DESPERTAR AL AMOR

jueves, 23 de abril de 2020

23 ABRIL: TERCER REPASO. repaso de las lecciones 95 y 96

AUDIOLIBRO





EJERCICIOS


LECCION 113

Para los repasos de mañana y noche:

1. (95) Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

2Mías son la serenidad y la paz perfecta, pues soy un solo Ser, completamente íntegro, uno con toda la creación y con Dios.

2. (96) La salvación procede de mi único Ser.

2Desde mi único Ser, cuyo conocimiento aún permanece en mi mente, veo el plan perfecto de Dios para mi salva­ción perfectamente consumado.

3. A la hora en punto:
2Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

3Media hora más tarde:
4La salvación procede de mi único Ser.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones del Tercer Repaso

Comentario

Hay algo atrayente en ser “un solo Ser”, que no se puede explicar. Gran parte de la psicología moderna habla de la “integración” de los distintos aspectos de nuestro ser. Así pues, la mayor parte del tiempo nos sentimos como si estuviésemos hechos de piezas diferentes, que a veces trabajan juntas pero que la mayoría de las veces están en conflicto. Hay lo que los psicoanalistas Jungianos llaman nuestra “sombra”, que son tendencias reprimidas que nos siguen como figuras tenebrosas en nuestros sueños.

El Curso ofrece la visión de un Ser unificado. Habla de “una mente que está en paz consigo misma” (L.p.II.8.3:4). Nos dice que debido a que somos un solo Ser, no podemos estar en conflicto. El Texto habla de nuestra guerra contra nosotros mismos (Capítulo 23), y dice que el aparente conflicto que vemos en el mundo a nuestro alrededor no es nada más que un reflejo de la ilusión de conflicto que todos llevamos dentro de nuestra mente. Dice: “Se empieza a tener paz en él (mundo) cuando se le percibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo que yace tras ellas” (L.200.8:2). La paz tiene que comenzar dentro de nosotros, en la serenidad y en la calma de un ser unificado, en una mente libre de conflicto y ataque.

Sin embargo, el Ser del que estamos hablando es más que un individuo completo y unificado. Es un Ser que todos compartimos, “uno con toda la creación y con Dios” (1:2). Son aspectos diferentes de la misma cosa, pues cuando nos liberamos a nosotros mismos del conflicto dentro de nosotros, nuestro conflicto con el mundo desaparece milagrosamente.

Por eso, la salvación procede de mi único Ser. Cuando nos hayamos unido a nosotros mismos y hayamos reconocido la verdad de nuestro ser unificado, este estado de estar completo se extenderá a los otros de manera natural. Desde dentro del Círculo de la Expiación (T.14.V), acercamos a otros a su propia plenitud, que comparten con nosotros.

Hoy aquieto y acallo a mi mente de todos sus conflictos. Me aparto de la separación. Tomo mi tiempo en la quietud y el silencio para romper mi identificación con esta imagen de un ser dividido en partes diferentes, y me sumerjo en la consciencia de “un Ser” dentro de mí, Que es lo que realmente soy. Las imágenes conflictivas acerca de mí vienen y van con sorprendente frecuencia, ellas no pueden ser mi realidad. Algo permanece debajo de todo ello, el “murmullo” del ser en el que todos los destellos y dramas parecen ocurrir. Esta constancia es lo que soy, no los pensamientos que van y vienen y que exigen mi atención. Abrazo a este único Ser, con gran anhelo, diciendo: “La salvación procede de mi único Ser. Esta unidad es mi salvación. Esta unidad es mi realidad”








TEXTO

VI. El despertar a la redención


1. Es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposi­ble ver lo que no crees. 2La percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias. 3La percepción no se estabiliza hasta que las creencias se cimientan. 4De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. 5Eso es lo que quise decir con: "Dichosos los que sin ver creyeron", pues aquellos que creen en la resurrección la verán. 6La resurrección es el triunfo definitivo de Cristo sobre el ego, no atacándolo sino transcendién­dolo. 7Pues Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus "obras"; y asciende hasta el Padre y Su Reino.

2. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? 2¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? 3¿Te gustaría trascen­der tu prisión y ascender hasta el Padre? 4Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. 5Ha habido mucha con­fusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de "conciencia" y también con el de "interpretación de la conciencia". 6No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia interpretación.

3. Este curso es muy claro. 2Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no crees lo que dice. 3puesto que lo que crees determina tu percepción, no per­cibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas. 4Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes creen­cias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. 5Pues las per­cepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña. 6Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar: 7Aprender de Cristo es fácil, pues percibir con Él no entraña nin­gún esfuerzo. 8Sus percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que introduces en ésta. 9Deja que sea el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias pueriles indignas del Hijo de Dios. 10Pues hasta que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano.

4. Yo soy tu resurrección y tu vida. 2Vives en mí porque vives en Dios. 3todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. 4¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? 5¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? 6Cree en la resurrec­ción porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. 7Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrec­ción es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. 8Pero no hagas excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. 9Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó.

5. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de Dios, ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, 2pues el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él inventó como si es el Dios qué lo creó a él. 3Por eso es por lo que su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá única­mente al dios que acepte. 4El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y sus devotos le obedecen. 5Se crucifican a sí mismos en su nombre, creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor. 6El Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada: 7No exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión. 8Lo único que quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad.

6. La resurrección no puede sino atraerte irresistiblemente a que le ofrezcas tu lealtad con agrado porque es el símbolo de la dicha. 2Su irresistible poder reside en el hecho de que representa lo que tú quieres ser. 3La libertad de abandonar todo aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede imponer, pero se te puede ofrecer a través de la gracia de Dios. 4Y tú puedes aceptarla mediante Su gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo acepta sin reservas como Suyo: 5¿Quién es, entonces, tuyo?. 6El Padre te ha dado todo lo que es Suyo, y Él Mismo es tuyo junto con todos tus hermanos. 7Protégelos en su resurrección, pues, de lo contrario, no despertarás en Dios, rodeado de la seguridad de lo que es tuyo para siempre.

7. No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su frente. 2El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios de la crucifixión condena. 3No enseñes que mi muerte fue en vano. 4Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. 5Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo juega un papel igualmente importante. 6Dios no juzga a Su inocente Hijo. 7Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo iba a poder juzgarlo?

8. Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una corona de espinas sobre la cabeza. 2Aun así, no puedes crucificar al Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. 3Su Hijo ha sido redimido de su propia crucifixión, y tú no puedes condenar a muerte a quien Dios ha dado vida eterna. 4El sueño de la crucifi­xión aún descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es la realidad, mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, es que estás dormido. 6Y mientras creas que puedes crucificarle estarás simplemente teniendo pesadillas. 7Tú que estás comenzando a despertar, todavía eres consciente de tus sueños y aún no los has olvidado. 8Te olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para com­partir contigo tu redención.  

9. Despertarás a tu propia llamada, pues la Llamada a despertar se encuentra dentro de ti. 2Si vivo en ti, tú estás despierto. 3No obstante, tienes que ver las obras que llevo a cabo a través de ti, o, de lo contrario, no percibirás que las he llevado a cabo en ti. 4No pongas límites a lo que crees que puedo hacer a través de ti, o no aceptarás lo que puedo hacer por ti. 5Esto, no obstante, ya ha tenido lugar, y a menos que des todo lo que has recibido, no sabrás que tu redentor vive y que has despertado con él. 6La redención se reconoce únicamente compartiéndola.

10. El Hijo de Dios está a salvo. 2Lleva únicamente esta conciencia a la Filiación, y tu papel en la redención será tan importante como el mío. 3Pues tu papel tiene que ser como el mío si lo aprendes de mí. 4Si crees que el tuyo está limitado, no haces sino limitar el mío. 5No hay grados de dificultad, en los milagros porque todos los Hijos de Dios tienen el mismo valor, y su igualdad es su unicidad. 6Todo el poder de Dios reside en cada una de sus partes por igual, y nada que contradiga Su Voluntad es grande o pequeño. 7Lo que no existe no tiene tamaño ni medida. 8Para Dios todo es posible. 9Y a Cristo le es dado ser como el Padre.







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