DESPERTAR AL AMOR

domingo, 30 de agosto de 2020

30 AGOSTO: Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 242


Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.


1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. 2No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. 3Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. 4Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. 5Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios.

2. Y así, ponemos este día en Tus Manos. 2Venimos con mentes comple­tamente receptivas. 3No pedimos nada que creamos desear. 4Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. 5Tú conoces nuestros deseos y necesidades. 6Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.





Comentario

Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. (1:1)

En un día que parece acelerado y sobrecargado de cosas que hacer, es un alivio recordar que no necesito dirigir mi vida solo. Puedo cargarme con miles de pequeñas decisiones, o puedo relajarme en Sus manos. Puedo hacer una lista de las cosas que hay que hacer, pero puedo abandonar todo apego a hacer cualquiera de ellas. En cada momento, puedo confiar en que sabré qué hacer a continuación, y que mi elección será perfecta.

Sin embargo, lo que es importante no es la dirección del Espíritu Santo sino Su compañía. Hoy no estaré solo, aunque no tenga ninguna otra presencia humana conmigo. De manera consciente puedo estar con Dios, y Dios conmigo. En lugar de hablar en voz alta conmigo mismo, ¿por qué no hablar en voz alta con Jesús? Él es un compañero mucho más sabio que mi mente limitada.

No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. (1:2)

Hay una gran resistencia en mí, en todos nosotros, a darnos cuenta de que no entendemos ni podemos entender el mundo. No entiendo nada, Mi consciencia de lo que está sucediendo es una parte infinitamente pequeña de nuestro planeta y su gente. No sé nada de otros planetas y galaxias, y desconozco casi por completo los muchísimos reinos más allá del físico: seres espirituales, ángeles, Maestros ascendidos, lo que quiera que exista. No sé que el empleado de la lavandería necesita una sonrisa, o lo que está sucediendo en mentes aparentemente separadas de la mía. ¿Cómo puedo por mi cuenta ni siquiera pensar en decidir qué hacer, a dónde ir, qué decir?

Algunos acontecimientos tienen lugar, como una cita que se retrasa para otro día y finalmente se fija para el momento que menos quería (según mis preferencias). Si pienso que entiendo lo que está sucediendo, si pienso que mis preferencias es lo más importante, podría sentirme disgustado. Si me doy cuenta de que no entiendo el mundo, abandono mis preferencias, acepto la situación y confío. Y me presento en la puerta de mi amiga unos minutos después de que ella se haya enterado de la muerte repentina de una amiga, y me encuentro allí para consolarla cuando lo necesita. Y, no es por casualidad, preparado por la charla acerca de la muerte con otro amigo la tarde anterior, cuando yo no tenía ni idea de por qué accedí a esa charla cuando tenía otras cosas por hacer que a mí me parecían más importantes. ¡Qué insensato no dejarme guiar por Él!

Así que hoy, de nuevo, renuncio a ser mi propio maestro y me afianzo más profundamente en la consciencia de que no sé, de que no entiendo, y saber eso es de Dios: “Es el regalo que Le hago”. ¡Éste sí que es un buen trato! Abandono todos mis planes para este día, y ¡Él lo llena de milagros! Para eso es para lo que Él lo quiere. Se necesita un gran esfuerzo al principio para abandonar lo que creo saber. Pero cuando lo hago, sólo llega la alegría.

Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios. (1:3-5)

“Lo que más me conviene” no significa necesariamente que haré todo lo que yo creo que tengo que hacer, o que respecto a la forma todo saldrá a la perfección (en mi opinión). A menudo eso es lo que significa, pero otras veces no. “Lo que más me conviene” significa “las cosas que me guían a Dios”. Significa “regresar al hogar” y avanzar en el “camino a Dios”. Porque para eso es la vida en este mundo. “El único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios” (T.24.VI.4:1), y nada más. Si Le doy mi día a Dios, al Espíritu Santo, acabaré el día más cerca de Dios, más cerca del hogar; ése es mi propósito cada día de mi vida. Nada más. Todos los demás acontecimientos son accesorios del escenario para esta obra que se está representando.

