DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 13 de mayo de 2020

13 MAYO: No le daré valor a lo que no lo tiene.

 
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS



LECCION 133


No le daré valor a lo que no lo tiene.



1. En el proceso de enseñanza a veces es beneficioso, especial­mente después de haber pasado revista a lo que aparenta ser teórico y estar más allá del alcance de lo que el estudiante ha aprendido, volver de nuevo a las cuestiones prácticas. 2Esto es lo que vamos a hacer hoy. 3No vamos a hablar de ideas sublimes de alcance mundial, sino que simplemente nos vamos a ocupar de los beneficios que te aguardan a ti.

2. No pides demasiado de la vida, al contrario, pides demasiado poco. 2Cuando dejas que tu mente se ocupe de asuntos corporales, de las cosas que compras y de lo que es eminente de acuerdo con los valores del mundo, estás invitando al pesar, no a la felicidad. 3Este curso no pretende despojarte de lo poco que tienes. 4Tampoco trata de sustituir las satisfacciones que el mundo ofrece por ideas utópicas. 5En el mundo no se puede hallar ninguna satisfac­ción.

3. Hoy vamos a hacer una lista de los verdaderos criterios con los que poner a prueba todas las cosas que crees desear. 2A menos que éstas satisfagan estos válidos requisitos, no vale la pena desearlas en absoluto, pues lo único que harían sería reemplazar, a aquello que es más valioso. 3Tú no puedes establecer las leyes que gobier­nan el mecanismo de elección, ni tampoco puedes establecer las alternativas entre las que elegir. 4Pero sí puedes elegir; de hecho, tienes que hacerlo. 5Mas es aconsejable que aprendas cuáles son las leyes que pones en marcha cuando eliges y cuáles son las alter­nativas entre las que eliges.

4. Hemos subrayado ya que sólo hay dos alternativas entre las que elegir, aunque parezca haber muchas. 2La gama ya ha sido establecida, y no es algo que podamos cambiar. 3No sería justo para contigo que el número de alternativas fuese ilimitado, y que tu decisión final se demorara hasta que las hubieses considerado a todas en el tiempo, en vez de llevársete directamente al punto donde sólo puede llevarse a cabo una elección.

5. Otra ley benévola, relacionada con esto, es que no hay transi­gencia posible con respecto a lo que tu elección te ha de brindar. 2Lo que elijas no puede aportarte solamente parte de sus resulta­dos, pues en esto no hay términos medios. 3Cada elección que llevas a cabo o bien te aporta todo o bien no te aporta nada. 4Por lo tanto, si aprendes los criterios mediante los cuales puedes dis­tinguir entre lo que es todo y lo que no es nada, elegirás la mejor alternativa.

6. En primer lugar, si eliges algo que no ha de durar para siem­pre, lo que estas eligiendo carece de valor. 2Un valor temporal no tiene valor alguno. 3El tiempo jamás puede anular ningún valor real. 4Lo que se marchita y perece jamás existió, y no tiene nada que ofrecerle al que lo elige. 5Éste se ha dejado engañar por algo que no es nada, pero que se ha manifestado en una forma que él cree que le gusta.

7. En segundo lugar, si eliges quitarle algo a alguien, te quedas sin nada: 2Esto se debe a que cuando le niegas a alguien su dere­cho a todo, te lo niegas a ti mismo. 3No reconocerás, por lo tanto, las cosas que realmente posees, y negarás que estén ahí. 4El que trata de apropiarse de algo se ha dejado engañar por la ilusión de que puede ganar mediante la pérdida de otro. 5Las pérdidas, sin embargo; sólo pueden ocasionar más pérdidas. aEso es todo.

8. El siguiente criterio que debe examinarse es aquel sobre el que se basan los demás. 2¿Por qué razón tiene valor para ti lo que eliges?, 3¿Qué es  lo que hace que tu mente se sienta atraída por ello? 4¿Qué propósito tiene? 5En esto es en lo que es más fácil caer en el engaño. 6Pues el ego no reconoce lo que quiere. 7Ni siguiera dice la verdad tal como la percibe, ya que necesita el halo del que se vale para proteger sus objetivos del deslustre y del enmoheci­miento a fin de que tú puedas ver cuán "inocente" es él.

