DESPERTAR AL AMOR

jueves, 6 de diciembre de 2018

6 DICIEMBRE: Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 340


Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento.


1. Padre te doy las gracias por el día de hoy y por la libertad que estoy seguro me ha de brindar. 2Hoy es un día santo, pues hoy Tu Hijo será redimido. 3Su sufrimiento ha terminado. 4Pues él oirá Tu Voz exhortán­dole a que busque la visión de Cristo a través del perdón y se libere para siempre de todo sufrimiento. 5Gracias por el día de hoy, Padre mío. 6Vine a este mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se libera junto con él.

2. ¡Regocíjate hoy! 2¡Regocíjate! 3Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. 4Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. 5Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. 6No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.




Instrucciones para la práctica

Una vez al mes durante la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, introduciré este recordatorio de repasar las instrucciones de la práctica. Recuerda, estas instrucciones exponen con detalle las costumbres o hábitos de la práctica diaria que el Libro de Ejercicios está intentando ayudarnos a formar. Si no creas estas costumbres o hábitos, te pierdes lo principal de todo el programa de entrenamiento.

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

A partir de la Lección 221 del Libro de Ejercicios, se pretende que las lecciones sean pequeñas introducciones a los instantes santos de experiencia directa de la verdad. Como dice la Introducción a la Segunda Parte del Libro de Ejercicios:

Lo que nos proponemos ahora es que los ejercicios sean sólo un preámbulo. Pues aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre. (L.pII.In.2:1-2)

Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos que nuestro Padre Se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que lo hará. (L.pII.In.3:3)

Expresaremos las palabras de invitación que Su Voz sugiere y luego esperaremos a que Él venga a nosotros. (L.pII.In..4:6)

Las “palabras de invitación” parecen referirse a las oraciones de cada lección (en cursiva). La idea es que leamos la lección y pensemos en ella un minuto o dos. Luego, repetimos la oración que invita a Dios a unirse a nosotros. Al trabajar con estas lecciones, he descubierto un beneficio que va en aumento cada vez más al poner mi atención en estas oraciones y hacerlas muy personales. Luego, esperamos, en silencio, hasta que seamos conscientes de la Presencia de Dios con nosotros. Ése es el propósito de los ejercicios.

Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento. (Título de la lección)

Que me recuerde a mí mismo esto. Liberarme del sufrimiento es mi elección. Hoy tengo la posibilidad de ser libre. Cuando escucho la Voz de Dios dirigiéndome para encontrar la visión de Cristo por medio del perdón, me liberaré para siempre de todo sufrimiento (1:4). Voy a pensar en eso durante un momento, hacer la oración que se me da aquí, y luego sentarme en silencio y esperar, escuchando, abriendo mi mente a esa visión.

Todavía no vivo con esa visión, sólo de vez en cuando. A mí me parece que todavía me queda un trecho. Así que espero. Vacío mi mente, la dejo a Su disposición y Le pido que me llene con esa visión y que la aumente en mi mente.

Vine a este mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se libera junto con él. (1:6)

Alcanzar la visión de Cristo es la razón por la que estoy aquí, vine a este mundo sólo para eso. ¡Tal vez hoy! Me abro a ella, libero a mi mente de todos los pensamientos de menor importancia y Te ofrezco mi mente. En este instante santo puedo alcanzar esa liberación. Tal vez no dure más que unos minutos o unos segundos. Tal vez venga a mi mente y permanezca conmigo todo el día. La salvación ya se ha logrado, y puedo hacerme consciente de ello ahora mismo. Aunque lo olvide dentro de diez minutos, aunque “pierda” esa consciencia, el recuerdo permanecerá y me sostendrá, transformando mi día de lo que hubiera sido si no hubiera pasado esos momentos Contigo. Por eso me dedico a ello en este momento, a recordarlo.

Todos recordaremos. Dios nos reunirá a todos en Él Mismo, y juntos despertaremos en el Cielo en el Corazón del Amor (2:5-6). ¡Anímate, alma mía! El resultado es tan seguro como Dios. El camino puede parecer largo a veces, pero el final es seguro, y mi corazón no tiene por qué estar ansioso. Estoy contento en este momento por estar Contigo. No necesito nada más. “Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento” (2:3), y sólo esto acepto en mi santa mente hoy.



