DESPERTAR AL AMOR

lunes, 5 de agosto de 2019

5 AGOSTO: SEXTO REPASO Repaso a las lecciones 197

AUDIOLIBRO

EJERCICIOS


LECCIÓN 217



No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.



1. (197) No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano. 

2¿Quién debe dar gracias por mi salvación sino yo mismo? 3¿Y cómo sino a través de la salvación puedo encontrar el Ser a Quien debo estarle agradecido?

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

La salvación que el Curso describe es única en el sentido de que combina la total responsabilidad por nuestra propia salvación con la dependencia total de Dios. Mi Ser es lo que me “salva”, sin embargo ese Ser se descubre sólo al reconocer que lo que yo soy no es resultado de lo que yo haya hecho, sino el regalo de Dios al crearme.

Hay una frase en el Texto que dice: “Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde” (T.13.VII.17:8). El agradecimiento que sentimos cuando empezamos a despertar a lo que somos se debe al Ser que estamos descubriendo. Soy yo quien da las gracias, soy yo también Aquel a Quien se le dan las gracias. Es muy difícil entender todo esto hasta que empiezas a experimentarlo. Recuerdo como si fuera ahora un momento en particular en que me pareció tan claro como el agua, durante unos instantes al menos. Me di cuenta de una parte amorosa de mí mismo que me impulsaba continuamente y me dirigía a la paz interior y a la aceptación del Ser. Era algo que siempre había estado allí, más que una parte de mí, mi propia realidad. Al mismo tiempo era consciente de otra parte de mi mente que había empezado a abrirse al amor, y en aquel momento sentí una profunda gratitud hacia mí mismo por estar dispuesto a recibir ese amor. Era consciente de ser el que daba el amor y el que lo recibía, y en aquel momento el pequeño ser que siempre había pensado que era yo se sintió tragado por esta oleada de amor más grande, que se movía constantemente.

Esta sensación extraña de agradecimiento a mi Ser puede expresarse de muchas maneras. A veces, cuando he tomado mi tiempo de quietud para meditar, en el que me siento fuertemente renovado, siento la gratitud invadirme y decir: “Gracias”. Y no estoy seguro si Le estoy dando las gracias a Dios o a mi Ser. Estoy agradecido a mí mismo por haber estado dispuesto a recibir este Curso. Estoy agradecido a mí mismo por leerlo, y continuar estudiándolo y aplicándolo. Cuando una frase del Curso cruza mi mente justo en el momento adecuado, puedo darle gracias a mi Ser por ello.

El Curso enseña que ya todos estamos despiertos, la verdad vive sin mancha en nuestra mente recta. Y es esta mente recta, este Ser que es la única parte de nosotros que tiene realidad de verdad, la que nos está enseñando y llamándonos al hogar. La mente recta es la morada del Espíritu Santo, Él es parte de nosotros y parte de Dios. Su Voz es la Voz de Dios, y también la Voz de mi Ser. Es mi Ser Quien trajo el Curso al mundo. Es mi Ser Quien me lo acercó. Es mi Ser Quien me está trayendo la consciencia. Todo lo que me impulsa en la dirección correcta es un regalo de mi Ser.

Que hoy me sienta agradecido a mi Ser. Que reconozca que me merezco mi propia gratitud. En lugar de sentirme enfadado conmigo, o impaciente, o de ser cruel conmigo, o desanimado, o sin confianza en mí mismo, que me ofrezca a mí mismo mi propia gratitud. Y que me dé cuenta de que mi propio agradecimiento es todo lo que necesito y quiero. Que entienda que cuando haya aprendido por completo a estar plenamente agradecido a mi Ser por lo que soy, habré terminado el viaje, y al mismo tiempo habré aprendido a apreciar y agradecer completamente a Dios el regalo que me ha hecho: mi Ser.






TEXTO



Capítulo 19

LA CONSECUCIÓN DE LA PAZ




I. La curación y la fe



1. Dijimos anteriormente que cuando una situación se ha dedi­cado completamente a la verdad, la paz es inevitable. 2La consecución de ésta es el criterio por medio del cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue total. 3Mas dijimos también que es imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la verdad mediante la fe. 4Esta fe abarca a todo aquel que esté invo­lucrado en la situación, pues sólo de esta manera se percibe la situación como significativa y como un todo. 5todo el mundo tiene que estar involucrado, pues, de lo contrario, ello implicaría que tu fe es limitada y que tu dedicación no es total.

2. Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. 2éste se cura porque tú tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. 3Ves, por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. 4puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a través de ti. 5Unirse a Él en un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real, porque tú lo completas. 6esto es curación. 7El cuerpo se cura porque viniste sin él y te uniste a la Mente en la que reside toda curación.

3. El cuerpo no puede curarse porque no puede causarse enfer­medades a sí mismo. 2No tiene necesidad de que se le cure. 3El que goce de buena salud o esté enfermo depende enteramente de la forma en que la mente lo percibe y del propósito para el que quiera usarlo. 4Es obvio que un segmento de la mente puede verse a sí mismo separado del Propósito Universal. 5Cuando esto ocurre, el cuerpo se convierte en su arma, que usa contra ese Propósito para demostrar el "hecho" de que la separación ha tenido lugar. 6De este modo, el cuerpo se convierte en el instru­mento de lo ilusorio, actuando en conformidad con ello: viendo lo que no está ahí, oyendo lo que la verdad nunca dijo y compor­tándose de forma demente, al estar aprisionado por la demencia. 

4. No pases por alto nuestra afirmación anterior de que la falta de fe conduce directamente a las ilusiones. 2Pues percibir a un hermano como si fuese un cuerpo es falta de fe, y el cuerpo no puede ser usado para alcanzar la unión. 3Si ves a tu hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible. 4Tu falta de fe en él te ha separado de él y ha impedido vuestra curación. 5De este modo, tu falta de fe se ha opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha dado lugar a que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. 6Y el cuerpo parecerá estar enfermo, pues lo habrás convertido en un "enemigo" de la curación y en lo opuesto a la verdad.

5. No puede ser difícil darse cuenta de que la fe tiene que ser lo opuesto a la falta de fe. 2Mas la diferencia en cómo ambas operan no es tan obvia, aunque se deriva directamente de la diferencia fundamental que existe entre ellas. 3La falta de fe siempre limita y ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. 4La falta de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. 5La falta de fe interpone ilusiones entre el Hijo de Dios y su Crea­dor; la fe elimina todos los obstáculos que parecen interponerse entre ellos. 6La falta de fe está totalmente dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la verdad. 7Una dedicación parcial es imposi­ble. 8La verdad es la ausencia de ilusiones, las ilusiones, la ausen­cia de la verdad. 9Ambas no pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. 10Dedicarte a ambas es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se intenta alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que se procura encontrar la realidad mediante el ataque. 11La otra parte quiere sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.

6. La transigencia que inevitablemente se hace es creer que el cuerpo, y no la mente, es el que tiene que ser curado. 2Pues este objetivo dividido ha otorgado la misma realidad a ambos, lo cual sería posible sólo si la mente estuviese limitada al cuerpo y divi­dida en pequeñas partes que aparentan ser íntegras, pero que no están conectadas entre sí. 3Esto no le hará daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema de pensamiento ilusorio. 4La mente, pues, es la que tiene necesidad de curación. 5en ella es donde se encuentra. 6Pues Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció el remedio donde la enfermedad no puede estar. 7La enfermedad y el remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro, reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente, donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. aMas cuando éstas se llevan ante la ver­dad y se ve que desde cualquier punto de vista son completa­mente irreconciliables con ella, se abandonan.














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