DESPERTAR AL AMOR

lunes, 14 de octubre de 2019

14 OCTUBRE: Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 287


Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.


1. ¿Adónde querría ir sino al Cielo? 2¿Qué podría sustituir a la felicidad? 3¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? 4¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? 5¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?

2. Tú eres mi meta, Padre mío. 2¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? 3¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? 4¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las sustituciones fútiles de la verdad? 5Tú eres mi única meta. 6Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. 7¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección es muy elevada. Es algo que diría una persona que ya vive en el Mundo Real, una oración del corazón de Cristo dentro de mí. Son los pensamientos del corazón de Cristo, expresados en palabras, es el modo de pensar que busco escuchar todo el tiempo. Y por eso es verdad para mí, puedo decir estas palabras con honestidad, aunque sé que a menudo escucho al ego, que persigue cualquier meta menos a Dios.

Si siento que no puedo decir con honestidad: “Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú”, entonces que mire con honestidad y sin miedo a las otras metas que todavía valoro. Que me pregunte a mí mismo: “¿Qué podría sustituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios?” (1:2-3). Está claro que cualquier otra meta es una locura. Cualquier meta que me distraiga de la paz de Dios no es digna de mí.

Si tengo otra meta, no puedo decir: “Sólo Tú”, entonces lo que deseo es ir a otro lugar distinto del Cielo, estoy buscando un sustituto de la felicidad, estoy buscando algo que creo que es preferible a la paz de Dios, estoy buscando encontrar y conservar algo que creo que es mejor que mi propia Identidad, estoy eligiendo vivir con miedo en lugar de con amor.

Es así de sencillo.

En el Curso Jesús me asegura que no tengo por qué sentir vergüenza de reconocer estas cosas acerca de mí. Reconocer mis falsas metas es el comienzo de la sabiduría. Todo lo que necesito es reconocer lo que estoy haciendo, qué otras metas estoy eligiendo, y el poder de todas esas cosas desaparecerá. Fingir amar sólo a Dios mientras que secretamente tenemos otras metas es una garantía segura de fracaso y de infelicidad. El reconocimiento honesto de esas otras metas, y de mi responsabilidad por elegirlas, es el camino seguro a la liberación de ellas.


¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 7)

L.pII.7.4:1

Desde el conocimiento, donde Dios lo ubicó, el Espíritu Santo te exhorta a dejar que el perdón repose sobre tus sueños para que puedas recobrar la cordura y la paz interior. L.pII.7.4:1

Dios puso al Espíritu Santo en el conocimiento. El conocimiento no es un lugar sino un estado, un estado de saber. El Espíritu Santo conoce la verdad, conoce la realidad, conoce nuestro Ser real, Lo Que somos y Quién somos. Por una parte, está firmemente unido a Dios, al conocimiento y a la realidad. Desde ese lugar de conocimiento nos llama dentro de nuestros sueños. Por otra parte, está firmemente unido a nosotros. Es consciente de nuestros sueños, de lo que pensamos que somos, sabiendo lo que realmente somos. Está perfectamente preparado para sacarnos de nuestros sueños y llevarnos a la verdad de la completa cordura.

Si escuchamos, podemos oírle llamándonos. Podemos darnos cuenta de algo dentro de nosotros que nos impulsa a “dejar que el perdón repose sobre nuestros sueños”. Si estamos haciendo los ejercicios, la disciplina de la práctica del Libro de Ejercicios nos está enseñando a escuchar esa Voz, a responder a ese impulso interno. Poco a poco nos hacemos cada vez más conscientes de las veces en que estamos soñando, poco a poco nos hacemos conscientes de que estamos soñando la mayor parte del tiempo. Podemos dejar que el perdón descanse sobre nuestros sueños al llevárselos al Espíritu Santo y pedirle que Su percepción sustituya a nuestros sueños. Éste es el camino a la cordura, éste es el camino a la paz mental.


En el Capítulo 5, el primer capítulo del Texto que nos presenta ampliamente al Espíritu Santo y Su lugar en nuestro regreso a Dios, a menudo se Le nombra como “la Llamada”: “la Llamada a la Expiación”, “la Llamada a regresar”, “la Llamada a la dicha”, “la Llamada a despertar y ser feliz” y “la Llamada a Dios”. Esta Llamada es algo dentro de nuestra propia mente. Algo que nos acerca al hogar; si estás leyendo este Curso, has sentido esa Llamada y respondido a Ella. Podemos separarnos de esa Llamada y apartarla de nuestra consciencia, o podemos voluntariamente dirigir nuestra atención a Ella y escuchar. Siempre nos llama al perdón, tanto a perdonar como a aceptar el perdón. Su propósito es el final de la culpa. Siempre nos habla de inocencia. Siempre busca que nos alejemos del camino del miedo y vayamos al camino del amor. Si Le dedicamos toda nuestra atención, Él nos guiará al hogar con total seguridad. Él conoce el camino.







