DESPERTAR AL AMOR

lunes, 16 de noviembre de 2020

16 NOVIEMBRE: Mi Padre me da todo poder.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 320


Mi Padre me da todo poder.


1. El Hijo de Dios no tiene límites. 2Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que su Padre lo dotó en su creación. 3Lo que dispone con su Creador y Reden­tor se hace. 4Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente, y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. 5Yo soy aquel a quien todo esto se le da. 6Yo soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.

2. Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. 2Tu Voluntad no tiene límites. 3Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Aquellos de nosotros que no han estudiado la Biblia, o los Evangelios en concreto, puede que no reconozcan estas palabras como parecidas a las que dijo Jesús poco después de la resurrección: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). Me parece significativo que el Curso ponga estas palabras en nuestra boca. Es una indicación del plano de igualdad con Jesús en que nos pone. Él no era algo diferente a nosotros, todos nosotros junto con Él somos Hijos iguales de Dios. Él está un poco más avanzado en el tiempo (o quizá, fuera del tiempo), pero con la misma naturaleza. Todos somos el Hijo de Dios, juntos, tal como Dios nos creó.

Esta sección se extiende acerca de que el Hijo de Dios no tiene límites, que se menciona en “¿Qué es el juicio Final?” Allí, Dios dice: “"Tú sigues siendo Mi santo Hijo… tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado” (L.pII.10.5:1). Aquí se nos dice que somos (como Hijo de Dios) “ilimitado”, “el Hijo de Dios no tiene límites” (1:1), sin límites en ninguna de nuestras cualidades, ya sea fortaleza, paz, dicha, o no importa qué. Fortaleza sin límites, paz sin límites, dicha sin límites. Para ser honesto, no puedo imaginarme cómo es la dicha sin límites, y sin embargo esta lección dice que es mía. Conozco la dicha. Conozco una gran dicha. A veces soy tan dichoso que apenas puedo contenerla. Pero, ¿dicha sin ningún límite en absoluto? ¿Cómo tiene que ser?

Pienso que todos ponemos límites mentales a nuestra fortaleza, a nuestra paz y a nuestra dicha. Y, en realidad, a nuestra felicidad. ¿No has tenido nunca la sensación de que, de algún modo, es peligroso ser demasiado feliz? Pensamos: “¡Cuidado! No queremos convertirnos en bobos dichosos”. Sin embargo, la característica del Hijo de Dios es la dicha sin límites. ¿Cómo llegar a conocerla como nuestra si le ponemos límites a nuestra dicha? Nuestro ego actúa como un administrador del motor interno de felicidad y dicha, podemos llegar hasta un punto de felicidad, y luego la energía parece apagarse. Necesitamos abandonar a ese administrador.

¿Creo realmente que lo que quiero junto a mi Creador “se hace”? (1:3). ¿Creo que lo que mi voluntad dispone no puede ser negado? (1:4) Hay algunos que tienen un atisbo de esto, y son aquellos que parecen lograr tantas cosas en su vida, negándose a creer que lo que quieren no puede ocurrir. En lugar de ello, se dan cuenta de que tiene que ocurrir.

Por supuesto, aquí no estamos hablando sólo de cosas terrenales. Éste no es el mensaje del dominio de la voluntad, o del control de nuestro entorno por la fuerza de nuestra voluntad. Esto se refiere a nuestra voluntad “santa”, unida a la Voluntad de Dios, que se expresa en la extensión de Su Ser. En esto tenemos poder sin límites. En esto, “Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí” (2:1). Cada uno de nosotros puede ser una fuerza ilimitada para el bien y para Dios si dejamos a un lado la creencia en las limitaciones. Por ejemplo, el poder del amor no tiene límites porque no hay nada real que se le oponga.

Padre, hoy voy a examinar mis pensamientos y buscar las creencias en límites que impiden que Tu poder actúe en mí y a través de mí. Que las reconozca como falsas y que me abra a Tu gran poder, actuando a través de mí para extenderse a todo el mundo.



¿Qué es el Juicio Final? (Parte 10)

L.pII.10.5:2-3

“Despierta, pues, y regresa a Mí. Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo”. (5:2-3)

El Juicio Final de Dios termina con esto, completando la afirmación que tratamos ayer. Nos cuesta mucho aceptar todas las cosas que aquí se mencionan que Dios está diciendo de nosotros. Necesitamos despertar del sueño en el que su opuesto parece verdadero, y regresar al Padre que nunca ha dejado de amarnos con un amor eterno. “Tú eres Mi Hijo”. Eso es lo que todos deseamos de verdad oír, y todos nosotros (como el hijo pródigo en la Biblia) tenemos miedo de haber perdido el derecho a oírlas. El hijo pródigo estaba tan lleno de culpa que regresó a su padre esperando que, en el mejor de los casos, fuese aceptado y tratado como un criado. En lugar de eso, recibió la bienvenida con un banquete. Su padre salió a su encuentro en el camino.

