DESPERTAR AL AMOR

viernes, 7 de junio de 2019

7 JUNIO: Hoy aprendo a dar tal como recibo.

AUDIOLIBRO





EJERCICIOS



LECCION 158

Hoy aprendo a dar tal como recibo.



1. ¿Qué se te ha dado? 2Se te ha dado el conocimiento de que eres una mente, de que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor. 3No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como fuiste creado. 4Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes perder. 5Ese conocimiento se le dio asimismo a todas las cosas vivientes, pues sólo mediante él viven.

2. Has recibido todo esto. 2No hay nadie en este mundo que no lo haya recibido. 3No es éste el conocimiento que tú transmites a otros, pues ése es el conocimiento que la creación dio. 4Nada de esto se puede aprender. 5¿Qué es, pues, lo que vas a aprender a dar hoy? 6Nuestra lección de ayer evocó un tema que se expone al principio del texto. 7La experiencia, a diferencia de la visión, no se puede compartir de manera directa. 8La revelación de que el Padre y el Hijo son uno alboreará en toda mente a su debido tiempo. 9Sin embargo, ese momento lo determina la mente misma, pues es algo que no se puede enseñar.

3. Ese momento ya ha sido fijado. 2Esto parece ser bastante arbi­trario. 3No obstante, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar a lo largo del camino. 4Todos lo han dado ya, aunque todavía no hayan emprendido la jornada. 5Pues el tiempo tan sólo da la impresión de que se mueve en una sola dirección. 6No hacemos sino emprender una jornada que ya terminó. 7No obstante, parece como si tuviera un futuro que todavía nos es desconocido.

4. El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilu­sión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. 2No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cam­bia. 3El guión ya está escrito. 4El momento en el que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas tus dudas ya se ha fijado. 5Pues la jornada sólo se puede ver desde el punto donde termina, desde donde la podemos ver en retrospectiva, imaginarnos que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo ocurrido.

5. Un maestro no puede dar su experiencia, pues no es algo que él haya aprendido. 2Ésta se reveló a sí misma a él en el momento señalado. 3La visión, no obstante, es su regalo. 4Esto él lo puede dar directamente, pues el conocimiento de Cristo no se ha per­dido, toda vez que Él tiene una visión que puede otorgar a cual­quiera que la solicite. 5La Voluntad del Padre y la Suya están unidas en el conocimiento. 6No obstante, hay una visión que el Espíritu Santo ve porque la mente de Cristo también la contem­pla.

6. Aquí el mundo de las dudas y de las sombras se une con lo intangible. 2He aquí un lugar tranquilo en el mundo que ha sido santificado por el perdón y el amor. 3Aquí se reconcilian todas las contradicciones, pues aquí termina la jornada. 4La experiencia ­que no se puede aprender, enseñar o ver simplemente se encuen­tra ahí. 5Esto es algo que está más allá de nuestro objetivo; pues trasciende lo que es necesario lograr. 6Lo que nos interesa es la visión de Cristo. 7Esto sí que lo podemos alcanzar.

7. La visión de Cristo está regida por una sola ley. 2No ve el cuerpo, ni lo confunde con el Hijo que Dios creó. 3Contempla una luz que se encuentra más allá del cuerpo; una idea que yace más allá de lo que puede ser palpado; una pureza que no se ve men­guada por errores, por lamentables equivocaciones, o por los ate­rrantes pensamientos de culpabilidad nacidos de los sueños de pecado. 4No ve separación. 5Y contempla a todo el mundo, y todas las circunstancias, eventos o sucesos, sin que la luz que ve se atenúe en lo más mínimo.

8. Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo. 2Lo único que es necesario es el reconocimiento de que el mundo no puede dar nada cuyo valor pueda ni remota­mente compararse con esto; ni fijar un objetivo que no desapa­rezca una vez que se haya percibido esto. 3Y esto es lo que vas a dar hoy: no ver a nadie como un cuerpo 4y saludar a todo el mundo como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad.

