaman desde Dios y desde tu Ser.

6. ¿Es acaso ésta Vocecilla tan débil y queda que no puede alzarse por encima del insensato ruido de sonidos que no tienen sentido? 2La Voluntad de Dios no fue que Su Hijo se olvidara de Él, 3y el poder de Su Voluntad reside en la Voz que habla por Él. 4¿Qué lección vas a aprender? 5¿Qué desenlace es inevitable, es tan seguro como Dios y está más allá de cualquier duda e incertidum­bre? 6¿Cómo iba a poder oponerse tu mísero aprendizaje, que tan difícil fue de aprender y cuyas consecuencias son tan extrañas, a las sencillas lecciones que, desde los orígenes del tiempo y desde que la capacidad de aprender fue concebida, se te enseñan en cada momento del día?

7. Solamente se pueden aprender dos lecciones. 2Cada una de ellas da lugar a un mundo diferente. 3cada uno de esos mundos se deriva irremediablemente de su fuente. 4El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. 5Es un mundo de terror y desesperación. 6En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. 7Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. 8No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. 9Mas éste no es el único resultado que se puede derivar de lo que has aprendido. 10Por mucho que te hayas esforzado por aprender la tarea que elegiste, la lección que refleja el Amor de Dios es todavía más fuerte. 11Y aprenderás que el Hijo de Dios es inocente, y verás otro mundo.

8. En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes. 2No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas unirse a ti. 3Ni una sola llamada deja jamás de oírse, se interpreta erróneamente o se queda sin contestar en el mismo lenguaje en que se hizo. 4Y entenderás que ésta es la llamada que todos los seres y todas las cosas en el mundo siempre habían hecho, pero que tú no habías percibido como tal. 5ahora te das cuenta de que estabas equivocado. 6Te habías dejado engañar por las for­mas que ocultaban la llamada. 7Por lo tanto, no la podías oír, y así, perdiste un amigo que siempre quiso ser parte de ti. 8La eterna y queda llamada de cada aspecto de la creación de Dios a la totalidad se oye por todo el mundo a la que esta otra lección da lugar.

9. No hay ninguna cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que goce de plenitud y de que tú no seas sordo a su llamada. 2Sin tu respuesta esta llamada se deja morir, de la misma manera en que se la salva de la muerte cuando tú oyes en ella la llamada ancestral a la vida y comprendes que es tu propia llamada. 3El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor. 4Pero Dios sólo puede ser Amor si Su Hijo es inocente. 5Pues ciertamente sería miedo, si aquel a quien Él creó inocente pudiera ser esclavo de la culpabilidad. 6El Hijo perfecto de Dios recuerda su creación. 7Pero en su culpabilidad se ha olvidado de lo que realmente es.

10El temor a Dios es el resultado ineludible de la lección que afirma que Su Hijo es culpable, de la misma manera en que el Amor de Dios no puede sino recordarse cuando el Hijo reconoce su inocencia. 2Pues el odio no puede sino engendrar temor y con­siderar a su padre igual que a sí mismo. 3¡Cuán equivocado estás tú que no oyes la llamada cuyo eco resuena más allá de cada aparente invocación a la muerte, la llamada cuyo canto se oye tras cada ataque asesino, suplicando que el amor restaure el mundo moribundo! 4No comprendes Quién es el que te llama tras cada manifestación de odio, tras cada incitación a la pugna. 5Pero lo reconocerás cuando le contestes en el mismo lenguaje en que Él te llama. 6Él aparecerá cuando le hayas contestado, y por Él sabrás que Dios es Amor.

11. ¿Qué es la tentación, sino el deseo de tomar una decisión erró­nea con respecto a lo que quieres aprender, y obtener un resul­tado que no deseas? 2El reconocimiento de que ése es un estado mental indeseable se convierte en el medio por el que se vuelve a examinar la elección, viéndose entonces que hay otro resultado más deseable. 3Te engañas a ti mismo si crees que lo que quieres son desastres, desunión y dolor. 4No prestes oídos a esa llamada. 5Escucha más bien la llamada subyacente, que te exhorta a que seas feliz y a que estés en paz. 6Y el mundo entero te brindará paz y felicidad. 7Pues a lo que oigas es a lo que responderás! 8Y ¡oh, maravilla! 9Tu respuesta será la prueba de lo que has aprendido, 10y su resultado, el mundo que contemplarás.

12. Permanezcamos muy quedos por un instante y olvidémonos de todas las cosas que jamás hayamos aprendido, de todos los pensamientos que hayamos abrigado y de todas las ideas precon­cebidas que tengamos acerca de lo que las cosas significan y de cuál es su propósito. 2Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo, 3pues no lo sabemos. 4Dejemos que toda imagen que tengamos acerca de cualquier persona se desprenda de nuestras mentes y desaparezca.

13. No abrigues ningún juicio, ni seas consciente de ningún pensa­miento, bueno o malo, que jamás haya cruzado tu mente con res­pecto a nadie. 2Ahora no lo conoces. 3Pero eres libre de conocerlo, y de conocerlo bajo una nueva luz. 4Ahora él renace para ti, y tú para él, sin el pasado que lo condenó a morir, y a ti junto con él. 5Ahora él es tan libre para vivir como lo eres tú porque una vieja lección que se había aprendido ha desaparecido, dejando un sitio donde la verdad puede renacer.

  








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