DESPERTAR AL AMOR

lunes, 27 de abril de 2020

27 ABRIL: TERCER REPASO. repaso de las lecciones 103 y 104


AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 117

Para los repasos de mañana y noche:

1. (103) Dios, al ser Amor, es también felicidad.

2Quiero recordar que el amor es felicidad y que nada más me puede hacer feliz.
3Elijo, por lo tanto, no abrigar ningún sustituto para el amor.

2. (104) Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

2EI amor, al igual que la dicha, constituyen mi patrimo­nio.
3Éstos son los regalos que mi Padre me dio.
4Acep­taré todo lo que en verdad me pertenece.

3. A la hora en punto:
2Dios, al ser Amor, es también felicidad.

3Media hora más tarde:
4Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones del Tercer Repaso

Comentario

“Quiero recordar que el amor es felicidad y que nada más me puede hacer feliz” (1:2). Una de las cosas que con el tiempo me ha convencido de la verdad del Curso es esta misma experiencia: soy más feliz cuando estoy amando. No quiero sólo decir “soy feliz cuando estoy enamorado”, en el sentido romántico de la palabra, aunque eso tampoco está excluido. Cuando el amor fluye a través de mí, ya sea en una relación cercana e íntima o en algo más “distante” (sentado aquí y escribiendo estas notas y pensando en todos vosotros, por ejemplo), soy feliz. Amar me hace feliz. No, más que eso: “El amor es felicidad” (1:2).

(Barry Kaufman escribió un libro maravilloso titulado Amar Es Ser Feliz Con. Siempre he pensado que es un título muy profundo).

Por otra parte, el enfado es sufrimiento. Si pienso acerca de cómo me siento cuando estoy enfadado, me daré cuenta de que no me gusta cómo me siento. El Curso habla mucho de ideas y de cambiar nuestra mente, a menudo el cambio de mente es una decisión sobre los sentimientos: “Puedes empezar a cambiar de parecer con lo siguiente: Por lo menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora” (T.30.I.8:1-2). Los sentimientos pueden ser muy útiles cuando pensamos en ellos, y usarlos como motivadores para cambiar nuestra mente. El enfado me hace sufrir, amar me hace feliz. Por lo tanto, quiero elegir amar. ¿Es eso prestar atención a los sentimientos, o es lógica? ¿O los dos? Sea lo que sea, funciona.

He dicho que darme cuenta de que el amor y la felicidad van juntos, me ha convencido de que el Curso es verdad. Aquí está la razón. El Curso dice que somos completamente amorosos y completamente merecedores de ser amados. Dice: “Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres” (T.6.I.13:2). A veces no siento que soy amor. Sin embargo, si cuando amo soy feliz, el amor debe ser mi voluntad, tiene que ser mi naturaleza. ¿Qué es la felicidad, excepto la libertad de ser yo mismo y de hacer realidad mi naturaleza? Si soy feliz cuando amo, entonces tengo que ser amor.

Esto es lo que significa esta frase: “El amor, al igual que la dicha, constituyen mi patrimonio” (2:2). Mi herencia. Mi naturaleza. Lo que yo soy. El amor me pertenece en verdad, y con él la felicidad, ya que son lo mismo.

Hoy, tan a menudo como pueda, me propongo recordarme a mí mismo: “El amor es felicidad”. Y luego en ese momento, ser simplemente el amor que yo soy. Si quiero ser feliz siempre, que sea siempre amoroso. ¡Y feliz! ¡Oh, qué felicidad y alegría cuando el corazón se abre y deja salir el amor! Que hoy no me cause dolor a mí mismo al no dejarlo manifestarse. ¡Que Dios os bendiga a todos!






TEXTO



8.  Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. 2¿Crees que yo te iba a engañar? 3El Reino de los Cielos está dentro de ti. 4Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti. 5Los Hijos de Dios no tienen nada que no  compartan. 6Pídele la verdad a cualquier Hijo de Dios, y me la habrás pedido a mí. 7Cada uno de nosotros tiene dentro de sí la respuesta para poder dársela a cualquiera que la pida.

9. Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá, pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre, ni Su Padre se engaña con respecto a Cristo. 2No te engañes, pues, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida sanarás la tuya. 3Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues Cristo es su  curación así como la tuya. 4Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. 6Y al enga­ñarte con respecto ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible.

10. En el mundo real no hay enfermedades, pues en él no hay sepa­ración ni división. 2En él sólo se reconocen los pensamientos amo­rosos, puesto que todo el mundo dispone de tu ayuda, la Ayuda de Dios va contigo a todas partes. 3A medida que, por el hecho de pedir esta Ayuda estés dispuesto aceptarla, la ofrecerás porque la desearás. 4Nada estará fuera del alcance de tu poder sanador porque nada que pidas te será negado. 5¿Qué problema puede haber que no desaparezca en presencia de la Respuesta de Dios? 6Pide, entonces, conocer la realidad de tu hermano porque eso es lo que percibirás en él, y en su belleza verás reflejada la tuya.

11. No aceptes la percepción variable que tu hermano tiene de sí mismo, pues su mente dividida es la tuya, y no aceptarás tu pro­pia curación sin la suya. 2Compartís el mundo real de la misma manera en que compartís el Cielo, y la curación de tu hermano es tu curación. 3Amarte a ti mismo es curarte a ti mismo, y no pue­des percibir una parte de ti mismo como enferma y lograr tu objetivo. 4Hermano mío, sanamos juntos al vivir juntos y al amar juntos. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues él es uno consigo mismo, y uno con su Padre. 6Ama a aquel a quien su Padre ama, y te darás cuenta del Amor que tu Padre te profesa. 

12. Si percibes que un hermano te ha ofendido arranca la ofensa de tu mente, pues es Cristo el que te ofende y estás engañado con respecto a Él. 2 Sana en Cristo y no te sientas ofendido por Él, pues la ofensa no tiene cabida en Él. 3Si lo que percibes te ofende, te ofendes a ti mismo y condenas al Hijo de Dios a quien Dios no condena. 4Deja que el Espíritu Santo elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. 5Acepta Su poder sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña.

13. Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espanto­sos y se aterran. 2Mas si preguntan a alguien en quien confían cuál es el significado de lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones en favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas. 3Cuando se ayuda a un niño a que se dé cuenta de que lo que pensaba que era un fantasma es en realidad una cortina, el "monstruo" una sombra y el "dragón" un sueño, deja entonces de tener miedo y se ríe felizmente de su propio miedo.

14. Hijo mío, tienes miedo de tus hermanos, de tu Padre y de ti mismo. 2Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti mismo. 3Pregúntale al Maestro de la realidad lo que son ellos y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de tus miedos y los reemplazarás con la paz. 4Pues el miedo no se encuentra en la realidad, sino en las mentes de aquellos niños que no entienden la realidad. 5Es únicamente su falta de entendimiento lo que les asusta, y cuando aprenden a percibir correctamente dejan de tener miedo. 6Y así, cuando vuel­van a tener miedo preguntarán de nuevo cuál es la verdad. 7No es la realidad de tus hermanos, ni la de tu Padre ni la tuya lo que te asusta. 8No sabes lo que son y debido a ello los percibes a ellos y a ti mismo como fantasmas, monstruos y dragones. 9Pregúntale cuál es su realidad a Aquel que la conoce, y Él te dirá lo que ellos son. 10Pues tú no entiendes lo que ellos son, y, puesto que estás engañado con respecto a lo que ves, necesitas la realidad para poder desvanecer tus miedos.

15. ¿No intercambiarías tus miedos por la verdad, teniendo en cuenta que puedes lograrlo sólo con pedirlo? 2Pues si Dios no está engañado con respecto a ti, únicamente tú puedes estar engañado con respecto a ti mismo. 3Puedes, no obstante, aprender del Espí­ritu Santo cuál es la verdad acerca de ti, y Él te enseñará que, al ser tú parte de Dios, el engaño no tiene cabida en ti. 4Cuando te perci­bas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. 5Y entonces tu Padre des­cenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él.

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