TEXTO

VI. Tu función especial


1. La gracia de Dios descansa dulcemente sobre los ojos que per­donan, y todo lo que éstos contemplan le habla de Dios al especta­dor. 2Él no ve maldad, ni nada que temer en el mundo o nadie que sea diferente de él. 3Y de la misma manera en que ama a otros con amor y con dulzura, así se contempla a sí mismo. 4Él no se condenaría a sí mismo por sus propios errores tal como tam­poco condenaría a otro. 5No es un árbitro de venganzas ni un castigador de pecadores. 6La dulzura de su mirada descansa sobre sí mismo con toda la ternura que les ofrece a los demás. 7Pues sólo quiere curar y bendecir. 8Y puesto que actúa en armo­nía con la Voluntad de Dios, tiene el poder de curar y bendecir a todos los que contempla con la gracia de Dios en su mirada.

2. Los ojos se acostumbran a la oscuridad, y la luz de un día soleado les resulta dolorosa a los ojos aclimatados desde hace mucho a la tenue penumbra que se percibe durante el crepús­culo. 2Dichos ojos esquivan la luz del sol y la claridad que ésta le brinda a todo lo que contemplan. 3La penumbra parece mejor: más fácil de ver y de reconocer. 4De alguna manera lo vago y lo sombrío parece ser más fácil de contemplar y menos doloroso para los ojos que lo que es completamente claro e inequívoco. 5Éste, no obstante, no es el propósito de los ojos, y ¿quién puede decir que prefiere la oscuridad y al mismo tiempo afirmar que desea ver?

3. Tu deseo de ver hace que la gracia de Dios descienda sobre tus ojos, trayendo consigo el regalo de luz que hace que la visión sea posible. 2¿Quieres realmente contemplar a tu hermano? 3A Dios le complacería que lo hicieses. 4No es Su Voluntad que no reco­nozcas a tu salvador. 5Tampoco es Su Voluntad que tu salvador no desempeñe la función que Él le encomendó. 6No dejes que se siga sintiendo solo por más tiempo, pues los que se sienten solos son aquellos que no ven ninguna función en el mundo que ellos puedan desempeñar, ningún lugar en el que se les necesite, ni ningún objetivo que sólo ellos puedan alcanzar perfectamente.

4. Ésta es la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que tú hiciste para sanar en vez de para hacer daño. 2A cada cual Él le asigna una función especial en la salvación que sólo él puede desempeñar, un papel exclusivamente para él. 3Y el plan no se habrá llevado a término hasta que cada cual descubra su función especial y desempeñe el papel que se le asignó para completarse a sí mismo en un mundo donde rige la incompleción.

5. Aquí, donde las leyes de Dios no rigen de forma perfecta, él todavía puede hacer una cosa perfectamente y llevar a cabo una elección perfecta. 2Y por este acto de lealtad especial hacia uno que percibe como diferente de sí mismo, se da cuenta de que el regalo se le otorgó a él mismo y, por lo tanto, de que ambos tienen que ser necesariamente uno. 3El perdón es la única función que tiene sentido en el tiempo. 4Es el medio del que el Espíritu Santo se vale para transformar el especialismo de modo que de pecado pase a ser salvación. 5El perdón es para todos. 6Mas sólo es com­pleto cuando descansa sobre todos, y toda función que este mundo tenga se completa con él. 7Entonces el tiempo cesa. 8No obstante, mientras se esté en el tiempo, es mucho lo que todavía queda por hacer. 9Y cada uno tiene que hacer lo que se le asignó, pues todo el plan depende de su papel. 10Cada uno tiene un papel especial en el tiempo, pues eso fue lo que eligió, y, al elegirlo, hizo que fuese así para él. 11No se le negó su deseo, sino que se modi­ficó la forma del mismo, de manera que redundase en beneficio de su hermano y de él, y se convirtiese de ese modo en un medio para salvar en vez de para llevar a la perdición.

6. La salvación no es más que un recordatorio de que este mundo no es tu hogar. 2No se te imponen sus leyes, ni sus valores son los tuyos. 3Y nada de lo que crees ver en él se encuentra realmente ahí. 4Esto se ve y se entiende a medida que cada cual desempeña su papel en el des-hacimiento del mundo, tal como desempeñó un papel en su fabricación. 5Cada cual dispone de los medios para ambas posibilidades, tal como siempre dispuso de ellos. 6Dios dispuso que el especialismo que Su Hijo eligió para hacerse daño a sí mismo fuese igualmente el medio para su salvación desde el preciso instante en que tomó esa decisión. 7Su pecado especial pasó a ser su gracia especial. 8Su odio especial se convir­tió en su amor especial.


7. El Espíritu Santo necesita que desempeñes tu función especial, de modo que la Suya pueda consumarse. 2No pienses que no tienes un valor especial aquí. 3Tú lo quisiste, y se te concedió. 4Todo lo que has hecho se puede utilizar, fácil y provechosa­mente, a favor de la salvación. 5El Hijo de Dios no puede tomar ninguna decisión que el Espíritu Santo no pueda emplear a su favor, en vez de contra él. 6Sólo en la oscuridad parece ser un ataque tu deseo de ser especial. 7En la luz, lo ves como la función especial que te corresponde desempeñar en el plan para salvar al Hijo de Dios de todo ataque y hacerle entender que está a salvo, tal como siempre lo estuvo y lo seguirá estando, tanto en el tiempo como en la eternidad. 8Ésta es la función que se te enco­mendó con respecto a tu hermano. 9Acéptala dulcemente de la mano de tu hermano, y deja que la salvación se consume perfec­tamente en ti. 10Haz sólo esto y todo se te dará.








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