DESPERTAR AL AMOR

viernes, 17 de abril de 2020

17 ABRIL: La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

E
AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 107

La verdad corregirá todos los errores de mi mente.



1. ¿Qué otra cosa puede corregir las ilusiones sino la verdad? 2¿Y qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? 3Allí donde la verdad ha hecho acto de presencia los errores desaparecen. 4Simplemente se desvanecen sin dejar ni ras­tro por el que se pudiesen recordar. 5Desaparecen porque, sin la creencia que los sustenta, no tienen vida. 6De este modo, se disuel­ven en la nada de donde provinieron. 7Del polvo vienen y al polvo volverán, pues lo único que queda es la verdad.

2. ¿Puedes imaginarte lo que sería un estado mental en el que no hubiese ilusiones? 2¿Qué sensación te produciría? 3Trata de recor­dar algún momento -quizá un minuto, o incluso menos- en el que nada vino a perturbar tu paz; en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo. 4Trata entonces de imaginarte cómo sería si ese momento se pudiera extender hasta el final del tiempo y hasta la eternidad. 5Luego deja que la sensación de quietud que sentiste se multiplique cien veces, y luego cien veces más.

3. Entonces tendrás un atisbo, que no es más que un leve indicio del estado en el que tu mente descansará una vez que haya lle­gado la verdad. 2Sin ilusiones no puede haber miedo, dudas o ataque. 3Cuando la verdad llegue todo dolor cesará, pues no habrá cabida en tu mente para pensamientos transitorios e ideas muertas. 4La verdad la ocupará por completo y te liberará de todas tus creencias en lo efímero. 5No habrá cabida para éstas porque la verdad habrá llegado y ahora dichas creencias no esta­rán en ninguna parte. 6No se pueden encontrar, pues ahora la verdad lo ocupa todo eternamente.

4. Cuando la verdad llega no se queda sólo por un rato para luego desaparecer o convertirse en otra cosa. 2Su forma no cam­bia ni varía, ni ella va y viene, para luego volver a irse y regresar de nuevo. 3Permanece exactamente como siempre fue, de manera que podamos contar con ella en caso de cualquier necesidad, y confiar, con perfecta certeza, en que estará con nosotros en todas las aparentes dificultades y dudas que engendran las apariencias que el mundo presenta. 4Éstas simplemente desaparecerán cuando la verdad corrija los errores de tu mente.

5. Cuando la verdad llega trae en sus alas el don de la perfecta constancia, así como un amor que no se arredra ante el dolor, sino que mira, con seguridad y firmeza, más allá de él. 2He aquí el don de la curación, pues la verdad no necesita defensa y, por lo tanto, no es posible ningún ataque. 3Las ilusiones pueden llevarse ante la verdad para ser corregidas. 4Pero la verdad se alza muy por encima de las ilusiones, y no puede ser llevada ante éstas para hacer que sean verdad.

6. La verdad no va y viene, no cambia ni varía, adoptando una apariencia ahora y luego otra, evitando la captura y evadiendo la aprehensión. 2No se oculta. 3Se alza en plena luz, claramente acce­sible. 4Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar. 5Este día le pertenece a la verdad. 6Dale lo que le corresponde, y ella te dará lo que es tuyo. 7No fuiste creado para sufrir y morir. 8La Voluntad de tu Padre dispone que esos sueños desaparezcan. 9Deja que la verdad los corrija.

7. No estamos pidiendo lo que no tenemos. 2Estamos pidiendo simplemente lo que nos pertenece, de manera que podamos reco­nocer que es nuestro. 3Hoy practicamos con la feliz certeza que emana de la verdad. 4Los titubeantes e inestables pasos de la ilu­sión no serán nuestro enfoque hoy. 5Estamos tan seguros de que vamos a triunfar como de que vivimos, de que tenemos esperan­zas y de que respiramos y pensamos. 6No tenemos ninguna duda de que hoy caminamos con la verdad, y contamos con ella para que forme parte de todos los ejercicios que habremos de hacer en este día.

8. Comienza pidiéndole a Aquel que te acompaña en esta empresa que permanezca en tu conciencia conforme vas con Él. 2Tú no estás hecho de carne, sangre y huesos, sino que fuiste creado por el mismo Pensamiento que le concedió a Él el don de la vida. 3Él es tu Hermano, y tan parecido a ti que tu Padre sabe que ambos sois lo mismo. 4Es a tu propio Ser al que le pides que te acompañe, y ¿cómo podría Él no estar donde tú estás?

9. La verdad corregirá todos los errores de tu mente que te dicen que puedes estar separado de Él. 2Habla con Él hoy, y compromé­tete a permitir que Su función se realice a través de ti. 3Compartir Su función es compartir Su dicha. 4Dispones de Su confianza cuando dices:

5La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que es mi Ser.

6Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar.

10. Aun así, te sentirás feliz de volver a ver ese mundo. 2Pues trae­rás contigo la promesa de los cambios que la verdad que te acom­paña habrá de efectuar en él. 3Éstos serán cada vez mayores con cada regalo de cinco breves minutos que le hagas a Él, y los erro­res que rodean al mundo quedarán corregidos a medida que per­mitas que se corrijan en tu mente.

11. No te olvides hoy de tu función. 2Cada vez que te dices a ti mismo con absoluta certeza: "La verdad corregirá todos los erro­res de mi mente" hablas en nombre de todos y de Aquel que liberará al mundo según te libere a ti.




 Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar a Cristo que te lleve a una experiencia de la verdad, para que puedas unirte a Él en Su función de llevar la verdad al mundo.

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 

  • Empieza pidiéndole a tu Ser, al Cristo, que vaya contigo (lo cual es muy sensato pues nunca puedes esta separado de Él). Mientras Se lo pides, también “comprométete a permitir que Su función se realice a través de ti” (9:2). Ésa es la razón del ejercicio de hoy: dejar que Él te llene de la verdad, para que se la puedas llevar al mundo (éste es muy parecido al ejercicio de ayer). 
  • Luego pide que la verdad venga a tu mente. Pide con confianza, con la seguridad del éxito. Da por seguro que la verdad estará ahí, pues te pertenece. Afirma tu petición de esta manera: “La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que es mi Ser” (9:5). 
  • “Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar” (9:6). Esto parece ser una meditación parecida a las de las lecciones 69, 73, y 91, en las que confiabas en una fortaleza más allá de la tuya para que te llevase a tu meta interna.

Recordatorios frecuentes: No te olvides hoy. Repite la idea con confianza, dándote cuenta de que hablas por ti mismo (por tu propio deseo de liberación), por el mundo (por su deseo de liberarse), y por Cristo, “Aquel que liberará al mundo según te libere a ti” (11:2).

Apoyo a la práctica: Date cuenta de que al dejar que la verdad entre en tu mente, ciertamente beneficiarás al mundo. Durante la sesión de práctica, la verdad se extenderá de tu mente a otras mentes para corregir sus errores. Y luego, después del periodo de práctica, la verdad irá contigo mientras te son enviados aquellos que necesitan que se les dé el regalo de la verdad.

Comentario

¡Ésta es la promesa que da ánimo! Los errores sólo son errores, no defectos. ¿Qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? (1:2).

Una ilusión que no se reconoce como ilusión hace que reaccionemos como si fuera real. Si veo un enemigo ilusorio y respondo con ataque, eso no me hace malo o tonto. La reacción es apropiada, dado que yo creo que es la verdad.

Puedo recordar muchas noches en el pasado, cuando me sentaba en casa sintiéndome solo y cansado de la vida. Algo en mí veía una ilusión y creía que era verdadera. Veía soledad y cansancio por la vida, una necesidad de ser consolado, y por eso buscaba consuelo en la televisión y en quedarme levantado hasta muy tarde. Lo que yo hacía no era el error, el error era creer que la ilusión era real. Cuando miro a la ilusión, desaparece.