¿Tenemos miedo de acercarnos a Dios? ¿Dudamos de dirigirnos a Él? ¿Nos sentimos avergonzados acerca de cómo hemos vivido y de lo que hemos hecho con los regalos que Él nos ha dado? Él no está enfadado. Él no está avergonzado de nosotros. Lo único que Él sabe es que somos Sus Hijos, los que Él ama. Y nos está llamando para que regresemos a Él, para que salgamos de la pesadilla en la que nos hemos perdido y olvidado de nosotros mismos, nos está esperando para darnos la bienvenida una vez más a Sus amorosos brazos.





TEXTO

II. La inversión de efecto y causa



1. Sin causa no puede haber efectos, mas sin efectos no puede haber causa. 2Lo que hace que una causa sea causa son sus efectos; el Padre es Padre por razón de Su Hijo. 3Los efectos no crean su causa, pero sí establecen su condición de causa. 4De este modo, el Hijo otorga Paternidad a su Creador y recibe el regalo que le ha dado. 5puesto que es el Hijo de Dios, tiene que ser a su vez un padre, que crea tal como su Padre lo creó a él. 6El círculo de creación no tiene fin. 7Su punto de partida y su punto final son el mismo, 8pero dentro de sí encierra a todo el universo de la crea­ción, sin principio ni fin.


2. La paternidad es creación. 2El amor tiene que extenderse. 3La pureza no está limitada en modo alguno. 4La naturaleza del ino­cente es ser eternamente libre, sin barreras ni limitaciones. 5La pureza, por lo tanto, no es algo propio del cuerpo. 6Ni tampoco puede hallarse allí donde hay limitaciones. 7El cuerpo puede curar gracias a los efectos de la pureza, los cuales son tan ¡limitados como ella misma. 8No obstante, toda curación tiene lugar cuando se reconoce que la mente no está dentro del cuerpo, que su inocencia es algo completamente aparte de él y que está allí donde reside la curación. 9¿Dónde se encuentra, entonces, la cura­ción? 10Únicamente allí donde a su causa se le confieren sus efec­tos. 11Pues la enfermedad es un intento descabellado de adjudicar efectos a lo que carece de causa y de hacer de ello una causa.


3. La enfermedad es siempre un intento por parte del Hijo de Dios de ser él su propia causa y de no permitirse a sí mismo ser el Hijo de su Padre. 2Como consecuencia de este deseo irrealizable, él no cree ser el efecto del Amor, sino que él mismo debe ser su propia causa debido a lo que es. 3La causa de la curación es la única Causa de todo 4y sólo tiene un efecto. 5En este reconoci­miento no se le adjudica ningún efecto a lo que carece de causa y no se percibe ninguno. 6Una mente contenida en un cuerpo y un mundo poblado de otros cuerpos, cada uno de ellos con una mente separada, es lo que constituye tus "creaciones", y tú eres la "otra" mente que crea efectos diferentes de sí misma. 7Y al ser su "padre", tienes que ser como ellos.


4. En realidad no ha ocurrido nada, excepto que te quedaste dor­mido y tuviste un sueño en el que eras un extraño para ti mismo y tan sólo una parte del sueño de otro. 2El milagro no te des­pierta, sino que simplemente te muestra quién es el soñador. 3Te enseña que mientras estés dormido puedes elegir entre diferen­tes sueños, dependiendo del propósito que le hayas adscrito a tu soñar. 4¿Deseas sueños de curación o sueños de muerte? 5Un sueño es como una memoria, en el sentido de que te presenta las imágenes que quieres que se te muestren.


5. Todos tus retazos de memorias y sueños se conservan en un almacén vacío, cuyas puertas están abiertas de par en par. 2Pero si tú eres el soñador, puedes percibir cuando menos esto: que tú eres el causante del sueño, y, por lo tanto, que puedes aceptar otro sueño. 3Pero para que este cambio en el contenido del sueño tenga lugar, es esencial que te des cuenta de que fuiste tú quien soñó el sueño que no te gusta. 4Pues no es otra cosa que un efecto que tú causaste, y del que ya no quieres ser la causa. 5Cuando los sueños son de asesinato y ataque, tú eres la víctima en un cuerpo moribundo que ha sido herido. 6Pero cuando los sueños son de perdón, a nadie se le pide ser la víctima o el que padece. 7Éstos son los felices sueños que el milagro te ofrece a cambio de los tuyos. 8No te pide que concibas otro sueño, sino sólo que te descuenta de que inventaste el que quieres intercambiar por los de perdón.

6. Este mundo carece de causa, al igual que todos los sueños que nadie jamás haya tenido en él. 2Ningún plan es posible en él, ni hay nada que sea comprensible. 3¿Qué otra cosa se puede esperar de lo que no tiene causa? 4Sin embargo, si no tiene causa, tam­poco tiene propósito. 5Puedes ser el causante de un sueño, pero jamás podrás hacer que sus efectos sean reales. 6Pues ello cambia­ría su causa, y eso es precisamente lo que no puedes hacer. 7El soñador de un sueño no está despierto ni sabe que duerme. 8En sus sueños tiene fantasías de estar enfermo o sano, deprimido o feliz, pero sin una causa estable con efectos garantizados.

