DESPERTAR AL AMOR

martes, 26 de diciembre de 2017

26 DICIEMBRE: Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 360


Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz.


1. Padre, Tu paz es lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti. 2Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables. 3Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede hallar certeza. 4Que la paz sea conmigo, así como con el mundo. 5En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos. 6En Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. 7Y con este pensa­miento decimos felizmente “Amén”.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

A efectos prácticos, ésta es la última lección “normal” del Libro de Ejercicios. Los últimos cinco días del año se dedican a una sola lección, que nos da una idea de cómo puede pasar cada día un alumno “graduado” (por decirlo de algún modo) en el Curso. Esta última lección resume y termina la práctica del Libro de Ejercicios.

“Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz”. Éste es un modo de resumir de qué trata el Curso: encontrar la paz dentro de nosotros, compartir esa paz con otro, y juntos compartirla con todo el mundo. Lo fundamental es encontrarla dentro de nosotros. Compartirla con otro confirma que está dentro de nosotros, en la relación aprendemos a extender esa paz. Habiendo aprendido a compartirla juntos, entonces extendemos la paz a todo el mundo

Padre, Tu paz es lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti. (1:1)

La paz que recibimos y que damos es la paz de Dios. Es la paz que procede de saber que somos la creación de Dios: “En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos” (1:5). “Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables” (1:2). No se ha perdido nada de lo que Dios me dio en mi creación. Eternamente en paz, Dios se extendió a Sí Mismo para crearme, y Su paz se extendió dentro de mí y me incluyó en Su quietud. Esa quietud existe siempre. Hay un lugar dentro de ti, dentro de mí, dentro de todos, que está en perfecta paz siempre. Podemos encontrar esa paz en cualquier momento que decidamos hacerlo. Para encontrarla todo lo que tenemos que hacer es permanecer muy quietos, quitar nuestra interferencia. La paz está ahí siempre.

Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede hallar certeza. Que la paz sea conmigo, así como con el mundo. (1:3-4)

Esta mañana, cierra los ojos durante un momento, lo que sea necesario. Deja que los pensamientos que han estado ocupando tu mente se alejen flotando, indiferente a ellos. No intentes alejarlos, no te aferres a ellos. Únicamente deja que se vayan, e intenta hacerte consciente de ese lugar dentro de ti que está en paz siempre. No te esfuerces en encontrarlo, deja que él te encuentre. Únicamente permanece muy quieto. Ábrete a la paz, y aparecerá, porque está ahí siempre. Siéntate en silencio. Si un ruido te llama la atención, no dejes que tu mente se quede “enganchada” en él. Tu único propósito es estar muy quieto y en silencio. Ahora tu único propósito es decir: “Que la paz sea conmigo”.

Y cuando sientas esa paz, o cuando esa paz te toque, por muy brevemente que sea, añade: “Que la paz sea con todo el mundo”. Con dulzura deséales esa paz a todos tus hermanos. Para eso es para lo que estamos aquí. Eso es todo lo que realmente hay que hacer. Será suficiente.

En Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. Y con este pensa-miento decimos felizmente “Amén”. (1:6-7)

El pensamiento de perfecta inocencia pone fin al Curso: ésa es su meta.

El contenido del curso, no obstante, nunca varía. Su tema central es siempre: "El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación". (M.1.3:4-5)

Cuando haya aceptado mi propia inocencia, y haya extendido ese pensamiento para que incluya al mundo entero, la salvación se habrá conseguido. Hacer esto es perdonar completamente todas las cosas. La inocencia y la paz van siempre juntas. Sólo los inocentes pueden estar en paz, sólo los pacíficos son inocentes. El mensaje del Curso es de inocencia total. Todos somos inocentes, y nadie tiene que ser condenado para que otro sea libre.


¿Qué soy? (Parte 10)

L.pII.14.5:3-5

Nuestra función aquí es traerle “buenas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría” (5:3). El Hijo de Dios que pensó que sufría eres tú, soy yo, y todos los que entran en tu vida. ¡Qué anuncio más maravilloso! Anunciar, como dijo el profeta Isaías en el Antiguo Testamento:

“… a anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad… para consolar a todos los que lloran, para darles belleza en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido”, (Isaías 61:1-3)

En los Evangelios se dice que esta temporada de Navidad es un tiempo de “una gran alegría… para todo el pueblo” (Lucas 2:10). En el Curso tenemos la continuación a ese mensaje, y nosotros somos sus mensajeros. Podemos anunciar: “Ahora (el Hijo de Dios) ha sido redimido” (5:4). El camino para encontrar nuestro hogar está abierto para cada uno de nosotros, para conocer primero nuestro perdón perfecto, y luego la inmensidad del Amor de Dios.

Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios. (5:5)


Cuando esta “buena nueva” sea recibida por todos, todos cruzaremos las puertas del Cielo, símbolo de entrar en la consciencia de la perfecta Unidad. En esa Unidad desapareceremos en el Corazón de Dios. Esa palabra “desaparecer” no significa que dejemos de existir, o que seremos absorbidos y eliminados en la absorción. Significa únicamente que toda sensación de separación y de diferencias habrán desaparecido, junto con el deseo de ellas. Desapareceremos en la Unidad, pero estaremos en esa Unidad, profundamente unidos a ella y parte de ella, llevando a cabo nuestra función gozosamente, resplandeciendo para siempre en la gloria eterna de Dios.





TEXTO

 

V. El concepto del yo frente al verdadero Ser




1. Las enseñanzas del mundo se basan en un concepto del yo que se ajusta a la realidad mundana. 2Y como tal, se adapta muy bien a ella. 3Pues es una imagen que encaja perfectamente en un mundo de sombras e ilusiones. 4En él se encuentra como en su propia casa, y todo lo que ve es uno con ella. 5El propósito de las enseñanzas del mundo es que cada individuo forje un concepto de sí mismo. 6Éste es su propósito: que vengas sin un yo, y que fabriques uno a medida que creces. 7Y cuando hayas alcanzado la "madurez", lo habrás perfeccionado, para así poderte enfrentar al mundo en igualdad de condiciones y perfectamente adaptado a sus exigencias.

2. Tú forjas un concepto de ti mismo, 2el cual no guarda seme­janza alguna contigo. 3Es un ídolo, concebido con el propósito de que ocupe el lugar de tu realidad como Hijo de Dios. 4El concepto de ti mismo que el mundo te enseña no es lo que aparenta ser, 5pues se concibió para que tuviera dos propósitos, de los cuales la mente sólo puede reconocer uno. 6El primero presenta la cara de inocencia, el aspecto con el que se actúa. 7Ésta es la cara que sonríe y es amable, e incluso parece amar. 8Busca compañeros, contem­pla a veces con piedad a los que sufren, y de vez en cuando ofrece consuelo. 9Cree ser buena dentro de un mundo perverso.

3. Este aspecto puede disgustarse, pues el mundo es perverso e incapaz de proveer el amor y el amparo que la inocencia se merece. 2Por esa razón, es posible hallar este rostro con frecuencia arrasado de lágrimas ante las injusticias que el mundo comete contra los que quieren ser buenos y generosos. 3Este aspecto nunca lanza el primer ataque. 4Pero cada día, cientos de incidentes sin importancia socavan poco a poco su inocencia, provocando su irritación, e induciéndolo finalmente a insultar y a abusar descon­troladamente.

4. La cara de inocencia que el concepto de uno mismo tan orgu­llosamente lleva puesta, condona el ataque que se lleva a cabo en defensa propia, pues, ¿no es acaso un hecho harto conocido que el mundo trata ásperamente a la inocencia indefensa? 2Nadie que forja una imagen de sí mismo omite esta cara, pues tiene necesi­dad de ella. 3Mas no quiere ver el otro lado. 4Sin embargo, es ahí donde el aprendizaje del mundo tiene puestas sus miras, pues ahí es donde se establece la "realidad" del mundo, para perpe­tuar la continuidad del ídolo.

5. Detrás de la cara de inocencia se encuentra una lección, para enseñar la cual se concibió el concepto del yo. 2Es una lección acerca de un terrible desplazamiento y de un miedo tan devasta­dor que la cara sonriente que se encuentra encima tiene que mirar para siempre en otra dirección, no sea que perciba la trai­ción que oculta. 3Esto es lo que la lección enseña. 4Yo soy la cosa que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que soy". 4El mundo sonríe con aprobación ante este concepto de ti mismo, pues garantiza que los senderos del mundo se mantengan a salvo y que los que caminan por ellos no puedan escapar.

6. Ésta es la lección básica que garantiza que tu hermano estará condenado eternamente, 2pues lo que tú eres se ha vuelto ahora su pecado. 3para esto no hay perdón. 4No importa ya lo que él haga, pues tu dedo acusador apunta hacia él sin vacilación y con mortal puntería. 5Apunta también hacia ti, pero este hecho se mantiene aún más oculto entre las brumas que se encuentran tras la cara de inocencia. 6Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la oscu­ridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría. 7No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. 8Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres.

7. Los conceptos se aprenden. 2No son naturales, 3ni existen aparte del aprendizaje. 4No son algo que se te haya dado, de modo que tienen que haberse forjado. 5Ninguno de ellos es ver­dad, y muchos son el producto de imaginaciones febriles, que arden llenas de odio y de distorsiones nacidas del miedo. 6¿Qué es un concepto, pues, sino un pensamiento al que su hacedor le otorga un significado especial? 7Los conceptos mantienen vigente el mundo. 8Mas no se pueden usar para demostrar que el mundo es real. 9Pues todos ellos se conciben dentro del mundo, nacen a su sombra, crecen amoldándose a sus costumbres y, finalmente, alcanzan la "madurez" de acuerdo con el pensar de éste. 10Son ideas de ídolos, coloreadas con los pinceles del mundo, los cuales no pueden pintar ni una sola imagen que represente la verdad.


8. La idea de un concepto del yo no tiene sentido, pues nadie aquí sabe cuál es el propósito de tal concepto, y, por lo tanto, no puede ni imaginarse lo que es. 2Todo aprendizaje que el mundo dirige, no obstante, comienza y finaliza con el solo propósito de que aprendas este concepto de ti mismo, de forma que elijas aca­tar las leyes de este mundo y nunca te aventures más allá de sus sendas ni te des cuenta de cómo te consideras a ti mismo. 3Ahora el Espíritu Santo tiene que encontrar un modo de ayudarte a comprender que el concepto de ti mismo que has forjado tiene que ser des-hecho si es que has de gozar de paz interior. 4Y no se puede desaprender, excepto por medio de lecciones cuyo objetivo sea enseñarte que tú eres otra cosa. 5pues de lo contrario, se te estaría pidiendo que intercambiases lo que ahora crees por la pérdida total de tu ser, lo cual te infundiría aún mayor terror.

9. Por tal razón, las lecciones del Espíritu Santo están diseñadas de manera que cada paso sea fácil, y aunque a veces puede producirse cierta incomodidad y angustia, ello no afecta lo que se ha aprendido, sino que constituye una re-interpretación de lo que parecen ser las pruebas a su favor. 2Consideremos, pues, qué prueba hay de que tú seas lo que tu hermano hizo de ti. 3Pues si bien aún no te das cuenta de que eso es lo que piensas, es induda­ble que a estas alturas ya eres consciente de que te comportas como si eso fuese lo que piensas. 4¿Reacciona él por ti? 5¿Y sabe él acaso lo que va a ocurrir exactamente? 6¿Puede ver tu futuro y determinar por adelantado lo que debes hacer en toda circuns­tancia? 7Él tendría que haberte creado tanto a ti como al mundo para poder tener tal presciencia de lo que ha de suceder.

10. Que tú seas lo que tu hermano ha hecho de ti es bastante improbable. 2Incluso si ello fuese cierto, ¿quién te dio la cara de inocencia? 3¿Podría ser ésta tu propia aportación? 4¿Quién es, entonces, el "tú" que la concibió? 5¿Y quién es el que se engaña con toda tu bondad, y la ataca? 6Olvidémonos de la ridiculez de este concepto y pensemos simplemente en esto: lo que crees ser consta de dos partes. 7Si una de ellas fue generada por tu hermano, ¿quién estaba allí para inventar la otra? 8¿Y de quién hay que mantener algo oculto? 9Aun si el mundo fuese perverso no habría necesidad de ocultar aquello de lo que estás hecho. 10¿Quién lo podría ver? 11¿Y qué podría necesitar defensa sino lo que se ataca?

11. Tal vez la razón de que este concepto tenga que mantenerse oculto es que, de ser expuesto a la luz, el que pensaría que no es verdad eres tú. 2¿Y qué le ocurriría al mundo que ves si todos sus pilares se eliminasen? 3Tu concepto del mundo depende del con­cepto que tienes de ti mismo. 4Y ambos desaparecerían si cual­quiera de ellos se pusiese en duda. 5El Espíritu Santo no quiere precipitarte al pánico. 6Por lo tanto, lo único que te pide es que por lo menos estés dispuesto a plantearte una simple pregunta.

