AUDIOLIBRO
EJERCICIOS
LECCIÓN 324
No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.
1. Padre, Tú eres Quien me dio el plan para mi salvación. 2Eres asimismo Quien determinó el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado. 3No puedo perderme. 4Tan sólo puedo elegir desviarme por un tiempo, y luego volver. 5Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino. 6Mis hermanos pueden seguir el camino por el que les dirijo. 7Mas yo simplemente recorreré el caminó que conduce a Ti, tal como Tú me indiques y quieras que yo haga.
2. Sigamos, por lo tanto, a Uno que conoce el camino. 2No tenemos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante. 3Caminamos juntos, pues le seguimos. 4Y es Él Quien hace que el final sea seguro y Quien garantiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar.
Instrucciones para la práctica
Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Aprender a seguir la orientación interior es una gran parte de hacer el Curso. Esa orientación es la Voz que habla por Dios, el Espíritu Santo. Es parte de mí y parte de Dios. Al fin y al cabo todo es Uno, pero mientras piense que estoy separado, sentiré esa Voz como una voz separada, llamándome a volver al hogar: “Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino” (1:5).
Padre, necesito aprender que no estoy solo y que Algo o Alguien ha planeado “el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado” (1:2). Como me recordaba la Lección 321: “No entendía lo que me podía hacer libre, ni lo que era mi libertad o adónde ir a buscarla”. De hecho, Tú has establecido el camino, y el Espíritu Santo es la Voz que habla por Ti. Así que voy a seguir a “Uno que conoce el camino” (2:1). ¡Qué alivio tener a Éste Uno en Quien confiar! Caminando por una selva oscura de caminos retorcidos y confusos, ¡qué consuelo saber que tengo un Guía Que conoce cada detalle del camino! Debido a Él, “no puedo perderme” (1:3).
Que hoy recuerde que Tú has establecido cada paso de mi camino. Cuando miro hacia atrás Contigo, sé que es cierto: todo lo que he hecho ha sido para mi bien, todo ha funcionado perfectamente para traerme exactamente donde estoy ahora. Incluso mis correrías estaban perfectamente planeadas para enseñarme la falsedad de las ilusiones. Yo era un seguidor. Lo que pensaba que eran desviaciones que me alejaban de Ti, eran realmente lecciones que me acercaban al Hogar, y estoy agradecido por todos ellos. Que ahora mire al futuro con la confianza que me da ese conocimiento: no puedo perderme. Cada persona, cada acontecimiento y cada circunstancia de mi vida, vistas con la visión, hoy pueden ser un paso hacia el Hogar, un medio de encontrar mi camino de regreso a Ti.
Si hoy me desvío, Padre, tráeme de regreso. Te doy las gracias por el bendito alivio de saber que yo no tengo que resolver nada. Ha sido resuelto para mí. Puedo dejar que el día se desenvuelva como venga, confiando en que todo ha sido perfectamente planeado por Ti para traerme tu recuerdo a mi mente lo más rápidamente posible.
“No quiero ser guía” (el pensamiento de hoy). No quiero que se me conozca como guía de otros. No sé el camino para mí, ¿cómo puedo saber el camino para otros? Algunos de mis hermanos pueden seguirme; de hecho los traeré a mí con ese propósito. Pero todo lo que hago es seguir Tu Voz; si alguien me sigue en este camino, no me están siguiendo a mí sino a Ti. Que siempre les recuerde eso y nunca haga que nadie dependa de mí.
“No tenemos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante” (2:2). Para Jesús, seis billones de años es “un instante” que no es nada en comparación con la eternidad, tan pequeño que “no se perdió ni una sola nota del himno celestial” (T.26.V.3:5; 5:1,4). A nosotros nos parece que nos rezagamos mucho más que un instante. Un ejemplo matemático que me viene a la mente es éste: cuando dividimos un número entre otro, en cierto sentido los estamos comparando. Cien dividido entre diez es diez, eso significa que comparado con diez, cien es diez veces mayor. Lo interesante del número cero es que cualquier número, comparado matemáticamente con él, es infinito. Imagínate dividir una línea en puntos de cero de ancho, en la línea hay un número infinito de puntos de esos, da lo mismo que la línea sea de un centímetro o de un kilómetro de largo.
El “instante” es como el cero. La eternidad es infinita y, comparada con ella, todo el tiempo no es literalmente nada. No se pueden comparar. El tiempo que pasamos retrasándonos, que a nosotros nos parece tan largo, no es nada más que un instante, una parte infinitamente pequeña de nada, un trozo de un sueño. Todos hemos tenido la experiencia de sueños que parecían durar horas o días, sin embargo sucedió en unos pocos segundos de tiempo “real”.Y eso es todo lo que el tiempo es:
El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilusión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cambia. El guión ya está escrito. (L.158.4:1)
Hay un plan detrás de las apariencias, y en eso es en lo que puedo confiar hoy. Siguiendo al Espíritu Santo, sé que el final es seguro. Él “garantiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar” (2:4). Me puedo sentir destrozado y confundido, pero ¡no puedo estropear nada! Tengo un Guía perfecto, y Él va a permanecer conmigo hasta que llegue al final y de nuevo caiga en los brazos de mi Padre.
No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.
Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo. (2:4)
Dios ha dispuesto que toda la creación sea una Por lo tanto, es una. El tiempo no puede cambiar nada de lo que Dios creó. El tiempo y el cambio parecen estar estrechamente relacionados: cambio es lo que produce el paso del tiempo, y parece imposible que pase el tiempo sin que haya cambios. Es imposible que la creación de Dios pueda cambiar. La creación de Dios está completamente fuera del tiempo, y el tiempo es sólo una ilusión, un sueño en el que el cambio es posible.
