DESPERTAR AL AMOR

lunes, 20 de abril de 2020

20 ABRIL: Soy tal como Dios me creó.

 AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 110

Soy tal como Dios me creó.

1. Repetiremos la idea de hoy de vez en cuando. 2Pues sólo con este pensamiento bastaría para salvarte a ti y al mundo, si creye­ses que es verdad. 3Su veracidad significa que no has efectuado ningún cambio real en ti, ni que tampoco has cambiado el uni­verso de manera que lo que Dios creó hubiese podido ser reem­plazado por el miedo y la maldad, por la aflicción y la muerte. 4Si sigues siendo tal como Dios te creó, el miedo no tiene sentido, la maldad no es real y la aflicción y la muerte no existen.

2. La idea de hoy es, por lo tanto, todo cuanto necesitas para dejar que la absoluta corrección sane tu mente y te conceda una visión perfecta que corrija todos los errores que cualquier mente haya podido cometer en cualquier momento o lugar. 2Esta idea es sufi­ciente para sanar el pasado y liberar el futuro. 3Esta idea es su­ficiente para permitir que el presente se acepte tal como es. 4Esta idea es suficiente también para dejar que el tiempo sea el medio por el que el mundo entero aprende a escaparse del tiempo y de todos los cambios que éste parece producir con su pasar.

3. Si sigues siendo tal como Dios te creó, las apariencias no pue­den reemplazar a la verdad, la salud no puede trocarse en enfer­medad, la muerte no puede suplantar a la vida ni el miedo al amor. 2Nada de eso ha ocurrido si tú sigues siendo tal como Dios te creó. 3No necesitas otro pensamiento que éste para permitir que la redención venga a iluminar al mundo y a liberarlo del pasado.

4. Con este pensamiento basta para erradicar todo el pasado y salvar el presente a fin de que se pueda extender serenamente hasta un futuro intemporal. 2Si eres tal como Dios te creó, enton­ces no ha habido separación alguna entre tu mente y la Suya, ni división entre tu mente y otras mentes, y sólo ha habido unidad en la tuya.

5. El poder sanador de la idea de hoy es ilimitado. 2La idea de hoy es la cuna de todos los milagros, la gran restauradora de la verdad en la conciencia del mundo. 3Practica la idea de hoy con gratitud. 4Ésta es la verdad que te hará libre. 5Ésta es la verdad que Dios te ha prometido. 6Ésta es la Palabra con la que a todo sufrimiento le llega su fin.

6. Comienza las sesiones de práctica de cinco minutos con esta cita del texto:

2Soy tal como Dios me creó.
3Su Hijo no puede sufrir.
4Y yo soy Su Híjo.

7. Luego, mientras mantienes esta afirmación fija en la mente, trata de encontrar en ella al Ser que es el santo Hijo de Dios Mismo.

8. Busca en tu interior a Aquel que es el Cristo en ti, el Hijo de Dios y hermano del mundo; el Salvador que ha sido salvado para siempre y que tiene el poder de salvar a todo aquel que entra en contacto con Él, por levemente que sea, y le pida la Palabra que le dice que él es Su hermano.

9. Eres tal como Dios te creó. 2Honra hoy a tu Ser, 3y no rindas culto a las imágenes que fabricaste para que fuesen el Hijo de Dios en lugar de lo que él es. 4En lo más recóndito de tu mente el santo Cristo en ti espera a que lo reconozcas como lo que tú eres. 5Y mientras no lo reconozcas y Él siga siendo un desconocido para ti, tú seguirás perdido y sin saber quién eres.

10. Búscalo hoy y encuéntralo. 2Él te salvará de todos los ídolos que has inventado. 3Pues cuando lo encuentres, comprenderás cuán indignos son tus ídolos y cuán falsas las imágenes que creías ser. 4Hoy damos un paso gigantesco hacia la verdad al abandonar nuestros ídolos y abrir nuestros brazos, nuestros corazones y nues­tras mentes a Dios.

11. Lo recordaremos a lo largo del día con nuestros corazones rebosantes de gratitud y albergando solamente pensamientos amorosos hacia todos aquellos que hoy se crucen en nuestro camino. 2Pues así es como lo recordaremos. 3Y para poder recor­dar a Su Hijo, nuestro santo Ser, el Cristo en cada uno de nosotros diremos:

4Soy tal como Dios me creó.