12. Hay alternativas con respecto a eso que crees ser. 2Podrías, por ejemplo, ser lo que has elegido que tu hermano sea. 3Esto ubica al concepto del yo más allá de una condición de ser algo completa­mente pasivo, por lo menos, allana el camino para que se pueda tomar una decisión consciente, y para reconocer -aunque sea parcialmente- que tuvo que haber tenido lugar alguna inter­acción. 4Se entiende en parte que tú elegiste por los dos, y que lo que él representa tiene el significado que tú le diste. 5Ello mues­tra también algunos atisbos de visión con respecto a la ley de la percepción según la cual lo que se ve refleja el estado mental del perceptor. 6Mas ¿quién eligió primero? 7Si tú eres aquello que elegiste que tu hermano fuese, tuvo que haber alternativas entre las que elegir, y alguien tuvo que haber decidido primero cuál de ellas elegir y cuál rechazar.

13. Si bien este paso representa un avance, no se aproxima aún a la cuestión básica. 2Algo tuvo que haber tenido lugar antes de que surgieran estos conceptos de uno mismo. 3Y algo tuvo que haber aprendido las enseñanzas que los originó. 4Esto no lo puede expli­car ninguno de los dos puntos de vista en cuestión. 4La ventaja principal de haber pasado del primer punto de vista al segundo es que de alguna manera se ve que tú participaste en la elección por decisión propia. 6Mas por esta ganancia sufres una pérdida casi idéntica, pues ahora tú eres culpable por lo que tu hermano es. 7Y no puedes sino compartir su culpabilidad, ya que la ele­giste para él a imagen y semejanza de la tuya propia. 8Mientras que antes sólo él era el traidor, ahora tú tienes que ser condenado junto con él.

14. El concepto del yo ha sido siempre la gran preocupación del mundo. 2cada individuo cree que tiene que encontrar la solu­ción al enigma de lo que él es. 3La salvación se puede considerar como el escape de todos los conceptos. 4No se ocupa en absoluto del contenido de la mente, sino del simple hecho de que ésta piensa. 5aquello que puede pensar tiene alternativas entre las que elegir, y se le puede mostrar los pensamientos que conllevan diferentes consecuencias. 6Así puede aprender que todo lo que piensa refleja la profunda confusión que siente con respecto a cómo fue concebida y a lo que es. 7Y el concepto del yo vaga­mente parece contestar lo que no sabe.

15. No busques tu Ser en símbolos. 2No hay concepto que pueda representar lo que eres. 3¿Qué importa qué concepto aceptes mientras percibas un yo que se relaciona con el mal y que reac­ciona ante cosas perversas? 4Pues en tal caso, tu concepto de ti mismo seguirá desprovisto de significado. 5no te percatarás de que sólo te relacionas contigo mismo. 6Ser testigo de un mundo culpable indica que el mundo ha guiado tu aprendizaje y que lo consideras tal como te consideras ti mismo. .7El concepto del yo abarca todo lo que contemplas, y nada está excluido de esa per­cepción. 8Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una repre­sentación de tus deseos secretos. 9Eso es todo. 10lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar.

16. Son muchos los conceptos de ti mismo que forjarás según pro­greses en tu aprendizaje. 2Cada uno producirá cambios que se verán reflejados en tus relaciones, conforme la percepción que tienes de ti mismo vaya cambiando. 3cada vez que tenga lugar un cambio se producirá en ti cierta confusión, mas siéntete agra­decido de que el aprendizaje del mundo vaya soltando la presa que había hecho en tu mente. 4Descansa seguro y contento en la confianza de que finalmente desaparecerá por completo y dejará a tu mente en paz. 5El papel de acusador se presentará en muchos sitios y de muchas maneras. 6en cada caso parecerá acusarte. 7Mas no temas que no vaya a ser erradicado.

17. El mundo no puede hacer que aprendas estas imágenes de ti mismo a no ser que tú desees aprenderlas. 2Llegará un momento en que todas desaparecerán, y te darás cuenta de que no sabes lo que eres. 3A esta mente abierta y receptiva es a la que la verdad retorna, sin impedimentos ni limitaciones. 4Allí donde todos los conceptos del yo han sido abandonados, la verdad se revela tal como es. 5Cuando todo concepto haya sido cuestionado y puesto en tela de juicio, y se haya reconocido que está basado en suposi­ciones que se desvanecerían ante la luz, la verdad quedará enton­ces libre para entrar a su santuario, limpio y despejado ahora de toda culpa. 6No hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta:

7No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo.

8Sin embargo, con esta lección nace la salvación. 9Y lo que tú eres te hablará de Sí Mismo.








  

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