Lo que somos juntos, como el Hijo de Dios, existía antes de que surgiera la idea del tiempo, todavía existe durante el aparente paso del tiempo, y seguirá existiendo como uno cuando se acabe el tiempo. El Hijo de Dios no se ve afectado por lo que parece ocurrir en el tiempo, tal como el sol no se ve afectado porque yo pase algunos de sus rayos a través de una lupa y los desvíe de su camino, o como el océano no se ve afectado por un niño que arroja un palo al agua. En otras palabras, nada le afecta. Ése es el poder de la Creación. Nada puede cambiarla, es inmutable. Por lo tanto, soy inmutable cuando reconozco a mi Creador.
Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. (L.190.6:5)
IV. La unión mayor
1. Aceptar la Expiación para ti mismo significa no prestar apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de nadie. 2Significa que no compartes con ningún individuo su deseo de estar separado ni dejas que vuelque sus ilusiones contra sí mismo. 3Tampoco deseas que éstas se vuelquen contra ti. 4De este modo, no tienen ningún efecto. 5Y te liberas de los sueños de dolor porque permites que él se libere de ellos. 6A menos que lo ayudes, sufrirás con él, ya que ése es tu deseo. 7Y te convertirás en un protagonista en su sueño de dolor, tal como él lo es en el tuyo. 8De este modo, los dos os convertís en ilusiones sin ninguna identidad. 9Tú puedes ser cualquier persona o cualquier cosa, según de quién sea el sueño de maldad que compartas. 10Pero de una cosa puedes estar seguro: que eres perverso, pues compartes sueños de miedo.
2. Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora. 2Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos. 3La manera de encontrarte a ti mismo es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en ti. 4Tú no tienes nada que ver con ellos, pero sí con aquel que los sueña. 5De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a uno y abandonar el otro. 6El sueño no es más que una ilusión de la mente. 7Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. 8Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente. 9Sin embargo, los ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño. 10Y no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir entre lo uno y lo otro.
3. Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. 2No compartas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad. 3Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal. 4Lo que él sueña no es lo que lo convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño, es tu hermano. 5Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo. 6Tu mente y la suya están unidas en hermandad. 7Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sueños se han unido a los suyos.
4. Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha. 2Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti. 3Libéralo, por lo tanto, proclamando sencillamente tu hermandad con él y no con sueños de miedo. 4Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas. 5Y al tener fe en las tuyas, él no podrá liberarse y tú quedarás atrapado en sus sueños. 6Y sueños de terror vendrán a rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones que habéis apoyado en la mente del otro.
5. Ten absoluta certeza de que si tú haces lo que te corresponde hacer, él hará lo que le corresponda hacer a él, pues se unirá a ti allí donde tú estés. 2No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre vosotros, pues si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la suya. 3Tú no puedes llevar a cabo su papel por él, mas esto es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en sus sueños, en vez del soñador de los tuyos. 4Tener una identidad carece de significado en los sueños porque el soñador y el sueño son lo mismo. 5El que comparte un sueño no puede sino ser el sueño que comparte porque el acto de compartir es lo que produce la causa.
6. Como consecuencia de compartir confusión estás confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. 2Lo que es lo mismo parece diferente porque lo que es lo mismo aparenta ser algo distinto. 3Los sueños de tu hermano son los tuyos porque tú permites que lo sean. 4Mas si lo librases de tus sueños, él se liberaría de ellos, así como de los suyos. 5Tus sueños dan testimonio de los suyos y, los suyos, de la verdad de los tuyos. 6No obstante, si vieses que no hay verdad en los tuyos, sus sueños desaparecerían y él comprendería qué fue lo que dio origen al sueño.
7. El Espíritu Santo mora en vuestras dos mentes, y Él es Uno porque no hay brecha que pueda dividir Su Unicidad*. 2La brecha que separa vuestros cuerpos es irrelevante, pues lo que está unido en Él es siempre uno. 3Nadie puede estar enfermo si alguien acepta su unión con él. 4Su deseo de ser una mente enferma y separada no puede seguir vigente sin un testigo o una causa. 5Y tanto el testigo como la causa desaparecen si alguien decide unirse a él. 6En su sueño él estaba separado de su hermano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que había entre ellos. 7Y el Padre viene a unirse con Su Hijo, a quien el Espíritu Santo se unió.
8. La función del Espíritu Santo es tomar la imagen fragmentada del Hijo de Dios y poner cada fragmento nuevamente en su lugar. 2Él muestra esta santa imagen, completamente sanada, a cada fragmento separado que piensa que en sí es una imagen completa. 3A cada uno de ellos Él le ofrece su Identidad, que la imagen en su totalidad representa, en vez de la fragmentada y diminuta porción que él insistía que era él mismo. 4Mas cuando él vea esta imagen, se reconocerá a sí mismo. 5Si tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, ésa es la imagen con la que el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las semillas de enfermedad y de pecado. 6Y ahí el Padre recibirá a Su Hijo porque Su Hijo ha sido misericordioso consigo mismo.
9. Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo Hijo. 2Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. 3Y están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. 4¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la imagen total del Hijo de Dios. 5Las formas que los diferentes fragmentos parecen adoptar no significan nada, 6pues el todo reside en cada uno de ellos. 7Y cada aspecto del Hijo de Dios es exactamente igual a todos los demás.
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