No importa qué otra cosa pueda suceder, si paso este día más consciente de la compañía de Jesús, en paz más a menudo, un poco más feliz en cada minuto o durante más tiempo, eso ya es un triunfo.

Y así, ponemos este día en Tus Manos. Venimos con mentes completamente receptivas. No pedimos nada que creamos desear. Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. Tú conoces nuestros deseos y necesidades. Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti. (2:1-6)

“Mentes completamente receptivas”. Sin ninguna idea de antemano acerca de lo que debería suceder. “Completamente” significa totalmente abiertas, completamente receptivas. Y en cuanto a lo que esperamos que suceda, cualquier cosa puede fallar pero no nos sentimos disgustados. Y en cuanto a lo que no esperamos que suceda, cualquier cosa puede ocurrir, y no nos sentimos disgustados. Reconozco que mi mente no quiere estar completamente abierta y receptiva. Por ejemplo, pienso que si antes de comer no termino el artículo que estoy escribiendo, podría sentirme disgustado. Si tengo ese pensamiento, que me dé cuenta de que sólo es mi pensamiento, no es un hecho. ¿A qué otras cosas me aferro hoy? Jesús, quiero estar completamente abierto y receptivo, y no es fácil.

¿Cómo puedo abandonar lo que yo quiero y necesito? Recordando que “Tú conoces nuestros deseos y necesidades”. Él sabe lo que creo que necesito, y no necesito pedirle esas cosas. Él ya lo sabe. Y si el día no trae lo que creo que quiero, no es porque Él no lo sepa, o porque ha perdido mis datos, o porque me esté castigando por alguna culpa imaginaria. Es porque lo que yo creía que quería no es lo que más me conviene. El Espíritu Santo no es desconsiderado ni olvidadizo. Él nos concederá “todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Dios”. Que mi mente abandone la defensa de hacer planes, y que siga este consejo: “No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar” (L.135.19:2).



¿Qué es el mundo? (Parte 2)

L.pII.3.1:4-5

Si el mundo es sólo el efecto del pensamiento de separación en mi mente, entonces es cierto que:

“Cuando el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que conduce a la verdad…” (1:4). El remedio para el pensamiento de separación es el perdón verdadero. Si el Curso es un curso en cambiar nuestros pensamientos, los pensamientos que se están cambiando son los pensamientos de separación, y se están cambiando por pensamientos de verdadero perdón. La “barrera” que nos mantiene separados es nuestra falta de perdón, nuestros resentimientos, nuestros juicios de que los demás no se merecen amor. El resultado de cambiar estos pensamientos por pensamientos de perdón es que vemos el mundo de una manera muy diferente. En lugar de un mundo de juicios, vemos el mundo real. En lugar de enemigos, vemos hermanos. Y la visión de este mundo real “conduce a la verdad”, de la percepción al conocimiento, del mundo real al Cielo.

Esta luz “conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores” (1:4). En otras palabras, como ya hemos visto el cambio va del “mundo” (resultado del pensamiento de separación) al “mundo real” (resultado del pensamiento de perdón), y luego al “Cielo” (la verdad), donde no existe el mundo en absoluto.


El proceso por el que pasamos en el mundo es la sanación de nuestros pensamientos de separación. A medida que esos pensamientos sanan, empezamos a ver el mundo real cada vez más, un mundo en el que sólo se refleja amor. Pero cuando el pensamiento de separación se ha sanado por completo en cada parte de cada pedazo de mente, no sólo se verá el mundo de manera diferente, desaparecerá. “Ahora su fuente (el pensamiento de separación) ha desaparecido, al igual que sus efectos (el mundo y todos sus errores)” (1:5).



No hay comentarios:

Publicar un comentario