DESPERTAR AL AMOR

lunes, 13 de mayo de 2019

13 MAYO: No le daré valor a lo que no lo tiene.

 
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS



LECCION 133


No le daré valor a lo que no lo tiene.



1. En el proceso de enseñanza a veces es beneficioso, especial­mente después de haber pasado revista a lo que aparenta ser teórico y estar más allá del alcance de lo que el estudiante ha aprendido, volver de nuevo a las cuestiones prácticas. 2Esto es lo que vamos a hacer hoy. 3No vamos a hablar de ideas sublimes de alcance mundial, sino que simplemente nos vamos a ocupar de los beneficios que te aguardan a ti.

2. No pides demasiado de la vida, al contrario, pides demasiado poco. 2Cuando dejas que tu mente se ocupe de asuntos corporales, de las cosas que compras y de lo que es eminente de acuerdo con los valores del mundo, estás invitando al pesar, no a la felicidad. 3Este curso no pretende despojarte de lo poco que tienes. 4Tampoco trata de sustituir las satisfacciones que el mundo ofrece por ideas utópicas. 5En el mundo no se puede hallar ninguna satisfac­ción.

3. Hoy vamos a hacer una lista de los verdaderos criterios con los que poner a prueba todas las cosas que crees desear. 2A menos que éstas satisfagan estos válidos requisitos, no vale la pena desearlas en absoluto, pues lo único que harían sería reemplazar, a aquello que es más valioso. 3Tú no puedes establecer las leyes que gobier­nan el mecanismo de elección, ni tampoco puedes establecer las alternativas entre las que elegir. 4Pero sí puedes elegir; de hecho, tienes que hacerlo. 5Mas es aconsejable que aprendas cuáles son las leyes que pones en marcha cuando eliges y cuáles son las alter­nativas entre las que eliges.

4. Hemos subrayado ya que sólo hay dos alternativas entre las que elegir, aunque parezca haber muchas. 2La gama ya ha sido establecida, y no es algo que podamos cambiar. 3No sería justo para contigo que el número de alternativas fuese ilimitado, y que tu decisión final se demorara hasta que las hubieses considerado a todas en el tiempo, en vez de llevársete directamente al punto donde sólo puede llevarse a cabo una elección.

5. Otra ley benévola, relacionada con esto, es que no hay transi­gencia posible con respecto a lo que tu elección te ha de brindar. 2Lo que elijas no puede aportarte solamente parte de sus resulta­dos, pues en esto no hay términos medios. 3Cada elección que llevas a cabo o bien te aporta todo o bien no te aporta nada. 4Por lo tanto, si aprendes los criterios mediante los cuales puedes dis­tinguir entre lo que es todo y lo que no es nada, elegirás la mejor alternativa.

6. En primer lugar, si eliges algo que no ha de durar para siem­pre, lo que estas eligiendo carece de valor. 2Un valor temporal no tiene valor alguno. 3El tiempo jamás puede anular ningún valor real. 4Lo que se marchita y perece jamás existió, y no tiene nada que ofrecerle al que lo elige. 5Éste se ha dejado engañar por algo que no es nada, pero que se ha manifestado en una forma que él cree que le gusta.

7. En segundo lugar, si eliges quitarle algo a alguien, te quedas sin nada: 2Esto se debe a que cuando le niegas a alguien su dere­cho a todo, te lo niegas a ti mismo. 3No reconocerás, por lo tanto, las cosas que realmente posees, y negarás que estén ahí. 4El que trata de apropiarse de algo se ha dejado engañar por la ilusión de que puede ganar mediante la pérdida de otro. 5Las pérdidas, sin embargo; sólo pueden ocasionar más pérdidas. aEso es todo.

8. El siguiente criterio que debe examinarse es aquel sobre el que se basan los demás. 2¿Por qué razón tiene valor para ti lo que eliges?, 3¿Qué es  lo que hace que tu mente se sienta atraída por ello? 4¿Qué propósito tiene? 5En esto es en lo que es más fácil caer en el engaño. 6Pues el ego no reconoce lo que quiere. 7Ni siguiera dice la verdad tal como la percibe, ya que necesita el halo del que se vale para proteger sus objetivos del deslustre y del enmoheci­miento a fin de que tú puedas ver cuán "inocente" es él.

9. Mas su camuflaje no es más qué un fino velo, que sólo podría engañar a los que les place ser engañados. 2Sus objetivos son obvios para todo aquel que se toma la molestia de examinarlos. 3En esto el engaño es doble, pues el que se ha dejado engañar no sólo no se dará cuenta de que simplemente no ha ganado nada, 4sino que además creerá haber apoyado las metas secretas del ego.

