EJERCICIOS
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
1. Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. 2Nuestro hogar está a salvo; nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. 3No podemos fracasar en nada. 4Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y que sana. 5En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.
Instrucciones para la práctica
Propósito: Practicar y sentir la idea de que eres uno con Dios y de ese modo mantener tu propia paz y también liberar al mundo. Hoy es un punto decisivo en el Libro de Ejercicios, tu primera sesión de media hora de práctica, y también la primera práctica larga en la que no se te dan instrucciones y se te deja hacerla por tu cuenta (un adelanto de lo que está por llegar). La práctica se está intensificando (haciéndose más larga y menos estructurada).
Más largo: 1, de treinta minutos, en el momento más conveniente.
No hay palabras concretas o guías a seguir para esta meditación. Sencillamente se espera que dediques la sesión de práctica a la idea de hoy, a morar en la unidad con Dios, a intentar sentir esa unidad y a dejar que Su Voz dirija tu práctica. Jesús confía claramente en que has aprendido suficiente de las lecciones hasta ahora para hacer esta práctica de manera provechosa, sin perderte en distracciones. Por lo tanto, echa mano de todo lo aprendido hasta ahora, y ábrete a la dirección del Espíritu Santo durante esta práctica.
Apoyo a la práctica: Los párrafos 9-11 sirven para proporcionar estímulo para hacer la práctica y valorar lo importante que es. Nos enseñan a ver esta media hora como un espejo, enmarcado en oro, con treinta diamantes incrustados, uno por cada minuto. Durante esta media hora miraremos en este espejo y veremos nuestro rostro transformase en el rostro santo de Cristo, nuestro verdadero Ser, Que es uno con Dios. En este espejo, nos reconoceremos como Quien realmente somos. Aunque nada de esto parezca suceder durante la práctica, podemos tener la confianza de que en algún momento, “tal vez hoy, tal vez mañana” (10:1; 11:1,3), tendremos esta experiencia como resultado de esta media hora.
Recordatorios frecuentes: Cada hora.
Repite: “Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad”. Hacerlo así añadirá más diamantes todavía al marco alrededor del espejo en el que ves tu verdadero Ser. Sugiero aprender de memoria esta frase o escribirla en una ficha. También recomiendo que, mientras la repites, intentes sentir cada clase de unidad: primero la unidad con Dios, luego la unidad con tus hermanos, después la unidad con tu verdadero Ser.
Comentario
Esta lección tiene una visión muy elevada, procede de un elevado estado mental. Básicamente, en la primera parte de la lección parece dar por sentado que ya estamos iluminados. Y por supuesto, desde la perspectiva de este estado mental, lo estamos. “La iluminación es simplemente un reconocimiento, no un cambio” (L.188.1:4). Si no es un cambio, entonces la iluminación significa que siempre lo estamos. Entonces, esta lección está simplemente afirmando la verdad acerca de nosotros, la verdad que nos hemos ocultado a nosotros mismos.
Un ejercicio que es muy provechoso es orar, dar gracias a Dios por la verdad tal como Él la ve, la verdad sobre nosotros tal como Él nos ve. Toma un párrafo de esta lección (o la lección entera) y conviértela en acción de gracias, expresando con palabras tu agradecimiento mientras lees. Por ejemplo, del segundo párrafo, yo podría decir:
¡Gracias por la santidad de nuestra mente! Gracias porque todo lo que veo refleja la santidad de mi mente, que es una Contigo, y una consigo misma. Gracias por ser mi Compañero en mi breve recorrido por el mundo, gracias por el privilegio de dejar detrás luminosas huellas que señalan el camino a la verdad a aquellos que me siguen.
Ésta es nuestra tarea, la razón por la que estamos aquí. Quizá la mayor parte del tiempo no recordamos nuestra Identidad en Dios. Mayor razón para dedicar un día a recordar, para recordárnoslo a nosotros mismos. Podemos entender esta lección como una descripción de un maestro avanzado de Dios. Dondequiera que va, deja la luz detrás para iluminar el camino a otros. El maestro camina siendo consciente todo el tiempo de la Presencia de Dios. Siente a Dios dentro. Los pensamientos de Dios llenan su mente, y ve únicamente lo amoroso y lo que merece amor. Este maestro de Dios sana a las personas del pasado, del presente y del futuro, y de cualquier lugar.
Entra en ese estado mental, corazón mío. Sé el Cristo, ignora todos los obstáculos que la mente levanta contra ello. Practica la consciencia de la unidad con Dios.
En la última parte de la lección está claro que el autor no se ha vuelto loco ni está viviendo en un mundo de sueños. Él sabe muy bien que podemos sentarnos durante media hora y levantarnos pensando que no ha sucedido nada. Sabe que, para la mayoría de nosotros, aquello de lo que habla está tan lejos de nuestra consciencia que podemos dedicar treinta minutos a intentar reconocerlo y no encontrar ni una pizca de ello. No Le importa porque, desde donde Él está y la manera en que Él ve, sabe con total seguridad que lo que está diciendo sobre nosotros es verdad. Y nos dice que no dejemos que nos preocupe:
“Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias. Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia, y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente”. (9:2-3)
Aunque no sintamos nada, Él nos dice: “jamás habrías podido invertir mejor el tiempo” (10:3).
La práctica de hoy de media hora que se dedica a recordar la unidad es poco corriente en el Libro de Ejercicios. La rutina vuelve a dos sesiones de quince minutos, o tres sesiones de diez minutos, en los próximos días. Pero lo que verdaderamente es más importante es la falta de “reglas (y) palabras especiales con las que dirigir la meditación” (8:4). Hoy nos deja a nuestro aire. Si hemos estado haciendo todos los ejercicios, tendremos una idea bastante buena de alguna de las “técnicas” que podemos querer utilizar, y podemos usar cualquiera de ellas, o lo que se nos ocurra. Realmente no nos está dejando “a nuestro aire”, nos está dejando en manos de “la Voz de Dios”, nuestro Guía interno. Pregunta cómo pasar esta media hora de meditación, y escucha a lo que te llegue.
“Mora en Él durante esa media hora. Él se encargará del resto”. (8:6-7)
“Puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás”. (11:3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario