DESPERTAR AL AMOR

lunes, 6 de mayo de 2019

6 MAYO: Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 126

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.


1. La idea de hoy, que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar del mundo, es de suma importancia para la inversión de pensamiento al que este curso dará lugar. 2Si creyeses lo que la idea de hoy afirma, no te resultaría difícil perdonar com­pletamente, tendrías certeza con respecto a tu objetivo y no ten­drías ninguna duda acerca de tu rumbo. 3Entenderías los medios a través de los cuales se alcanza la salvación, y no vacilarías en emplearlos ahora mismo.

2. Examinemos lo que crees en lugar de esta idea. 2Te parece que los demás están separados de ti, que son capaces de adoptar com­portamientos que no tienen repercusión alguna sobre tus pensa­mientos; y que los que tú adoptas no tienen repercusión alguna sobre los de ellos. 3Tus actitudes, por lo tanto, no tienen ningún efecto sobre ellos, y sus súplicas de ayuda no guardan relación alguna con las tuyas. 4Crees además que ellos pueden pecar sin que ello afecte la percepción que tienes de ti mismo, mientras que tú puedes juzgar sus pecados y mantenerte a salvo de cualquier condenación y en paz.

3. Cuando "perdonas" un pecado, no ganas nada con ello directa­mente. 2Es una ofrenda de caridad a alguien que no se la merece, a fin de demostrar simplemente que tú eres mejor y que te encuen­tras en un plano superior a él. 3Él no se ha ganado la limosna de tu tolerancia -que tú le concedes sabiendo que no es digno de tal dádiva- ya que sus pecados lo han situado muy por debajo de una verdadera igualdad contigo. 4No tiene derecho a tu perdón, el cual supone un regalo para él, pero no para ti.

4. De este modo, el perdón es básicamente algo falso: un capricho caritativo, benévolo tal vez, pero inmerecido; una dádiva que a veces se concede y a veces se niega. 2Puesto que es inmerecido, es justo no otorgarlo, pero no es justo que tú tengas que sufrir por haberte negado a concederlo. 3El pecado que perdonas no es tu pecado. 4Alguien que se encuentra separado de ti lo cometió. 5Y si tú entonces eres magnánimo con él y le concedes lo que no se merece, la dádiva es algo tan ajeno a ti como lo fue su pecado.

5. Si esto fuese verdad, el perdón no tendría ningún fundamento sobre el que basarse con certeza y seguridad. 2Sería una excentri­cidad, según la cual algunas veces decides conceder indulgente­mente un indulto inmerecido. 3Conservarías, no obstante, el derecho a no eximir al pecador de la justa retribución por su pecado. 4¿Crees que el Señor de los Cielos iba a permitir que la salvación del mundo dependiera de esto?  5¿No sería acaso Su interés por ti ciertamente ínfimo, si permitiese que tu salvación dependiese de un capricho?

6. No entiendes lo que es el perdón. 2Tal como lo ves, no es sino un freno al ataque abierto que no requiere corrección alguna en tu mente. 3Tal como lo percibes, no te puede brindar paz. 4No constituye un medio por el que liberarte de aquello que ves en otro, pero no en ti mismo. 5No tiene poder alguno para restaurar en tu conciencia tu unidad con él. 6Eso no es lo que Dios dispuso para ti.

7. Al no haberle concedido al Padre el regalo que Él te pide, no puedes reconocer Sus regalos; y crees que Él no te los ha dado. 2Sin embargo, ¿te pediría Él un regalo que no fuese para ti? 3¿Podría acaso quedar satisfecho con gestos vacíos y considerar que tales míseros regalos son dignos de Su Hijo? 4La salvación es un regalo mucho mejor que eso. 5Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir. 6Lo que no se ha recibido, no se ha dado, pero lo que se ha dado tiene que haberse recibido.

8. Hoy trataremos de entender la verdad según la cual el que da y el que recibe son uno. 2Vas a necesitar ayuda para poder entender esto, ya que es una idea completamente ajena a los pensamientos a los que estás acostumbrado. 3Mas la Ayuda que necesitas ya está aquí. 4Deposita tu fe en Él hoy, y pídele que esté contigo a la hora de practicar con la verdad. 5Y si sólo logras captar un pequeño atisbo de la liberación que reside en la idea que practicamos hoy, éste será ciertamente un día glorioso para el mundo.

9. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a tratar de enten­der la idea de hoy. 2Esta idea es el pensamiento mediante el cual el perdón pasa a ocupar el lugar que le corresponde entre tus prioridades. 3Es el pensamiento que liberará a tu mente de cual­quier obstáculo que te impida comprender el significado del per­dón y lo valioso que es para ti.

10. Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón, y busca amparo en el sereno lugar en el que los pensamientos quedan transformados y donde las falsas creencias se abandonan. 2Repite la idea de hoy, y pide poder entender lo que realmente significa. 3Estáte dispuesto a dejarte enseñar. 4Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y recono­cerás que son tus propias palabras.

11. Tan a menudo como puedas hoy, recuérdate a ti mismo que tienes un objetivo, una meta que hace que éste sea un día de especial importancia para ti y para todos tus hermanos. 2No per­mitas que tu mente se olvide de este objetivo por mucho tiempo, sino que di para tus adentros:

3Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.
4La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad, está conmigo ahora.
5Y confiaré en Él plenamente.

6Permanece luego en silencio por un momento y deja que tu mente sea receptiva a Su corrección y a Su Amor. 7Y creerás lo que le oigas decir, pues recibirás lo que Él te dé.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Entender la idea de que dar no es perder, sino recibir.

Más largo: 2 veces, durante quince minutos.
La idea de hoy es tan distinta a nuestro modo de pensar habitual que necesitamos la ayuda interna del Espíritu Santo para comprenderla de verdad. No puede hacerse únicamente con la inteligencia. Para buscar esta ayuda, “cierra los ojos… y busca amparo en el sereno lugar” (10:1) a donde vas en la meditación. Cuando llegas a ese lugar, “repite la idea de hoy, y pide poder entender lo que realmente significa” (10:2). Estate dispuesto a dejar a un lado tu falsa creencia de que dar es una pérdida, y desea tener una comprensión nueva, en la que te das cuenta de que dar es un regalo para ti mismo. Siente la Presencia del Espíritu Santo en tu sesión de práctica, y estate preparado para repetir tu petición de una comprensión verdadera hasta que recibas esa comprensión.

Observaciones: Y si “sólo logras captar un pequeño atisbo” (8:5) de la idea, del verdadero significado de dar, éste será un día glorioso para ti y para el mundo. Pues esta idea hará que el perdón ya no sea una tensión, sino algo a lo que te sentirás obligado a dar todo el tiempo, como un modo de darte a ti mismo.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas (no dejes pasar mucho tiempo), durante un momento.
Repite: “Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad está conmigo ahora. Y confío en Él plenamente”. Luego haz una versión corta de la sesión larga de la mañana: aquieta tu mente y ábrela al Espíritu Santo, dejándole que sustituya tus viejas creencias acerca de dar con la verdad. Por medio de estas sesiones de práctica, durante todo el día puedes mantener viva la sensación de que tu meta es de gran importancia hoy.

Comentario

Ésta es una lección que apunta claramente a cambiar por completo de tu manera de pensar (1:1). Empieza con la suposición de que tenemos ideas equivocadas sobre el perdón. “No entiendes lo que es el perdón” (6:1). En el párrafo 6 explica que nuestra comprensión equivocada del perdón es la razón por la que no podemos entender que el perdón nos da paz, que es un medio para nuestra liberación, y que el perdón puede devolvernos la consciencia de la unidad con nuestros hermanos. Nuestra comprensión equivocada acerca del perdón es la razón de que quizá hayamos tenido problemas con las Lecciones 121 y 122, que nos dijeron que el perdón es la llave de la felicidad y que nos ofrece todo lo que queremos.

La idea de que “todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy” es fundamental para cambiar por completo nuestra manera de pensar, comprendiendo que hará que el perdón no nos cueste ningún esfuerzo. El párrafo 2 repasa una lista de “lo que crees en lugar de esta idea” (2:1). Así que, practiquemos la inversión del pensamiento, y cambiemos el significado de este párrafo para ver lo que supone la idea de hoy.