9. Mas su camuflaje no es más qué un fino velo, que sólo podría engañar a los que les place ser engañados. 2Sus objetivos son obvios para todo aquel que se toma la molestia de examinarlos. 3En esto el engaño es doble, pues el que se ha dejado engañar no sólo no se dará cuenta de que simplemente no ha ganado nada, 4sino que además creerá haber apoyado las metas secretas del ego.

10. Sin embargo, a pesar de que trata de mantener dicho halo claramente dentro de su campo visual, no puede dejar de percibir el deslustre de sus bordes y el enmohecimiento de su médula. 2Sus inconsecuentes errores le parecen pecados porque ve el deslustre como si fuese el suyo propio, y el enmohecimiento como un signo de su profunda bajeza. 3Todo aquel que todavía desea conservar las metas del ego y protegerlas como si fueran las suyas propias, no comete errores de acuerdo con los dictados de su guía. 4Este guía le enseña que lo que es un error es creer que los pecados son tan sólo errores, pues, de ser así, ¿quién pagarla por sus pecados? 

11. Y con esto llegamos al criterio de elección más difícil de creer porque, si bien es evidente, se halla oculto bajo muchas capas de oscuridad. 2Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad con respecto a lo que has elegido, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas. 3Y de este modo, no te das cuenta de que sólo hay dos, y la alternativa que crees haber elegido parece temible y demasiado peligrosa para ser la nada que realmente es.

12. Todas las cosas o bien son valiosas o bien no tienen ningún valor; o bien son dignas de que se las procure o bien indignas de ello; son también completamente deseables o bien no merecen que se lleve a cabo el más mínimo esfuerzo por conseguirlas. 2Esto es lo que hace que elegir sea fácil. 3La complejidad no es sino una cortina de humo que oculta el simple hecho de que tomar decisiones no es algo difícil. 4¿Qué ganas tú con aprender esto?. 5Ganas mucho más que simplemente poder tomar decisiones con facili­dad y sin dolor.

13. Al Cielo se llega con las manos vacías y las mentes abiertas, las cuales llegan a él sin nada a fin de encontrarlo todo y reivindicarlo como propio. 2Hoy intentaremos alcanzar este estado, dejando a un lado el auto-engaño y estando sinceramente dispuestos a darle valor únicamente a lo que en verdad es valioso y real. 3Nuestras dos sesiones de práctica largas, de quince minutos cada una, deben comenzar con lo siguiente:

4No le daré valor a lo que no lo tiene y solo iré en pos de lo que es valioso, pues eso es lo único que deseo encontrar.

14.   Recibe entonces lo que le espera a todo aquel que trata de lle­gar sin lastres hasta las puertas del Cielo, las cuales se abren de par en par con su llegada. 2Si notas que empiezas a sobrecargarte con fardos innecesarios, o si crees que tienes ante ti decisiones difíciles¡ responde de inmediato con este simple pensamiento:



3No le daré valor a lo que no lo tiene, pues lo que tiene valor me pertenece.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Vaciar nuestras manos de todas las cosas que valoramos en este mundo y alcanzar el estado del Cielo.

Más largo: 2 veces, durante quince minutos.
Repite: “No le daré valor a lo que no lo tiene y solo iré en pos de lo que es valioso, pues eso es lo único que deseo encontrar”. Luego intenta encontrar lo que es verdaderamente valioso dentro de ti. Mantén en la mente un deseo honesto de no engañarte a ti mismo acerca de lo que es valioso. Niégate a engañarte a ti mismo al creer que las cosas de este mundo pueden darte felicidad verdadera y duradera. En lugar de eso, intenta valorar sólo lo eterno, en tus hermanos y en ti mismo. Vacía tus manos de los tesoros de este mundo. Abre tu mente y abandona sus ataduras habituales. En este estado abierto y vacío, vete hasta la puerta del Cielo dentro de ti, y se abrirá de par en par, ofreciéndote el regalo de todo.

Respuesta a la tentación: Cada vez que te sientas sobrecargado o que te enfrentes a una decisión difícil.
De inmediato responde repitiendo: “No le daré valor a lo que no lo tiene, pues lo que tiene valor me pertenece”. Esto te recordará que ninguna decisión puede ser difícil, porque eliges entre lo infinitamente valioso y lo que no tiene ningún valor.

