DESPERTAR AL AMOR

domingo, 17 de junio de 2018

17 JUNIO: Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.

AUDIOLIBRO
 






EJERCICIOS



LECCION 168

Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.



1. Dios nos habla. 2¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él? 3Dios no es algo distante. 4No trata de ocultarse de nosotros. 5Somos nosotros los que tratamos de ocultarnos de Él, y somos víctimas del engaño. 6Él siempre está enteramente accesible. 7Él ama a su Hijo. 8De nada, excepto de esto se puede estar seguro, pero con eso basta. 9Él amará a su Hijo eternamente. 10Aun cuando su mente duerme, Él lo ama. 11Y cuando su mente despierte, Él lo seguirá amando con un Amor que jamás ha de cambiar.

2. Si supieras el significado de Su Amor, tanto la esperanza como la desesperación serían imposibles. 2Pues toda esperanza queda­ría colmada para siempre y cualquier clase de desesperación sería inconcebible. 3Su gracia es Su respuesta para toda desespe­ración, pues en ella radica el recuerdo de Su Amor. 4¿Cómo no iba Él a proporcionar gustosamente los medios a través de los cuales puede reconocerse Su Voluntad? 5Su gracia es tuya sólo con que la reconozcas. 6Y Su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termina.

3. Hoy le pedimos a Dios el regalo que con más celo ha conser­vado dentro de nuestros corazones, en espera de que se le reco­nozca. 2Se trata del regalo mediante el cual Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando así Él Mismo el último paso de la salvación. 3Todos los pasos, excepto éste, los aprendemos siguiendo las instrucciones de Su Voz. 4Pero al final es Él Mismo Quien viene, y tomándonos en Sus Brazos hace que todas las telarañas de nuestro sueño desaparezcan. 5Su regalo de gracia es algo más que una simple respuesta, 6pues restaura todas las memorias que la mente que duerme había olvidado y toda la certeza acerca del significado del Amor.

4. Dios ama a Su Hijo. 2Pídele ahora que te proporcione los medios a través de los cuales este mundo desaparece, y primero vendrá la visión, y un instante más tarde, el conocimiento. 3Pues en la gracia ves una luz envolver al mundo con amor, y al miedo borrarse de todos los semblantes conforme los corazones se alzan y reclaman la luz como suya. 4¿Qué queda ahora que pueda demorar al Cielo un sólo instante más? 5¿Qué queda aún por hacer cuando tu perdón descansa sobre todas las cosas?

5. Hoy es un día nuevo y santo, pues recibimos lo que se nos ha dado. 2Nuestra fe radica en el Dador, no en nuestra aceptación. 3Reconocemos nuestros errores, pero Aquel que no sabe de erro­res es Quien ha de responder a ellos, proporcionándonos los medios con los que podemos dejarlos atrás y elevarnos hasta Él con gratitud y amor.

6. Y Él desciende para recibirnos, según nosotros nos acercamos a Él. 2Pues lo que Él nos ha preparado, Él lo da y nosotros lo recibi­mos. 3Tal es Su Voluntad, pues Él ama a Su Hijo. 4A Él elevamos nuestras oraciones hoy, devolviéndole tan sólo la palabra que Él nos dio a través de Su Propia Voz, Su Palabra, Su Amor:
5Tu gracia me es dada. 6La reclamo ahora. 7Padre, vengo a Ti. 8Y Tú vendrás a mí que te lo pido, 9pues soy el Hijo que Tú amas.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Pedir y sentir el regalo de la gracia, que nos dará primero el regalo de la visión, y después el conocimiento eterno. Esto nos elevará al Cielo por un momento, nos devolverá todos nuestros recuerdos olvidados y nos dará la seguridad del Amor. Éste es un día nuevo y santo.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Empieza con la oración del final de la lección: “Tu gracia me es dada. La reclamo ahora. Padre, vengo a Ti. Y Tú vendrás a mí que te lo pido, pues soy el Hijo que Tú amas”. Haz esta oración de todo corazón. Con ella, estás elevando tu corazón a Dios y pidiéndole un regalo de gracia, en el que Él se inclina hasta ti y te eleva a Él, devolviéndote la total consciencia de Él y de Su Amor. La siguiente lección explica que ese momento “sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso” (L.169.12:3), pero este corto instante puede cambiar tu vida para siempre. Así que pídelo con todo tu corazón, y luego mantén tu mente en una espera silenciosa, preparada, sin moverte, esperando el descenso de Su gracia. Y si tu mente se distrae, repite la oración de nuevo, para traerla de regreso a esa espera en quietud.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Repite la oración y pasa un momento en quietud, esperando la gracia de Dios. Luego dale gracias por los reflejos de la gracia que has tenido en la hora que ha terminado. Y pregúntale que quiere que hagas en esta hora que empieza.

