DESPERTAR AL AMOR

sábado, 24 de noviembre de 2018

24 NOVIEMBRE: Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 328


Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.


1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.

2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección nos dice que nos planteemos elegir unir nuestra voluntad a la de Dios (1:5), parece una especie de pérdida, someternos a algo fuera de nosotros. Parece ocupar el “segundo lugar”. Parece servil o sumiso. Y en nuestra identidad equivocada como ego, sentimos que la única manera de tener autonomía es hacernos independientes de Dios y del resto de Su creación.

Vemos todo al revés (1:1). Todo lo que encontramos al afirmar nuestra independencia es “enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte” (1:3). Somos como una rama intentando separarse de la vid. Si nos separamos de la vid, morimos. Nuestra identidad no se pierde al unirnos a la vid, sino que la encontramos porque no somos algo separado. Somos parte de Dios y parte de Su creación, y únicamente al unirnos voluntariamente podemos descubrir nuestra verdadera identidad. “Nuestra voluntad es la Suya” (1:6).

Elegimos “someternos” a la Voluntad de Dios (que parece como ocupar el segundo lugar) porque al unirnos a Él, ocupamos el primer lugar: uno con el Creador de todas las cosas.


¿Qué es la creación? (Parte 8)

L.pII.11.4:4-6

El Amor nos creó a Su semejanza. Como partes, cada una de las cuales contiene la Totalidad, somos Pensamientos de Amor. Y “el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza” (4:4). La seguridad de Dios es nuestra seguridad. Se nos dio en la creación y todavía está dentro de nosotros, nunca nos ha abandonado, aunque la hemos ocultado. El recuerdo de Dios está en nuestra mente (4:5). Aunque parecemos ser partes separadas, no lo somos; somos partes pero no separadas, como gotitas de agua en el océano. Así que todavía contenemos todo lo que existía en la creación original. Lo que pertenece al océano, pertenece a cada gota. Cada uno de nosotros todavía conserva nuestra unidad con nosotros mismos y con nuestro Creador (4:5).

Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó. (4:6)

Nuestro único propósito en la vida es ser esto, únicamente el restablecimiento de la consciencia de nuestra Totalidad y nuestra “parte-en-la-Totalidad”. Por eso es por lo que estamos aquí. Éste es el propósito en toda orientación que nos da el Espíritu Santo en nuestra vida. No estamos aquí para reforzar nuestra parte ni para satisfacer propósitos que pertenecen sólo a la parte. Estamos aquí para dejar que el recuerdo de Dios regrese a nuestra mente consciente, y para cumplir nuestro propósito como extensiones de la Voluntad de Dios.







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