DESPERTAR AL AMOR

sábado, 8 de diciembre de 2018

8 DICIEMBRE: Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 342


Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.


1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Como dice la cuarta frase: “Tengo la llave en mis manos”. El perdón es la llave. Cuando perdono, recibo el perdón, no de Dios como recompensa a mi buena acción (Dios no necesita perdonar pues nunca ha condenado), sino que recibo mi propio perdón. El perdón significa “dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es” (1:7). Es el ego en mi mente el único que ha puesto una ilusión de “pecado” sobre el mundo que me rodea. Cuando miro al mundo con condena, no veo la realidad tal como es. No hay nada que condenar, y ese hecho es mi propia salvación. Si el pecado que creo ver en el mundo está realmente ahí, entonces estoy condenado con el mundo. Únicamente cuando dejo que la creación sea tal como Dios quiere que sea, inocente, puedo liberarme de la condena.

Éste es el plan de Dios para “salvarme del infierno que yo mismo fabriqué” (1:1). Yo inventé el infierno, Dios me da el perdón como medio de escapar de él. Gracias a Dios, el infierno no es real. El Curso dice que “he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños” (1:4). Tengo el perdón, la llave, en mis manos. “Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa” (1:5). Hoy, en cada instante en que me enfrente a la elección entre el juicio y el perdón, entre el asesinato y un milagro, me encuentro ante esa puerta, sujetando la llave en mis manos, preguntándome si debería entrar.

No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí. (1:6-8)

El perdón es la llave, la elección de abrir la puerta es mía. Para abrirla tengo que estar dispuesto a olvidar todas las ilusiones. Tengo que estar dispuesto a abandonar mi inversión en ver mis propios pecados en mi hermano y liberarle.

Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios. (2:1-3)

Voy a pensar en estas líneas con cada hermano que me encuentre hoy. “Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo”. ¡Que ése sea el modo en que saludo a todos en mi mente! ¡Vayamos todos juntos a casa!


¿Qué es un milagro? (Parte 2)

L.pII.13.1:4-6

(Un milagro) Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. (1:4)

Un milagro está relacionado con la percepción, no con la revelación directa. Produce un cambio en mi percepción, deshaciendo mis errores de percepción (interpretación).

El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia. (T.1.I.41:1-2)

Cuando mi mente experimenta un milagro, veo la plenitud en lugar de la carencia. Con relación al “pecado”, que es una percepción de carencia de amor en alguien, el milagro hace que vea su amor en lugar de su “pecado”. Le veo como completo, en lugar de cómo alguien a quien le falta algo. El milagro deshace mi error, pero no intenta ir más allá. Los milagros ocurren en el reino de la percepción y del tiempo, no intentan llevarme al reino del conocimiento y de la eternidad. Corrigen mi percepción pero no dan conocimiento. “Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo” (1:5).

El Curso aclara esto repetidas veces, debe ser importante. ¿Qué lo hace tan importante para nosotros? Esto: Cuando empezamos un camino espiritual, nos podemos preocupar en exceso. Queremos que un milagro nos lleve inmediatamente al reino del espíritu. Queremos un arreglo rápido. Pero no podemos hacer un cambio directamente de la percepción falsa al conocimiento puro. Tenemos que pasar por la etapa de corregir la percepción. No podemos saltarnos pasos. El Texto lo dice claramente: “…la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada” (T.3.III.1:2). Para eso es para lo que están los milagros: para corregir nuestra percepción. Cuando nuestra percepción se ha corregido, Dios puede llevarnos el resto del camino de la percepción al conocimiento.

Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. Al ser corregida da paso al conocimiento, que es la única realidad eternamente. (T.12.VIII.8:6-7)

No obstante, (el milagro) allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo. (1:6)

“El benevolente remedio” del milagro, al corregir nuestra percepción, “allana el camino” para el regreso al conocimiento completo. Sin el deshacimiento de nuestra percepción falsa, nos opondremos al conocimiento y rechazaremos el amor, tendremos miedo de él. Por ejemplo, nuestra percepción deformada del amor cree que el amor significa sacrificio, y que el Amor total significaría sacrificio total. Por lo tanto, huimos de él, le tenemos miedo. Esas interpretaciones tienen que ser cambiadas antes incluso de que estemos dispuestos a dejar que el amor verdadero despierte dentro de nosotros. Debido a que el milagro elimina el miedo, abre el camino al amor. Pone fin a nuestro rechazo, elimina la interferencia.







No hay comentarios:

Publicar un comentario