DESPERTAR AL AMOR

sábado, 7 de septiembre de 2019

7 SEPTIEMBRE: Que no vea ninguna limitación en mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

                                 
LECCIÓN 250


Que no vea ninguna limitación en mí.

1. Permítaseme contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. 2Y que no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que atacaría su soberanía.

2. Él es Tu Hijo, Padre mío. 2Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. 3Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo. 4Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

No hay nada que ver excepto a mí mismo. Si veo a aquellos a mi alrededor como limitados, me estoy viendo a mí mismo de esa manera, pues “tal como lo vea a él, me veré a mí mismo” (2:3). La lección no habla del tipo de no tener límites que se ofrece en los cursillos de autoayuda (“Puedo hacer cualquier cosa que mi mente se proponga hacer. Puedo lograr todos mis objetivos”), sino de las limitaciones que le ponemos a la santidad, a la bondad y al amor cuando contemplamos a otros o a nosotros mismos. ¿Veo hoy a mis hermanos como al glorioso Hijo de Dios? ¿O les veo con “su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad”? (1:2). ¿Veo “la santa luz” (1:2) brillando en todos a mi alrededor, o está oscurecida por la oscuridad que he proyectado sobre ellos? ¿Veo la soberanía del Hijo de Dios, o continúo atacando esa majestad al ver faltas donde no las hay?

Si soy honesto conmigo mismo, reconoceré que continuamente veo fallos en todos o casi todos con los que me encuentro. Nadie está a la altura del alto nivel que les pongo. Mi mente está continuamente comparándome a mí mismo con los demás y viendo fallos en mí mismo. La percepción de fallos es una: tal como me veo a mí mismo, veo a los demás; tal como veo a los demás, me veo a mí mismo. ¿Quizá el problema está en el que ve y no en lo que se ve?

Sin embargo, puedo elegir ver de otra manera: puedo elegir ver con la visión de Cristo. Puedo elegir ver luz, ver amor, ver dulzura. Que ésta sea mi elección hoy, Padre. Cuando me dé cuenta de que estoy percibiendo a Tu Hijo diferente a como Tú le creaste (a otros o a mí mismo), que reconozca estos pensamientos como ilusiones nacidas del miedo, y los lleve a Tu Amor. Hoy elijo vigilar mi mente en busca de estos restos de miedo y pedirle a Tu Espíritu que los aparte para mostrarme lo que han estado ocultando de mi vista (T.4.III.7:5).

Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él. (2:4)

¿Qué es el mundo? (Parte 10)

L.pII.3.5:3-5

No vamos a descansar o a darnos por satisfechos hasta que el perdón sea total y todo el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. Y además:

Y no intentemos cambiar nuestra función. Tenemos que salvar al mundo. (5:3-4)

¿Te has dado cuenta de lo a menudo que el Curso habla de nuestra función o nuestro propósito? La palabra “propósito” aparece 666 veces en el Curso, la palabra “función” aparece 460 veces. Por supuesto algunas de ellas se refieren a otras cosas, como la función del Espíritu Santo, pero la mayoría de ellas se refieren a nuestra función.

Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo que esto y aquí. (L.61.5:3-5)

No hay otro motivo para estar en este mundo, excepto ser su luz. No hay otro motivo para vivir sobre la tierra, excepto salvar al mundo y llevarle el perdón a todas las mentes. Al cumplir mi función, encuentro mi felicidad: “Mi función y mi felicidad son una” (L.66). Al cumplir mi función, descubro la luz dentro de mí mismo: “Sólo aceptando mi función podré ver la luz en mí” (L.81.3:2). Cumplir nuestra función es una parte esencial y la clave del programa del Curso para nuestra iluminación.

¿Por qué “intentar cambiar” nuestra función? ¿Cuáles son las maneras en que intento hacerlo? Intentamos cambiar nuestra función cuando intentamos encontrar otro propósito para vivir en este mundo, ya sea una profesión, familia, placer, poder, o cualquier cosa que sea “de” este mundo. Y lo hacemos en un intento demente de hacer de este mundo un sustituto de Dios, de hacer que la ilusión sea real y así confirmar nuestra identidad como un ego. “Tenemos que salvar al mundo” (5:4). Ésta es nuestra única función, éste es el único propósito del mundo y el mío. “El único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios” (T.24.VI.4:1).

Esto no significa que todo el mundo deba entrar en una “profesión de sanar” reconocida, aunque algunos de nosotros podemos hacerlo sin duda. (El Manual dice que sólo unos pocos son llamados a cambiar las circunstancias de su vida de inmediato, ver el Capítulo 9 del Manual). Lo que significa es que debemos aprender a convertir cada profesión en una profesión sanadora (“La Expiación… es la profesión natural de los Hijos de Dios”, T.1.III.1:10). Como dice Marianne Williamson cada profesión puede ser un frente para una iglesia. Nuestra tarea más importante es la sanación de nuestra mente y de nuestra actitud, especialmente en nuestras relaciones, justo donde estamos.

Nuestra función es contemplar el mundo a través de los ojos de Cristo (5:5). Nosotros hicimos el mundo. Lo hicimos para morir. Es nuestra responsabilidad devolverlo a la vida eterna (5:5).



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