Si comprendiéramos que todo lo que damos se nos da a nosotros mismos, nos daríamos cuenta de que los demás no están separados de nosotros. Su compartimiento influye en nuestros pensamientos, y nuestro comportamiento influye en sus pensamientos. Nuestras actitudes afectan a otras personas. Sus peticiones de ayuda están estrechamente relacionadas con las nuestras. Verlos como “pecadores” afecta a nuestra percepción de nosotros mismos. Condenar su pecado nos condena a nosotros mismos y perdemos nuestra paz mental.

Si comprendiéramos todo esto y lo creyéramos, perdonaríamos de manera natural. Nos daríamos cuenta de que juzgar a alguien como pecador nos produce culpa y pérdida de paz, y no elegiríamos hacerlo.

Comprendiéramos que la manera en que vemos a la otra persona es la manera en que nos vemos a nosotros mismos, y no querríamos vernos de esa manera. Aprenderíamos rápidamente a ver que las acciones de su ego no son pecados sino peticiones de ayuda, estrechamente relacionadas con nuestras propias peticiones de ayuda, y responderíamos de la manera más apropiada a ellas. Comprenderíamos que nuestra actitud de juzgar tiene un efecto negativo sobre el comportamiento de los demás, y elegiríamos cambiar nuestra actitud. Cambiaríamos nuestros pensamientos para tener un efecto beneficioso en lugar de un efecto perjudicial. Reconoceríamos que no estamos separados y aparte, sino que compartimos la misma lucha contra los miedos y las dudas, al igual que compartimos la liberación de ellos.

Dado todo esto, podríamos entender que el perdón es la llave a la felicidad. Veríamos que si juzgar ocasiona la pérdida de paz, entonces el perdón podría llevarnos de nuevo a la paz. Entenderíamos que el perdón nos devuelve la consciencia de la unidad con la otra persona. Veríamos que puede liberarnos de lo que parece ser un problema con otra persona.

La práctica de hoy es una especie de meditación de pensar. Se nos pide que vengamos al Espíritu Santo con la idea de hoy: “Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy”, y que nos abramos a Su ayuda para aprender que es verdad, “y deja que tu mente sea receptiva a Su corrección y a Su Amor” (11:6). Estamos pidiendo ayuda para comprender lo que significa la idea de hoy (10:2), y lo que el perdón significa realmente. Estamos pensando en las ideas con Su ayuda, pidiendo nueva comprensión, nuevo entendimiento.

Nuestro comportamiento, nuestras actitudes, y nuestras dolorosas experiencias en este mundo son toda la evidencia que necesitamos para dejar que nuestros pensamientos sean corregidos. Si de verdad creyéramos lo que dice la idea de hoy, no estaríamos teniendo estas experiencias dolorosas. Todavía tenemos que tener falsas ideas alojadas en nuestra mente, y necesitamos ser sanados. Quizá pensamos que entendemos lo que se dice, y sin duda hay una parte de nosotros que está de acuerdo con ello, o no estaríamos estudiando estas lecciones. Es la otra parte la que nos preocupa, los guerreros escondidos, las creencias contrarias que hemos separado e incluso escondido y de las que no nos damos cuenta.

Si pedimos ayuda sinceramente, se nos dará ayuda (8:3). Hoy nos llegará comprensión nueva. Quizá venga en forma de comprensión interna mientras meditamos. Quizá nos llegue en el laboratorio de la vida, cuando las circunstancias nos impresionan y hacen ver que todavía creemos alguna que otra de las ideas que menciona la lección al describir lo que creemos en lugar de la idea de hoy. Pero llegará.

“La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad está conmigo ahora. Y confiaré en Él plenamente”. (11:4-5)




TEXTO 


VI. La visión de Cristo

 

1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y per­der tu alma. 2El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. 3Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. 4No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es enorme. 5Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. 6No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. 7No puedes perci­bir tu alma, y no la podrás conocer mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa.

2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. 2Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu  Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Pare. 6Dios está en tu memoria por causa de Él. 7Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo.

3. Tú no deseas el mundo. 2L o único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3Eso le confiere la única reali­dad que jamás tendrá. 4Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la per­cepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece.

4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. 2La misión del Espíritu Santo es abrirle los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duer­men. 3Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. 4Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya.

5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos.

5. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser.

6. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del  Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

7. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti.



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