DESPERTAR AL AMOR

viernes, 23 de noviembre de 2018

23 NOVIEMBRE: No necesito más que llamar y Tú me contestarás.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 327


No necesito más que llamar y Tú me contestarás.


1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.

2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convic­ción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esto me recuerda a un versículo de la Biblia, libro de Jeremías (33:3), en el Antiguo Testamento: “Llámame y Yo te contestaré”.

El pensamiento de la lección parece ser: “Éstas son las promesas de Dios. Ponlas a prueba y comprueba por ti mismo que Él las dice de corazón”. La lección nos dice que podemos “aprender mediante la experiencia que esto es verdad” (1:3). Sugiere que tomemos las promesas y las pongamos “a prueba” (2:1).

Mi confianza en el Curso ha aumentado con los años y continúa aumentando al continuar probando sus promesas. Nos da instrucciones muy claras para el Libro de Ejercicios, y promete que cambiará nuestra manera de pensar acerca de todos y de todo en el mundo. Promete paz mental. Promete la liberación de la culpa. Y lo que estoy descubriendo es que, sincero esfuerzo en HACER lo que me dice que haga, siento lo que dice que sentiré. Resumiendo: funciona.

Podemos sentarnos y juzgar lo que dice el Curso hasta ponernos morados, podemos discutir si El Curso cumplirá o no lo que dice, y no aprenderemos nada. Pero si lo hacemos, si lo probamos, si practicamos lo que dice que hagamos, ciertamente descubriremos que realmente funciona, y nuestra seguridad en su verdad será total y absoluta.



¿Qué es la creación? (Parte 7)

L.pII.11.4:1-3

Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. (4:1)

Existimos. Ya que todo lo que existe es creación de Dios, y la creación es el Hijo de Dios (3:2), tenemos que ser la creación de Dios. Tenemos que ser aspectos de la Totalidad, “Hijos” que son aspectos del Hijo.

“Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él” (4:2). Toda nuestra experiencia en este mundo nos ha enseñado que estamos separados, que somos seres separados, distintos unos de otros y sin ninguna conexión. Somos conscientes de nuestra parte y dejamos aparte nuestra Totalidad, “nuestra eterna unidad con Él”. Sin embargo, sólo “parece” que somos seres separados, en realidad no lo somos. Nuestra lucha con el Curso, nuestra lucha con toda espiritualidad verdadera, es la lucha de la locura intentando conservar esta sensación de separación completamente ilusoria. Estamos intentando convertir en “parte” la única verdad acerca de nosotros al dejar fuera la consciencia de la Totalidad. Y al hacerlo, nos aislamos a nosotros mismos de nuestro Ser.

“Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza” (4:3). Dudamos de la Totalidad porque hemos inventado circunstancias (todo este mundo) en el que la “parte” parece ser la única realidad. Tenemos miedo de la Totalidad porque parece amenazar nuestra parte. (En realidad no es así, porque en la Totalidad hay una especie de parte, pero es una parte en la que cada una contiene a la Totalidad, en lugar de dejarla fuera). A pesar de esta locura de identificarnos sólo con la parte, seguimos siendo la Totalidad. La Totalidad sigue sin haber cambiado. No puede ser dividida ni dañada en ningún modo. Por eso, la Totalidad todavía existe y todavía nos llama.

No importa lo fuerte que sea la ilusión de la separación, en cada parte sigue estando la Totalidad. Y la Totalidad, nuestro verdadero Ser, sigue estando seguro de Sí Mismo. Es sólo la parte la que duda y tiene miedo, imaginándose falsamente separada de la Totalidad. Lo que soy, y lo que tú eres (que es Lo Mismo) se conoce a Sí Mismo con un conocimiento lleno de seguridad. Ésa seguridad que está en nuestra Totalidad es con lo que estamos intentando ponernos en contacto. El recuerdo de Dios y de lo que somos está dentro de nosotros, en la Totalidad que hemos negado y dejado aparte en nuestro loco intento de ser partes separadas. Al conectarnos unos con otros nos conectamos con esa Totalidad, y al hacerlo, recordamos a Dios.






TEXTO




Capítulo 29


EL DESPERTAR



I. La clausura de la brecha


1. No hay tiempo, lugar ni estado del que Dios esté ausente. 2No hay nada que temer. 3Es imposible que se pudiese concebir una brecha en la Plenitud de Dios. 4La transigencia que la más insig­nificante y diminuta de las brechas representaría en Su Amor eterno es completamente imposible. 5Pues ello querría decir que Su Amor puede albergar una sombra de odio, que Su bondad puede a veces trocarse en ataque y que en ocasiones Él podría perder Su infinita paciencia. 6Esto es lo que crees cuando percibes una brecha entre tu hermano y tú. 7¿Cómo ibas a poder, entonces, confiar en Dios? 8Pues Su Amor debe ser un engaño. 9Sé preca­vido entonces: no dejes que se te acerque demasiado y mantén una brecha entre Su Amor y tú a través de la cual te puedas escapar en caso de que tengas necesidad de huir.

2. Aquí es donde más claramente se puede ver el temor a Dios. 2Pues el amor es traicionero para aquellos que tienen miedo, ya que el miedo y el odio siempre van de la mano. 3Todo aquel que odia tiene miedo del amor y, por lo tanto, no puede sino tener miedo de Dios. 4Es indudable que no conoce el significado del amor. 5Teme amar y ama odiar, y así, piensa que el amor es temi­ble y que el odio es amor. 6Esto es lo que inevitablemente les sucede a todos aquellos que tienen en gran estima a esta pequeña brecha, creyendo que es su salvación y esperanza.