¿Qué es el ego? (Parte 10)

L.pII.12.5:2

Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él. (5:2)

¿Cómo es posible que el perdón pueda hacer esto? El miedo y la culpa producidos por creer que el ego es real es la causa de todo nuestro sufrimiento. Nuestro loco deseo de ser “un ser separado” es lo que nos hace ver a Dios y a todo el universo como nuestros enemigos y lo que nos llena de pesadillas de castigo. El perdón nos muestra que lo que pensábamos que nos habíamos hecho a nosotros mismos no ha sucedido. No hay ninguna razón para nuestra culpa. El perdón nos libera del terror al castigo, y nos hace darnos cuenta de que nuestra unidad con Dios continúa exactamente igual. Seguimos siendo “Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él”. Y con ese conocimiento recuperamos la paz para siempre.

Cuando el perdón nos limpia, nos damos cuenta de que “Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento” (L.340). El pensamiento del ego en nuestra mente es el que pinta la intranquilidad encima de la calma eterna de nuestra mente tal como Dios la creó. Abandonar ese pensamiento, aunque sea por un instante, nos trae paz de inmediato. El pensamiento de separación, de una identidad independiente, fue el error original:

Ese único error, que llevó a la verdad a la ilusión, a lo infinito a lo temporal, y a la vida a la muerte, fue el único que jamás cometiste. Todo tu mundo se basa en él. Todo lo que ves lo refleja, y todas las relaciones especiales que jamás entablaste proceden de él. (T.18.I.4:4-6)

No te das cuenta de la magnitud de ese único error. Fue tan inmenso y tan absolutamente increíble que de él no pudo sino surgir un mundo totalmente irreal. (T.18.I.5:2-3)

El perdón nos muestra que lo que pensamos que hemos hecho no tiene ninguna consecuencia real. Elimina los obstáculos a nuestra consciencia de Dios. Ese terrible error, sobre el que descansa todo nuestro mundo, no tuvo ninguna consecuencia, nuestra unión con Dios continúa para siempre sin interrupción. Ahora y siempre, descansamos en Su paz.




TEXTO

 Capítulo 30


EL NUEVO COMIENZO


Introducción


1. El nuevo comienzo se convierte ahora en el foco central de nuestro programa de estudios. 2No hay duda con respecto a cuál es la meta, pero ahora se necesitan métodos específicos para alcanzarla. 3La rapidez con la que la puedes alcanzar depende únicamente de esto: que estés dispuesto a poner en práctica cada paso. 4Cada uno de ellos te ayudará un poco más cada vez que lo practiques. 5todos ellos juntos te conducirán más allá de los sueños de juicios a los de perdón, liberándote así del dolor y del miedo. 6Ninguno de estos pasos es algo nuevo para ti, pero toda­vía son ideas más que reglas por las que riges tu pensamiento. 7Por lo tanto, necesitamos ponerlos en práctica por algún tiempo, hasta que se conviertan en las reglas por las que riges tu vida. 8Nuestro propósito es ahora convertirlos en hábito, de modo que estén a tu disposición en caso de necesidad.

 

I. Reglas para tomar decisiones


1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.


2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: 
2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.
3Ésto quiere decir que estás eligiendo no ser el juez de lo que se debe hacer. 4Pero quiere decir también que no juzgarás aquellas situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión. 5Pues si las juzgas, habrás establecido las reglas que determinan cómo debes reaccionar ante ellas. 6Y así, una respuesta diferente no haría sino causarte confusión, incertidumbre y temor.

3. El mayor problema que tienes ahora 2es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer. 3Y es posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste inicialmente. 4Ésto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo que te sientes atacado, 5y, por ende, furioso. 6Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se puede evitar. 7Pero es inevitable que ocurra al prin­cipio, mientras aún estás aprendiendo a escuchar.

4. (2) Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispon­gas de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan así como lo que quieres experimentar, y di:
2Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me concederá.
3Si practicas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayu­dará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí.

5. Mas habrá ocasiones en las que ya habrás juzgado de ante­mano. 2En esos casos la respuesta suscitará un ataque, a no ser que rectifiques tu mente de inmediato para que sólo desee una respuesta efectiva. 3Ten por seguro que eso es lo que ha sucedido si no estás dispuesto a detenerte por un momento y pedir que se te dé la respuesta. 4Pues ello quiere decir que ya has tomado una decisión por tu cuenta y que no puedes ver cuál fue la pregunta. 5Necesitas ahora un rápido reconstituyente antes de volver a pre­guntar.