10. Sin embargo, a pesar de que trata de mantener dicho halo claramente dentro de su campo visual, no puede dejar de percibir el deslustre de sus bordes y el enmohecimiento de su médula. 2Sus inconsecuentes errores le parecen pecados porque ve el deslustre como si fuese el suyo propio, y el enmohecimiento como un signo de su profunda bajeza. 3Todo aquel que todavía desea conservar las metas del ego y protegerlas como si fueran las suyas propias, no comete errores de acuerdo con los dictados de su guía. 4Este guía le enseña que lo que es un error es creer que los pecados son tan sólo errores, pues, de ser así, ¿quién pagarla por sus pecados? 

11. Y con esto llegamos al criterio de elección más difícil de creer porque, si bien es evidente, se halla oculto bajo muchas capas de oscuridad. 2Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad con respecto a lo que has elegido, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas. 3Y de este modo, no te das cuenta de que sólo hay dos, y la alternativa que crees haber elegido parece temible y demasiado peligrosa para ser la nada que realmente es.

12. Todas las cosas o bien son valiosas o bien no tienen ningún valor; o bien son dignas de que se las procure o bien indignas de ello; son también completamente deseables o bien no merecen que se lleve a cabo el más mínimo esfuerzo por conseguirlas. 2Esto es lo que hace que elegir sea fácil. 3La complejidad no es sino una cortina de humo que oculta el simple hecho de que tomar decisiones no es algo difícil. 4¿Qué ganas tú con aprender esto?. 5Ganas mucho más que simplemente poder tomar decisiones con facili­dad y sin dolor.

13. Al Cielo se llega con las manos vacías y las mentes abiertas, las cuales llegan a él sin nada a fin de encontrarlo todo y reivindicarlo como propio. 2Hoy intentaremos alcanzar este estado, dejando a un lado el auto-engaño y estando sinceramente dispuestos a darle valor únicamente a lo que en verdad es valioso y real. 3Nuestras dos sesiones de práctica largas, de quince minutos cada una, deben comenzar con lo siguiente:

4No le daré valor a lo que no lo tiene y solo iré en pos de lo que es valioso, pues eso es lo único que deseo encontrar.

14.   Recibe entonces lo que le espera a todo aquel que trata de lle­gar sin lastres hasta las puertas del Cielo, las cuales se abren de par en par con su llegada. 2Si notas que empiezas a sobrecargarte con fardos innecesarios, o si crees que tienes ante ti decisiones difíciles¡ responde de inmediato con este simple pensamiento:



3No le daré valor a lo que no lo tiene, pues lo que tiene valor me pertenece.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Vaciar nuestras manos de todas las cosas que valoramos en este mundo y alcanzar el estado del Cielo.

Más largo: 2 veces, durante quince minutos.
Repite: “No le daré valor a lo que no lo tiene y solo iré en pos de lo que es valioso, pues eso es lo único que deseo encontrar”. Luego intenta encontrar lo que es verdaderamente valioso dentro de ti. Mantén en la mente un deseo honesto de no engañarte a ti mismo acerca de lo que es valioso. Niégate a engañarte a ti mismo al creer que las cosas de este mundo pueden darte felicidad verdadera y duradera. En lugar de eso, intenta valorar sólo lo eterno, en tus hermanos y en ti mismo. Vacía tus manos de los tesoros de este mundo. Abre tu mente y abandona sus ataduras habituales. En este estado abierto y vacío, vete hasta la puerta del Cielo dentro de ti, y se abrirá de par en par, ofreciéndote el regalo de todo.

Respuesta a la tentación: Cada vez que te sientas sobrecargado o que te enfrentes a una decisión difícil.
De inmediato responde repitiendo: “No le daré valor a lo que no lo tiene, pues lo que tiene valor me pertenece”. Esto te recordará que ninguna decisión puede ser difícil, porque eliges entre lo infinitamente valioso y lo que no tiene ningún valor.

Comentario

Las leyes que gobiernan la elección son dos:
  • Sólo hay dos alternativas: todo o nada. 
  • No hay tratos, no hay entremedias.

Los criterios para juzgar lo que merece desearse son:
  • ¿Durará para siempre? (Si no dura, no es nada.)
  • ¿Es una elección en la que nadie pierde? (Si alguien pierde, tú te quedas sin nada.) 
  • ¿Está el propósito libre de las metas del ego? (Si no está libre de ego, hay un trato.) 
  • ¿Está la elección libre de toda culpa? (Si no, las alternativas están confusas.)