7. El milagro establece que estás teniendo un sueño y que su con­tenido no es real. 2Éste es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones. 3Nadie tiene miedo de ellas cuando se da cuenta de que fue él mismo quien las inventó. 4Lo que mantenía vivo al miedo era que él no veía que él mismo era el autor del sueño y no una de sus figuras. 5Él se causa a sí mismo lo que sueña que le causó a su hermano. 6Y esto es todo lo que el sueño ha hecho y lo que le ha ofrecido para mostrarle que sus deseos se han cumplido. 7Y así, él teme su propio ataque, pero lo ve venir de la mano de otro. 8Como víctima que es, sufre por razón de los efectos del ataque, pero no por razón de su causa. 9No es el autor de su propio ata­que, y es inocente de lo que ha causado. 10El milagro no hace sino mostrarle que él no ha hecho nada. 11De lo que tiene miedo es de una causa que carece de los efectos que habrían hecho de ella una causa. 12Por lo tanto, nunca lo fue.

8. La separación comenzó con el sueño de que el Padre estaba privado de Sus Efectos y de que era incapaz de conservarlos, pues había dejado de ser su Creador. 2En el sueño, el soñador se hizo a sí mismo. 3Pero lo que hizo se volvió contra él, asumiendo el papel de creador suyo, tal como él mismo había hecho. 4Y así como él odió a su Creador, del mismo modo las figuras del sueño lo odian a él. 5Su cuerpo es esclavo de ellas, que abusan de él porque los motivos que él le adjudicó al cuerpo ellas los han adoptado como propios. 6Y odian al cuerpo por la venganza que éste quiere hacer que recaiga sobre ellas. 7Mas la venganza de ellas contra el cuerpo es lo que parece probar que el soñador no es el autor del sueño. 8Primero se separan efecto y causa, y luego se invierten, de forma que el efecto se convierte en causa y la causa en efecto.

9. Ése es el último paso de la separación, con el que da comienzo la salvación, la cual se encamina en dirección contraria. 2Este último paso es un efecto de lo que ha sucedido antes, que ahora parece ser la causa. 3El milagro es el primer paso en el proceso de devolverle a la Causa la función de ser causa y no efecto. 4Pues esta confusión ha dado lugar al sueño, y mientras no se resuelva, despertar seguirá siendo algo temible. 5Y la llamada a despertar no será oída, pues parecerá ser la llamada al temor.

10Al igual que todas las lecciones que el Espíritu Santo te pide que aprendas, el milagro es inequívoco. 2El milagro es la demos­tración de lo que Él quiere que aprendas, y te enseña que lo que te interesa son sus efectos. 3En Sus sueños de perdón, los efectos de tus sueños quedan des-hechos, y aquellos que eran tus enemi­gos acérrimos se perciben ahora como amigos que te desean el bien. 4Ahora se ve que vuestra enemistad jamás tuvo causa, puesto que ellos no la causaron. 5Y puedes aceptar que fuiste tú el autor de su odio porque te das cuenta de que no tiene efectos. 6Te has liberado del sueño lo suficiente como para darte cuenta de que el mundo es neutral y de que no es necesario tener miedo de los cuerpos que parecen moverse por él como entes separa­dos. 7Por lo tanto, no están enfermos.

11. El milagro te devuelve la causa del miedo a ti que lo inven­taste. 2Pero también te muestra, que, al no tener efectos, no es realmente una causa porque la función de lo causativo es produ­cir efectos. 3Y allí donde los efectos han desaparecido, no hay causa. 4De este modo, el cuerpo se cura gracias a los milagros, ya que éstos demuestran que la mente inventó la enfermedad y que utilizó al cuerpo para ser la víctima, o el efecto, de lo que ella inventó. 5Mas la mitad de la lección no es toda la lección. 6El milagro no tiene ninguna utilidad si lo único que aprendes es que el cuerpo se puede curar, pues no es ésta la lección que se le encomendó enseñar. 7La lección que se le encomendó enseñar es que lo que estaba enfermo era la mente que pensó que el cuerpo podía enfermar. aProyectar su culpabilidad no causó nada ni tuvo efectos.

12. Este mundo está repleto de milagros. 2Se alzan en radiante silencio junto a cada sueño de dolor y sufrimiento, de pecado y culpabilidad. 3Representan la alternativa al sueño, la elección de ser el soñador, en vez de negar el papel activo que has desempe­ñado en la fabricación del sueño. 4Los milagros son los felices efectos de devolver la enfermedad -la consecuencia- a su causa. 5EI cuerpo se libera porque la mente reconoce lo siguiente: "Nadie me está haciendo esto a mí, sino que soy yo quien me lo estoy haciendo a mí mismo". 6Y así, la mente queda libre para llevar a cabo otra elección. 7A partir de ahí, la salvación procederá a cam­biar el rumbo de cada paso que jamás se haya dado en el descenso hacia la separación, hasta que lo  andado se haya desandado, la escalera haya desaparecido y todos los sueños del mundo hayan sido des-hechos.



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