EJERCICIOS
Doy los milagros que he recibido.
Instrucciones para la práctica
Propósito: Abrir el almacén de tesoros de Cristo, en lo más profundo de tu mente, recoger azucenas de perdón allí, y luego dárselas a tus hermanos. Únicamente al darlas, reconocerás que las has recibido.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Como es habitual en esta etapa, no se nos dan instrucciones acerca de qué hacer durante nuestras sesiones de práctica. Así que lo que viene a continuación es una sugerencia basada en el contenido de la lección.
Cierra los ojos, repite la idea, y sumérgete en lo más profundo de tu mente. Cuando te acercas al centro de quietud en tu mente, ves un almacén de tesoros, una estructura hermosa y brillante que extiende una sensación de santidad. Te acercas a esta enorme entrada, preguntándote si podrás entrar. Sin embargo la lección nos recuerda: “A nadie se le niega la entrada a este nuevo hogar donde le aguarda su salvación” (7:4). La puerta se abre silenciosamente delante de ti, y al entrar contemplas el tesoro almacenado en este lugar. En lugar de oro y plata, ves un sagrado jardín con las más sorprendentes azucenas que has visto. Literalmente brillan con santidad. A su alrededor oyes en el aire el suave canto de coros celestiales. Te das cuenta de que éstas son las azucenas del perdón. Son los milagros. También te das cuenta de que es en la visión de Cristo donde crecen, “el milagro del que emanan todos los demás milagros” (4:1).
Estás aquí para recoger estos milagros y llevarlos contigo de vuelta al mundo. Así que camina por el jardín y empieza a recoger las azucenas. No seas tímido, para eso es para lo que están. Al recoger cada una, date cuenta de que en su lugar florecen dos más. Ahora, con un montón de azucenas, estás listo para salir a lo que tengas que hacer ese día, listo para dar esos milagros a todos con los que te encuentres.
Después de este periodo de práctica, cuando continúas con las actividades del día, imagina que estás dando una de estas azucenas a cada persona con la que te encuentras. Tu azucena es el reconocimiento de que esa persona es el Cristo, totalmente limpio de su pasado, listo para levantarse de la tumba de sus pecados, y así nacer de nuevo. Así que cuando le das la azucena, puedes decirle mentalmente: “Estás perdonado. Ésta es tu Pascua Florida”.
Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Sugiero repetir la idea y entonces elegir una persona. Luego imagina darle una azucena a esa persona, mientras le dices mentalmente: “Estás perdonado. Ésta es tu Pascua Florida”. Después pregúntale a Dios qué azucenas quiere que des en la hora siguiente, y dale gracias por las azucenas que Él ha dado a través de ti en la hora que ha pasado.
Comentario
Fíjate en que el título de la lección de hoy es casi el mismo que el de la lección de ayer: “Hoy aprendo a dar tal como recibo”. Hay un pensamiento en común en estas dos lecciones, incluso extendiéndose a dos lecciones anteriores. Todas ellas hablan de la visión de Cristo. Todas ellas nos presentan la idea del instante santo como una parte fundamental de nuestra práctica espiritual, aunque no se habla de ello concretamente en cada una de estas lecciones.
La idea general que se presenta es la de nuestra continua práctica espiritual. Es ésta: Entramos en el instante santo a menudo. Ahí, experimentamos un toque de eternidad o del Cielo, un atisbo del conocimiento de la verdad. Mientras que la experiencia no podemos traerla con nosotros al mundo, podemos traer cómo es esa experiencia traducida a la percepción, a esto se le llama “la visión de Cristo”, que se manifiesta en el perdón.
En esta lección, el instante santo se da a entender con frases como: “Permitámonos por un instante soñar con Él” (10:6), o “Recíbelos ahora abriendo el almacén de tu mente donde se encuentran” (2:5). El Instante Santo es el “almacén” al que venimos, el lugar en el que recibimos los regalos de la visión de Cristo. Tenemos que recibir antes de que podamos dar.
Pero no podemos reconocer, o hacernos conscientes por completo de lo que hemos recibido hasta que lo demos: “Al dar es como reconoces que has recibido. Es la prueba de que lo que tienes es tuyo” (1:7-8). Extender la visión de Cristo es una parte esencial del plan de salvación que presenta el Curso. Es lo que nos trae seguridad. Esto es muy parecido al principio que enseña Alcohólicos Anónimos de que te mantienes sobrio ayudando a otro a mantenerse sobrio. Aquí se enseña:
Comprendes que estás sano cuando ofreces curación: Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas”. (2:1-2)
Es únicamente cuando traemos las “azucenas” del perdón del instante santo, donde las recibimos, y las damos al mundo, cuando verdaderamente sabemos que estamos perdonados. Al dar los milagros cuando los recibimos.
Padre, ayúdame hoy a darme cuenta de que soy rico. El almacén de mi mente está lleno de milagros. Puedo venir a este almacén y, en este instante santo, recibirlos. Me los confiaste para que yo los diera. Que hoy me detenga a menudo, para encontrarme aquí Contigo, y luego lleve estos tesoros para ofrecérselos al mundo. Éste es mi único propósito en la vida, ésta es la razón por la que estoy aquí.
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