DESPERTAR AL AMOR

lunes, 15 de octubre de 2018

15 OCTUBRE: Que me olvide hoy del pasado de mi hermano.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS  


LECCIÓN 288


Que me olvide hoy del pasado de mi hermano.


1. Éste es el pensamiento que me conduce a Ti y me lleva a mi meta. 2No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano. 3Y para conocer mi Fuente, tengo primero que reconocer lo que Tú creaste uno conmigo. 4La mano de mi hermano es la que me conduce a Ti. 5Sus pecados están en el pasado junto con los míos, y me he salvado porque el pasado ya pasó. 6No permitas que lo siga abrigando en mi corazón, pues me desviaría del camino que me lleva a Ti. 7Mi hermano es mi salvador. 8No dejes que ataque al salvador que Tú me has dado. 9Por el contrarío, déjame honrar a aquel que lleva tu Nombre, para así poder recordar que es el mío también.

2. Perdóname hoy. 2Y sabrás que me has perdonado si contem­plas a tu hermano en la luz de la santidad. 3Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes ser más santo que él.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano” (1:2). La decisión a favor de Dios es la decisión de compartir. Al reconocer nuestra Identidad, Lo Que reconocemos es una Identidad compartida con todas las cosas vivientes. Ya que mi salvación está en despertar a esta Identidad compartida, es imposible llegar a Dios solo. El problema es la separación, por lo tanto la solución es la unidad.

“Sus pecados (de mis hermanos) están en el pasado junto con los míos, y me he salvado porque el pasado ya pasó” (1:5). Si el pasado ya pasó para mí, también pasó para todos. Si me aferro al pasado de mi hermano, a los resentimientos contra él, estoy negando mi propia salvación. “No permitas que lo siga abrigando en mi corazón, pues me desviaría del camino que me lleva a Ti” (1:6).

La lección enseña que “para conocer mi Fuente, tengo primero que reconocer lo que Tú creaste uno conmigo” (1:3). Dicho de otra manera, para apreciar totalmente mi propio origen en Dios, para conocer mi propia santidad y perfección, necesito ver que “esa persona horrible” y todos los demás fueron creados por Dios del mismo modo. “No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano” (1:2)

Todos tenemos personas que no podemos ver en el Cielo. Digamos que uno de los míos se llama Jorge. No puedo ver a Jorge como merecedor del Cielo. Quizá para mí si Jorge estuviera allí, ya no sería el Cielo. ¿Sabes a qué tipo de persona me refiero?

Bueno, “No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano” no significa que no puedo ir al Cielo hasta que Jorge lo haga. Significa que no puedo llegar al Cielo hasta que vea que Jorge es digno de estar allí. Es algo que está bajo mi control, no depende de lo que la otra persona piense. Debo ver a Jorge en mi mente como igual a mí. En mi mente debo ver su santidad, debo olvidar su pasado. Cuando puedo olvidar su pasado, puedo olvidar el mío propio.

Si me aferro al pasado en contra de mi hermano, me estoy aferrando al pasado en contra de mí mismo. No podemos vernos a nosotros mismos como mejores que nuestro hermano. No puedo ser más santo que él. Pero tampoco puedo ser menos santo que Jesús.

Lo que quiere decir es que tengo que estar dispuesto a compartir cualquier regalo de Dios.

Cuando honro a mi hermano como mi salvador, estoy reconociendo Quién es realmente y, por lo tanto, reconozco mi propia Identidad, compartida con él. Mis hermanos son mis salvadores, no en el sentido de que me dan algo que yo no tengo o algo que yo no puedo hacer, sino en el sentido de que al perdonarles, al perdonar su pasado, me recuerdo a mí mismo la verdad acerca de mí, la cual comparto con ellos. Me muestran mi propio juicio acerca de mí y me dan la oportunidad de abandonarlo. Cuando veo a mi hermano, me estoy viendo a mí mismo, y mi ternura y amabilidad hacia él, en el perdón, es el modo en que me doy estos regalos a mí mismo.

En el párrafo final, Jesús nos habla. Es importante reconocer que Él es el que habla:

Perdóname hoy. Y sabrás que me has perdonado si contemplas a tu hermano en la luz de la santidad. Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes ser más santo que él. (2:1-3)

He dicho que la manera en que veo a mi hermano es la manera en que me veo a mí mismo. En este párrafo Jesús deja muy claro que la manera en que veo a mi hermano es un reflejo de cómo Le veo a Él y de cómo veo a Dios. Y por eso mi perdón a un hermano es lo mismo que perdonar a Jesús y perdonar a Dios.

“Tú no puedes ser más santo que él (tu hermano)” (2:3). El límite que mentalmente le pongo a mi hermano, por la manera de verlo, es un límite que me estoy poniendo a mí mismo. Si le ato a su pasado, entonces yo estoy atado al pasado. Si le considero incapaz de entender, de aprender, incapaz de perfección, entonces yo me veo a mí mismo de esa manera. Nadie está fuera de la salvación. Si veo a un hermano como “él no encontrará a Dios en esta vida”, me estoy poniendo ese límite a mí mismo. Y en todos los casos ese límite es falso. “No hay grados de dificultad en los milagros” (T.1.I.1:1).

¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 8)

L.pII.7.4:2-3

Sin el perdón, tus sueños seguirán aterrorizándote. (4:2)

Nuestros sueños desaparecen cuando los perdonamos, lo que significa que vemos que lo que pensamos que se nos hizo nunca ocurrió (L.pII.1.1:1). No es que los acontecimientos no sucedieran, sino que nuestra interpretación de ellos (lo que pensamos que nos estaban haciendo, la percepción de ataque) fue incorrecta. Si no perdonamos, los sueños continuarán aterrorizándonos. El perdón significa ver que no hay nada que perdonar. Significa volver a interpretar el pasado y recordar sólo el amor que hubo allí, o la petición de amor, y negar la realidad de nuestra interpretación de ataque.

Puede que nos resistamos a esto. Podemos pensar que, por alguna razón, es importante que mantengamos nuestra interpretación de ofensa. Pero si lo hacemos, continuaremos sintiendo miedo. El pasado continuará repitiéndose en nuestro presente y en nuestro futuro. Finalmente todos llegaremos a darnos cuenta de que no queremos esto, y dejaremos que el pasado desaparezca. “Que me olvide hoy del pasado de mi hermano” (L.288).


Hasta que perdonemos el pasado y lo abandonemos, “el recuerdo de todo el Amor de tu Padre no podrá retornar a tu mente para proclamar que a los sueños les ha llegado su fin” (4:3). ¿Cómo podemos recordar el Amor de Dios mientras continuamos viéndonos a nosotros mismos como heridos? Nos preguntamos: “¿Habría permitido esto un Dios amoroso? ¿Quiero creer en la realidad del pecado o en el Amor de Dios? Desde dentro de nosotros el Espíritu Santo nos llama a dejar que el perdón descanse sobre todos nuestros sueños. Ése es el único modo de recobrar la cordura y la paz mental.





TEXTO 

VII. La roca de la salvación


1. No obstante, si el Espíritu Santo puede convertir cada senten­cia que te impusiste a ti mismo en una bendición, entonces no pudo haber sido un pecado. 2El pecado es lo único en todo el mundo que no puede cambiar. 3Es inmutable. 4Y de su inmutabi­lidad depende el mundo. 5La magia del mundo parece ocultar de los pecadores el dolor del pecado, y engañar con falsos destellos y con ardides. 6Mas todo el mundo sabe que el costo del pecado es la muerte. 7Y ciertamente lo es. 8Pues el pecado es una petición de muerte, un deseo de hacer que los cimientos de este mundo sean tan firmes como el amor, tan dignos de confianza como el Cielo y tan fuertes como Dios Mismo. 9Todo aquel que cree que es posible pecar mantiene al mundo excluido del amor. 10Y esto no cambiará. 11Sin embargo, ¿sería posible que lo que Dios no creó compartiese los atributos de Su creación, cuando se opone a ella desde cualquier punto de vista?

2. Es imposible que el deseo de morir del "pecador" sea tan fuerte como la Voluntad de Dios por la vida. 2Tampoco es posible que los cimientos de un mundo que Él no creó fuesen tan firmes y seguros como el Cielo. 3¿Cómo iba ser posible que el Cielo y el infierno fuesen lo mismo? 4¿Y cómo podría ser que lo que Su Voluntad no dispuso no se pudiese cambiar? 5¿Qué otra cosa aparte de Su Voluntad es inmutable? 6¿Y qué puede compartir sus atributos, excepto ella misma? 7¿Qué deseo puede alzarse contra Su Voluntad, y ser inmutable? 8Si pudieses darte cuenta de que lo único que es inmutable es la Voluntad de Dios, este curso no te resultaría difícil. 9No obstante, eso es precisamente lo que no crees. 10Sin embargo, no podrías creer nada más, sólo con que vieses lo que realmente es.

3. Volvamos a lo que anteriormente dijimos, y pensemos en ello más detenidamente. 2Debe ser, o bien que Dios está loco, o bien que este mundo es un manicomio. 3Ni uno solo de los Pensamien­tos de Dios tiene sentido en este mundo. 4Y nada de lo que el mundo acepta como cierto tiene sentido alguno en Su Mente. 5Lo que no tiene sentido ni significado es demente. 6lo que es demente no puede ser la verdad. 7Si una sola de las creencias que en tanta estima se tienen aquí fuese cierta, entonces todo Pensa­miento que Dios jamás haya tenido sería una ilusión. 8Pero si uno solo de Sus Pensamientos es cierto, entonces todas las creencias a las que el mundo otorga significado son falsas y absurdas. 9Ésta es la decisión que tienes ante ti. 10No trates de verla de otra manera ni de hacer de ella lo que no es. 11Pues lo único que puedes hacer es tomar esta decisión. 12El resto depende de Dios, no de ti.

4. Justificar uno solo de los valores que el mundo apoya es negar la cordura de tu Padre y la tuya. 2Pues Dios y Su Hijo bienamado no piensan de manera diferente. 3Y es esta concordancia en el pensamiento lo que hace que el Hijo sea un co-creador con la Mente cuyo Pensamiento lo creó a él. 4De modo que si elige creer en un solo pensamiento que se oponga a la verdad, habrá deci­dido que él no es el Hijo de su Padre porque el Hijo está loco, y la cordura tiene que ser algo ajeno al Padre y al Hijo. 5Esto es lo que crees. 6No pienses que esta creencia depende de la forma en que se manifieste. 7El que de alguna manera crea que el mundo es cuerdo, que algunas de las cosas que piensa están justificadas o que está sustentando por algún tipo de razón, cree que eso es cierto. 8El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. 9Este mundo no tiene sentido porque se basa en el pecado. 10¿Quién podría crear lo inmutable si ello no estuviese basado en la verdad?

5. El Espíritu Santo tiene el poder de transformar todos los cimientos del mundo que ves en algo distinto: en una base que no sea demente, sobre la que se puedan sentar los cimientos de una percepción sana y desde la que se puede percibir otro mundo: 2un mundo en el que nada se opone a lo que conduciría al Hijo de Dios a la cordura y a la felicidad, 3y en el que nada da testimonio de la muerte ni de la crueldad, de la separación o de las diferen­cias. 4Pues ahí todo se percibe como uno, y nadie tiene que perder para que otro gane.

6. Pon a prueba todas tus creencias a la luz de este único requisi­to, y entiende que todo lo que satisface esta única petición es digno de tu fe. 2Nada más lo es. 3Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe al otro como demente y sin sentido. 4El amor es la base de un mundo que los pecadores perciben como completamente demente, ya que creen que el camino que ellos siguen es el que conduce a la cordura. 5Mas el pecado es igual­mente demente a los ojos del amor, que dulcemente prefieren mirar más allá de la locura y descansar serenamente en la ver­dad. 6Tanto el amor como el pecado ven un mundo inmutable, de acuerdo a como cada uno define la inalterable y eterna verdad de lo que eres. 7Y cada uno refleja un punto de vista de lo que el Padre y el Hijo deben ser para que ese punto de vista sea signifi­cativo y cuerdo.

7. Tu función especial es aquella forma en particular que a ti te parece más significativa y sensata para demostrar el hecho de que Dios no es demente. 2El contenido es el mismo. 3La forma se adapta a tus necesidades particulares, y al tiempo y lugar concre­tos en los que crees encontrarte, y donde puedes ser liberado de dichos conceptos, así como de todo lo que crees que te limita. 4El Hijo de Dios no puede estar limitado por el tiempo, por el espa­cio ni por ninguna cosa que la Voluntad de Dios no haya dis­puesto. 5No obstante, si se cree que lo que Su Voluntad dispone es una locura, entonces la forma de cordura que la hace más aceptable para los que son dementes requiere una decisión espe­cial. 6Esta decisión no la pueden tomar los que son dementes, cuyo problema es que sus decisiones no son libres, ni las toman guiados por la razón a la luz del sentido común.

8. Sería ciertamente una locura poner la salvación en manos de los dementes. 2Pero puesto que Dios no está loco, ha designado a Uno tan cuerdo como Él para que le presente un mundo de mayor cordura a todo aquel que eligió la demencia como su sal­vación. 3A Él le es dado elegir la forma más apropiada para ayu­dar al demente: una que no ataque el mundo que éste ve, sino que se adentre en él calladamente y le muestre que está loco. 4El Espíritu Santo no hace sino señalarle otra alternativa, otro modo de contemplar lo que antes veía, que él reconoce como el mundo en el que vive, el cual creía entender.

9. Ahora él tiene que poner todo esto en tela de juicio, pues la forma de la alternativa es una que no puede negar, pasar por alto, ni dejar de percibir completamente. 2La función especial de cada uno está diseñada de modo que se perciba como algo factible, como algo que se desea cada vez más a medida que se le demues­tra que es una alternativa que realmente desea. 3Desde esta pers­pectiva, su pecaminosidad así como todo el pecado que ve en el mundo, tienen cada vez menos que ofrecerle. 4por fin llega a entender que todo ello le ha costado su cordura y que se inter­pone entre él y cualquier esperanza de volver a ser cuerdo. 5Puesto que tiene un papel especial en la liberación de todos sus hermanos, no se le deja sin la posibilidad de escapar de la locura. 6Sería tan inaudito que se le excluyese y se le dejase sin una fun­ción especial en la esperanza de paz, como lo sería que el Padre ignorara a Su Hijo y lo pasase de largo sin ningún miramiento.

10¿En qué otra cosa se puede confiar, sino en el Amor de Dios? 2¿Y dónde mora la cordura, sino en Él? 3Aquel que habla por Dios puede mostrarte esto en la alternativa que eligió especialmente para ti. 4La Voluntad de Dios es que recuerdes esto, y que pases así del más profundo desconsuelo al júbilo perfecto. 5Acepta la función que se te ha asignado en el plan de Dios para mostrarle a Su Hijo que el infierno y el Cielo son diferentes, no lo mismo. 6Pero en el Cielo son lo mismo, pues carecen de las diferencias que habrían hecho del Cielo un infierno y del infierno un cielo, si tal demencia hubiese sido posible.

11. La creencia de que es posible perder no es sino el reflejo de la premisa subyacente de que Dios está loco. 2Pues en este mundo parece que alguien tiene que perder porque otro ganó. 3Si esto fuese cierto, entonces Dios estaría loco. 4Mas ¿qué es esa creencia, sino una forma de la premisa más básica según la cual, "El pecado es real y es lo que rige al mundo"? 5Por cada pequeña ganancia que se obtenga alguien tiene que perder, y pagar el importe exacto con sangre y sufrimiento. 6Pues, de lo contrario, el mal triunfaría y la destrucción sería el costo total de cualquier ganancia. 7Tú que crees que Dios está loco, examina esto deteni­damente y comprende que, o bien Dios es demente o bien es esto lo que lo es, pero no ambos.

12. La salvación es el renacimiento de la idea de que nadie tiene que perder para que otro gane. 2todo el mundo tiene que ganar, si es que uno solo ha de ganar. 3Con esto queda restaurada la cordura. 4sobre esta única roca de verdad la fe puede descansar con perfecta confianza y en perfecta paz en la eterna cordura de Dios. 5La razón queda satisfecha, pues con esto todas las creen­cias dementes pueden ser corregidas. 6si esto es verdad, el pecado no puede sino ser imposible. 7Ésta es la roca sobre la que descansa la salvación, el punto estratégico desde el que el Espí­ritu Santo le confiere significado y dirección al plan en el que tu función especial tiene un papel que jugar. 8Pues aquí tu función especial se vuelve íntegra porque comparte la función de la tota­lidad.


13. Recuerda que toda tentación no es más que esto: la creencia descabellada de que la locura de Dios te devolvería la cordura y te daría lo que quisieses, y de que o tú o Dios tenéis que perder frente a la locura porque vuestros objetivos son irreconciliables. 2La muerte exige vida, pero la vida no cuesta nada. 3Nadie tiene que sufrir para que la Voluntad de Dios se haga. 4La salvación es Su Voluntad porque tú la compartes con Él. 5No es sólo para ti, sino para el Ser que es el Hijo de Dios. 6Éste no puede perder, pues si pudiese, ello supondría una pérdida para su Padre, y para Él la pérdida es imposible. 7Y esto es cuerdo porque es la verdad.




 



  

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