DESPERTAR AL AMOR

sábado, 9 de mayo de 2020

9 MAYO: Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 129

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.



1. Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practica­mos, ayer. 2No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. 3No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebo­sante de alegría y capaz de ofrecerte paz. 4¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?

2. Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. 2Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. 3El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. 4Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. 5En él no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor. 6Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.

3. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eterna­mente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sen­tido? 2¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? 3Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las pala­bras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.

4. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, per­manece ilimitada por toda la eternidad. 2Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. 3El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. 4Su conocimiento es directo, perfectamente compar­tido y perfectamente uno. 5¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! 6Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!

5. Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. 2Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. 3He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimieda­des que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. 4No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. 5Valóralas, y te parece­rán reales.

6. Ésas son tus opciones. 2¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? 3Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! 4Deja que se te conceda hoy. 5Ese mundo espera tan solo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.

7. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.
2Comienza con lo siguiente:            

                        
3Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
4Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.

5Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa os­curidad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola.

8. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. 2He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. 3Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. 4Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. 5Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.

9. Ahora comprendemos que es imposible perder. 2Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. 3Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:

4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
5Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Tener un día de gracia en el que ves el mundo que realmente quieres ver. Por medio de esto te darás cuenta de que abandonar el mundo que no quieres no es abandonar nada para ganar todo.

Más largo: 3 veces (mañana noche y otra entre medias), durante diez minutos.
Empieza repitiendo: “Más allá de este mundo hay un mundo que deseo. Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee”. Intenta decir estas frases de todo corazón. Están intentando inspirarte un verdadero deseo de sustituir este mundo por el mundo real, y la elección auténtica que procede de este deseo. Siente el deseo. Haz la elección. Luego cierra los ojos, observa y espera con confianza tener una experiencia de la verdadera visión, un atisbo del mundo real. Esta práctica es muy parecida a la de la Lección 75. Puedes leer los párrafos 6-8 de aquella lección. La principal diferencia en esta lección es que estamos buscando una experiencia de la visión con los ojos cerrados (en lugar de con los ojos abiertos). Estamos buscando ver una luz del significado y la santidad que nuestros ojos no pueden ver, únicamente puede verlos nuestra mente. Mientras estás sentado, observas y esperas, siente tu deseo de ver un mundo de significado que es totalmente inofensivo, pacífico, bondadoso, y amoroso, sin una pizca de dolor o pérdida. Puedes repetir la idea de vez en cuando, para renovar tu concentración y apartar de tu mente todos los pensamientos que puedan distraerte.

Recordatorios frecuentes: Uno cada hora, durante un momento.
Limpia tu mente y concéntrate en estas frases: “El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee. Más allá de este mundo hay un mundo que deseo”. Haz que esta repetición sea una confirmación de la elección que has hecho en las sesiones más largas de práctica: la elección de sustituir este mundo por el mundo real.

Comentario

¡El Curso tiene los pies tan en el suelo a veces! “No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene ningún valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión” (1:2). ¡Qué cierto es! La afirmación de que “el mundo no tiene ningún valor” es muy rotunda, no hay mucha discusión posible acerca de lo que significa. Y tengo que confesar que, después de diez años de estudiar el Curso y, con el paso del tiempo, aunque estoy de acuerdo con sus ideas, todavía encuentro ese planteamiento un poco opuesto. Casi me puedo oír a mí mismo contestando: “Um… yo no lo diría exactamente así”. Porque todavía hay algo en mí que quiere encontrar algún valor aquí, algo que merezca la pena, algo que merezca conservarse y por lo que luchar.

Sin embargo, el Curso no pone la importancia en que “renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte paz” (1:3). Bueno, eso no es tan mal negocio, ¿verdad?

Empieza a tener muy buen aspecto si echamos una mirada al mundo al que estamos intentando aferrarnos: “despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente” (2:3). Acontecimientos como el del atentado contra un edificio del gobierno en 1995, y la furia rabiosa contra el terrorista, son testimonio de ello. Se pensó que el terrorista se estaba “vengando” de las acciones del gobierno contra David Koresh Waco, y luego la gente se quería vengar del terrorista. Las muchas guerras producidas por diferencias de raza, de religión, o étnicas, son ciclos de venganza que han estado repitiéndose durante siglos. Así es el mundo. “En él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor. Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin” (2:5-6). Quizá ésa es la parte más cruel acerca de este mundo. Incluso cuando encuentras amor, no puede durar.

Así pues, ¿no preferirías encontrar un mundo donde es imposible perder algo? ¿Dónde la venganza no tiene sentido? (3:1). ¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? (3:2). Aquí habla de lo que el Curso llama “el mundo real”; y la siguiente frase “desde allí te trasladarás a donde las palabras son completamente inútiles” (3:3) habla del Cielo, una existencia en la eternidad que no tiene ninguna relación con lo físico.

¿De qué habla cuando se refiere a “todas las cosas que realmente anhelas”? Si son cosas que no tienen fin y que no cambian con el paso del tiempo, no pueden ser cosas físicas, ciertamente no se trata de cuerpos. Está hablando del Amor Mismo, está hablando de nuestro Ser que es espíritu, y que compartimos con todo el mundo. Estamos aquí para encontrar lo que no cambia en medio del cambio, y para aprender a valorar lo que no cambia y renunciar a lo que cambia.

Cuando elegimos lo que no cambia, y valoramos el mundo real del espíritu en lugar de lo que cambia y se deteriora, estamos muy cerca del Cielo, y nos prepara para él. Soltar nuestro apego al mundo facilita la transición al Cielo.

Apegarse al mundo trae pérdida. Cuando intentas apegarte a lo perecedero, te condenas a ti mismo al sufrimiento. Como vimos en el comentario de ayer, el Budismo ha enseñado una lección muy parecida desde hace mucho tiempo.

Hacer los ejercicios de la práctica de hoy tiene un efecto notable. Cuando digo: “El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee. Más allá de este mundo hay un mundo que deseo” (9:4-5), me doy cuenta de todas las ataduras a las cosas de este mundo que todavía tengo, me doy cuenta de que es muy borrosa la idea que tengo de lo que “realmente quiero” que está más allá de este mundo. Y por eso traigo esas ataduras y esa idea borrosa al Espíritu Santo, y Le pido que me ayude en esto. Sé que Él lo hará.



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