DESPERTAR AL AMOR

viernes, 5 de junio de 2020

5 JUNIO: Camino con Dios en perfecta santidad.

AUDIOLIBRO 



 

EJERCICIOS


LECCION 156

Camino con Dios en perfecta santidad.


1. La idea de hoy no hace sino expresar la simple verdad que hace que el pensamiento de pecado sea imposible. 2Esta idea nos asegura que la culpabilidad no tiene causa, y que, por lo tanto, no existe. 3Es la consecuencia lógica de la idea fundamental que tan a menudo se menciona en el texto, la cual reza así: las ideas no abandonan su fuente. 4Si esto es verdad, ¿cómo ibas a poder estar separado de Dios? 5¿Cómo ibas a poder caminar por el mundo solo y separado de tu Fuente?

2. No somos inconsistentes con los pensamientos que presenta­mos en nuestro programa de estudios. 2La verdad tiene que ser verdad de principio a fin, si es que es la verdad. 3No puede con­tradecirse a sí misma, ni ser dudosa en algunas partes y segura en otras. 4No puedes caminar por el mundo separado de Dios porque no podrías existir sin Él. 5Él es lo que tu vida es. 6Donde tú estás, Él está. 7Hay una sola vida. 8Ésa es la vida que compartes con Él. 9Nada puede estar separado de Él y vivir.

3. Y ahí donde Él está tiene que haber santidad así como vida. 2Él no posee ningún atributo que no comparta con todas las cosas vivientes. 3Todo lo que vive es tan santo como Él, pues lo que comparte Su vida es parte de la Santidad y no puede ser pecami­noso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo, el mar estar separado del agua o la hierba crecer con las raíces suspendidas en el aire.

4. Hay una luz en ti que jamás puede extinguirse y cuya presencia es tan santa que el mundo se santifica gracias a ti. 2Todo lo que vive no hace sino ofrecerte regalos y depositarlos con gratitud y alegría ante tus pies. 3El aroma de las flores es su regalo para ti. 4Las olas se inclinan ante ti, los árboles extienden sus brazos para protegerte del calor y sus hojas tapizan el suelo para que camines sobre algo mullido, mientras que el sonido del viento amaina hasta convertirse en un susurro en torno a tu santa cabeza.

5. La luz que refulge en ti es lo que el universo ansía contemplar. 2Todas las cosas vivientes se detienen en silencio ante ti, pues reconocen a Aquel que camina a tu lado. 3La luz que llevas con­tigo es la suya propia. 4Y así, ven en ti su propia santidad, y te saludan como salvador y como Dios. 5Acepta su reverencia, pues le corresponde a la Santidad Misma, que camina a tu lado, trans­formando con Su dulce Luz todas las cosas en Su semejanza y en Su pureza.

6. Así es como opera la salvación. 2Al tú hacerte a un lado, la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo. 3No proclama que el castigo y la muerte vayan a ser el final del pecado. 4Éste desaparecerá entre jolgorios y risas, pues se recono­cerá su extraña absurdidad. 5Es un pensamiento descabellado, un sueño tonto, ridículo quizá, pero no temible. aMas ¿quién pos­pondría un solo instante su acercamiento a Dios a cambio de un capricho tan absurdo?

7. No obstante, tú has desperdiciado muchos, pero que muchos años precisamente en este pensamiento descabellado. 2El pasado ha desaparecido junto con todas sus fantasías. 3Éstas ya han dejado de hacer presa en ti. 4El acercamiento a Dios se avecina. 5Y en el pequeño espacio de duda que todavía queda, es posible que pierdas de vista a tu Compañero y que lo confundas con el sueño ancestral e insensato que ya pasó.

8. "¿Quién camina a mi lado?" 2Debes hacerte esta pregunta mil veces al día hasta que la certeza haya aplacado toda duda y esta­blecido la paz. 3Deja que hoy cesen las dudas. 4Dios habla por ti al contestar tu pregunta con estas palabras:

5Camino con Dios en perfecta santidad.
6llumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo.




Instrucciones para la práctica

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Por lo menos cinco minutos; lo ideal es treinta minutos o más.
Aunque no se nos dan instrucciones concretas para las sesiones de práctica, se nos dice cómo practicar de manera general. Antes de poner los pies en el camino, caminábamos de forma inconsciente creyendo que caminábamos solos, acompañados únicamente por nuestros pecados. Llevábamos el peso de lo que creíamos haber hecho como una roca pesada sobre nuestros hombros. Cuando pusimos nuestro pies en el camino, abrimos nuestra mente a la idea de que Dios camina con nosotros, de que Su Ser no se separa jamás de nuestro ser, y de que por tanto llevamos la santidad con nosotros, no nuestros pecados. Ahora parece que tenemos dos mentes, a veces creyendo que caminamos solos con nuestros pecados, otras veces creyendo que caminamos con Dios en santidad.
Entonces, nuestra práctica consiste en preguntarnos: “¿Quién camina a mi lado?” Queriendo decir: ¿Dios o el pecado? Al preguntar, necesitamos darnos cuenta de que ésta es una pregunta verdadera, todavía no estamos realmente seguros de cuál es la respuesta. Y luego tenemos que responder con estas palabras: “Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”. Al decir estas palabras necesitamos darnos cuenta de que no son nuestras propias palabras intentando responder a nuestra pregunta. Son las palabras que Dios nos ha dado, es Él Quien nos responde (8:4).
Si podemos aceptar esta respuesta de verdad, entonces nuestra santidad brillará hacia fuera para que todos la vean. Como dice el párrafo 4, incluso las flores, las olas, los árboles y el viento nos responderán como si estuviéramos visitando a la realeza ((inclinándose delante de nosotros, extendiendo una alfombra delante de nosotros, protegiendo nuestra cabeza del calor, llenando el aire de un dulce olor a incienso), pues sentirán al Rey de los Cielos caminando con nosotros.