3. ¡El temor a Dios! 2El mayor obstáculo que la paz tiene que sal­var no ha desaparecido todavía. 2Los demás ya han desapare­cido, pero éste todavía sigue en pie, obstruyendo tu paso y haciendo que el camino hacia la luz parezca oscuro y temible, peligroso y sombrío. 4Has decidido que tu hermano es tu ene­migo. 5Tal vez tu amigo en algunas ocasiones, siempre que vues­tros diferentes intereses permitan vuestra amistad por algún tiempo. 6Pero no sin dejar una aparente brecha entre vosotros, en caso de que él se vuelva a convertir en tu enemigo. 7Deja que se acerque a ti, y te haces atrás; acércate a él, y él instantáneamente emprende la retirada. 8El acuerdo que establecisteis fue tener una amistad cautelosa y de limitado alcance, cuya intensidad estuviese cuidadosamente restringida. 9De modo que lo único que tú y tu hermano hicisteis fue establecer un pacto condicional en el que uno de sus puntos era una cláusula de separación que tanto tú como él acordasteis no violar. 10Y convinisteis que violarla sería una infracción del acuerdo de todo punto intolerable.

4. La brecha entre vosotros no es el espacio que hay entre vues­tros cuerpos, 2pues ese espacio tan sólo da la impresión de dividir vuestras mentes separadas. 3La brecha entre vosotros es el sím­bolo de una promesa que os habéis hecho de encontraros cuando os parezca, y luego separaros hasta que los dos decidáis encontra­ros de nuevo. 4Y entonces vuestros cuerpos parecerán ponerse en contacto y concertar un lugar de encuentro donde reunirse. 5Pero siempre es posible que cada uno siga su camino. 6Supeditado al "derecho" de separaros, acordáis reuniros de vez en cuando y mantener vuestra distancia con intervalos de separación que os protejan del "sacrificio" del amor. 7El cuerpo os salva, pues os aleja del sacrificio total y os da tiempo para reconstruir una vez más vuestros yos separados, que creéis que realmente menguan cuando os reunís.

5. El cuerpo no podría separar tu mente de la mente de tu her­mano a menos que quisieses que fuese la causa de vuestra separa­ción y distanciamiento. 2Por consiguiente, le atribuyes un poder que no posee. 3Esto es lo que hace que tenga poder sobre ti. 4Pues ahora piensas que el cuerpo determina cuándo debéis reuniros, y que limita vuestra capacidad de estar en comunión con la mente del otro. 5Y así, te dice adónde ir y cómo llegar hasta allí, lo que te es factible emprender y lo que no puedes hacer. 6Te dice también lo que su salud puede tolerar, así como lo que lo fatigará y enfer­mará. 7Sus "inherentes" debilidades establecen los límites de lo que puedes hacer y hacen que tu propósito sea débil y limitado.

6. El cuerpo se avendrá a todo esto, si ése es tu deseo. 2Permitirá solamente limitados desahogos de "amor", intercalados con inter­valos de odio. 3Y se hará cargo de decidir cuándo puede "amar" y cuándo se debe refugiar en el miedo para mantenerse a salvo. 4Enfermará porque tú no sabes lo que es amar. 5De este modo, utilizarás indebidamente toda circunstancia y a todo aquel con quien te encuentres, y no podrás sino ver en ellos un propósito distinto del tuyo.

7. El amor no exige sacrificios. 2Pero el miedo exige el sacrificio del amor, pues no puede subsistir en su presencia. 3Para perpe­tuar el odio, es preciso temerle al amor y limitar su presencia sólo a algunas ocasiones, manteniéndolo alejado el resto del tiempo. 4De esta manera, se le tiene por traicionero porque parece ir y venir a su antojo y no ofrecerte ninguna estabilidad. 5No te das cuenta de cuán limitada y débil es tu lealtad, y de cuán a menudo le has exigido al amor que se aleje de ti y te deje solo y en "paz".

8. El cuerpo, que de por sí no tiene ningún objetivo, es la excusa que tienes para los diversos objetivos que tienes y que le obligas a perseguir. 2No es su debilidad lo que te asusta, sino su falta de fuerza o debilidad. 3¿No te gustaría saber que nada se interpone entre tú y él? 4¿No te gustaría saber que no hay brecha tras la que te puedas ocultar? 5Los que descubren que su salvador ya no es su enemigo experimentan un sobresalto. 6Cuando se descubre que el cuerpo no es real se suscita una cierta aprensión 7y se experimen­tan matices de aparente temor en torno al feliz mensaje de que "Dios es Amor".



9. Cuando la brecha desaparece, no obstante, lo único que se experimenta es paz eterna. 2No más de eso, pero tampoco menos. 3Si no tuvieses miedo de Dios, ¿qué podría inducirte a que lo abandonases? 4¿Qué juguetes o baratijas podría haber en la brecha que pudiesen privarte por un solo instante de Su Amor? 5¿Permi­tirías que el cuerpo dijese "no" a la llamada del Cielo, si no tuvie­ses miedo de perder tu ser al encontrar a Dios? 6Mas ¿cómo sería posible que perdieses tu ser al hallarlo?







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