DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 24 de octubre de 2018

24 OCTUBRE: El perdón es el único regalo que doy.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 297


El perdón es el único regalo que doy.


1. El perdón es el único regalo que doy, ya que es el único regalo que deseo. 2Y todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy. 3Ésta es la sencilla fórmula de la salvación. 4Y yo, que quiero salvarme, la adoptaré, para regir mi vida por ella en un mundo que tiene necesidad de salvación y que se salvará al aceptar yo la Expiación para mí mismo.

2. Padre, ¡cuán certeros son Tus caminos; cuán seguro su desenlace final y cuán fielmente se ha trazado y logrado cada paso de mi salvación mediante Tu Gracia! 2Gracias a Ti por Tus eternos regalos, y gracias a Ti también por mi Identidad.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

¿Qué quiero tener? Sea lo que sea, darlo es el modo de tenerlo. Y cuanto más avanzo, más me doy cuenta de que “El perdón es el único regalo que… deseo” (1:1).

¿Qué puedo querer sino liberarme de la carga del juicio a mí mismo? ¿Qué puedo querer fuera de esto? Liberarme del juicio a mí mismo es reconocer mi perfección y que nada me falta, tal como Dios me creó. Es reconocer que nada de lo que he hecho, pensado o dicho, ha disminuido lo más mínimo mi valía y hermosura a la vista de Dios.

Si esto es lo que quiero, voy a darlo hoy, porque “Todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy” (1:2). Voy a extender este reconocimiento a todos con los que me encuentre hoy: que nada de lo que han hecho, pensado o dicho, ha disminuido lo más mínimo su valía y hermosura a mi vista.

Cada paso de mi salvación ya se ha dado (2:1). No se ha pasado nada por alto. No hay razón para estar inquieto o ansioso, preocupado acerca de si lo conseguiré o cuándo lo conseguiré. Lo conseguiré. Sí, lo haré. Eso es todo lo que necesito saber. Ya se ha logrado, y puedo hacer este viaje ilusorio (imaginario) en paz, sabiendo que en la realidad ya se ha acabado.


¿Qué es el mundo real? (Parte 7)

L.pII.8.4:1

El mundo real es el símbolo de que al sueño de pecado y culpabilidad le ha llegado su fin y de que el Hijo de Dios ha despertado. (L.pII.8.4:1)

El mundo que ve una mente que está en paz, que se ha perdonado a sí misma, es un símbolo. Un símbolo representa algo, no es la cosa en sí, pero es algo que lo indica hace que te lo imagines. ¿Qué representa el mundo real? Que “al sueño de pecado y culpabilidad le ha llegado su fin y de que el Hijo de Dios ha despertado” (4:1).

El mundo real es un símbolo que nos dice que nuestro sueño de pecado y culpa ya se ha terminado y que ya nos hemos despertado. Ver el mundo real es una señal para nosotros de que lo que la percepción ve es sólo un sueño, y de que hay una realidad superior más allá del sueño. Cuando no veamos nada que condenar, esa visión nos habla de una realidad superior. Cuando únicamente veamos seguridad, amor y dicha rodeándonos, sin ningún peligro que nos aceche por ningún sitio, esa percepción nos está comunicando que no somos este cuerpo y que la vida no tiene un final. Nos está diciendo que sólo el amor es real, y que el miedo no existe. Dentro de la ilusión de la percepción, estamos viendo algo que habla de una realidad eterna. Lo que vemos nos recuerda que no somos el sueño. Nuestra mente ya está despierta porque:

Dios sólo crea mentes despiertas. Él no duerme, y Sus creaciones no pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que Él no comparte con ellas. (L.167.8:1-2)

La mente sólo existe despierta, porque Dios la creó despierta. Lo que Él crea no puede estar dormido si Él no nos dio ese sueño. Tampoco podemos hacernos dormir a nosotros mismos. Por lo tanto, tenemos que estar despiertos ya. Esto es lo que el mundo real representa para nosotros. Dentro de la ilusión nos habla de nuestra realidad eterna. Dentro del mundo, la percepción de este símbolo es nuestro único propósito. Cualquier otro propósito pertenece a este mundo. Nuestro destino final está más allá de este mundo. Pero aunque es nuestro destino final, lo que está más allá de la percepción no es asunto nuestro ahora. Nuestra tarea está en el reino de la percepción: “La percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada” (T.3.III.1:2). “De lo que más necesidad tienes es de aprender a percibir, pues no entiendes nada” (T.11.VIII.3:5).

Estamos dedicados al proceso de permitir que nuestras percepciones sean corregidas, que es lo que hace el perdón. Cuando hagamos esto, veremos el mundo real con más claridad y con más frecuencia, hasta que sea todo lo que veamos. Y entonces nuestra tarea está hecha, y Dios me tenderá la mano y me llevará al hogar.

Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él. (L.60.1:4-6)





TEXTO 


VI. El Amigo que Dios te dio


1. Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa, o que vale la pena luchar por ella, te puede hacer daño y lo hará. 2No porque tenga el poder de hacerlo, sino únicamente porque has negado que no es más que una ilusión, y le has otor­gado realidad. 3Y así, es real para ti 4y no algo que no es nada. 5Y al percibirse como real se le abrieron las puertas al mundo de las ilusiones enfermizas. 6Toda creencia en el pecado, en el poder del ataque, en herir y hacer daño, en el sacrificio y en la muerte, ha llegado a ti de esa manera. 7Pues nadie puede otorgarle realidad a una sola ilusión y escaparse del resto. 8Pues ¿quién podría ele­gir quedarse sólo con aquellas ilusiones que prefiere y, al mismo tiempo, encontrar la seguridad que sólo la verdad puede confe­rir? 9¿Quién podría creer que todas las ilusiones son iguales y, al mismo tiempo, mantener que una de ellas es mejor que las demás?

2. No vivas tu mísera vida en soledad, con una ilusión como tu único amigo. 2Ésa no es una amistad digna del Hijo de Dios ni una que pueda satisfacerle. 3Dios le ha dado, por lo tanto, un Amigo mejor, Uno en Quien reside todo el poder de la tierra y del Cielo. 4Esa ilusión que tú consideras tu amigo te oculta la gracia y majestad de Aquél, e impide que le des la bienvenida con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón. 5Aparte de Él no tienes amigos. 6No busques otro amigo para que ocupe Su lugar. 7No hay ningún otro. 8Lo que Dios dispuso no tiene substi­tuto, pues, ¿qué ilusión podría reemplazar a la verdad?

3. El que mora con sombras está ciertamente solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios. 2¿Permitirías que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso fuese para tu Amigo, si te dieses cuenta de que si ese trono está vacío el tuyo estaría vacío y desocupado? 3No hagas de una ilusión tu amigo, pues si lo haces, ocupará el lugar de Aquel que Dios te dio para que fuese tu Amigo. 4Él es el único Amigo que en realidad tienes. 5Él te trae regalos que no son de este mundo, y sólo Aquel a Quien se le confiaron puede asegu­rarse de que tú los recibas. 6Él los depositará ante tu trono, cuando hagas sitio para Él en el Suyo.



VII. Las leyes de la curación


1. Éste es un curso de milagros. 2Como tal, las leyes de la cura­ción deben entenderse antes de que se pueda alcanzar el propó­sito del curso. 3Repasemos los principios que hemos estudiado, y organicémoslos a modo de resumen de lo que debe ocurrir para que sea posible la curación. 4Pues una vez que es posible no puede sino tener lugar.

2. Toda enfermedad tiene su origen en la separación. 2Cuando se niega la separación, la enfermedad desaparece. 3Pues desaparece tan pronto como la idea que la produjo es sanada y reemplazada por la cordura. 4Al pecado y a la enfermedad se les considera causa y consecuencia respectivamente, en una relación que se mantiene oculta de la conciencia a fin de mantenerla excluida de la luz de la razón.

3. La culpabilidad clama por castigo, y se le concede su petición. 2No en la realidad, sino en el mundo de ilusiones y sombras que se erige sobre el pecado. 3El Hijo de Dios percibió lo que quería ver porque la percepción es un deseo colmado. 4La percepción cambia, pues fue concebida para sustituir el conocimiento inmu­table. 5Mas la verdad no ha cambiado. 6La verdad no se puede percibir, sino sólo conocerse. 7Lo percibido adopta muchas for­mas, pero ninguna de ellas significa nada. 8Si se lleva ante la ver­dad, su falta de sentido resulta muy evidente. 9Pero si se mantiene oculto de la verdad, parece tener sentido y ser real.

4. Las leyes de la percepción son lo opuesto a la verdad, y lo que es cierto con respecto al conocimiento no lo es con respecto a nada que se encuentre aparte de él. 2Aun así, Dios ha dado Su respuesta al mundo de la enfermedad, la cual es aplicable por igual a cualquier clase de enfermedad. 3Aunque la respuesta de Dios es eterna, opera en el tiempo, pues ahí es donde se necesita. 4Pero como procede de Dios, las leyes del tiempo no afectan su eficacia. 5La respuesta de Dios se encuentra en este mundo, pero no forma parte de él. 6Es real, y mora donde la realidad no puede sino estar. 7Las ideas no abandonan su fuente, y sus efectos sólo dan la impresión de estar separados de ellas. 8Las ideas pertene­cen al ámbito de la mente. 9Lo que se proyecta y parece ser externo a la mente, no se encuentra afuera en absoluto, sino que es un efecto de lo que está adentro y no ha abandonado su fuente.

5. La respuesta de Dios está allí donde se encuentra la creencia en el pecado, pues sólo allí se pueden cancelar sus efectos com­pletamente y dejárseles sin causa. 2Las leyes de la percepción tie­nen que ser invertidas, pues son una inversión de las leyes de la verdad. 3Las leyes de la verdad son eternamente ciertas y no se pueden invertir. aNo obstante, se pueden percibir al revés. 4Y esto debe corregirse allí donde se encuentra la ilusión de que han sido invertidas.

6. Es imposible que una sola ilusión sea menos receptiva a la ver­dad que las demás. 2Pero es posible que a algunas se les otorgue más valor, y que haya más renuencia a entregárselas a la verdad a fin de recibir ayuda y curación. 3Ninguna ilusión tiene ni un solo ápice de verdad en ella. 4Sin embargo, parece que algunas son más verdaderas que otras, aunque es claro que eso no tiene nin­gún sentido. 5Lo único que una jerarquía de ilusiones puede mos­trar son preferencias, no la realidad. 6¿Qué tienen que ver las preferencias con la verdad? 7Las ilusiones son ilusiones, y son fal­sas. 8Tus preferencias no les otorgan realidad. 9Ninguna de ellas es verdad desde ningún punto de vista, y todas cederán con igual facilidad ante la respuesta que Dios dio para todas ellas. 10La Voluntad de Dios es una. 11Y cualquier deseo que parezca ir en contra de Su Voluntad, no tiene fundamento alguno en la verdad.

7. El pecado no es ni siquiera un error, pues va más allá de lo que se puede corregir al ámbito de lo imposible. 2Pero la creencia de que es real ha hecho que algunos errores parezcan estar por siempre más allá de toda esperanza de curación y ser la eterna justificación del infierno. 3Si esto fuese cierto, lo opuesto al Cielo se opondría a él y sería tan real como él. 4Y así, la Voluntad de Dios estaría dividida en dos, y toda la creación sujeta a las leyes de dos poderes contrarios, hasta que Dios llegase al límite de Su paciencia, dividiese el mundo en dos y se pusiese a Sí Mismo a cargo del ataque. 5De este modo Él habría perdido el juicio, al proclamar que el pecado ha usurpado Su realidad y ha hecho que Su Amor se rinda finalmente a los pies de la venganza. 6Ante una imagen tan demente sólo se puede esperar una defensa igual­mente demente, pero ésta no puede establecer que la imagen sea verdad.

8. Nada puede hacer que lo que no tiene sentido lo tenga. 2Y la verdad no necesita defensas para ser la verdad. 3Las ilusiones no tienen ni testigos ni efectos. 4El que las contempla no hace sino engañarse a sí mismo. 5Perdonar es la única función que se puede tener aquí, y su propósito es llevarle la dicha que este mundo niega a cada aspecto del Hijo de Dios allí donde parecía reinar el pecado. 6Tal vez no comprendas el papel que juega el perdón en el proceso de poner fin a la muerte y a todas las creencias que surgen de las brumas de la culpabilidad. 7Los pecados son creen­cias que tú interpones entre tu hermano y tú. 8Los pecados hacen que estés limitado al tiempo y al espacio, y te conceden un pequeño lugar a ti y otro a él. 9En tu percepción, esta separación está simbolizada por el cuerpo, que claramente está separado y es algo aparte. 10Lo que este símbolo representa, no obstante, es tu deseo de estar aparte y separado.


9. El perdón elimina lo que se interpone entre tu hermano y tú. 2El perdón es el deseo de estar unido a él y no separado. 3Lo llamamos "deseo" porque todavía concibe otras opciones, y aún no ha transcendido enteramente el mundo de las alternativas. 4Aún así, está en armonía con el estado celestial y no se opone a la Voluntad de Dios. 5aunque no llega a darte toda tu herencia, elimina los obstáculos que has interpuesto entre el Cielo donde te encuentras, y el reconocimiento de dónde estás y de lo que eres. 6Los hechos no cambian. 7Sin embargo, se pueden negar y así desconocerse, si bien se conocían antes de que fueran negados.













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