Comentario

Las leyes que gobiernan la elección son dos:
  • Sólo hay dos alternativas: todo o nada. 
  • No hay tratos, no hay entremedias.

Los criterios para juzgar lo que merece desearse son:
  • ¿Durará para siempre? (Si no dura, no es nada.)
  • ¿Es una elección en la que nadie pierde? (Si alguien pierde, tú te quedas sin nada.) 
  • ¿Está el propósito libre de las metas del ego? (Si no está libre de ego, hay un trato.) 
  • ¿Está la elección libre de toda culpa? (Si no, las alternativas están confusas.)

¡Éstas son reglas muy estrictas! Son claras, pero no se aprenden fácilmente. Por ejemplo, ¿cómo podemos saber si las metas del ego se están metiendo por medio? “En esto es en lo que es más fácil caer en el engaño” (8:5). El ego se disfraza de inocencia. Sin embargo, la lección afirma que el camuflaje del ego es sólo “un fino velo, que sólo podría engañar a los que les place ser engañados” (9:1). “Sus objetivos son obvios para todo aquel que se toma la molestia de examinarlos” (9:2). Únicamente tenemos que querer mirar y el detector del ego es muy sencillo: la culpa. “Si sientes el más mínimo vestigio de culpabilidad con respecto a lo que has elegido, es que has permitido que los objetivos del ego nublen las verdaderas alternativas” (11:2).

Si aplico estos criterios de elección a las decisiones de mi vida, mi vida cambiará radicalmente. El primer criterio rechaza absolutamente cualquier objetivo que suponga algo material, incluyendo cuerpos y relaciones humanas habituales. ¿Durará para siempre? ¿Qué durará para siempre? ¿Qué dura para siempre en este mundo? Únicamente el amor. Y no todo lo que llamamos amor dura para siempre; todos nos lo hemos demostrado a nosotros mismos, en todas las formas, o lo hemos visto a nuestro alrededor. A propósito, la frase del Curso es: si no dura, no era amor:

“Si ha habido desilusión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, pues el odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor” (T.16:IV.4:3-4).

Pero hay un amor que no es de este mundo, una luz que no podemos encontrar en el mundo pero que podemos dar al mundo (ver T.13.VI.11:1-2).

Como Stephen Levine ha escrito: no podemos poseer al amor, pero podemos ser poseídos por él. Y eso es lo que aquí se dice.

Podemos pensar que la mayoría de nuestras elecciones no son tan monumentales como todo esto. Pero todas son la misma elección. En cada momento estamos eligiendo entregarnos al amor, que el amor tome el control y nos use, o estamos eligiendo apartarnos de él, en el miedo. Elegir el amor es la única elección sin culpa.

No es complicado. “La complejidad no es sino una cortina de humo que oculta el simple hecho de que tomar decisiones no es algo difícil” (12:3).Es la decisión: “Que yo sea amor en esta situación, y nada más”. No, no sabemos cómo hacerlo. Por eso es por lo que tenemos que venir “con las manos vacías y las mentes abiertas” (13:1).Sin aferrarnos a nada, sin estar sobrecargados con cosas de menos valor (14:1). Y sin ninguna idea acerca de lo que significa el amor, con mentes abiertas. En palabras de un poema de la poetisa cristiana Amy Carmichael:

Ama a través de mí, Amor de Dios.
Hazme tu aire claro,
A través del cual, sin obstáculos, los colores pasan
Como si no estuviera allí.






TEXTO



III. El miedo a la redención



1.  Tal vez te preguntes por qué es tan crucial que observes tu odio y te des cuenta de su magnitud. 2Puede que también pienses que al Espíritu Santo le sería muy fácil mostrártelo desvanecerlo, sin que tú tuvieses necesidad de traerlo a la conciencia. 3Hay, no obs­tante, un obstáculo adicional que has interpuesto entre la Expia­ción y tú. 4Hemos dicho que nadie toleraría el miedo si lo reconociese. 5Pero en tu trastornado estado mental no le tienes miedo al miedo. 6No te gusta, pero tu deseo de atacar no es lo que realmente te asusta. 7Tu hostilidad no te perturba seriamente. 8La mantienes oculta porque tienes aún más miedo de lo que encubre. 9Podrías examinar incluso la piedra angular más tenebrosa del ego sin miedo si no creyeses que, sin el ego, encontrarías dentro de ti algo de lo que todavía tienes más miedo. 10No es de la crucifi­xión de lo que realmente tienes miedo. 11Lo que verdaderamente te aterra es la redención.

