DESPERTAR AL AMOR

martes, 8 de diciembre de 2020

8 DICIEMBRE: Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 342


Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.


1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Como dice la cuarta frase: “Tengo la llave en mis manos”. El perdón es la llave. Cuando perdono, recibo el perdón, no de Dios como recompensa a mi buena acción (Dios no necesita perdonar pues nunca ha condenado), sino que recibo mi propio perdón. El perdón significa “dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es” (1:7). Es el ego en mi mente el único que ha puesto una ilusión de “pecado” sobre el mundo que me rodea. Cuando miro al mundo con condena, no veo la realidad tal como es. No hay nada que condenar, y ese hecho es mi propia salvación. Si el pecado que creo ver en el mundo está realmente ahí, entonces estoy condenado con el mundo. Únicamente cuando dejo que la creación sea tal como Dios quiere que sea, inocente, puedo liberarme de la condena.

Éste es el plan de Dios para “salvarme del infierno que yo mismo fabriqué” (1:1). Yo inventé el infierno, Dios me da el perdón como medio de escapar de él. Gracias a Dios, el infierno no es real. El Curso dice que “he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños” (1:4). Tengo el perdón, la llave, en mis manos. “Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa” (1:5). Hoy, en cada instante en que me enfrente a la elección entre el juicio y el perdón, entre el asesinato y un milagro, me encuentro ante esa puerta, sujetando la llave en mis manos, preguntándome si debería entrar.

No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí. (1:6-8)

El perdón es la llave, la elección de abrir la puerta es mía. Para abrirla tengo que estar dispuesto a olvidar todas las ilusiones. Tengo que estar dispuesto a abandonar mi inversión en ver mis propios pecados en mi hermano y liberarle.

Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios. (2:1-3)

Voy a pensar en estas líneas con cada hermano que me encuentre hoy. “Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo”. ¡Que ése sea el modo en que saludo a todos en mi mente! ¡Vayamos todos juntos a casa!


¿Qué es un milagro? (Parte 2)

L.pII.13.1:4-6

(Un milagro) Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. (1:4)

Un milagro está relacionado con la percepción, no con la revelación directa. Produce un cambio en mi percepción, deshaciendo mis errores de percepción (interpretación).

El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia. (T.1.I.41:1-2)

Cuando mi mente experimenta un milagro, veo la plenitud en lugar de la carencia. Con relación al “pecado”, que es una percepción de carencia de amor en alguien, el milagro hace que vea su amor en lugar de su “pecado”. Le veo como completo, en lugar de cómo alguien a quien le falta algo. El milagro deshace mi error, pero no intenta ir más allá. Los milagros ocurren en el reino de la percepción y del tiempo, no intentan llevarme al reino del conocimiento y de la eternidad. Corrigen mi percepción pero no dan conocimiento. “Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo” (1:5).

El Curso aclara esto repetidas veces, debe ser importante. ¿Qué lo hace tan importante para nosotros? Esto: Cuando empezamos un camino espiritual, nos podemos preocupar en exceso. Queremos que un milagro nos lleve inmediatamente al reino del espíritu. Queremos un arreglo rápido. Pero no podemos hacer un cambio directamente de la percepción falsa al conocimiento puro. Tenemos que pasar por la etapa de corregir la percepción. No podemos saltarnos pasos. El Texto lo dice claramente: “…la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada” (T.3.III.1:2). Para eso es para lo que están los milagros: para corregir nuestra percepción. Cuando nuestra percepción se ha corregido, Dios puede llevarnos el resto del camino de la percepción al conocimiento.

Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. Al ser corregida da paso al conocimiento, que es la única realidad eternamente. (T.12.VIII.8:6-7)

No obstante, (el milagro) allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo. (1:6)

“El benevolente remedio” del milagro, al corregir nuestra percepción, “allana el camino” para el regreso al conocimiento completo. Sin el deshacimiento de nuestra percepción falsa, nos opondremos al conocimiento y rechazaremos el amor, tendremos miedo de él. Por ejemplo, nuestra percepción deformada del amor cree que el amor significa sacrificio, y que el Amor total significaría sacrificio total. Por lo tanto, huimos de él, le tenemos miedo. Esas interpretaciones tienen que ser cambiadas antes incluso de que estemos dispuestos a dejar que el amor verdadero despierte dentro de nosotros. Debido a que el milagro elimina el miedo, abre el camino al amor. Pone fin a nuestro rechazo, elimina la interferencia.




TEXTO

 

II. El libre albedrío


1. ¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar contra ti mismo? 2Él sólo te dice lo que es tu voluntad; Él habla por ti. 3En Su Divinidad radica la tuya. 4Y del único conocimiento de que Él goza es del tuyo, que ha sido salvaguardado para ti a fin de que puedas hacer tu voluntad a través de Él. 5Dios te pide que hagas tu voluntad. 6Él se une a ti, 7pues no estableció Su Reino solo. 8Y el Cielo mismo, donde todo lo creado es para ti, no representa otra cosa que tu voluntad. 9Ni una sola chispa de vida fue creada sin tu grato consentimiento, tal como tú quisiste que fuese. 10Ni uno solo de los Pensamientos que Dios jamás haya tenido pudo haber nacido sin tu bendición. 11Dios no es tu ene­migo. 12Él sólo quiere oírte llamarle "Amigo".

2. ¡Qué maravilloso es hacer tu voluntad! 2Pues eso es libertad. 3A nada más debería llamársele por ese nombre. 4A menos que hagas tu voluntad no serás libre. 5¿Y hubiese podido Dios dejar a Su Hijo sin lo que éste eligió para sí mismo? 6Lo único que Dios hizo al darte Su perfecta Respuesta fue asegurarse de que nunca perdie­ses tu voluntad. 7Escúchala ahora, para que te puedas acordar de Su Amor y conocer tu voluntad. 8Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese un prisionero de aquello que no desea. 9Él se une a tu voluntad de ser libre. 10oponerte a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado.

3. Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de amar. 2Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el reino del miedo. 3Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz así como la tuya, recor­dándote que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero del miedo, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa vida. 4Tu voluntad no tiene límites, pues no es tu voluntad que sea limitada. 5Lo que mora en ti se ha unido a Dios Mismo en el nacimiento de toda la creación. 6Acuérdate de Aquel que te creó, Quien a través de tu voluntad creó todo. 7Todo lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. 8Ni una sola luz celestial podría brillar si no fuese por ti, pues fue tu voluntad lo que las ubicó en el Cielo.

4. ¿Qué motivos podrías tener para sentir ira contra un mundo que simplemente aguarda tu bendición para ser libre? 2Si fueses un prisionero, entonces Dios Mismo no podría ser libre. 3Pues lo que se le hace a quien Dios ama, se le hace a Dios Mismo. 4No pienses que Aquel que te hizo co-creador del universo junto con Él quiere aprisionarte. 5Él sólo desea que tu voluntad sea eterna­mente ilimitada. 6Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que eres libre. 7Pero tú no perdonarás al mundo hasta que hayas perdonado a Aquel que te dio tu volun­tad. 8Pues es a través de tu voluntad como el mundo se libera. 9Y tú no puedes ser libre estando separado de Aquel Cuya santa Voluntad compartes.

5. Dios se dirige a ti y te pide que salves al mundo, pues mediante tu propia salvación el mundo sana. 2todo el que camina sobre la faz de la tierra depende de tu decisión, para aprender que la muerte no tiene ningún poder sobre él, toda vez que comparte tu libertad y tu voluntad. 3Tu voluntad es sanarlo, y puesto que esto es una decisión que tomaste con él, él ha sanado. 4Y ahora Dios ha sido perdonado, pues decidiste ver a tu hermano como amigo











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