DESPERTAR AL AMOR

domingo, 24 de mayo de 2020

24 MAYO: CUARTO REPASO. Repaso de las lecciones 127 y 128

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS



LECCION 144

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(127) No hay otro amor que el de Dios.
(128) En el mundo que veo no hay nada que yo desee.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

¿Por qué la idea central del repaso, de que “mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”, “es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo” (L.r.IV.In.3:5)? Significa que no hay nada en mi mente que sea contrario a los pensamientos de Dios, las cosas que veo dentro de mí que no son semejantes a Dios, o que son no amorosas, son percepciones falsas de mí mismo. Significa que no hay nada en la realidad que pueda impedirme la compleción como Hijo de Dios. Los enemigos y obstáculos que parecen interponerse en el camino (especialmente los que parecen ser parte de mí) no son reales, y no tienen substancia.

Si no hay más amor que el de Dios, y mi mente alberga sólo lo que pienso con Él, entonces el vacío que a veces siento dentro de mí, la falta de amor, el anhelo por un amor completamente satisfactorio que no falla nunca y que siempre está ahí, algo con lo que puedo contar en cada situación, será satisfecho. Pensar que estoy buscando amor en este mundo es simplemente un error. El amor que estoy buscando está dentro de mí, justo en mi propia mente. No busco nada en este mundo, aunque a veces parece que sí. Estoy buscando algo que ya tengo, pero que he negado. Y el modo de encontrarlo es dándolo. Ser amor.

El amor no es algo que pueda poseer. El amor es algo que puede poseerme, y en esa posesión está la satisfacción. El intento de ganar amor, de poseerlo y de acapararlo me hace sufrir. Mi alegría puedo encontrarla dando amor, compartiéndolo, bendiciendo al mundo con él. Reconocer que mi mente alberga sólo este amor, y darlo al mundo, es todo lo que quiero. Esto, y sólo esto, me dará felicidad.

Las palabras “el mundo que veo no me ofrece nada que yo desee” podrían decirse con desesperación. El pensamiento detrás de ellas podría ser “Nada aquí es lo bastante bueno para mí. Nada aquí me satisface, y por lo tanto nunca estaré satisfecho”. O, pueden decirse estas palabras con alegría. Si estoy conduciendo un coche flamante, justo de la clase que más me gusta, equipado con todos los accesorios que siempre he deseado, y paso junto a un desguace de coches, puedo pasar junto a él y decir “ese desguace no me ofrece nada que yo desee”. Mis deseos están satisfechos.

Si no hay más amor que el de Dios, y Él se ha dado a Sí Mismo, Su Pensamiento, a mi mente, puedo mirar con serenidad al mundo y darme cuenta de que en él no hay nada que se pueda comparar con lo que yo ya tengo. Tengo en mi corazón un pozo de amor sin fin. Nunca me puede faltar amor. Yo soy ese mismo amor, y veo ese mismo amor en cada ser a mi alrededor, brotando de la misma Fuente.

El amor está a mi alrededor y dentro de mí, sólo con que yo quiera verlo. Que hoy busque el Amor de Dios en todo lo que veo, y que me alegre cada vez que lo encuentre. Que lo reconozca en cada sonrisa. Que lo dé en cada oportunidad que se me presente. Que aliente cada chispa de amor en otros y en mí mismo. En esto está la salvación. Ésta es mi función y mi felicidad. Y está garantizado, porque mi mente alberga sólo los Pensamientos amorosos de Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario