DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 24 de junio de 2020

24 JUNIO: QUINTO REPASO. Repaso de las lecciones 159 y 160


AUDIOLIBRO





EJERCICIOS

LECCIÓN 175

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



1. (159) Doy los milagros que he recibido.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (160) Yo estoy en mi hogar.

2El miedo es el que es el extraño aquí. 3Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dedicar más tiempo y esfuerzo a practicar, para que puedas acelerar el paso en tu viaje a Dios. Reconocer la verdad de la idea central (“Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo”). Hacer de este repaso un regalo a Jesús, y un tiempo en el que compartes con Él una experiencia nueva y sin embargo antigua.

La oración: Usa la oración de los párrafos 2 y 3 para dedicar el repaso a Dios. Le pides a Dios que dirija tus prácticas y que te llame de vuelta cuando te retrasas en tus prácticas, para que puedas progresar más rápido por el camino que te lleva a Él.

El pensamiento central: El centro del repaso es esta idea (“Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo”). El propósito de este repaso es llevarnos a un lugar donde entendemos y experimentamos esta idea de verdad. Y el propósito de las ideas que se repasan es apoyar la idea central, sacar diferentes aspectos de ella, y hacerla “más significativa, más personal y verdadera” (L.rV.In.4:2). Por lo tanto, haz que esta idea domine cada uno de estos diez días del repaso. Empieza y termina el día con ella, empieza y termina cada periodo de práctica, y envuelve con ella cada repetición de las ideas del repaso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Pasa un rato repitiendo el pensamiento central (“Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo”). Y las dos ideas del repaso. Envuelve cada idea del repaso con el pensamiento central. Usa las ideas del repaso para que iluminen algún aspecto del pensamiento central y hazlo más significativo para ti.
Luego entra en lo que llamamos “meditación de la mente abierta”. Mantén tu mente quieta y silenciosa, sin palabras. Las palabras son como señales indicadoras: señalan al significado; pero ahora estás buscando la experiencia directa del significado, y para esto las palabras se interponen. En este vacío de palabras, simplemente espera con “silenciosa expectación” (L.94.4:1) la experiencia de lo que nos hablan las palabras, la experiencia de nuestro verdadero Ser. Toda tu atención está esperando en “tranquila expectación” (L.157.4:3). Tu mente está en reposo, sin embargo también preparada. Toda tu consciencia está esperando que surja la comprensión y se extienda. Concéntrate en esto sin palabras. Sin embargo, cuando tu mente se distraiga, lo que sucederá de vez en cuando, repite el pensamiento central para recordarte a ti mismo lo que estás esperando: la experiencia de tu propio Ser; y luego vuelve a tu espera sin palabras.
Termina repitiendo el pensamiento central una vez más.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto (más corto si las circunstancias no lo permiten).
Sugerencia: Repite las dos ideas del repaso, rodeando cada una de ellas con el pensamiento central. Luego dale gracias a Dios por Sus regalos en la hora anterior, y pídele Su dirección para la hora que comienza. Termina con el pensamiento central.

Comentario

Párrafo 7 de la Introducción al Quinto Repaso:

¿Sabes qué?, por el modo en que Jesús habla en la primera frase, ¡parece que es algo que él ha experimentado más de una vez! “Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más” (7:1). Ciertamente me gustaría pensar que ha habido más que él, sería descorazonador si él fuera el único hasta ahora. Hoy, pienso que probablemente ha habido más de los que nos damos cuenta que han llegado al final del viaje con él. A veces me pregunto por qué parece que hay tan pocos en este mundo que parecen “haberlo logrado”, pero si pienso en ello, me parece que ¡“este mundo” es el último lugar en el que probablemente podemos encontrar a tales personas! Estoy contento de que Jesús, al menos, ha decido quedarse por aquí y ser “un salvador… con aquellos a quienes enseña” (6:5). ((A decir verdad, el Curso da a entender que hay otros también, ver los dos primeros párrafos de la Sección 26 del Manual para el Maestro: “¿Es posible llegar a Dios directamente?”)

Levanta el ánimo la idea de que cuando en alguna circunstancia yo aprendo el “camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor” (7:2), Jesús se “renueva”. Por supuesto, eso es cierto acerca de todos nosotros, cada uno de nosotros se renueva cuando un hermano aprende el camino de liberarse de todo dolor y aflicción. Todos a los que tocamos con un milagro nos enriquecen cuando lo reciben. Cuando alguien comparte la explicación de un milagro en su vida, se renueva todo el que lo escucha, eso es lo que hace que el compartir sea tan reconfortante. Mi propio camino con Dios se fortalece cada vez que me doy cuenta de que algo que yo he dicho ha ayudado a alguien. El Curso a menudo dice que aquellos a quienes ayudamos, nos ayudan, así es como aprendemos a recordar lo que somos.

Que hoy recuerde que cada vez que vuelvo mi mente a la luz dentro de mí, y Le busco, Cristo renace. Así es como tiene lugar el Segundo Advenimiento (ver L.pII.9.3:2, “¿Qué es el Segundo Advenimiento?”). Cuando todos hayamos dado a Cristo nuestra mente por completo, el Segundo Advenimiento se habrá completado. Cada vez que vuelvo mi mente a la luz dentro de mí, lo acerco más. Cada vez que hoy recuerdo “Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”, adelanto ese día. Cada vez que elijo dar los milagros que he recibido, cada vez que recuerdo que mi Ser, y no el miedo, está en el hogar en mí, Cristo renace en el mundo.

Nadie ha sido olvidado. Me encanta la frase de Marianne Williamson: “Dios no ha perdido tu expediente”. Me gusta imaginar el ajetreo y bullicio de “la oficina celestial”, con todo tipo de seres trabajando para mi bien, todos desconocidos para mí. Dejando pequeñas pistas para que yo las encuentre. Planeando que me encuentre con la persona adecuada, encuentre los libros adecuados, y tenga las experiencias por las que necesito pasar.

Pero todo esto necesita mi colaboración. La última frase parece contradictoria, afirmando que Jesús necesita mi ayuda para conducirme de regreso a donde la jornada comenzó. Pero tiene sentido, pues como el Curso dice todo el tiempo, lo único importante es mi pequeña dosis de buena voluntad. Él me lleva, él no me obliga. Mi ayuda consiste en estar dispuesto a seguirle, parándome de vez en cuando para escuchar sus instrucciones. Y mi ayuda consiste en hacer la práctica que él me dice que haga.

¡Me doy cuenta de que él me está llevando hacia atrás! A donde empezó el viaje, para que yo pueda “llevar a cabo otra elección” (7:5). Todo su trabajo conmigo es hacerme regresar al momento en que tomé una decisión equivocada, para que ahora pueda tomar una decisión diferente. No hay nada que no se pueda cambiar. Incluso la decisión que empezó esta pesadilla puede deshacerse, y será deshecha, y ha sido deshecha. Él nos está guiando “en (nuestros) primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la separación (nos) hizo descender” (T.28.III.1:2). Cada decisión equivocada que le permito que deshaga hoy, es otro paso en la escalera de ascenso a la memoria de mi estado original, a la memoria del hecho de que “Dios es sólo Amor y, por tanto, eso es lo que soy yo”.

Damos los milagros que hemos recibido, y cuando lo hacemos, recordamos que ya estamos en el hogar, y que el miedo es el extraño.




TEXTO

VIII. La única relación real



1. El instante santo no es un sustitutivo de tu necesidad de aprender, pues el Espíritu Santo no puede dejar de ser tu Maestro hasta que el instante santo se haya extendido mucho más allá del tiempo. 2fin de llevar a cabo Su tarea docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en este mundo para tu libera­ción. 3Tiene que aprovechar cualquier señal o indicación de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. 4No se demora en utilizar cualquier cosa que le ofrezcas en favor de eso. 5Su interés por ti y el cuidado que te profesa son ilimitados. 6En vista del miedo que tienes del perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe que el perdón libera, Él te ense­ñará a recordar que el perdón no conlleva ninguna clase de pér­dida, sino que, por el contrario, es tu salvación. 7Y te enseñará asimismo que perdonando completamente, es decir, reconociendo que no hay nada que necesite ser perdonado, quedas completa­mente absuelto.

2. Escúchale gustosamente, y aprende de Él que no tienes necesi­dad de relaciones especiales en absoluto. 2Lo único que buscas en ellas es aquello que desechaste. 3Y a través de ellas nunca podrás aprender el valor de lo que descartaste, lo cual, sin embargo, sigues anhelando con todo tu corazón: 4Unámonos para hacer que el instante santo sea lo único que hay, al desear que sea lo único que hay. 5El Hijo de Dios tiene tanta necesidad de que estés dispuesto a tratar de lograr esto, que es imposible concebir una necesidad mayor. 6Contempla la única necesidad que Dios y Su Hijo comparten, y que quieren satisfacer juntos. 7No estás solo en esto. 8La voluntad de tus creaciones te llama para que compartas tu voluntad con ellas. 9Por lo tanto, dale la espalda a la culpabilidad en paz y dirígete hacia Dios y hacia tus creaciones.

3. Relaciónate únicamente con lo que nunca te abandonará y con lo que nunca podrías abandonar. 2La soledad del Hijo de Dios es la soledad de su Padre. 3No rechaces la conciencia de tu comple­ción, ni procures restituírtela tú mismo. 4No tengas miedo de poner la redención en manos del Amor de tu Redentor. 5Él no te fallará, pues viene de parte de Uno que no puede fallar. 6Acepta tu sensación de fracaso como una simple equivocación con res­pecto a quién eres. 7Pues el santo anfitrión de Dios se encuentra más allá de todo fracaso, y nada que su voluntad disponga puede ser negado. 8Estás eternamente en una relación tan santa, que invoca a todo el mundo a escaparse de la soledad y a unirse a ti en tu amor. 9Y todo el mundo tiene que buscar el lugar donde estás y encontrarte allí.

4. Piensa en esto por un instante: Dios te dio la Filiación para asegurar tu perfecta creación. 2Ése fue Su regalo, pues tal como Él no se negó a darse a Sí Mismo a ti, tampoco se negó darte Su creación. 3Todo lo que jamás fue creado es tuyo. 4Tu única rela­ción es la relación que tienes con todo el universo. 5Y ese universo, al ser de Dios, está mucho más allá de la mísera suma de todos los cuerpos separados que percibes. 6Pues todas las partes del universo están unidas en Dios a través de Cristo, donde se vuelven semejantes a su Padre. 7Cristo sabe que Él no está sepa­rado de Su Padre, Quien constituye Su única relación, en la que Él da tal como Su Padre le da a Él.


5. El Espíritu Santo es el intento de Dios de liberarte de lo que Él no entiende. 2Y por razón del Origen del intento, éste no puede fracasar. 3El Espíritu Santo te pide que respondas tal como Dios lo hace, pues quiere enseñarte lo que tú no entiendes. 4Dios respon­derá a toda necesidad, sea cual fuere la forma en que ésta se manifieste. 5El Espíritu Santo, por consiguiente, mantiene este canal abierto para recibir la comunicación de Dios a ti y la tuya a Él. 6Dios no entiende tu problema de comunicación, pues Él no lo comparte contigo. 7Tú eres el único que cree que es comprensible. 9EI Espíritu Santo sabe que no lo es, y, sin embargo, lo entiende porque tú lo inventaste.

6.  La conciencia de lo que Dios no puede saber y de lo que tú no entiendes reside únicamente en el Espíritu Santo. 2Su santa fun­ción consiste en aceptar ambas cosas y, al eliminar de ellas todo elemento de desacuerdo, unirlas en una sola. 3Él hará eso porque ésa es Su función. 4Deja, por lo tanto, lo que a ti te parece imposi­ble en manos de Aquel que sabe que sí es posible, toda vez que esa es la Voluntad de Dios. 5Y permite que Aquel cuyas enseñan­zas son sólo en favor de Dios te enseñe el único significado de las relaciones. 6Pues Dios creó la única relación que tiene significado, y esa relación es la relación que Él tiene contigo.







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