9. Así es como sus pecados le son perdonados, pues la visión de Cristo tiene el poder de pasarlos a todos por alto. 2En Su perdón se desvanecen. 3Al ser imperceptibles para el Uno, simplemente desaparecen, pues la visión de la santidad que se halla más allá de ellos viene a ocupar su lugar. 4No importa en qué forma se manifestaban, cuán enormes parecían ser ni quién pareció sufrir sus consecuencias. 5Ya no están ahí. 6Y todos los efectos que pare­cían tener desaparecieron junto con ellos, al haber sido erradicados para ya nunca más volver.

10. Así es como aprendes a dar tal como recibes. 2Y así es como la visión de Cristo te contempla a ti también. 3Esta lección no es difícil de aprender si recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. 4Si él se encuentra inmerso en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te has perdonado a ti mismo tus pecados. 5Cada hermano con quien hoy te encuentres te brinda una nueva oportunidad para dejar que la visión de Cristo brille sobre ti y te ofrezca la paz de Dios.

11. Cuándo ha de llegar esta revelación es irrelevante, pues no tiene nada que ver con el tiempo. 2No obstante, el tiempo aún nos tiene reservado un regalo, en el que el verdadero conocimiento se refleja de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi­ble santidad y su semejanza resplandece con su amor inmortal. 3Nuestra práctica de hoy consiste en ver todo con los ojos de Cristo. 4Y mediante los santos regalos que damos, la visión de Cristo nos contempla a nosotros también.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Practicar ver a tus hermanos con la visión de Cristo, viendo más allá de sus cuerpos, de sus errores y de sus pensamientos de miedo a la santidad pura y sin mancha de su verdadera Identidad.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Como siempre, empieza repitiendo la idea del día. Su significado puede parecer poco claro, pero la lección lo explica muy claro. Significa: “Hoy aprendo a dar a mis hermanos una visión de Quién son realmente, tal como yo recibo de Dios el conocimiento de Quién soy realmente”. El conocimiento que Dios te da no puede darse directamente; únicamente puedes darlo en forma reflejada, dándoles a otros tu visión de su santidad.
Luego pasa el resto del tiempo como el Espíritu Santo te indique tal como el Libro de Ejercicios te ha enseñado a hacer. Lo principal que te ha enseñado a hacer durante estos periodos más largos de práctica es aquietar la mente y sumergirte hacia adentro y abajo al profundo santuario dentro de ti, manteniendo toda la atención en ello, y retirando tu mente de las distracciones por medio de repeticiones de la idea del día.
Hoy, haz esto con la intención de ponerte en contacto con el conocimiento de Quién eres, para que puedas dárselo a tus hermanos. Al sumergirte dentro de este profundo pozo dentro de ti, obtendrás la consciencia de que no somos cuerpos, y ésta es la consciencia que vas a dar a tus hermanos hoy.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Repite la idea y luego (ésta es recomendación mía) pasa un rato intentando ver a un hermano concreto a través de los ojos de Cristo. Conscientemente intenta ver más allá de su cuerpo y de su personalidad a la santa luz de su verdadera realidad.
Luego da gracias a tu Padre por los regalos que te ha dado en la hora anterior: quizá regalos de ver más allá de la apariencia de un hermano concreto a su verdadera realidad.
Finalmente, pide dirección para la hora que comienza. Puedes pensar en personas con las que es posible que te encuentres y prepárate para esos encuentros, mirando intencionadamente más allá del cuerpo de cada persona a la santidad que brilla en él.

Recordatorios frecuentes: Cada vez que te encuentres con alguien.
Acuérdate de ver a cada hermano con el que te encuentres con la visión de Cristo. Contémplale como el Hijo de Dios, uno contigo, y no como una mente separada que habita en un cuerpo separado. Para motivarte, recuerda que lo que ves en él es lo que ves en ti. Si le ves con la visión de Cristo, entonces esa visión brillará sobre ti.