Comentario

¿Qué es la gracia?

Esta lección no da una definición formal, sino como una conversación personal con Dios. “Dios nos habla. ¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él?” (1:1-2). La gracia es parecida al Amor de Dios, algo que viene con Su Amor como parte del paquete. Él siempre nos ha amado (1:7-11). La gracia es el efecto o aplicación de ese amor que garantiza que Su Amor será plenamente reconocido y recibido. La gracia es cualquier cosa que nos saque de nuestro sueño. Es el movimiento del amor que nos atrae de regreso a Él, el callado susurro de Su Voz en nuestra mente que no nos dejará alejarnos, la cuidadosa planificación de nuestro programa de estudios que nos ayuda a desaprender todo lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos, la actividad del Espíritu que trabaja constantemente para ganarse nuestra confianza y devolvernos la alegría y deshacer nuestra culpa. Es Su respuesta a nuestra desesperación. Es el medio por el que reconocemos Su Voluntad (2:3-4).

Su gracia se me da. Su gracia es un “ya dada”, una seguridad, parte de lo que significa que Dios es Amor. Es un regalo, siempre disponible, siempre se está ofreciendo, y que espera sólo mi reconocimiento (2:5). “Se trata del regalo mediante el cual Dios se inclina hasta nosotros” (3:2). Y a la larga, la gracia es ese aspecto del amor en el que “al final es Él Mismo Quien viene, y tomándonos en Sus Brazos hace que todas las telarañas de nuestro sueño desaparezcan” (3:4).

Entonces, ¿no voy a sentarme, hoy, durante unos pocos minutos de conversación silenciosa con este Dios de Amor? ¿Ni siquiera puedo dedicar tiempo a pedirle que me conceda esta gracia, que Él ya me ha concedido? ¿No puedo expresar mi deseo de recibirla, para permitir que este mundo de sufrimiento desaparezca de mi vista, sustituido por la verdadera visión? ¿No puedo decirle que estoy deseando, al menos parte de mí, desaparecer en Sus abrazo? Me puede parecer que estoy haciendo una especie de rendición o renuncia, o que estoy dejando algo, o perdiendo algo que me es muy querido. Sin embargo, si abrirme a la gracia es rendición, es una rendición al Amor únicamente. Es un suspiro por abandonar la resistencia a todo lo que siempre, siempre he querido. Es abandonar el fingimiento, un regreso a lo que siempre he sido. Es una rendición a mi Ser. Es una rendición a mi Amado, nada más que eso, y nada menos. Es la última manifestación de “caer en el Amor”.

¿Dudo de mi propia capacidad de amar, y de responder adecuadamente al Amor eterno e inmaculado de Dios? “Nuestra fe radica en el Dador, no en nuestra aceptación” (5:2). No es el poder de mi decisión ni mi fe la que hace el milagro, es el poder de Aquel que lo da. Su gracia me da los medios con los que puedo dejar atrás todos mis errores (5:3), incluso cuando dudo de mi propia capacidad de dejarlos. Para eso es para lo que está la gracia. La gracia proporciona todo lo que yo pienso que me falta. Como Dios le dijo una vez al Apóstol Pablo: “Mi gracia te basta, que Mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza” (2 Corintios 12:9). ¿Qué es la gracia? Todo lo que necesitamos para llevarnos de regreso al hogar a Dios, sea cual sea la forma que tome la gracia.


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