5Declaremos esta verdad tan a menudo como podamos. 6Ésta es la Palabra de Dios que te hace libre. 7Ésta es la llave que abre las puertas del Cielo y te permite entrar a la paz de Dios y a Su eternidad.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar de adorar las falsas imágenes que tienes acerca de ti y, en lugar de ello, buscar y encontrar tu verdadero Ser.

Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo). 

  • Di: “Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo”. 
  • El resto de la sesión de práctica es una meditación es muy parecida a la que hiciste la primera vez que apareció esta idea, en la Lección 94 (puedes ir allí y leer mis instrucciones para la práctica de aquella lección). Toda tu atención debe estar en buscar ese lugar en lo profundo de tu mente donde mora tu verdadero Ser, el Cristo. Para llegar ahí, necesitas dejar a un lado todas las imágenes que tienes acerca de ti (son los ídolos y falsas imágenes de los que habla la lección). Como siempre recuerda tu entrenamiento en meditar: concentra toda tu intención en sumergirte hacia adentro al centro de tu mente, retira tu mente de las distracciones tan a menudo como sea necesario, y acércate a tu Ser con deseo, pues es tu Ser Quien tiene el poder de salvarte.


Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Repite la idea para recordarte a ti mismo tu verdadera Identidad como el santo Hijo de Dios.

Apoyo a la práctica: Se te dice: “Practica la idea de hoy con gratitud” (5:3) porque, sencillamente, tiene muchísimo poder (como puedes ver al leer los primeros cinco párrafos). Ésta es la principal lección del Libro de Ejercicios. Se te recuerda repetidas veces que la idea de hoy es “suficiente” (1:2; 2:2-4) para salvarte, eso es “todo lo que necesitas” (2:1; 3:3)

Comentario

Se nos dice que este solo pensamiento es suficiente para salvarnos no sólo a nosotros sino al mundo, si creemos que es verdad.

“Su veracidad significa que no has efectuado ningún cambio real en ti, ni que tampoco has cambiado el universo de manera que lo que Dios creó hubiese podido ser reemplazado por el miedo y la maldad, por la aflicción y la muerte”. (1:3)

Éste es el principal significado para mí de esta idea: nada de lo que he hecho ha cambiado nada. Los pensamientos del ego no han hecho nada, no han cambiado nada. El miedo, la maldad, el sufrimiento y la muerte no han sucedido. Sigo siendo tal como Dios me creó. No he dañado nada. La pequeña y loca idea de sustituir a Dios de Su trono no ha logrado absolutamente nada. Todavía soy perfecto, inocente, puro amor.

“Esta idea es suficiente también para dejar que el tiempo sea el medio por el que el mundo entero aprende a escaparse del tiempo y de todos los cambios que éste parece producir con su pasar”. (2:4)
Vemos los estragos del tiempo. Vemos el cuerpo que envejece. Vemos a los seres amados venir y marchar. Vemos la decadencia, la muerte y la pérdida. Pero el tiempo puede ser el medio por el que aprendemos a escaparnos del tiempo y de todos sus cambios. Con el paso del tiempo aprendemos a mirar más allá de las apariencias de cambio a lo que nunca cambia, y aprendemos que únicamente esto es real. “Llévame por el camino eterno” (Salmos 139:24).

“Si eres tal como Dios te creó, entonces no ha habido separación alguna entre tu mente y la Suya, ni división entre tu mente y otras mentes, y sólo ha habido unidad en la tuya”. (4:2)

Ninguna separación, ninguna división, ninguna esquizofrenia. Soy un solo Ser, unido a mi Creador, y dotado de un poder y de un amor infinitos. Confío en mis hermanos, que son uno conmigo, porque soy tal como Dios me creó y nunca me he separado de ellos. Lo que encuentro dentro de mí cuando escucho la Voz silenciosa del Espíritu Santo es lo también son todos los demás. Dentro de mí encuentro al Uno Santo. Yo soy Esto, tú eres Esto. Que yo me vuelva consciente de cualquier pensamiento que diga otra cosa, cualquier imagen de mí que inventa un ídolo falso y limitado, y que abandone ese pensamiento y esa imagen.