Comentario

Esta lección encierra mucha metafísica profunda, concretamente de la relacionada con el tiempo, un punto de partida genial es el libro de Ken Wapnick Una Enorme Ilusión: El Tiempo en „Un Curso de Milagros‟. ¡No puedo escribir un libro esta noche y probablemente no quieres leer uno en este momento! Así que voy a saltarme la mayor parte de ello.

El asunto práctico que esta lección está intentando exponer es que el “conocimiento”, que pertenece al mundo del Cielo, está más allá del alcance de este Curso. Todos recibimos el conocimiento cuando fuimos creados; todo ser viviente sabe, por naturaleza, que está conectado a su Fuente: “mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor” (1:2). Puede parecernos que esto es algo que no tenemos, y que es esto lo que estamos intentando dar a los otros y recibirlo para nosotros. Pero no podemos darlo porque todos lo tienen ya. Existe completamente fuera del tiempo. El momento del tiempo en el que la experiencia de este conocimiento se revela ya ha sido determinado, por nuestra propia mente (2:9). Cuando tenga que suceder, sucederá.

Dentro del tiempo -que es una ilusión- lo que podemos dar y recibir es el perdón. El perdón es el regalo que refleja verdadero conocimiento “de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi-ble santidad” (11:2). Lo que podemos dar es una visión de inocencia total, la “visión de Cristo”. Podemos mirar más allá del cuerpo y ver una luz, mirar más allá de lo que puede tocarse y ver una idea, mirar más allá de los errores y los miedos de nuestros hermanos y ver su pureza natural. Podemos saludarnos al otro y verle “como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad” (8:4).

No estamos dando el conocimiento. Cuando nos encontramos con alguien, podemos darle nuestra visión de él sin mancha alguna de pecado. A través del modo en que le percibimos, puede encontrar una nueva percepción de sí mismo, una que no ha encontrado por su cuenta. Cuando responda a nuestra visión misericordiosa, nos devolverá esa visión a nosotros, permitiéndonos ver el Amor de Dios dentro de nosotros. Cuando perdonamos a otro, al mismo tiempo hemos perdonado nuestros propios pecados, porque “en tu hermano te ves a ti mismo” (10:3).

No podemos saber cuándo vendrá la revelación de la verdad, la experiencia de nuestra realidad. Ese momento ya ha sido fijado, el drama se está representando, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar (3:1-3). Y sin embargo, cada acto de perdón acerca más ese día. Entonces, nuestra preocupación no es la experiencia final, sino la práctica de la visión, ver con los ojos de Cristo. Esto es algo que podemos alcanzar, esto es algo acerca de lo que podemos hacer algo. Y lo podemos hacer hoy. Ahora mismo.

“Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo” (8:1). El modo de aprender la visión de Cristo es darla. El modo de lograr la visión de nosotros mismos como Cristo nos ve es practicar ver a otros con Sus ojos. Lo damos para recibirlo. Éste es el plan completo del Curso.







TEXTO

VIII. El santo lugar de encuentro

 

1. Has escondido en las tinieblas, la gloria que Dios te dio, así como el poder con que Él dotó a Su inocente Hijo. 2Todo ello yace oculto en cada rincón tenebroso, envuelto en culpabilidad y en la oscura negación de la inocencia. 3Detrás de las sombrías puertas que has cerrado no hay nada porque no hay nada que pueda opacar el regalo de Dios. 4El que las hayas cerrado es lo que te impide reconocer el poder de Dios que refulge en ti. 5No destie­rres el poder de tu mente, sino permite que todo lo que oculta tu gloria sea llevado ante el juicio del Espíritu Santo para que allí quede disuelto. 6Todo aquel a quien Él quiere salvar para la gloria es salvado para ella. 7El le prometió al Padre que tú serías liberado de la pequeñez y llevado a la gloria a través Suyo. 8Él es completamente fiel a lo que le prometió a Dios, pues comparte con Él la promesa que se le dio para que la compartiese contigo.

