DESPERTAR AL AMOR

sábado, 1 de junio de 2019

1 JUNIO: Tengo el poder de decidir.

AUDIOLIBRO 



 

EJERCICIOS


LECCION 152

Tengo el poder de decidir.



1. Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. 2Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. 3Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. 4Y nadie muere sin su propio consentimiento. 5Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. 6He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. 7He aquí toda la realidad que tiene para ti. 8Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.

2. Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. 2Mas ¿podría la verdad hacer excepciones? 3Si se te ha dado todo, ¿cómo podría ser real perder? 4¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar de la dicha? 5¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? 6La verdad tiene que abarcarlo todo, si es que es la verdad. 7No aceptes opuestos ni excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad. 

3. La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada más lo es. 2Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas aceptado ambas partes de la aseveración. 3Sin la primera, la segunda no tiene sentido. 4Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. 5La verdad no puede tener opuestos. 6No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. 7Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa 8y la verdad dejaría de tener significado. 9Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.

4. Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más ambi­gua. 2Mas no porque sea una distinción difícil de percibir, 3sino porque se halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti. 4Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas introducido. 

5. Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmuta­ble; y los estados transitorios son, por definición, falsos. 2Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. 3Esta condi­ción de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.

6. ¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú quien fabricó el mundo que ves? 2Dios no lo creó. 3De eso puedes estar seguro. 4¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? a¿Qué puede saber de los temero­sos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? 5Pensar que Él ha crea­do un mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. 6Él no está loco. 7Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.

7. Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Volun­tad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia. 2La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. 3¿Y sería posi­ble acaso ver lo que Dios no creó? 4Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de Dios no dispuso que existiera. 5¿Y qué podría ser más arrogante que eso?

8. Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal como es. 2Tenemos el poder de decidir. 3Decide únicamente aceptar el papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees haber fabricado desaparecerá. 4Lo que entonces emergerá en tu conciencia será todo lo que siem­pre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. 5Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inven­taste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.

9. Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. 2Sólo el ego puede ser arrogante. 3Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado. 4Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, teme­rosos y que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder y en amor.

10. Tenemos el poder de decidir. 2Y aceptamos de Él aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. 3Reconocer al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reco­nocido su falsedad. 4También hemos percibido su arrogancia. 5Y con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplen­dor del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.

11. Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las menti­ras son falsas y de que sólo la verdad es verdad. 2Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras temerosas mentes con lo siguiente:

3Tengo el poder de decidir.
4Hoy me aceptaré a mí mismo  tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese.

5Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le pedimos humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. 6Y Aquel que nunca nos abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido de poder devolverle a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.

12. Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las pala­bras con las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma invitación a tu Ser. 2La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu nombre y en el de tu Padre. 3Él sustituirá todos tus frenéticos pensamientos por la paz de Dios, los auto-engaños por la verdad de Dios y tus ilusiones acerca de ti mismo por el Hijo de Dios.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Ser verdaderamente humilde, y dejar a un lado todas las ideas acerca de mí mismo, que con arrogancia afirman que soy débil y pecador, y aceptar el poder de mi verdadero Ser.

Práctica de la mañana/ noche: cinco minutos.
Repite estas frases: “Tengo el poder de decidir. Hoy me aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese”. Puedes también expresarlo de esta manera: “Con el poder ilimitado de mi decisión, aceptaré el poder ilimitado de mi Ser”.
Luego pasa un rato abandonando tus ideas acerca de ti mismo, que son solo mentiras que te has dicho acerca de quién eres. Dicen que eres débil, a merced de un mundo que tú no hiciste. Dicen que eres pecador, y deberías avergonzarte de lo que eres. Deja a un lado todas esas ideas sobre ti, reconociendo que su pequeñez es sólo arrogancia, ya que suponen que Dios se equivoca acerca de ti.
Luego espera en silencio, mientras humildemente pides a tu Ser que se muestre a ti en toda Su grandeza y poder, Su inmutabilidad (que no ha cambiado), y Su plenitud. Eleva tu corazón a tu Creador con verdadera humildad, y permítele que te muestre el infinito Hijo que Él creó en ti. Espera que Su Voz responda y sustituya tus falsas ideas con la comprensión de tu verdadero Ser. Cada vez que tu mente se distraiga, repite de nuevo las frases del comienzo, y vuelve a esperar.

Más corto: Cada hora.
Haz una versión corta de la práctica larga, invitando a la comprensión de tu Ser con estas palabras: “Tengo el poder de decidir. Hoy me aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese”.

Comentario

La petición central de esta lección es “aceptar el papel que (me) corresponde como co-creador del universo” (8:3). Por medio de sus conclusiones lógicas, intenta convencerme para que acepte el hecho de que yo inventé el mundo que veo (6:1). “Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges” (1:5).

Si eso es cierto, y lo acepto, entonces tiene sentido el pensamiento principal de la lección: “Tengo el poder de decidir”. Mi elección hace al mundo. Lo que le da a nuestra ilusión de sufrimiento, pecado, y muerte tal aparente solidez es que creemos que existe fuera de los límites de nuestro poder, que no somos responsables de él. Sin embargo, si puedo aceptar que yo inventé lo que es, entonces puedo reconocer la posibilidad de ejercer el mismo poder de decisión para hacerlo desaparecer. Si niego que yo lo inventé, no puedo deshacerlo.

Sin embargo, si reconozco que yo he inventado el mundo que veo, estoy aceptando al mismo tiempo que Dios no lo hizo. Lo absurdo de la idea de que Dios creó este mundo se afirma claramente aquí:

Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Voluntad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia. La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. (7:1-2)

Si no son de Él, tienen que ser de mí propia cosecha (mis fabricaciones o invenciones, el resultado de mi poder de decisión y, por lo tanto, son cosas que puedo deshacer).
Aplicado a mí mismo, estas ideas significan que todavía debo ser completo, que mis errores no me han cambiado:

Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. (5:1-2)

Me encantan esas palabras “los estados transitorios son, por definición, falsos”. Si cambia, no es real. ¡Ah! ¿Qué le hace esto a cualquier preocupación que yo pueda tener acerca de mis altibajos de estado de ánimo? ¿De envejecer? ¿De la enfermedad? ¿Del dinero? (¡“Transitorio” parece tan adecuado con respecto al dinero!) ¿Y sobre los cambios de mi consciencia? Transitorios, por lo tanto, falsos. ¿Cambios en la manera en que respondo al Curso? Transitorios, por lo tanto, falsos. La verdad es verdad, y sólo la verdad es verdad; todos los cambios son “contradicciones que (yo) mismo he introducido” (4:4).

He empezado a aprender que cuando me siento mal, por la razón que sea, puedo recordarme a mí mismo que este sentimiento es transitorio y, por lo tanto, falso; nada por lo que yo deba preocuparme. Esto no siempre expulsa mi sentimiento de estar mal, pero me impide sentirme culpable por estar mal, o por sentirme preocupado acerca de que algo va muy mal en mí. Como resultado, el sentimiento negativo no dura tanto como solía hacerlo, porque ya no continúo añadiendo capas de condena a mí mismo al sentimiento de estar mal.

Esta actitud de algún modo me aparta de los sentimientos o cambios transitorios de mi consciencia. En lugar de actuar desde el sentimiento, empiezo a actuar sobre él, con dulzura y perdón compasivo. Algunos han expresado la diferencia de palabras al decir cosas como “mi cuerpo está enfermo” en lugar de “yo estoy enfermo”, o “estoy sintiendo una depresión” en lugar de “estoy deprimido”. En lugar de confundir el pensamiento o el sentimiento “conmigo”, soy consciente del “yo” aquí, constante y que no cambia, aunque esté experimentando este estado mental transitorio o pasajero. “Yo” soy distinto, y no me identifico con el pasajero cambio que mi mente me muestra. Y en esa situación, puedo reconocer: “Tengo el poder de decidir”





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