DESPERTAR AL AMOR

domingo, 6 de octubre de 2019

6 OCTUBRE: La libertad de la creación garantiza la mía.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 279


La libertad de la creación garantiza la mía.


1. Se me ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo. 2Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan 3Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar. 4Ahora él es libre. 5¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?

2. Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. 2Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. 3¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste?




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Debido a que la creación es libre, yo soy libre. Debido a que nadie está aprisionado, yo no estoy aprisionado. “Ahora él es libre” (1:4). La libertad está aquí y ahora. La libertad no está en el futuro.

Cuando reconozco la libertad que les pertenece a todos, encuentro la mía propia. Al dar, yo recibo. Al amar, soy amado. Al sanar, soy sanado. Al reconocer la existencia de la perfección total, siento que yo formo parte de esa perfección y soy más consciente de ella cuando reconozco al Cristo en mis hermanos.

La lección de ayer era lo contrario de ésta: “Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre”. Cuando aceptamos la aparente prisión en la que estamos, estamos diciendo que Dios está aprisionado. Si no veo escapatoria, entonces Dios tampoco la tiene. Aquí de nuevo se ve claro que:

Tal como veo a mi hermano, así me veo a mí mismo. Tal como me veo a mí mismo, así veo a Dios.

La sencillez de esta lección es sorprendente. Todo viene a lo mismo.

¿Por qué algunas personas tienen miedo de Dios? ¿Por qué la idea, incluso la palabra, les asusta? Es porque ven a Dios como se ven a sí mismos, siempre es así. Si me veo a mí mismo amenazador, así veo a Dios. Si me veo a mí mismo débil e incompetente, así veo a Dios. Huyo de mis propios ídolos, no de la Verdad.

Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan. (1:2)

Podemos entender que podemos estar perfectamente libres, libres en casa en la cama, y en nuestro sueño soñar con la prisión. Eso describe exactamente nuestra experiencia en este mundo. Ya somos libres, pero estamos soñando que estamos aprisionados. Para el Curso, la salvación es volverse consciente de estar soñando, y que la libertad que pensamos que nos falta ya es nuestra. Nos damos cuenta de ello al reconocerlo en otros.

¿Por qué estamos aparentemente aprisionados? ¿En qué consisten nuestras cadenas? ¿No son cadenas de culpa? “El Espíritu Santo sabe que la salvación es escapar de la culpabilidad” (T.14.III.13:4). Ver a mi hermano libre es verle sin culpa; en otras palabras, perdonarle. Así es como se escapa de la culpa: cuando me doy cuenta de que la creación está libre de culpa, que todo el mundo es inocente, y reconozco que yo también. Funciona así porque lo que veo como el mundo es una proyección de mi propio juicio acerca de mí mismo. “El mundo que ves no es sino un juicio con respecto a ti mismo” (T.20.III.5:2). Al quitarlos juicios y la culpa del mundo, la estoy quitando de mí mismo porque lo que veo es sólo un reflejo de cómo me veo a mí mismo.

La libertad de la creación garantiza la mía.


¿Qué es el Cristo? (Parte 9)

L.pII.6.6:1-2

Cuando vemos “esta santa faz” (5:1), el rostro de Cristo, en todos y por todas partes, estamos viendo a toda la creación completamente inocente, libre de culpa. Según el Curso, esta “percepción verdadera” no durará mucho porque es simplemente “el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcanzado” (5:1). El rostro de Cristo es el símbolo del fin del tiempo para el aprendizaje porque lo que estamos aprendiendo es que no tenemos culpa y que la creación de Dios, Su Hijo, está libre de culpa. Por eso, cuando vemos el rostro de Cristo, el aprendizaje ha logrado su objetivo. ¡Es el momento de la graduación!

Si creemos que tenemos un propósito en este mundo, tendemos a pensar que es algo grande en el tiempo. Como un amigo mío del sur, baptista, solía decir: “Pensamos que estamos aquí para hacer maravillas y comer pepinos”. (Nunca supe que quería decir con la última parte, pero aclara lo tonto de nuestros otros objetivos). Pero el Curso nos dice que nuestra única función aquí es aprender a perdonar. No estamos aquí para arreglar el mundo sino para perdonarlo. No estamos aquí para ser un sanador grande y famoso. No estamos aquí para fundar un gran centro de enseñanzas espirituales. Nuestro objetivo y nuestra función no tienen nada que ver con este mundo. “Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad” (T.14.V.3:5). Ése es el único objetivo de nuestro aprendizaje. Es ver el rostro de Cristo.

Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. (5:2)

En toda nuestra búsqueda, ¡busquemos sólo eso! Si empiezo un nuevo trabajo, ¿cuál es mi objetivo? Buscar el rostro de Cristo, negar la culpa en todas sus formas. Si comienzo una nueva relación, ¿cuál es mi objetivo? Ver el rostro de Cristo, escapar de la culpa al no ver culpa en mi hermano. Si empiezo un nuevo proyecto bajo la dirección del Espíritu Santo, ¿para qué sirve? Para ver el rostro de Cristo, para eliminar la culpa de todas las mentes con las que me encuentre. Éste es mi único propósito en todo lo que hago. Y únicamente al aceptar ésta como “la única función que quiero desempeñar” (T.20.IV.8:4) encontraré mi felicidad.






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