2. Bajo los tenebrosos cimientos del ego yace el recuerdo de Dios, y de eso es de lo que realmente tienes miedo. 2Pues este recuerdo te restituiría instantáneamente al lugar donde te corresponde estar, del cual te has querido marchar. 3El miedo al ataque no es nada en comparación con el miedo que le tienes al amor. 4Estarías dispuesto incluso a examinar tu salvaje deseo de dar muerte al Hijo de Dios, si pensases que eso te podría salvar del amor. 5Pues éste deseo causó la separación, y lo has protegido porque no quie­res que ésta cese. 6Te das cuenta de que al despejar la tenebrosa nube que lo oculta el amor por tu Padre te impulsaría a contestar Su llamada y a llegar al Cielo de un salto. 7Crees que el ataque es la salvación porque el ataque impide que eso ocurra. 8Pues subya­cente a los cimientos del ego, y mucho más fuerte de lo que éste jamás pueda ser, se encuentra tu intenso y ardiente amor por Dios, y el Suyo por ti. 9Esto es lo que realmente quieres ocultar.

3. Honestamente, ¿no te es más difícil decir "te quiero” que "te odio"? 2Asocias el amor con la debilidad y el odio con la fuerza, y te parece que tu verdadero poder es realmente tu debilidad. 3Pues no podrías dejar de responder jubilosamente a la llamada del amor si la oyeses, y el mundo que creíste haber construido desaparecería. 4El Espíritu Santo, pues, parece estar atacando tu fuerza, ya que tú prefieres excluir a Dios. aMas Su Voluntad no es ser excluido.

4. Has construido todo tu demente sistema de pensamiento por­que crees que estarías desamparado en Presencia de Dios, y quie­res salvarte de Su Amor porque crees que éste te aniquilaría. 2Tienes miedo de que pueda alejarte completamente de ti mismo y empequeñecerte porque crees que la magnificencia radica en el desafío y la grandeza en el ataque. 3Crees haber construido un mundo que Dios quiere destruir, y que amando a Dios -y cierta­mente lo amas- desecharías ese mundo, lo cual es, sin duda, lo que harías. 4Te has valido del mundo, por lo tanto, para encubrir tu amor, y cuanto más profundamente te adentras en los tenebro­sos cimientos del ego, más te acercas al Amor que yace allí oculto. 5eso es lo que realmente te asusta.

5. Puedes aceptar la demencia porque es obra tuya, pero no pue­des aceptar el amor porque no fuiste tú quien lo creó. 2Prefieres ser un esclavo de la crucifixión que un Hijo de Dios redimido. 3Tu muerte individual, parece más valiosa qué tu unicidad viviente, pues lo que se te ha dado no te parece tan valioso como lo que tú has fabricado. 4Tienes más miedo de Dios que del ego, y el amor no puede entrar donde no se le da la bienvenida. 5Pero el odio sí que puede, pues entra por su propia voluntad sin que le importe la tuya.

6. Tienes que mirar de frente a tus ilusiones y no seguir ocultán­dolas, pues no descansan sobre sus propios cimientos. 2Aparenta ser así cuando están ocultas, y, por lo tanto, parecen ser autóno­mas. 3Ésta es la ilusión fundamental sobre la que descansan todas las demás. 4Pues debajo de ellas, y soterrada mientras las ilusiones se sigan ocultando, se encuentra la mente amorosa que creyó haberlas engendrado con ira. 5el dolor de esta mente es tan obvio cuando se pone al descubierto, que la necesidad que tiene de ser sanada es innegable. 6Todos los trucos y estratagemas que le ofreces no pueden sanarla, pues en eso radica la verdadera crucifixión del Hijo de Dios.

7. Sin embargo, no se le puede realmente crucificar. 2En este hecho radica tanto su dolor como su curación, pues la visión del Espíritu Santo es misericordiosa y Su remedio no se hace esperar: 3No ocultes el sufrimiento de Su vista, sino llévalo gustosamente ante Él. 4Deposita ante Su eterna cordura todo tu dolor, y deja que Él te cure. 5No permitas que ningún vestigio de dolor perma­nezca oculto de Su Luz, y escudriña tu mente con gran minucio­sidad en busca de cualquier pensamiento que tengas miedo de revelar. 6Pues Él sanará cada pensamiento insignificante que hayas conservado con el propósito de herirte a ti mismo, lo expurgará de su pequeñez y lo restituirá a la grandeza de Dios.

8. Bajo la grandiosidad que en tanta estima tienes se encuentra la petición de ayuda que verdaderamente estás haciendo. 2Le pides amor a tu Padre, tal como Él te pide que regreses a Él. 3Lo único que deseas hacer en ese lugar que has encubierto es unirte al Padre, en amoroso recuerdo de Él. 4Encontrarás ese lugar donde mora la verdad a medida que lo veas en tus hermanos, que si bien pueden engañarse a sí mismos, anhelan, al igual que tú, la grandeza que se encuentra en ellos. 5al percibirla le darás la bienvenida y dispondrás de ella, 6pues la grandeza es el derecho del Hijo de Dios y no hay ilusión que pueda satisfacerle o impedirle ser lo que él es. 7Lo único que es real es su amor, y lo único que puede satisfacerle es su realidad.

9. Sálvale de sus ilusiones para que puedas aceptar la magnifi­cencia de tu Padre jubilosamente y en paz. 2Mas no excluyas a nadie de tu amor, o, de lo contrario, estarás ocultando un tene­broso lugar de tu mente donde se le niega la bienvenida al Espí­ritu Santo. 3Y de este modo te excluirás a ti mismo de Su poder sanador, pues al no ofrecer amor total no podrás sanar completa­mente. 4La curación tiene que ser tan completa como el miedo, pues el amor no puede entrar allí donde hay un solo ápice de dolor que malogre su bienvenida. 

10. Tú que prefieres la separación a la cordura no puedes hacer que ésta tenga lugar en tu mente recta. 2Estabas en paz hasta que pediste un favor especial. 3Dios no te lo concedió, pues lo que pedías era algo ajeno a Él, y tú no podías pedirle eso a un Padre que realmente amase a Su Hijo. 4Por lo tanto, hiciste de Él un padre no amoroso al exigir de Él lo que sólo un padre no amo­roso podía dar. 5Y la paz del Hijo de Dios quedó destruida, pues ya no podía entender a su Padre. 6Tuvo miedo de lo que había hecho, pero tuvo todavía más miedo de su verdadero Padre, al haber atacado su gloriosa igualdad con Él.

11. Cuando estaba en paz no necesitaba nada ni pedía nada. 2Cuando se declaró en guerra lo exigió todo y no encontró nada. 3¿De qué otra manera podía haber respondido la dulzura del amor a sus exigencias, sino partiendo en paz y retornando al Padre? 4Si el Hijo no deseaba permanecer en paz, no podía per­manecer aquí en absoluto. 5Una mente tenebrosa no puede vivir en la luz, y tiene que buscar un lugar tenebroso donde poder creer que allí es donde se encuentra aunque realmente no sea así. 6Dios no permitió que esto ocurriese. 7Tú, no obstante, exigiste que ocu­rriese, y, por consiguiente, creíste que ocurrió.

12. "Singularizar" es "aislar" y, por lo tanto, causar soledad. 2Dios no te hizo eso. 3¿Cómo iba a poder excluirte de Sí Mismo, sabiendo que tu paz reside en Su Unicidad? 4Lo único que te negó fue tu petición de dolor, pues el sufrimiento no forma parte de Su creación. 5Habiéndote otorgado la capacidad de crear, no podía quitártela. 6Lo único que pudo hacer fue contestar a tu petición demente con una respuesta cuerda que residiese contigo en tu demencia. 7Él ciertamente hizo eso. 8No es posible oír Su res­puesta sin renunciar a la demencia. 9Su respuesta es el punto de referencia que se encuentra más allá de las ilusiones, desde el cual puedes contemplarlas y ver que son dementes. 10Basta con que busques ese lugar y lo encontrarás, pues el Amor reside en ti y te conducirá hasta él.




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