DESPERTAR AL AMOR

jueves, 16 de abril de 2020

16 ABRIL: Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

 
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 106

Déjame aquietarme y escuchar la verdad.


1. Si no le prestases atención a la voz del ego, por muy ensordece­dora que parezca ser su llamada; si no aceptases sus míseros rega­los que no te aportan nada que realmente quieras, y si escuchases con una mente receptiva que no te haya dicho lo que es la salva­ción, podrías entonces oír la poderosa Voz de la verdad, serena en su poder, fuerte en su quietud y absolutamente segura de Sus mensajes.

2. Escucha, y oye a tu Padre hablarte a través de la voz que Él ha designado sea su Voz, la cual acalla el estruendo de lo que no tiene sentido y les muestra el camino de la paz a los que no pue­den ver. 2Aquiétate hoy y escucha la verdad. 3No te dejes engañar por las voces de los muertos, que te dicen que han encontrado la fuente de la vida y te la ofrecen para que creas en ella. 4No les hagas caso, antes bien, escucha la verdad.

3. Hoy no tengas miedo de eludir las voces del mundo. 2Sigue adelante con paso ligero más allá de su insensata persuasión. 3No les prestes oídos. 4Aquiétate hoy y escucha la verdad. 5Ve más allá de todas las cosas que no hablen de Aquel que tiene tu felici­dad en Sus manos, y que te la ofrece con calidez y amor. 6Escú­chalo únicamente a Él hoy, y no te demores más en llegar hasta Él. 7Eccucha una sola Voz hoy.

4. Hoy se cumple la promesa de la Palabra de Dios. 2Escucha y permanece en silencio. 3Él quiere hablarte. 4Él viene a ti con mila­gros que son mil veces más jubilosos y más maravillosos que los que tú jamás hayas podido soñar o desear en tus sueños. 5Sus milagros son verdad. 6No se desvanecerán cuando al sueño le llegue su fin. 7Por el contrario, son los que darán fin al sueño; y perdurarán eternamente, pues proceden de Dios para Su Hijo bienamado, cuyo otro nombre eres tú. 8repárate hoy para los milagros. 9Permite que hoy se cumpla la ancestral promesa que tu Padre te hizo a ti y a todos tus hermanos.

5. Óyelo hoy, y escucha la Palabra que levanta el velo que cubre la tierra y que despierta a todos los que duermen y no pueden ver. 2Dios los llama a través de ti. 3Él necesita tu voz para hablar­les, pues, ¿quién sino el Padre podría llegar hasta el Hijo, llamán­dolo a través de tu Ser? 4Óyelo hoy, y ofrécele tu voz para que Él pueda hablarle a las multitudes que esperan a oír la Palabra que Él pronunciará hoy.

6. Estáte listo para la salvación. 2Está aquí, y hoy se te concederá. 3Y descubrirás cuál es tu función por medio de Aquel que la eli­gió por ti en Nombre de tu Padre. 4Escucha hoy, y oirás una Voz que resonará por todo el mundo a través de ti. 5El Portador de todos los milagros necesita que tú los recibas primero, para que así te conviertas en el feliz dador de lo que has recibido.

7. Así comienza la salvación y así termina: cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siem­pre. 2La lección se habrá aprendido. 3Hoy vamos a practicar lo que es dar, pero no de la manera en que lo entiendes ahora, sino tal como es. 4Los ejercicios de cada hora deben ir precedidos de esta plegaria de iluminación:

5Me aquietaré y escucharé la verdad.
6¿Qué significa dar y recibir?

8. Pregunta, y confía en que se te contestará. 2Lo que pides es algo cuya respuesta ha estado esperando mucho tiempo a que la acep­tes. 3Dicha respuesta representará el comienzo del ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder. 4De este modo el mundo se prepara para entender y para recibir.

9. Aquiétate y escucha la verdad hoy. 2Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes. 3Y cuando la hora haya pasado, liberarás mil más que harán una pausa para pedir que la verdad les sea revelada tanto a ellas como a ti.

10. Hoy se cumple la santa Palabra de Dios cuando tú la recibes para darla, de manera que puedas enseñarle al mundo lo que sig­nifica dar, escuchándolo y aprendiéndolo de Él. 2No te olvides hoy de reforzar tu decisión de escuchar y recibir la Palabra, repi­tiendo el siguiente recordatorio tan a menudo como te sea posible:

3Déjame aquietarme y escuchar la verdad.
4Hoy soy el mensajero de Dios.
5Mi voz es Suya para dar lo que recibo.





Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar a un lado la voz del ego, acallar tu mente, y escuchar la Voz de tu Padre, y luego ofrecerle tu voz para que Él hable a todos los que necesitan oír Su Palabra.

