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Comentario
Mi tarea es perdonar al mundo por todos mis errores (1:2). A menos que sepa algo acerca de las enseñanzas del Curso sobre la proyección, no tendré idea de lo que esto significa. Cada “pecado” que veo ahí fuera en el mundo (incluso los atentados terroristas) es, en cierto modo, una proyección de un juicio que he hecho acerca de mí mismo. Mi negativa a perdonar algo, o a verlo como una petición de amor que merece una respuesta de amor sanador, es un reflejo del grado en el que no me he perdonado a mí mismo. La forma que percibo “ahí fuera” puede cambiar, alterar y sufrir una transformación de mi propia forma de “pecado” para que yo no la reconozca. De hecho, en lo que al ego se refiere, cuanto menos se reconozca mejor. Pero el contenido es siempre el mismo. Puede que no ponga bombas a niños, pero si juzgo a aquellos que lo hacen como que no merecen perdón, estoy albergando una creencia en la venganza (que no me he perdonado a mí mismo), y mi juicio acerca de los terroristas es mi juicio acerca de mí mismo.
Por lo tanto, cuando libero al mundo de culpa, me he liberado a mí mismo.
Mi única función es perdonar. No es tener éxito en el mundo, ni cambiar algo, únicamente perdonar. Únicamente cuando acepto perdonar llego a la paz interna.
El que yo lo haga (mi parte en el perdón) es esencial para todo el proceso. Para que el mundo encuentre su completa inocencia, su falta de culpa, tengo que dejar de culparle yo. Hay personas a mi alrededor hoy que necesitan que se les quite la culpa de sus hombros y, para que así sea, me los encuentro. Puede parecer que estoy de negocios, comprando o vendiendo, enseñando, arreglando huesos rotos, o programando ordenadores, pero la verdadera razón por la que estoy aquí es para salvar al mundo, para perdonarlo y liberarlo de toda culpa.
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