DESPERTAR AL AMOR

martes, 4 de agosto de 2020

4 AGOSTO: SEXTO REPASO. Repaso de la lección 196

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 216




No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.



1. (196) No puede ser sino a mí mismo a quien crucifico. 

2Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. 3Si ataco, sufro. 4Mas si perdono, se me dará la salvación.

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún soy tal como Dios me creó.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

La esencia del pequeño resumen de hoy es la primera frase: “Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo” (1:2).Si aplicáramos constantemente esa sola idea, ¡qué transformación habría en nuestro papel en el mundo! Mi propia lista personal (tú puedes hacer la tuya propia):

¿Cómo saludo a la gente por teléfono?
¿Cómo respondo cuando me interrumpen?
¿Cómo trato a las personas que me sirven en las tiendas y restaurantes?
¿Cómo reacciono a los fragmentos de noticias que oigo en los programas informativos?
¿Cómo trato a los pobres y sin hogar con los que me encuentro?
¿Qué pienso de los que son muy ricos?
¿Qué pienso de los demás conductores?
¿Qué digo a otros acerca de mis amigos cuando no están presentes?


“Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo”. ¿Es de extrañar que me sienta tratado injustamente o que sienta que nadie me comprende? Todos estos pequeños “ejemplos” son expresiones del deseo del ego de crucificar al Hijo de Dios. Cada uno de ellos muestra el modo en que me trato a mí mismo cuando escucho a mi ego. Esto explica esa frase maravillosa del Manual: “El maestro de Dios es generoso en interés propio” (M.4.VII.2:1).






TEXTO



Capítulo 19

LA CONSECUCIÓN DE LA PAZ




I. La curación y la fe



1. Dijimos anteriormente que cuando una situación se ha dedi­cado completamente a la verdad, la paz es inevitable. 2La consecución de ésta es el criterio por medio del cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue total. 3Mas dijimos también que es imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la verdad mediante la fe. 4Esta fe abarca a todo aquel que esté invo­lucrado en la situación, pues sólo de esta manera se percibe la situación como significativa y como un todo. 5todo el mundo tiene que estar involucrado, pues, de lo contrario, ello implicaría que tu fe es limitada y que tu dedicación no es total.

2. Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. 2éste se cura porque tú tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. 3Ves, por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. 4puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a través de ti. 5Unirse a Él en un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real, porque tú lo completas. 6esto es curación. 7El cuerpo se cura porque viniste sin él y te uniste a la Mente en la que reside toda curación.

3. El cuerpo no puede curarse porque no puede causarse enfer­medades a sí mismo. 2No tiene necesidad de que se le cure. 3El que goce de buena salud o esté enfermo depende enteramente de la forma en que la mente lo percibe y del propósito para el que quiera usarlo. 4Es obvio que un segmento de la mente puede verse a sí mismo separado del Propósito Universal. 5Cuando esto ocurre, el cuerpo se convierte en su arma, que usa contra ese Propósito para demostrar el "hecho" de que la separación ha tenido lugar. 6De este modo, el cuerpo se convierte en el instru­mento de lo ilusorio, actuando en conformidad con ello: viendo lo que no está ahí, oyendo lo que la verdad nunca dijo y compor­tándose de forma demente, al estar aprisionado por la demencia. 

4. No pases por alto nuestra afirmación anterior de que la falta de fe conduce directamente a las ilusiones. 2Pues percibir a un hermano como si fuese un cuerpo es falta de fe, y el cuerpo no puede ser usado para alcanzar la unión. 3Si ves a tu hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible. 4Tu falta de fe en él te ha separado de él y ha impedido vuestra curación. 5De este modo, tu falta de fe se ha opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha dado lugar a que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. 6Y el cuerpo parecerá estar enfermo, pues lo habrás convertido en un "enemigo" de la curación y en lo opuesto a la verdad.

5. No puede ser difícil darse cuenta de que la fe tiene que ser lo opuesto a la falta de fe. 2Mas la diferencia en cómo ambas operan no es tan obvia, aunque se deriva directamente de la diferencia fundamental que existe entre ellas. 3La falta de fe siempre limita y ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. 4La falta de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. 5La falta de fe interpone ilusiones entre el Hijo de Dios y su Crea­dor; la fe elimina todos los obstáculos que parecen interponerse entre ellos. 6La falta de fe está totalmente dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la verdad. 7Una dedicación parcial es imposi­ble. 8La verdad es la ausencia de ilusiones, las ilusiones, la ausen­cia de la verdad. 9Ambas no pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. 10Dedicarte a ambas es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se intenta alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que se procura encontrar la realidad mediante el ataque. 11La otra parte quiere sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.

6. La transigencia que inevitablemente se hace es creer que el cuerpo, y no la mente, es el que tiene que ser curado. 2Pues este objetivo dividido ha otorgado la misma realidad a ambos, lo cual sería posible sólo si la mente estuviese limitada al cuerpo y divi­dida en pequeñas partes que aparentan ser íntegras, pero que no están conectadas entre sí. 3Esto no le hará daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema de pensamiento ilusorio. 4La mente, pues, es la que tiene necesidad de curación. 5en ella es donde se encuentra. 6Pues Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció el remedio donde la enfermedad no puede estar. 7La enfermedad y el remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro, reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente, donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. aMas cuando éstas se llevan ante la ver­dad y se ve que desde cualquier punto de vista son completa­mente irreconciliables con ella, se abandonan.























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