El instante santo es un estado mental sin ilusiones, un momento de paz palpable, “en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo” (2:3). Es un anticipo “del estado en el que tu mente descansará una vez que haya llegado la verdad” (3:1). Es mi verdadero estado. Puedo encontrar ese estado en cualquier momento en que esté dispuesto a mirar a mis ilusiones y abandonarlas. A menudo, a altas horas de la noche, solía sentirme desconectado, insatisfecho, vacío sin saber por qué, y trataba de llenar ese vacío con fantasía, televisión, leyendo, o con comida. El vacío es una ilusión. Cuando sienta ese vacío, que recuerde que no es real, que afirme mi plenitud.

El estado mental que permanece exactamente como siempre fue, sin cambios, todavía parece muy lejos de mí. Jesús dice: “Será tuyo, ya es tuyo. Está garantizado”. “Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar” (6:4). Los aparentes cambios por los que aparentemente paso ahora son todos parte de la ilusión, no son reales, no están sucediendo de verdad. Yo estoy seguro. Yo no puedo cambiar. Nada me falta.

Cuando parezca que hay cambios y dudas, que me recuerde a mí mismo que únicamente son un sueño. No significan nada, no cambian nada. Que no les dé el poder de alterar mi paz. Que no cometa el error de identificarme con ese cambio y que no piense que soy yo lo que está cambiando. Yo no puedo cambiar.

Los errores de mi mente son aquellos que me dicen que puedo estar separado de Jesús, el Cristo. Él es mi hermano. Somos lo mismo. Él es mi Ser. ¿Cómo puedo estar separado de mi Ser?

Que hoy me tome con regularidad momentos para volver a este centro, para reconocer que Jesús y yo somos un solo Ser. Hoy, cualquier pensamiento que me diga lo contrario, se lo llevaré a Él para que lo corrija: cualquier pensamiento que me diga que soy algo distinto de este Ser en calma, sereno sin miedo, completamente satisfecho. Que hoy busque en mi mente los pensamientos que me dicen otra cosa y que los lleve sin miedo a la luz de la verdad. ¡Jesús, ayúdame a romper la identificación con cualquier pensamiento de debilidad o vacío o soledad! ¡Que me apoye en tu fuerte brazo y confíe en Ti! Aunque los demonios griten, chillen y despotriquen a mi alrededor:

“Aunque camine por el valle de las sombras de muerte, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo. Tu vara y Tu cayado me consuelan”. (Salmos 23:4)

Tú eres el Fuerte en mí, y Tú eres mi Ser.




TEXTO

III. De las tinieblas a la luz

1. Cuando te sientas abrumado, recuerda que te has hecho daño a ti mismo. 2Tu Consolador te proveerá descanso, pues tú no pue­des proveértelo a ti mismo. 3No sabes cómo hacerlo porque si supieras nunca habrías podido sentirte abrumado. 4Si no te hicie­ras daño a ti mismo no podrías sufrir en absoluto, pues ésa no es la Voluntad de Dios para Su Hijo. 5El dolor es algo ajeno a Él, ya que Él no sabe de ataques , y Su paz te rodea silenciosamente. 6Dios permanece en perfecta quietud, ya que en Él no hay con­flicto alguno. 7El conflicto es la raíz de todos los males, pues al ser ciego no ve a quien ataca. 8Siempre ataca, no obstante, al Hijo de Dios, y el Hijo de Dios eres tú.

2. El Hijo de Dios necesita ciertamente consuelo, pues no sabe lo que hace, al creer que su voluntad no es la suya. 2El Reino es suyo, y sin embargo, vaga sin hogar. 3Aunque su hogar está en Dios se siente solo y, rodeado de hermanos, se siente sin amigos. 4¿Cómo iba a permitir Dios que esto fuese real, cuando Él no dispuso estar solo? 5Y si tu voluntad es la Suya, estar solo no puede ser verdad con respecto a ti porque no lo es con respecto a El.

3. ¡Ay, criatura de Dios, si supieses lo que Dios dispone para ti, tu gozo sería absoluto!. 2Y lo que ÉI dispone ha ocurrido, pues siem­pre fue verdad. 3Cuando venga la luz y hayas dicho: "La Volun­tad de Dios es, la mía", verás una belleza tal que sabrás que no procede de ti. 4Como resultado de tu gozo crearás belleza en Su Nombre, pues tu gozo es tan incontenible como el Suyo. 5El mundo desolado e insignificante se desvanecerá en la nada, y tu corazón estará tan rebosante de alegría que de un salto se elevará hasta el Cielo, ante la Presencia de Dios. 6No puedo, describirte cómo será esto, pues tu corazón no está todavía listo. 7Puedo decirte, no obstante, y recordártelo a menudo, que lo que Dios dispone para Sí Mismo lo dispone para ti y lo que Él dispone para ti es tuyo.

4. El camino no es arduo, pero es muy diferente. 2El tuyo es el camino del dolor, de lo cual Dios no sabe nada. 3Ése es el camino que en verdad es arduo y muy solitario. 4El miedo y la aflicción son tus invitados y moran en ti, acompañándote dondequiera que vas. 5Pero la jornada tenebrosa no es el camino que el Hijo de Dios desea recorrer. 6Camina en la luz y no veas a los siniestros compañeros, pues no son compañeros dignos del Hijo de Dios, que fue creado de la luz y en la luz. 7La Gran Luz siempre te rodea e irradia desde ti. 8¿Cómo podrías ver a los compañeros siniestros en una luz como ésa? 9Si los ves es únicamente porque estás negando la luz. 10Niégalos a ellos en vez de a la luz, pues la luz está aquí y el camino ha sido despejado.

5. Dios no le oculta nada a Su Hijo, aun cuando Su Hijo quiere ocultarse a sí mismo. 2El Hijo de Dios, no obstante, no puede ocultar su gloria, pues Dios dispuso que fuese glorioso y le dio la luz que refulge en él. 3Nunca perderás el rumbo, pues Dios te guía. 4Cuando vagas sin rumbo no haces sino emprender una jornada que no es real. 5Los compañeros siniestros y el camino tenebroso, no son más que ilusiones. 6Vuélvete hacia la luz, pues la pequeña chispa que se encuentra en ti es parte de una Luz tan espléndida que te puede liberar para siempre de las tinieblas. 7Pues tu Padre es tu Creador y tú eres como Él.

6. Las criaturas de la luz no pueden morar en la oscuridad, pues no hay oscuridad en ellas. 2No te dejes engañar por los consoladores siniestros, ni permitas que entren en la mente del Hijo de Dios, pues no tienen cabida en Su templo. 3Cuando te sientas tentado de negar a Dios recuerda que no hay otros dioses que puedas anteponer a Él, y acepta lo que Su Voluntad dispone para ti en paz, 4pues no la puedes aceptar de ninguna otra manera.

7. Sólo el Consolador de Dios puede darte consuelo. 2En la quietud de Su templo, Él espera para darte la paz que es tuya. 3Da de Su paz, para que puedas entrar en el templo y encontrarla allí esperándote. 4Mas sé santo en Presencia de Dios, o, de lo contra­rio, no sabrás que estás allí, 5pues lo que no es como Dios no puede entrar en Su Mente porque no fue Su Pensamiento y, por lo tanto, no es de Él. 6Y si quieres saber lo que es tuyo, tu mente tiene que ser tan pura como la Suya. 7Protege cuidadosamente Su tem­plo, pues Él Mismo mora allí en paz. 8No puedes entrar en la Presencia de Dios con los compañeros siniestros a tu lado, pero tampoco puedes entrar solo. 9Todos tus hermanos tienen que entrar contigo, ya que hasta que no los hayas aceptado, tú no podrás entrar. 10Pues no podrás entender lo que es la Plenitud a menos que tú mismo seas pleno, y ninguna parte del Hijo puede ser excluida si su deseo es conocer la Plenitud de su Padre.

8. Puedes aceptar en tu mente a la Filiación en su totalidad y ben­decirla con la luz que tu Padre le dio. 2Serás entonces digno de morar en el templo con Él, puesto que tu voluntad no es estar solo. 3Dios bendijo a Su Hijo para siempre. 4Si tú le bendices mientras estás en el tiempo, morarás en la eternidad. 5El tiempo no puede separarte de Dios si lo usas en favor de lo eterno.





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