Recordatorios cada hora: Uno o dos minutos, a la hora en punto, (menos si las circunstancias no lo permiten).
Haz la pregunta: "¿Quién camina a mi lado (Dios o el pecado)?” Y luego contesta con estas frases: “Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”.
Luego dale las gracias a Dios por caminar contigo en la hora que ha pasado. Puedes pensar en sucesos de esa hora que demuestran que Él camina contigo.
Y finalmente, pídele que te dirija en la hora que comienza: dónde Él quiere que vayas y lo que quiere que hagas.

Sugerencia: Puedes hacer esta práctica de hacer la pregunta ("¿Quién camina a mi lado?”) y repetir la respuesta (“Camino con Dios…) muchas veces cada hora. La lección dice que se haga mil veces al día, o aproximadamente una vez por minuto. Esta sorprendente frecuencia quizá está un poco más allá de nuestro nivel de disciplina. Sentiremos beneficios poderosos si lo hacemos unas cuantas veces por hora.

Comentario

“Las ideas no abandonan su fuente” (1:3). Cuando una mente piensa una idea, esa idea permanece en la mente; no se vuelve algo separado ni aparte de la mente que la pensó. Y yo soy un Pensamiento de Dios; por lo tanto, no puedo estar separado de Él. He pensado que yo estaba separado. Sin duda, muchas veces todavía lo pienso y me comporto como si estuviera separado de Dios. Pero no lo estoy, no puede ser.

Estar separado de Dios es imposible. Dios es Ser, Dios es Existencia. Todo lo que existe, está en Él. Él es Vida. Todo lo que vive, vive en Él. “Él es lo que tu vida es. Donde tú estás, Él está. Hay una sola vida. Ésa es la vida que compartes con Él. Nada puede estar separado de Él y vivir” (2:5-9).

Dios también es santo. Si Dios es santo, y yo estoy en Él, yo soy santo también. “Todo lo que vive es tan santo como Él” (3:3). Por lo tanto, “Camino con Dios en perfecta santidad”. “No puedo ser pecaminoso, de la misma manera en que el sol no puede elegir ser de hielo” (3:3). Esto no es una débil esperanza; es un hecho. Es la verdad acerca de mí, y de ti, y de todos los que viven.

Sin embargo, nos hemos enseñado a nosotros mismos que esta verdad no es verdad. Me asombra ver qué ideas tan contradictorias surgen en mi mente cuando repito esta afirmación. Sería un ejercicio útil escribir la idea de hoy como una afirmación, diez o más veces, y luego en otra columna escribir la respuesta de mi mente a esta idea. Puede que obtengas cosas así:

“Camino con Dios en perfecta santidad”. “No soy tan santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “Me queda mucho trecho para ser santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “No me gusta que me llamen santo”.
“Camino con Dios en perfecta santidad”. “La mayor parte del tiempo camino solo”.

Y así sucesivamente. Lo que es interesante de este ejercicio es que te muestra la serie de pensamientos que domina tu mente, que se opone a la idea de hoy y la ataca constantemente. Es esta cadena de pensamientos negativos lo que bloquea la luz en mí. Todas las respuestas son una forma de la idea “soy un pecador”, lo que con todas mis fuerzas negaría creer, si alguien me lo preguntase. Y sin embargo, frente a la afirmación de que camino con Dios en perfecta santidad, estas formas de la idea de que soy pecador surgen “por sí solas”. ¿De dónde vienen? Está claro que de un muy cuidadoso entrenamiento del ego desde hace mucho tiempo, un lavado de cerebro muy eficaz, tan bien hecho que ni siquiera me doy cuenta de que mi mente ha sido programada.

¿Creo que soy un pecador? “Tú has desperdiciado muchos, pero que muchos años precisamente en este pensamiento descabellado” (7:1), dice la lección. Sí, sin duda, lo creo. Pero cuando me doy cuenta de estos pensamientos negativos acerca de mí, puedo abandonarlos. Puedo “dar marcha atrás” y dejar de acusarme. Cuando lo hago, “la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo” (6:2).

