DESPERTAR AL AMOR

sábado, 23 de mayo de 2020

23 MAYO: CUARTO REPASO. Repaso de las lecciones 125 y 126

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS


LECCION 143

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.


(125) En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.
(126) Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. 



Instrucciones para la práctica

Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

El Pensamiento de Dios crea. Fuimos creados cuando Dios pensó en nosotros, Su Mente se extendió hacia fuera y lo que estaba en Su Mente se extendió y se convirtió en nuestra mente. Hablar del pensamiento central: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”, dice la Introducción al repaso, “Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él” (L.rIV.In.2:4).

Por lo tanto, nuestra mente tiene que ser como la Suya, creando como Él al extender nuestros pensamientos hacia fuera. Somos los Pensamientos de Dios, y Sus Pensamientos tienen Su naturaleza:

“De la misma manera en que el Pensamiento creador de Dios procede de Él hacia ti, así tu pensamiento creador no puede sino proceder de ti hacia tus creaciones. Sólo de esta manera puede extenderse todo poder creativo. Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas. Él creó a la Filiación y tú la expandes. Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador. Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres”. (T.7.I.2:3-9)

Tal como recibimos la Palabra de Dios hoy, así tenemos que darla. Si la recibimos, la daremos, porque lo que recibimos es un pensamiento de compartir. Fuimos creados mediante este compartir pensamientos, este extender el Ser de Dios; compartir o darnos nosotros mismos es nuestra herencia, la esencia de lo que somos. En el primer pensamiento que repasamos hoy está la palabra “recibo”. En el segundo pensamiento está la palabra “doy”.

Aceptar o recordar lo que somos significa darnos cuenta de que somos seres que extienden, que dan, que comparten. Creados por el Amor somos amor. Por esta razón el Curso da tanta importancia a aceptar nuestra función de salvadores del mundo; al aceptarla, estamos aceptando nuestro Ser tal como Dios nos creó. Simplemente estamos ocupando nuestro lugar en el proceso creativo, eligiendo no poner más obstáculos a la extensión de amor desde Dios a nosotros, y de nosotros al mundo.

“Crear es amar. El amor se extiende hacia afuera simplemente porque no puede ser contenido”. (T.7.I.3:3-4)

En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios, que es la afirmación de Su Amor a todas Sus creaciones. Abro mi mente para reconocer ese Amor, recibiéndolo para mí. Y luego me ofrezco para dar tal como he recibido, sabiendo que al darlo a mis hermanos, estoy dando ese Amor a mí mismo. Darlo es recibirlo. Con mis palabras, mis pensamientos, mis expresiones y mis actitudes comunico a todos a mi alrededor la Palabra que he recibido: “Tú, también, eres amado. Tú, también eres amoroso. Tú, también, eres la expresión y el canal del Amor de Dios”.

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