DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 19 de agosto de 2020

19 AGOSTO: Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

2. ¿Qué es la salvación?

1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Y Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz.

2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo ins­tante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y así, el Pen­samiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad.

3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que sim­plemente se conviertan en polvo. 4Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios.

4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la glo­ria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz.

5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los sue­ños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.




AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 231


Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.



1. ¿Qué puedo buscar, Padre, sino Tu Amor? 2Tal vez crea que lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. 3Mas lo único que busco, o jamás busqué, es Tu Amor. 4Pues no hay nada más que jamás quisiera realmente encontrar. 5Quiero recordarte. 6¿ Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo?

2. Ésa es tu voluntad, hermano mío. 2Y compartes esa voluntad conmigo así como con Aquel que es nuestro Padre. 3Recordarlo a Él es el Cielo. 4Esto es lo que buscamos. 5Y esto es lo único que nos será dado hallar.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

         Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

Esta lección trata de nuestra voluntad. Cuando el Curso utiliza la palabra “voluntad” en este sentido, está hablando de una parte fundamental y que nunca cambia en nosotros, la meta constantemente fija de nuestro Ser. No se refiere a nuestros deseos y caprichos, sino a nuestra voluntad. Jesús nos habla directamente en el segundo párrafo y nos dice: “Ésa es tu voluntad, hermano mío” (2:1). Es una voluntad que compartimos con Él, y también con Dios nuestro Padre.

¿Cuál es nuestra voluntad? Recordar a Dios, conocer Su Amor. Eso es todo. Cuando empezamos a leer el Curso, no muchos de nosotros habría respondido a esta pregunta: ¿Qué quieres conseguir en la vida? Con las palabras: “Recordar a Dios y conocer Su Amor”. Muchos probablemente no sentimos que esas palabras se refieran a nosotros incluso ahora. La lección reconoce que: “Tal vez crea que lo que busco es otra cosa” (1:2).

¿Qué es esa “otra cosa” que estás buscando? Podría ser salud o fama. Podría ser algún tipo de seguridad mundana. Podría ser un romance amoroso. Podría ser sexo ardiente. O pasarlo bien. O una tranquila vida familiar, según la tradición de tu país. Lo hemos llamado de muchas maneras. Pensamos que lo que estamos buscando son estas cosas. Sin embargo, no importa lo que podamos pensar, estas cosas no son lo que verdaderamente queremos para nosotros. Todas son formas, formas que pensamos que nos darán algo. No es la forma lo que verdaderamente estamos buscando, sino el contenido, es lo que pensamos que estas cosas nos ofrecen.

¿Y qué es eso? Paz interior. Satisfacción. Una sensación de estar completos y que nada nos falta. Una sensación de ser valioso. Un conocimiento interno de que somos buenos, amados y amorosos. Una sensación de pertenencia, de nuestra valía. A la larga estas cosas proceden de recordar a Dios. Y de conocer Su Amor. Estas cosas son algo que está dentro de nosotros, no fuera de nosotros. Únicamente cuando recordemos la verdad acerca de nosotros mismos, únicamente cuando recordemos nuestra unión con el Amor Mismo, encontraremos lo que estamos buscando. Y descubriremos que nuestro Ser es lo que siempre hemos estado buscando.

“Recordarlo a Él es el Cielo. Esto es lo que buscamos. Y esto es lo único que nos será dado hallar” (2:3-5). Esto es lo que buscamos. Recordar a Dios es lo único que realmente estoy buscando. Que hoy, entonces, dedique el tiempo por la mañana y por la noche a recordarme a mí mismo este hecho: “Padre, mi voluntad es únicamente recordarte”. Que cada hora me pare brevemente a recordárselo a mi mente. Y cada vez que descubra que estoy pensando en “otra cosa”, que me corrija tiernamente a mí mismo: Recordar a Dios es todo lo que yo quiero.




¿Qué es la salvación? (Parte 1)

L.pII.2.1:1-3

Para empezar, ayuda entender que el Curso no le da a la palabra “salvación” el mismo significado que la religión tradicional. Para la mayoría de nosotros, “salvación” significa alguna forma de impedir el desastre del que se nos “salva”. Del infierno, por ejemplo. De algún terrible castigo. De las consecuencias de que hayamos obrado mal. La imagen que se usa a menudo en el cristianismo tradicional es la de un hombre que se está ahogando a quien se le echa un salvavidas. El Curso niega esta idea:

Tu Ser no necesita salvación, pero tu mente necesita aprender lo que es la salvación. No se te salva de nada, sino que se te salva para la gloria. (T.11.IV.1:3-4)

En el Curso, la salvación es un “salvavidas”, pero no en el mismo sentido. No nos salva de la muerte, nos conserva en la vida. Es una garantía de que la muerte nunca nos tocará: “La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él” (1:1). No estamos en peligro de destrucción, nunca lo hemos estado, y nunca lo estaremos. La versión del Curso de la salvación no cambia un desastre, impide que suceda el desastre.


Antes del comienzo del tiempo, Dios hizo Su promesa que “Él no puede dejar de cumplirla” (1:2). Esa promesa garantizó que al tiempo le llegaría su fin, y con él a todos los líos que parecemos haber hecho en el tiempo, y que no tendrían ningún efecto en absoluto. Garantizó que nunca podría ser más que una ilusión de separación y un sueño de sufrimiento y de muerte. Prometió que el ego nunca podría ser real, que nunca podría haber una voluntad diferente a la de Dios. Decidió el final en el mismísimo comienzo, y lo hizo completamente seguro. Finalmente encontraremos el camino a Dios, porque Dios prometió que así será.







TEXTO

Capítulo 20


LA VISIÓN DE LA SANTIDAD


I. La Semana Santa

1. Hoy es Domingo de Ramos, la celebración de la victoria y la aceptación de la verdad.  2No nos pasemos esta Semana Santa lamentando la crucifixión del Hijo de Dios, sino celebrando jubi­losamente su liberación. 3Pues la Pascua de Resurrección es el signo de la paz, no del dolor. 4Un Cristo asesinado no tiene sen­tido. 5Pero un Cristo resucitado se convierte en el símbolo de que el Hijo de Dios se ha perdonado sí mismo, en la señal de que se considera a sí mismo sano e íntegro.

2. Esta semana empieza con ramos y termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo de Dios es inocente. 2No permi­tas que ningún signo lúgubre de crucifixión se interponga entre la jornada y su propósito, entre la aceptación de la verdad y su expresión. 3Esta semana celebramos la vida, no la muerte. 4Y honr­amos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus pecados. 5Hazle a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una corona de espinas; el regalo del amor, no el "regalo" del miedo. 6Te encuen­tras a su lado, con espinas en una mano y azucenas en la otra, indeciso con respecto a cuál le vas a dar. 7Únete a mí ahora, des­hazte de las espinas y, en su lugar, ofrécele las azucenas. 8Lo que quiero esta Pascua es el regalo de tu perdón, que tú me concedes y yo te devuelvo. 9No podemos unirnos en la crucifixión ni en la muerte. 10Ni tampoco puede consumarse la resurrección hasta que tu perdón descanse sobre Cristo, junto con el mío.

3. Una semana es poco tiempo, sin embargo, la Semana Santa simboliza la jornada que el Hijo de Dios emprendió. 2Él comenzó con el signó de la victoria, la promesa de la resurrección, la cual ya se le había concedido. 3No dejes que caiga en la tentación de la crucifixión ni que se demore allí. 4Ayúdale a seguir adelante en paz más allá de ella, con la luz de su propia inocencia alum­brando el camino hacia su redención y liberación. 5No le obstru­yas el paso con clavos y espinas cuando su redención está tan cerca. 6Deja, en cambio, que la blancura de tu radiante ofrenda de azucenas lo acelere en su camino hacia la resurrección.

4. La Pascua no es la celebración del costo del pecado, sino la celebración de su final. 2Si al mirar entre los níveos pétalos de las azucenas que has recibido y ofrecido como tu regalo vislumbras tras el velo la faz de Cristo, estarás contemplando la faz de tu hermano y reconociéndola. 3Yo era un extraño y tú me acogiste, a pesar de que no sabías quién era. 4Mas lo sabrás por razón de tu ofrenda de azucenas. 5En el perdón que le concedes a ese forastero, que aunque es un extraño para ti es tu Amigo  ancestral, reside su liberación y tu redención junto con él. 6La temporada de Pascua es una temporada de júbilo, no de duelo. 7Contempla a tu Amigo resucitado y celebra su santidad junto conmigo. 8Pues la Pascua es la temporada de tu salvación, junto con la mía.











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