DESPERTAR AL AMOR

martes, 11 de diciembre de 2018

11 DICIEMBRE: Hoy sólo ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 345


Hoy sólo ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.


1. Padre, todo milagro es un reflejo de los regalos que me haces a mí, Tu Hijo. 2Y cada uno que concedo retorna a mí, recordándome que la ley del amor, es universal. 3Incluso aquí dicha ley se manifiesta en una forma que se puede reconocer, y cuya eficacia puede verificarse. 4Los milagros que concedo se me devuelven en la forma que más me puede ayudar con los problemas que percibo. 5Padre, en el Cielo es diferente, pues allí no hay necesidades. 6Pero aquí en la tierra, el milagro se parece más a tus regalos que cualquier otro regalo que yo pueda hacer. 7Así pues, déjame hoy hacer solamente este regalo, que al haber nacido del verdadero per­dón, ilumina el camino que debo recorrer para poder recordarte.

2. Que la paz sea con todos los corazones que la buscan. 2La luz ha venido a ofrecer milagros para bendecir a este mundo exhausto. 3Éste hallará descanso hoy, pues nosotros ofreceremos lo que hemos recibido



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

El pensamiento básico es parecido al de ayer: lo que doy me vuelve. Al darme cuenta de que esto es así, decido al comienzo del día, y al comienzo de todos los días, ofrecer sólo lo que quiero. Milagros. Dar un milagro significa ver más allá de las ilusiones de mis hermanos, y contemplarlos como verdaderamente son: creaciones de Dios. Significa no aceptar ni apoyar la imagen que mi hermano tiene de sí mismo como un ego limitado, un pequeño trozo de mente atrapada en un cuerpo. En lugar de eso, le veo como un ser de espíritu sin límites, espléndido de gloria. En el Capítulo 8 del Texto se nos dice.

Mas cuando ves a un hermano como una entidad física "pierdes" su poder y su gloria así como los tuyos… No dejes que él se menosprecie a sí mismo en tu mente, sino libéralo de su creencia de que es insignificante y así te liberarás tú de la tuya. (T.8.VII.5:3,5:6)

Eso es dar un milagro. Negarme a ver a mi hermano de la manera limitada en que él se ve a sí mismo, y ver al Cristo en él, por él. Así el milagro nos bendice a mi hermano y a mí, pues cuando mi mente sana de las ilusiones, se extiende a él, llevando luz a su mente. Le doy la oportunidad de verse a sí mismo tal como Dios le ve.

La ley del amor es universal. Incluso aquí dicha ley se manifiesta en una forma que se puede reconocer, y cuya eficacia puede verificarse. (1:2-3)

La ley del amor se expuso ayer: “que lo que doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo”. La forma en que esta ley se manifiesta aquí es algo que puedo reconocer. No es algo abstracto (sólo una idea), toma forma y se convierte en algo concreto. Cuando ofrezco milagros a los que me rodean, vuelven a mí, no en la misma forma en que los ofrecí sino en la forma que yo necesito para satisfacer mis necesidades tal como yo las veo (1:4). En el Cielo no hay necesidades (1:5); pero aquí en la tierra veo necesidades y la ley del amor se adapta a lo que yo veo (1:6).

Puedo ofrecer un milagro con un profundo acto de perdón, o a uno que pasa a mi lado puedo ofrecerle un milagro con una sonrisa que le dice: “Eres digno de ser amado”. Ofrezco un milagro con cada gesto de amabilidad, con cada gesto de cortesía, con cada muestra de respeto, o con cada acto bondadoso. Sea cual sea la forma, si el contenido del mensaje es: “Eres digno de ser amado. Eres valioso. Eres inocente”, he ofrecido un milagro, y me volverá.

Padre, que elija empezar el día firmemente decidido a ofrecer únicamente milagros a los que me rodean. Que diga desde lo más profundo de mi corazón:

Que la paz sea con todos los corazones que la buscan. La luz ha venido a ofrecer milagros para bendecir a este mundo exhausto. (2:1-2)

Y antes de que entre hoy en el ajetreo, voy a detenerme unos minutos y los pasaré ofreciendo paz a todos los corazones que la buscan y en quienes piense. Ese esfuerzo no se pierde nunca, y recibiré lo que estoy dispuesto a dar.


¿Qué es un milagro? (Parte 5)

L.pII.13.3:1-3

El perdón es la morada de los milagros. Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. (3:1-3)

Un milagro corrige la percepción, y los milagros están en el perdón. Cuando miramos con los ojos de Cristo, miramos con misericordia y con amor, miramos con perdón. Y entonces, “repartimos” milagros a todos los que contemplamos con esa percepción corregida. No es sólo que algo cambia en nuestra mente o que nuestra percepción se vea afectada, algo se transmite o “llega” de nosotros a aquellos a los que contemplamos. Aquí, y en muchos lugares del Curso, un milagro parece tener un aspecto en el que algo pasa de mi mente perdonadora a otras mentes. Se dice que los milagros son “interpersonales” (T.1.II.1:4). Cuando acepto el perdón en mi mente, para mí mismo o para otro, se extiende a otros. Ciertamente, extenderlo es el modo en que lo acepto:

Los milagros son expresiones naturales de perdón. Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros. (T.1.I.21:1-2)

La frase “aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir”, me recuerda la historia de la Biblia acerca de José y sus hermanos. Debido a que era el favorito de su padre, sus hermanos le vendieron como esclavo para Egipto, pues estaban celosos de él Pero debido a su habilidad para interpretar los sueños del faraón, José alcanzó un gran poder en Egipto. Años más tarde durante una época de hambre, su familia vino a Egipto buscando comida, y José era el hombre que estaba al mando de las provisiones de comida. En lugar de vengarse de ellos, José les dijo:

Para salvar vidas Dios me envió delante de vosotros… O sea que no fuisteis vosotros los que me enviasteis acá, sino Dios. (Génesis 45:5, :8)

Aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien. (Génesis 50:20)

Cuando hemos recibido el perdón en nuestros corazones, podremos ver bendiciones en lugar de acciones que otros hacen para perjudicarnos. “Aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir”. Encontramos eso cuando el Texto dice:

Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las percibes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia. (T.12.I.6:2)

Y ciertamente, ese tipo de percepción es un milagro.





TEXTO

 

IV. La verdad que yace tras las ilusiones



1. Atacarás lo que no te satisfaga, y así, no te darás cuenta de que fuiste tú mismo quien lo inventó. 2Tu batalla es siempre con las ilusiones. 3Pues la verdad que yace tras ellas es tan hermosa y tan serena en su amorosa dulzura, que si fueses consciente de ella te olvidarías por completo de tus defensas y te apresurarías a echarte en sus brazos. 4La verdad jamás puede ser atacada. 5tú sabías esto cuando inventaste los ídolos. 6Los concebiste precisa­mente para olvidarte de este hecho. 7Lo único que atacas son las ideas falsas, nunca las verdaderas. 8Los ídolos son todas las ideas que concebiste para llenar la brecha que tú crees se formó entre lo que es verdad y tú. 9Y las atacas por lo que crees que ellas representan 10Pero lo que yace tras ellas no puede ser atacado.

2. Los dioses que inventaste -opresores e incapaces de satisfa­certe- son como juguetes infantiles descomunales. 2Un niño se asusta cuando una cabeza de madera salta de una caja de resorte al ésta abrirse repentinamente, o cuando un oso de felpa, suave y silencioso, emite sonidos al él apretarlo. 3Las reglas que él había establecido para las cajas de resorte y para los osos de felpa le han fallado y le han hecho perder el "control" de lo que le rodea. 4Ahora tiene miedo, pues pensó que las reglas lo protegían. 5Ahora tiene que aprender que las cajas y los osos no lo engaña­ron, ni violaron ninguna regla, y que lo ocurrido no quiere decir que su mundo se haya vuelto caótico y peligroso. 6Es él quien estaba equivocado. 7No comprendió bien qué era lo que lo man­tenía a salvo y pensó que eso lo había abandonado.

3. La inexistente brecha se encuentra repleta de juguetes de innu­merables formas. 2Cada uno de ellos parece violar las reglas que estableciste para él. 3Sin embargo, ninguno de ellos fue jamás lo que tú pensabas que era. 4Y así, no pueden sino dar la impresión de que violan las reglas de seguridad que estableciste, toda vez que éstas son falsas. 5Mas tú no estás en peligro. 6Puedes reírte de los muñecos que saltan de cajas de resorte y de los juguetes que emiten sonidos, de la misma manera en que lo hace el niño que ya ha aprendido que no suponen ningún peligro para él. 7Sin embargo, mientras le guste jugar con ellos, seguirá percibiéndo­los como si respetaran las reglas que él estableció para su propio deleite. 8Por lo tanto, todavía habrá reglas que dichos juguetes parecerán violar y como consecuencia de ello él se asustará. 9Mas ¿está él realmente a merced de sus juguetes? 10¿Y pueden éstos realmente suponer una amenaza para él?

4. La realidad obedece las leyes de Dios y no las reglas que tú mismo estableces. 2Son Sus leyes las que garantizan tu seguridad. 3Las ilusiones que creas con respecto a ti no obedecen ninguna ley. 4Parecen danzar por un rato, al compás de las leyes que tú promulgaste para ellas. 5Mas luego se desploman para no levan­tarse más. 6No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes su pérdida. 6Su danza jamás te brindó felicidad alguna, 8pero tampoco eran cosas que pudiesen asustarte o mantenerte a salvo si respetaban tus reglas. 9Las ilusiones no deben ni apre­ciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco. 10Ve significado en una sola de ellas, y lo verás en todas. 11No veas significado en ninguna, y no podrán afectarte en absoluto.

5. Las apariencias engañan precisamente porque son apariencias y no la realidad. 2No les prestes atención sea cual sea la forma que adopten. 3Lo único que hacen es distorsionar la realidad y produ­cir temor, debido a que ocultan la verdad. 4No ataques lo que tú mismo hiciste a fin de ser engañado, pues eso demostraría que has sido engañado. 5El ataque tiene el poder de hacer que las ilusiones parezcan reales. Mas en realidad no hace nada. 7¿Quién podría tener miedo de un poder que no tiene efectos reales? 8¿Qué podría ser dicho poder, sino una ilusión que hace que las cosas parezcan ser como él mismo? 9Observa calmada­mente sus juguetes, y comprende que no son más que ídolos que no hacen sino danzar al compás de vanos deseos. 10No los vene­res, pues no existen. 11Cuando atacas, no obstante, te olvidas de esto. 12El Hijo de Dios no necesita defenderse de sus sueños. 13Sus ídolos no suponen ninguna amenaza para él. 14El único error que comete es creer que son reales. 15Mas ¿hay algo que las ilusiones puedan lograr?

6. Lo único que las apariencias pueden hacer es engañar a la mente que desea ser engañada. Mas tú puedes tomar una deci­sión muy simple que te situará por siempre más allá del engaño. 3No te preocupes por cómo se va a lograr esto, pues eso no es algo que puedas entender. 4Pero sí verás los grandes cambios que se producirán de inmediato, una vez que hayas tomado esta sim­ple decisión: que no deseas lo que crees que un ídolo te puede dar. 5Pues así es como el Hijo de Dios declara que se ha liberado de todos ellos. 6Y, por lo tanto, es libre.

7. ¡Qué paradójica es la salvación! 2¿Qué otra cosa podría ser, sino un sueño feliz? Lo único que te pide es que perdones todas las cosas que nadie jamás hizo, que pases por alto lo que no existe y que no veas lo ilusorio como si fuese real. 4Se te pide únicamente que permitas que se haga tu voluntad y que dejes de buscar las cosas que ya no deseas. 5se te pide también que permitas que se te libere de los sueños de lo que nunca fuiste y desistas de tu empeño de querer sustituir la Voluntad de Dios por la fuerza de los deseos vanos.

8. Llegado este punto, el sueño de separación empieza a desvane­cerse y a desaparecer. 2Pues aquí la brecha inexistente comienza a percibirse libre de los juguetes de terror que tú inventaste. 3Esto es lo único que se te pide. 4Alégrate en verdad de que la salvación no pida mucho, sino de que pida tan poco. 5En realidad no pide nada. 6Y aun en las ilusiones sólo pide que el perdón sea el substi­tuto del miedo. 7Ésa es la única regla para tener sueños felices. 8La brecha se vacía de todos los juguetes de temor, poniéndose así de manifiesto su irrealidad. 9Los sueños no sirven para nada, 10el Hijo de Dios no tiene ninguna necesidad de ellos. 11No le ofrecen ni una sola cosa que él pudiera jamás desear. 12El Hijo de Dios se libera de las ilusiones por su propia voluntad y simplemente se le restaura a lo que él es. 13¿Qué podría ser el plan de Dios para su salvación, sino un medio para darse a Sí Mismo Su Hijo?












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