DESPERTAR AL AMOR

sábado, 23 de diciembre de 2017

23 DICIEMBRE: La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 357


La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.


1. El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. 2Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. 3Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. 4Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser:

5"Contempla su impecabilidad y sé curado".




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Aquí se transmite una idea que está en todo el Curso: que encontramos nuestro camino a Dios por medio de otros, primero vemos a Cristo en nuestros hermanos y luego en nosotros mismos (1:2). Cuando invocamos a Dios, la Verdad siempre responde (Pensamiento de la Lección). La primera respuesta son “los milagros”, que luego ofrecemos a otros a través de nuestro perdón. Luego, la Verdad vuelve a nosotros “para ser ella misma”.

Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. (1:2)

Éste es el camino de Un Curso de Milagros. “Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy”, es decir, cuando veo al Cristo en aquellos que me rodean, “oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser” (1:4). Oímos la Voz que nos dirige a Dios al contemplar a Cristo en otros. Otro modo de decir esto es que vemos el rostro de Cristo, y luego recordamos a Dios.

Las dos fases de la respuesta son: (1) los milagros, y (2) la Verdad Misma.

Los milagros, en forma de perdón que ofrezco a mis hermanos, son sólo un símbolo de la Verdad. El perdón es “el reflejo de la verdad” (1:1). En el milagro veo al Hijo de Dios, primero en mi hermano y luego en mí mismo.

A medida que se acumulan milagros y nuestra mente se entrena, la Verdad Misma empieza a surgir, y nos vamos dando cuenta de nuestra Identidad con Dios. El Curso dice que eso no es asunto nuestro. No tenemos que trabajar para que eso suceda. Concéntrate en el primer paso (el perdón), y el segundo (la verdad) vendrá por sí mismo. Es el regalo que Dios nos hace.

Pienso que muchos caminos espirituales cometen el error de concentrarse en llegar a Dios directamente. El esfuerzo puede finalmente funcionar porque el propósito es correcto, pero requiere mucho tiempo y esfuerzos (ver T.18.VII.4:9-11). El esfuerzo de hacer lo que no puede ser hecho, de hacer que ocurra lo que ya ha sucedido, de encontrar lo que nunca perdimos, puede ser una lucha de una frustración sin fin, un modo perfecto para que el ego continúe. Este tipo de búsqueda espiritual da lugar a la persona cuya mente es “demasiado celestial para ser de utilidad en la tierra”. Así encontramos al Paraíso que deja a un lado al viajero herido porque no quiere ensuciarse con asuntos terrenales. El fanático religioso. El fundamentalista con pretensiones de superioridad moral. Sus oraciones son tan importantes que se olvida de la familia y sus necesidades.

El Curso dice que el camino al cielo es “mediante el perdón aquí” (L.pII.256.1:1).No te pierdas en la búsqueda de una experiencia abstracta de unión con Dios. En lugar de eso, practica el perdón. Presta atención a lo que es práctico. Concéntrate en la unión con tu hermano, y se te dará la unión con Dios. Trabaja con el material que se te ha dado: las relaciones que tienes. No intentes escaparte a algún retiro espiritual, te fallará. Estarías intentando alcanzar algo que ahora está fuera de tu alcance. No te puedes saltar este proceso. El camino a Dios es por medio de tu hermano, él es tu Salvador. No hay otro modo.

El camino del Curso no es solitario ni de los que uno se ocupa sólo de sí mismo. Nos enseña claramente que no podemos encontrar a Dios algo si no Le vemos en todo y en todos. “La forma de llegar a Él es apreciando a Su Hijo” (T.11.IV.7:2). Al aprender a ver a los que nos rodean como al Hijo de Dios, como la creación perfecta de Dios, aprendemos que también somos parte de esa creación. Esto nos lleva al recuerdo de Dios Mismo. El camino a Dios está en la persona que se encuentra a nuestro lado:

Contempla su impecabilidad y sé curado. (1:5)


¿Qué soy? (Parte 7)

L.pII.14.4:1-3

Este fragmento recuerda al párrafo de la Introducción al Quinto Repaso:

Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí. Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo. El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos. Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo? (L.rV.In.9:1-9)

Cristo ve a través de nuestros ojos. Nuestros oídos son los que oyen la Voz que habla por Dios. Nuestras mentes son las que se unen. Como portadores de la salvación, tenemos una sola función: oír las palabras de Jesús, y dárselas al mundo. Y ¿qué es lo más importante de esas palabras? Ver al mundo sin ningún pensamiento de pecado, oír el mensaje de que el mundo es completamente inocente, unirnos para bendecir al mundo.

¿Soy una bendición para los que me rodean, o una carga? ¿Elimino la culpa de ellos, o se la pongo? No habré entendido el mensaje del Curso hasta que me dé cuenta de que estoy aquí para ser un canal de la gracia de Dios para el mundo y para liberar de su culpa a todos los que entren en contacto conmigo, especialmente de la culpa que les he echado.




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