¿Cómo podemos deshacer la programación del ego? Un modo, claramente recomendado por esta lección, es una rotunda programación al contrario. Recomienda que mil veces al día nos preguntemos: “¿Quién camina conmigo?” Y luego, que respondamos escuchando a la Voz de Dios diciendo por nosotros:

“Camino con Dios en perfecta santidad. Ilumino el mundo, ilumino mi mente, así como todas las mentes que Dios creó una conmigo”. (8:5-6)

La seguridad de nuestra santidad no viene con una sola repetición de la idea de hoy. Necesitamos miles de repeticiones. Necesitamos continuar repitiéndola hasta que estemos seguros de ella. Si tomáramos esto al pie de la letra, repetir la idea mil veces significaría repetirla más que una vez por minuto, a lo largo de todo el día, suponiendo que estamos despiertos dieciséis horas. ¡Ésas son muchas repeticiones!

Que hoy vea la “extraña absurdidad” (6:4) de la idea del pecado, y me ría del pensamiento. Que empiece a aceptar la maravillosa enseñanza del Curso de que el pecado “es un pensamiento descabellado, un sueño tonto, ridículo quizá, pero no temible” (6:5). Y que me inunde la maravilla de: “Camino con Dios en perfecta santidad”.






TEXTO

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo

 

1. ¿Qué deseas? 2Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la oscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. 3Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. 4Pues su separa­ción sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. 5En la unión todo lo que no es real inevitablemente desa­parece, pues la verdad es unión. 6De la misma manera en que la oscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. 7La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conoci­miento. 8La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.

2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. 2La verdad simplemente es. 3No se puede perder, buscar ni encontrar. 4Está dondequiera que estés, pues está en tu interior. 5Aun así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. 6Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. 7La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. 8Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.

3. Es imposible convencer a los que no saben de que saben. 2Desde su punto de vista no es verdad que sepan. 3Pero como Dios lo sabe, es verdad. 4Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". 5Para Dios, no saber es algo imposible. 6No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. 7Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creen­cia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. 8Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron crea­dos. 9Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. 10Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.

4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indesea­ble debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. 2Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. 3La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. 4Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. 5Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separa­ción parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. 6Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. 7No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. 8Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. 9Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. 10Uno de ellos tiene que desapa­recer porque el otro se ve en el mismo lugar.

5. Cuando una mente cree en la oscuridad y se niega a abando­narla, la luz no puede entrar. 2La verdad no lucha contra la igno­rancia, ni el amor ataca al miedo. 3Lo que no necesita protección no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. 4Las defensas son invenciones tuyas. 5Dios las desconoce. 6El Espíritu Santo las usa en favor de la verdad sólo porque tú las inventaste contra ella. 7La percepción que de acuerdo con Sus propósitos Él tiene de ellas, simplemente las transforma en una llamada a lo que has atacado con ellas. 8Las defensas, al igual que todo lo demás que has inventado, tienen que ser transformadas dulcemente en algo beneficioso para ti y ser reinterpretadas por el Espíritu Santo de medios de auto-destrucción a medios de conservación y libera­ción. 9La tarea del Espíritu Santo es imponente, pero el poder de Dios está con Él. 10Llevar a cabo esa tarea, por lo tanto, es algo tan fácil para Él, que se logró en el mismo instante en que se le dio para ti. 11No demores tu retorno la paz preguntándote cómo va a poder Él llevar a cabo lo que Dios le encomendó. 12Deja eso en manos de Uno que sabe. 13No se te pide que lleves a cabo tareas de tal magnitud. 14Se te pide únicamente que hagas lo poco que Él sugiere, confiando tan sólo en que, si Él te lo pide, tú lo puedes hacer. 15Verás cuán fácilmente puedes llevar a cabo todo lo que Él te pida.

6. El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. 2Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. 3Si lo invitas, Él entrará gustosamente. 4Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. 5Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. 6Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. 7La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. 8Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tene­brosos y secretos, y contémplalos con Él. 9Él abriga la luz y tú la oscuridad. 10Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. 11Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.

7. Uniéndote a Su manera de ver es como aprendes a compartir con Él la interpretación de la percepción que conduce al conoci­miento. 2Por tu cuenta no puedes ver. 3Compartir la percepción con Aquel que Dios te ha dado te enseña a reconocer lo que ves. 4Es el reconocimiento de que ninguna cosa que ves significa nada por sí sola. 5Ver con Él te mostrará que todo significado, inclu­yendo el tuyo, no procede de una visión doble, sino de la dulce fusión de todas las cosas en un solo significado, una sola emoción y un solo propósito 6Dios tiene un solo Propósito, y lo comparte contigo. 7La única visión que el Espíritu Santo te ofrece brindará esta unicidad a tu mente con una claridad y una luminosidad tan intensas que por nada del mundo dejarías de aceptar lo que Dios quiere que tengas. 8Contempla tu voluntad, y acepta que es la Suya, y que todo Su Amor es tuyo. 9¡Que todo honor se te rinda ti a través del Espíritu Santo, y, a través de Él, a Dios!











No hay comentarios:

Publicar un comentario