2. Él aún la comparte, para tu beneficio. 2Cualquier otra cosa que te prometa algo diferente, sea grande o pequeño, de mucho o poco valor, Él lo reemplazará con la única promesa que se le dio para que la depositara sobre el altar a tu Padre y a Su Hijo. 3No hay ningún altar a Dios que no incluya a Su Hijo. 4cualquier cosa que se lleve ante dicho altar que no sea igualmente digna de Ambos, será reemplazada por regalos que sean completamente aceptables tanto para el Padre como para el Hijo. 5¿Puedes acaso ofrecerle culpabilidad a Dios? 6No puedes, entonces, ofrecérsela a Su Hijo. 7Pues Ellos no están separados, y los regalos que se le hacen a uno, se le hacen al otro. 8No conoces a Dios porque des­conoces esto. 9Y, sin embargo, conoces a Dios y también sabes esto. 10Todo ello se encuentra a salvo dentro de ti, allí donde refulge el Espíritu Santo. 11Y Él no refulge donde hay división, sino en el lugar de encuentro donde Dios, unido a Su Hijo le habla a Su Hijo a través de Él. 12La comunicación entre lo que no puede ser divido no puede cesar. 13En ti y en el Espíritu Santo reside el santo lugar de encuentro del Padre y del Hijo, Quienes jamás han estado separados. 14Ahí no es posible ninguna clase de interferencia en la comunicación que Dios Mismo ha dispuesto tener con Su Hijo. 15El amor fluye constantemente entre Padre e Hijo sin interrupciones ni hiatos tal como Ambos disponen que sea. 16por lo tanto, así es.

3. No dejes que tu mente vague por corredores sombríos, lejos del centro de la luz. 2Tú y tu hermano podéis elegir extraviaros, pero sólo os podéis volver a unir a través del Guía que se os ha proporcionado. 3Él te conducirá sin duda alguna allí donde Dios y Su Hijo esperan tu reconocimiento de Ellos. 4Ellos están unidos en el propósito de darte el regalo de unidad ante el cual toda separación desaparece. 5Únete a lo que eres. 6No puedes unirte a nada, excepto a la realidad. 7La gloria de Dios y de Su Hijo es ciertamente tuya. 8Ellos no tienen opuesto, y no hay nada más que puedas otorgarte a ti mismo.

4. No existe substituto para la verdad. 2la verdad hará que esto resulte evidente para ti a medida que se te conduzca al lugar donde has de encontrarte con ella. 3se te conducirá allí mediante una dulce comprensión que no te puede conducir a ninguna otra parte. 4Donde Dios está, allí estás tú. 5Ésa es la verdad. 6Nada puede convertir el conocimiento que Dios te dio en falta de cono­cimiento. 7Todo lo que Dios creó conoce a su Creador. 8Pues así es como el Creador y Sus creaciones crean la creación. 9En el santo lugar de encuentro el Padre y Sus creaciones están unidos, y junto con ellos lo están también las creaciones de Su Hijo. 10Hay un solo eslabón que los une a todos y los mantiene en la unidad desde la cual tiene lugar la creación.

5. El eslabón a través del que el Padre se une a quienes Él da el poder de crear jamás puede ser destruido. 2El Cielo en sí es la unión de toda la creación consigo misma, y con su único Creador. 3Y el Cielo sigue siendo lo que la Voluntad de Dios dispone para ti. 4No deposites ninguna otra ofrenda sobre tus altares, pues no hay nada que pueda coexistir con el Cielo. 5Ahí tus insignificantes ofrendas se depositan junto al regalo de Dios, y sólo lo que es digno del Padre es aceptado por el Hijo, a quien va destinado. 6A quien Dios se da a Sí Mismo, Dios se ha dado. 7Tus insignificantes ofrendas desaparecerán del altar donde Él ha depositado la Suya Propia.



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