“En lo más recóndito de tu mente el santo Cristo en ti espera a que lo reconozcas como lo que tú eres. Y mientras no lo reconozcas y Él siga siendo un desconocido para ti, tú seguirás perdido y sin saber quién eres”. (9:4-5)







TEXTO

IV. La herencia del Hijo de Dios

1. Nunca olvides que la Filiación es tu salvación, pues la Filiación es tu Ser. 2Al ser la creación de Dios, es tuya, y al pertenecerte a ti, es Suya. 3Tu Ser no necesita salvación, pero tu mente necesita aprender lo que es la salvación. 4No se te salva de nada, sino que se te salva para la gloria. 5La gloria es tu herencia, que tu Creador te dio para que la extendieras. 6No obstante, si odias cualquier parte de tu Ser pierdes todo tu entendimiento porque estás con­templando lo que Dios creó como lo que eres, sin amor. 7Y puesto que lo que Él creó forma parte de Él, le estás negando el lugar que le corresponde en Su Propio altar.

2. ¿Cómo ibas a poder saber que estás en tu hogar si tratas de echar a Dios del Suyo? 2¿Cómo podría el Hijo negar al Padre sin creer que el Padre lo ha negado a él? 3Las leyes de Dios existen para tu protección, y no existen en vano. 4Lo que experimentas cuando niegas a tu Padre sigue siendo para tu protección, pues el poder de tu voluntad no puede ser reducido a menos que Dios intervenga contra él, y cualquier limitación de tu poder no es la Voluntad de Dios. 5Recurre, por lo tanto, únicamente al poder que Dios te dio para salvarte, recordando que es tuyo porque es Suyo, y únete a tus hermanos en Su paz.

3. Tu paz reside en el hecho de que Su paz es ilimitada. 2Limita la paz que compartes con Él, y tu Ser se vuelve necesariamente un extraño para ti. 3Todo altar a Dios forma parte de ti porque la luz que Él creó es una con Él. 4¿Le negarías a un hermano la luz que posees? 5No lo harías si te dieses cuenta de que con ello sólo podrías nublar tu propia mente. 6En la medida en que lo traes de regreso, regresas también tú. 7Ésa es la ley de Dios para la protec­ción de la plenitud de Su Hijo.

4. Sólo tú puedes privarte a ti mismo de algo. 2No resistas este hecho, pues es en verdad el comienzo de la iluminación. 3Recuerda tam­bién que la negación de este simple hecho adopta muchas formas, y que debes aprender a reconocerlas y a oponerte a ellas sin excepción y con firmeza. 4Éste es un paso crucial en el proceso de re-despertar. 5Las fases iniciales de esta inversión son con fre­cuencia bastante dolorosas, pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a alber­garla adentro. 6Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera.

5. Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. 2no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 3Por eso es por lo que la culpa tiene que ser des-hecha, no verse en otra parte. 4Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. 5Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 6No puedes llegar a estar en Presencia de Dios si atacas a Su Hijo. 7Cuando Su Hijo alce su voz en alabanza de su Creador, oirá la Voz que habla por su Padre. 8Mas el Creador no puede ser alabado sin Su Hijo, pues Ambos comparten la gloria y a Ambos se les glorifica juntos.

6. Cristo está en el altar de Dios, esperando para darle la bienve­nida al Hijo de Dios. 2Pero ven sin ninguna condenación, pues, de lo contrario, creerás que la puerta está atrancada y que no puedes entrar. 3La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés. 4Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es como te ama tu Padre. 5Puedes negarte a entrar, pero no pueden atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. 6Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente. 7Dios es mi vida y la tuya, y Él no le niega nada a Su Hijo.

7. En el altar de Dios Cristo espera Su propia reinstauración en ti. 2Dios sabe que Su Hijo es tan irreprochable como Él Mismo, y la forma de llegar a Él es apreciando a Su Hijo. 3Cristo espera a que lo aceptes como lo que tú eres, y a que aceptes Su Plenitud como la tuya propia. 4Pues Cristo es el Hijo de Dios, que vive en Su Creador y refulge con Su gloria. 5Cristo es la extensión del Amor y de la belleza de Dios, tan perfecto como Su Creador y en paz con Él.

8. Bendito es el Hijo de Dios cuyo resplandor es el de su Padre, y cuya gloria él quiere compartir tal como su Padre la comparte con él. 2No hay condenación en el Hijo, puesto que no hay conde­nación en el Padre. 3Dado que el Hijo comparte el perfecto Amor del Padre, no puede sino compartir todo lo que le pertenece a Él, pues de otra manera, no podría conocer ni al Padre ni al Hijo. 4¡Que la paz sea contigo que descansas en Dios, y en quien toda la Filiación descansa!












No hay comentarios:

Publicar un comentario