¡Éstas son reglas muy estrictas! Son claras, pero no se aprenden fácilmente. Por ejemplo, ¿cómo podemos saber si las metas del ego se están metiendo por medio? “En esto es en lo que es más fácil caer en el engaño” (8:5). El ego se disfraza de inocencia. Sin embargo, la lección afirma que el camuflaje del ego es sólo “un fino velo, que sólo podría engañar a los que les place ser engañados” (9:1). “Sus objetivos son obvios para todo aquel que se toma la molestia de examinarlos” (9:2). Únicamente tenemos que querer mirar y el detector del ego es muy sencillo: la culpa. “Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad con respecto a lo que has elegido, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas” (11:2).

Si aplico estos criterios de elección a las decisiones de mi vida, mi vida cambiará radicalmente. El primer criterio rechaza absolutamente cualquier objetivo que suponga algo material, incluyendo cuerpos y relaciones humanas habituales. ¿Durará para siempre? ¿Qué durará para siempre? ¿Qué dura para siempre en este mundo? Únicamente el amor. Y no todo lo que llamamos amor dura para siempre; todos nos lo hemos demostrado a nosotros mismos, en todas las formas, o lo hemos visto a nuestro alrededor. A propósito, la frase del Curso es: si no dura, no era amor:

“Si ha habido desilusión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, pues el odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor” (T.16:IV.4:3-4).

Pero hay un amor que no es de este mundo, una luz que no podemos encontrar en el mundo pero que podemos dar al mundo (ver T.13.VI.11:1-2).

Como Stephen Levine ha escrito: no podemos poseer al amor, pero podemos ser poseídos por él. Y eso es lo que aquí se dice.

Podemos pensar que la mayoría de nuestras elecciones no son tan monumentales como todo esto. Pero todas son la misma elección. En cada momento estamos eligiendo entregarnos al amor, que el amor tome el control y nos use, o estamos eligiendo apartarnos de él, en el miedo. Elegir el amor es la única elección sin culpa.

No es complicado. “La complejidad no es sino una cortina de humo que oculta el simple hecho de que tomar decisiones no es algo difícil” (12:3).Es la decisión: “Que yo sea amor en esta situación, y nada más”. No, no sabemos cómo hacerlo. Por eso es por lo que tenemos que venir “con las manos vacías y las mentes abiertas” (13:1).Sin aferrarnos a nada, sin estar sobrecargados con cosas de menos valor (14:1). Y sin ninguna idea acerca de lo que significa el amor, con mentes abiertas. En palabras de un poema de la poetisa cristiana Amy Carmichael:

Ama a través de mí, Amor de Dios.
Hazme tu aire claro,
A través del cual, sin obstáculos, los colores pasan
Como si no estuviera allí.






TEXTO



II. El inocente Hijo de Dios


1. El propósito fundamental de la proyección es siempre desha­cerse de la culpabilidad. 2Pero   el ego, como de costumbre, trata de deshacerse de la culpabilidad exclusivamente desde su punto de vista, pues por mucho que él quiera conservar la culpabilidad, a ti te resulta intolerable, toda vez que la culpabilidad te impide recordar a Dios, Cuya atracción es tan fuerte que te es irresistible. 3En este punto, pues, se produce la más profunda de las divisio­nes, pues si has de conservar la culpabilidad, tal como insiste el ego, tú no puedes ser tú mismo. 4Sólo persuadiéndote de que tú eres él podría el ego inducirte a proyectar la culpabilidad y de ese modo conservarla en tu mente.

2. Observa, sin embargo, cuán extraña es la solución que el ego ha urdido. 2Proyectas la culpabilidad para deshacerte de ella, pero en realidad estás simplemente ocultándola. 3Experimentas culpabilidad, pero no sabes por qué. 4Al contrario, la asocias con un extraño surtido de "ideales del ego", en los que, según él, le has fallado. 5Sin embargo; no te das cuenta de que a quien le estás fallando es al Hijo de Dios al considerarlo culpable. 6Al creer que tú ya no eres tú, no te das cuenta de que te estás fallando a ti mismo.