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 
  • Di: “Me aquietaré y escuchare la verdad. ¿Qué significa dar y recibir?” 
  • Pasa el resto del tiempo esperando tu respuesta del Espíritu Santo. Pero es importante que entiendas de verdad lo que estás pidiendo. Estás pidiendo recibir de Dios (oír Su Voz y recibir Su Palabra, para que te llene por completo desde dentro) para que tú puedas dar a tus hermanos, quienes a su vez harán que tu recibir sea más completo y pleno. Luego, es importante que Le ofrezcas tu voluntad de dar lo que recibes. Aparentemente este dar sucede tanto durante la sesión de práctica en que tu mente se extiende a otras mentes, como después del periodo de práctica pues lo que hoy sientes te inspira verdaderamente para “el comienzo del ministerio para el que viniste” (8:3). Mientras esperas tu respuesta, recuerda el entrenamiento recibido en las lecciones anteriores: Mantén tu mente en silenciosa espera y disposición, retirándola del ego cuando se detenga a escuchar su voz. Escucha con confianza: “confía en que se te contestará” (8:1). Y de vez en cuando repite tu pregunta, para afirmar tu espera confiada.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Di: “Déjame aquietarme y escuchar la verdad. Hoy soy el mensajero de Dios. Mi voz es Suya para dar lo que recibo”. Esto reforzará tu elección de recibir Su Palabra, lo cual te prepara para dar.

Apoyo a la práctica: Date cuenta de que tu práctica no es un acto de autocomplacencia solitario. Más bien, al sentarte y hacer tu práctica, estás literalmente liberando mentes por todo el mundo. “Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes” (9:2).

Comentario

Al principio la lección de hoy no parece seguir el tema de ayer acerca de dar y recibir, pero en la mitad de la lección se desvía de nuevo a él. Quizá parece un cambio brusco. La primera parte de la lección, que habla de acallar nuestra mente para escuchar la Voz de Dios, no parece relacionada con pensamientos de dar y recibir.

Sin embargo, para esto es para lo que escuchamos, esto es lo que oímos. Estamos aprendiendo acerca de nuestra verdadera naturaleza. Éste es el mensaje de la salvación: “Cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siempre” (7:1).

¿Para qué estoy en este mundo? Según esta lección, es para oír la Voz de Dios hablarme del eterno regalo de Dios para mí, el regalo de Cristo, el regalo de mi Ser, el Hijo bienamado de Dios, “cuyo otro nombre eres tú” (4:7). Y estoy aquí para extender ese mismo mensaje al mundo. Éste es el “ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder” (8:3).

Oír la Voz de Dios y hablar por ella están estrechamente relacionados en esta lección al igual que dar y recibir. Si de verdad oigo la Voz, Le daré a Él mi voz para que hable a través de mí. Si recibo la Palabra, la compartiré, porque el mensaje es compartir. La Palabra de Dios para mí es que yo soy un salvador, un sanador, y un portador de la verdad. Yo soy Su Hijo, Su creación, como Él, extendiendo sanación, ofreciendo paz y dicha a todo el mundo, haciéndoles saber que ellos son también Su Hijo.

A veces pienso que tomamos el Curso con demasiada seriedad, y necesitamos iluminarlo. Otras veces pienso que nos lo tomamos demasiado a la ligera, y necesitamos tomarlo más en serio. Por ejemplo, esta lección me dice que cada vez que me paro durante cinco minutos para aquietarme y escuchar la verdad, mil mentes se abrirán a la verdad (9:2). ¿Te imaginas que me lo tomo en serio? Imagínate que me paro cada hora, como se nos dice. A lo largo del día, quince mil mentes se abrirían a la verdad. ¿Te imaginas que todos los que leen estos comentarios lo hicieran (unas seiscientas personas)? Entonces, ¡nueve millones de mentes se abrirían a la verdad!

No me tomo esto suficientemente en serio. No hago caso, pensando que con una o dos prácticas al día ya es suficiente. Recientemente, pusieron en la televisión la vieja película de Charlton Heston Los Diez Mandamientos. La vi sólo unos pocos minutos, suficientes para recordar una frase de ella que siempre me impresionó. Moisés, sufriendo los contratiempos de los primeros días de intentar que el faraón liberase a los hebreos, ora a Dios diciéndole: “Señor, perdóname mi débil uso de Tu gran poder”. Hoy, al leer la lección, he pensado acerca de esa frase. He pensado acerca de cómo llevo estos momentos de práctica muchos días: como si no tuvieran importancia. Me imagino a mí mismo como que afecto poco a Su plan, al menos la mayor parte del tiempo. Pero si me tomo en serio esta lección, ¡puedo ser el instrumento que lleva la luz a quince mil mentes!

No intento echar la culpa a nadie, menos a mí mismo. Estoy intentando aumentar mi consciencia acerca del poder que Dios ha puesto en mis manos (o, mejor dicho, en mi mente). Hoy cada uno de nosotros que conecta con la verdad en nuestra mente, escuchando a la verdad, está haciendo que se eleve la consciencia de… iba a decir “de este planeta”, pero es mucho más que eso, es el despertar de la consciencia de Cristo en todo el universo. Esos cinco minutos, durante los cuales parece que no sucede nada, en los que puedes estar luchando con las distracciones de la mente, o que a veces parecen interminables mientras que tu ego te recuerda que “vuelvas a tu trabajo” o a lo que estabas haciendo (esos cinco minutos son una parte muy importante para la salvación del mundo).

Déjame aquietarme y escuchar la verdad. Hoy soy el mensajero de Dios. Mi voz es Suya para dar lo que recibo. (10:3-4)






TEXTO



II. La invitación a curar


1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curadores, por lo tanto, el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te lo acerca. 3El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4Unir tener y ser es unir, tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6Mas cuando atacas a cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto, y, por consi­guiente, pierdes lo qué realmente quieres.

2. Curar, por lo tanto, se convierte en una lección de entendi­miento, y cuanto más la practicas mejor maestro y alumno te vuel­ves. 2Si has negado la verdad, ¿qué mejores testigos de su realidad podrías tener que aquellos que han sido curados por ella? 3Pero asegúrate de contarte a ti mismo entre ellos, pues estando dis­puesto a unirte a ellos es como te curarás. 4Todo milagro que obras te habla de la Paternidad de Dios. 5Todo pensamiento curativo que aceptas, proceda éste de un hermano o de tu propia mente, te enseña que eres el Hijo de Dios. 6En todo pensamiento hiriente que albergues, independientemente de donde lo percibas, yace la negación de la Paternidad de Dios y de tu relación filial. con Él. 

3. Y la negación es tan total como el amor. 2No puedes negar parte de ti mismo porque el resto parecerá estar separado de ti, y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3Y al no tener significado para ti, no lo entenderás. 4Negar el significado de algo equivale a no comprenderlo. 5Únicamente puedes curarte a ti mismo porque únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación. 6Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti mismo, y por lo tanto, no sabes lo que haces. 7Puesto que te has olvidado de lo que es tu voluntad, no sabes lo que realmente quieres.

4. La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. 2Y el hecho de que estés dispuesto ello elo que te permite oír-la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. 3Él te capacitará para que vayas mucho más allá de la curación que lograrías por tu cuenta, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para reinstaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. 4¿Qué podría haber que el Hijo de Dios no pudiese alcanzar cuando la Paternidad de Dios se encuentra en él? 5Mas la invitación tiene que proceder de ti, pues sin duda debes haber aprendido que aquel a quien invites a ser tu hués­ped, será quien morará en ti.

5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión que no le dé la bienvenida, puesto que no sería oído. 2El Eterno Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía de extraños. 3Necesita tu protección, únicamente porque la atención que le prestas es señal de que deseas Su Compañía. 4Piensa como Él aunque sólo sea por un momento y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará tu mente para que Él se convierta en tu único Invitado. 5Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la bienvenida que le das al Espíritu Santo. 6Él no sé ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7Sea cual sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8Puedes confiar plenamente en Su paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte de Dios. 9Mas tú necesitas mucho más que paciencia.

6. No podrás descansar hasta que sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar completamente uni­das la Voluntad de tu Padre y la tuya. 2Tener a Dios es ser como Él, y Él se ha dado a Sí Mismo a ti. 3Tú que tienes a Dios debes ser como Dios, pues mediante Su regalo Su función se convirtió en la tuya. 4Invita este conocimiento de nuevo a tu mente y no dejes entrar ninguna otra cosa que lo pueda enturbiar. 5El Invitado que Dios te envió te enseñará cómo hacer esto sólo con que reconozcas la pequeña chispa y estés dispuesto a dejar que se expanda. 6No es necesario que estés enteramente dispuesto a ello porque Él lo está. 7Si simplemente le ofreces un pequeño lugar, Él lo iluminará tanto que gustosamente dejarás que éste se expanda. 8Y mediante esta expansión, comenzarás a recordar la creación.

7. ¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios? 2Aceptarás únicamente a aquel que invites. 3Eres libre de determinar quién ha de ser tu invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4Mas esto no es auténtica libertad, pues depende todavía de cómo la consideres. 5El Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6Y el ego no es nada, tanto si lo invitas a que entre como si no. 7La auténtica libertad radica en darle la bienvenida a la realidad, y de tus invi­tados, sólo él Espíritu Santo es real. 8Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te conformes con consoladores imaginarios, pues el Conso­lador de Dios se encuentra en ti.




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