DESPERTAR AL AMOR

domingo, 4 de noviembre de 2018

4 NOVIEMBRE: Este instante es el único tiempo que existe.

AUDIOLIBRO 



EJERCICIOS


LECCIÓN 308


Este instante es el único tiempo que existe.


1. El concepto que yo he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. 2Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. 3Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. 4El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. 5Pues en este instante el perdón ha venido a libe­rarme. 6Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. 7Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. 8Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.

2. Gracias por este instante, Padre. 2Ahora es cuando soy redimido. 3Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

La manera del Curso de considerar al tiempo va en contra de nuestra manera de pensar. El tiempo es una ilusión. Realmente no fluye desde el pasado a través del presente al futuro. Todo lo que existe es ahora. El pasado y el futuro no existen en realidad, sólo en nuestra mente. Una de las claves para “ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad” (1:2) es aprender a sentir el ahora como el único tiempo que existe. Esto es un modo de describir lo que el Curso llama “el instante santo”. (La enseñanza que está debajo de esta corta lección puede encontrarse leyendo “Los Dos Usos del Tiempo” (T.15.I.). Lee especialmente los párrafos 8 y 9 respecto a practicar el instante santo.

“El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo” (1:4). Piensa en ello. ¿Qué otro tiempo has sentido excepto el ahora? No puedes salvarte del tiempo ayer, y nunca sientes el mañana. El ahora es el único tiempo en el que puedes tener esta experiencia de salvarte del tiempo, esta experiencia de perdón. El perdón deja que el pasado se vaya y se concentra en la bendición del presente. Así pues, justo ahora, en este mismo instante, puedes entrar en el instante santo. Puedes hacerlo en cualquier instante, y puede ser este mismo instante si quieres recibirlo. Sólo durante este instante, olvida el pasado. Responde al ahora únicamente. Olvida incluso hace cinco segundos, lo que alguien ha dicho, lo que tú has sentido. Sólo quédate en el ahora.

El Curso nos aconseja que practiquemos esto. Pienso que quiere decir práctica en los dos sentidos de la palabra: primero, que el instante santo tiene que aplicarse, o usarse. Segundo, el instante santo tiene que ensayarse. Incluso se nos aconseja “practicar el mecanismo del instante santo” (T.15.II.5:4). El autor parece muy consciente de que no lo lograremos la primera vez, o quizá no durante un cierto tiempo. Por eso nos aconseja que practiquemos su mecanismo, que sigamos todos los pasos, por así decirlo, hasta que un día la experiencia nos tome. En otras palabras, que lo ensayemos. Las mejores instrucciones para ensayarlo están en la Sección I del Capítulo 15, párrafo 9, del Texto.
Por lo menos, tomar un corto tiempo por la mañana y por la noche para pensar en este momento como todo el tiempo que existe, es un ejercicio maravilloso. Me produce una profunda sensación de paz cuando me permito a mí mismo reconocer que nada del pasado me puede afectar aquí, que he sido perdonado de toda culpa que pueda sentir por el pasado, y mis hermanos han sido perdonados junto conmigo. Y tampoco puede afectarme nada del futuro. Puedo estar simplemente en este instante, libre de culpa y libre de miedo. No existe el pasado. No existe el futuro. Únicamente existe el ahora, y en este instante el amor está siempre presente, aquí y ahora.

Gracias por este instante, Padre. Ahora es cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él. (2:1-3)



¿Qué es el Segundo Advenimiento? (Parte 8)

L.pII.9. 4:3-4

A todo el mundo del pasado, del presente y del futuro “se les libera igualmente de lo que hicieron” (4:2). El Segundo Advenimiento es “estar dispuesto a dejar que el perdón descanse sobre todas las cosas sin excepción y sin reservas” (1:3). Las palabras “En esta igualdad…” se refieren a la igualdad del perdón, esa igualdad de la liberación de la culpa y de la condena.

“En esta igualdad se reinstaura a Cristo como una sola Identidad, en la Cual los Hijos de Dios reconocen que todos ellos son uno solo” (4:3). Podemos decir que queremos la unidad, pero ¿queremos los medios para la unidad? Hay una sección del Texto que habla del hecho de que fingimos que queremos un objetivo determinado, pero rechazamos los medios para alcanzar ese objetivo. Dice que si dudamos acerca de los medios, eso demuestra realmente que tenemos miedo del objetivo. Podemos decir que queremos la unidad y, sin embargo, dudamos a la hora de ofrecer el perdón completo, podemos quejarnos de que el perdón total es muy difícil, que es pedir demasiado. Según este fragmento, el verdadero problema es que tenemos miedo de la unidad que el perdón traería:

Para alcanzar el objetivo, el Espíritu Santo pide en verdad muy poco. Y pide igualmente poco para proporcionar los medios. Los medios son secundarios con respecto al objetivo. Cuando dudas, es porque el propósito te atemoriza, no los medios. Recuerda esto, pues, de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles. (T.20.VII.3:1-5)

¿Estoy dispuesto a reconocer que soy uno con “esa persona” de mi vida? Si tengo un problema de perdón no es porque el perdón es demasiado difícil, es porque no quiero la unidad que traería.

Pregunta únicamente: "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo. (T.20.VII.9:2-3)

Cada vez que alcanzo ese deseo, el Segundo Advenimiento se acerca más.


“Y Dios el Padre le sonríe a Su Hijo, Su única creación y Su única dicha” (4:4). Cuando deseamos vernos unos a otros como inocentes, y reconocer nuestra unidad, Dios el Padre una vez más mira a Su Hijo y sonríe. Somos Su única creación y Su única dicha, y sólo cuando abandonamos los obstáculos del “pecado” y de la “culpa”, y nos perdonamos unos a otros, es cuando se ve la unidad, y la alegría del Padre se expresa en nosotros y a través de nosotros.





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