3. La más tenebrosa de las piedras angulares que ocultas, man­tiene tu creencia en la culpabilidad fuera de tu conciencia, 2pues en ese lugar tenebroso y secreto yace el reconocimiento de que has traicionado al Hijo de Dios al haberlo condenado a muerte. 3Tú ni siquiera sospechas que esta idea asesina, aunque demente, yace ahí oculta, pues las ansias destructivas del ego son tan inten­sas que sólo la crucifixión del Hijo de Dios puede, en última ins­tancia, satisfacerle. 4No sabe quién es el Hijo de Dios porque es ciego. 5Mas permítele percibir inocencia en cualquier parte, y tra­tará de destruirla debido a su miedo. 

4. Gran parte del extraño comportamiento del ego se puede atri­buir directamente a su definición de la culpabilidad. 2Para el ego, los inocentes son culpables. 3Los que no atacan son sus "enemigos" porque, al no aceptar su interpretación de la salvación, se encuen­tran en una posición excelente para poder abandonarla. 4Se han aproximado a la piedra angular más recóndita y tenebrosa de los cimientos del ego, y si bien el ego puede tolerar que pongas en duda todo lo demás, este secreto lo guarda con su vida, pues su existencia depende de que él siga guardando dicho secreto. 5Por lo tanto, es este secreto lo que tenemos que examinar, pues el ego no puede protegerte de la verdad, y en presencia de ésta él se desvanece.

5. En la serena luz de la verdad, reconozcamos que crees haber crucificado al Hijo de Dios. 2No has admitido este "terrible" secreto porque todavía desearías crucificarlo si pudieses encon­trarlo. 3No obstante, este deseo ha hecho que el Hijo de Dios se mantenga oculto de ti, ya que es un deseo aterrante, y, por lo tanto, temes encontrarlo. 4La manera en que has lidiado con este deseo de matarte es desconociendo tu identidad e identificándote con lo que no eres. 5Has proyectado la culpabilidad ciega e indis­criminadamente, pero no has podido descubrir su fuente. 6Pues el ego quiere destruirte, y si te identificas con él no podrás sino creer que su objetivo es también el tuyo.

6. He dicho que la crucifixión es el símbolo del ego. 2Cuando el ego se enfrentó con la verdadera inocencia del Hijo de Dios intentó darle muerte, y la razón que adujo fue que la inocencia es una blasfemia contra Dios. 3Para el ego, el ego es Dios, y la inocen­cia tiene que ser interpretada como la máxima expresión de culpabilidad que justifica plenamente el asesinato. 4Todavía no entiendes que cualquier miedo que puedas experimentar en cone­xión con este curso procede, en última instancia, de esa interpreta­ción, pero si examinases las reacciones que éste suscita en ti, te convencerías cada vez más de que eso es cierto.

7. Este curso ha afirmado explícitamente que su objetivo es tu felicidad y tu paz. 2pesar de ello, le tienes miedo. 3Se te ha dicho una y otra vez que te liberará, no obstante, reaccionas en muchas ocasiones como si estuviese tratando de aprisionarte. 4A menudo lo descartas con mayor diligencia de la que empleas para descartar los postulados del ego. 5En cierta medida, pues, debes creer que si no aprendes el curso te estás protegiendo a ti mismo. 6no te das cuenta de que lo único que  puede protegerte es tu inocencia.

8. La Expiación se ha interpretado siempre como lo que libera de la culpabilidad, y esto es cierto si se entiende debidamente. 2No obstante, incluso si yo te "interpreto lo que es, puede que la rechaces y no la aceptes para ti mismo. 3Tal vez hayas reconocido la futilidad del ego y de sus ofrecimientos, pero aunque no los deseas, puede que todavía no contemples la alternativa con agrado. 4En última instancia, tienes miedo de la redención y crees que te aniquilaría. 5No te engañes con respecto a la intensidad de ese miedo, 6pues crees que, en presencia de la verdad, puedes volverte contra ti mismo y destruirte.

9. Criatura de Dios, eso no es así. 2Ese “secreto por el que te sientes culpable” no es nada, y si lo sacas la luz, la Luz lo desvane­cerá. 3No quedará entonces ninguna nube tenebrosa que pueda interponerse entre ti y el recuerdo de tu Padre, pues recordarás a Su inocente Hijo, que no murió porque es inmortal. 4Y te darás cuenta de que fuiste redimido juntó con él y de que nunca has estado separado de él. 5El que puedas recordar depende de que comprendas esto, pues ello implica que has reconocido el amor sin miedo. 6Con ocasión de tu vuelta a casa se producirá un gran júbilo en el Cielo y el júbilo será tuyo. 7Pues el hijo redimido del hombre es el Hijo inocente de Dios, y reconocerlo es tu redención.









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