6. (3) Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. 2Date cuenta entonces de que has hecho una pregunta por tu cuenta y de que debes haberla contestado de acuerdo con las condiciones que tú mismo has establecido. 3Di entonces:
4No tengo ninguna pregunta. 5Me olvidé de lo que tenía que decidir.
6Esto cancela las condiciones que has establecido y permite que la respuesta te muestre cuál debió haber sido realmente la pregunta.

7. Trata de observar esta regla sin demora, a pesar de tu resisten­cia, 2pues ya estás enfadado. 3tu temor de que se te vaya a dar una respuesta que no coincida con tu pregunta tal como la plan­teaste cobrará ímpetu, y acabarás creyendo que el día que deseas es uno en el que a tus preguntas se les da tus respuestas. 4Y no será así, pues ello te arruinaría el día al privarte de lo que realmente deseas. 5Esto puede ser muy difícil de entender, una vez que has decidido por tu cuenta qué reglas te prometen un día feliz. 6No obstante, esa decisión todavía puede revocarse mediante méto­dos sencillos que puedes aceptar.

8. (4) Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo si­guiente:

2Por lo menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora.
3Esto por lo menos es obvio, y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo.

9. (5) Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con:
2Por lo tanto, espero haber estado equivocado.
3Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que ésta es algo que deseas y necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. 4Esta ínfima apertura bastará para que puedas seguir adelante y dar los pocos pasos que necesitas para dejar que se te ayude.

10Ahora has llegado a un punto crucial porque te has dado cuenta de que saldrías ganando si lo que decidiste no es como tú pensabas. 2Hasta que no llegues a este punto, creerás que tu feli­cidad depende de tener razón. 3Pero por lo menos has alcanzado ahora un cierto grado de sensatez: te has dado cuenta de que sería mejor para ti que estuvieses equivocado.

11. (6) Éste ápice de sabiduría bastará para llevarte aún más lejos.
2No se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr lo que quieres. 3Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad:
4Quiero ver esto de otra manera.
5Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que deseas tener, y has recordado lo que realmente quieres. 6Su propósito ya no está velado por la demente idea de que lo quieres para satisfacer tu empeño de tener razón cuando en rea­lidad estás equivocado. 7De este modo, el hecho de que estás dispuesto a pedir llega hasta tu conciencia, pues no puedes estar en conflicto cuando pides lo que realmente quieres y comprendes que eso es lo que estás pidiendo.

12. (7) Éste último paso es sólo el reconocimiento de que no te opones a recibir ayuda. 2Es la declaración de una mente recep­tiva, que aunque todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver:
3Tal vez hay otra manera de ver esto. 4¿Qué puedo perder con preguntar?
5Ahora puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tiene sen­tido, y, consecuentemente, la respuesta tendrá sentido también. 6Y no te opondrás a ella, pues comprenderás que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará.

13. Debe quedar claro, no obstante, que es más fácil que tu día transcurra felizmente si no permites que la infelicidad haga acto de presencia en primer lugar. 2Pero esto requiere tener práctica con las reglas que te protegen de los embates del temor. 3Cuando hayas dominado estas reglas, el amargo sueño de juicios habrá sido des-hecho para siempre. 4Pero mientras tanto, necesitas poner en práctica las reglas que lo deshacen. 5Examinemos, pues, una vez más la primera de las decisiones que aquí se ofrecen.

14. Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente si deci­des no tomar ninguna decisión por tu cuenta. 2Esto de por sí parece ser una decisión. 3Sin embargo, tú no puedes tomar decisio­nes por tu cuenta. 4La única cuestión es entonces con quién eliges tomarlas. 5Eso es todo. 6La primera regla, pues, no es una coac­ción, sino la simple afirmación de un simple hecho. 7No tomas decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. 8Pues o bien se toman con ídolos o bien con Dios. 9Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer.

15. Tu día no transcurre al azar. 2La clase de día que tienes lo deter­mina aquello con lo que eliges vivirlo, y la manera en que percibe tu felicidad el amigo a quien acudes en busca de consejo. 3Siempre pides consejo antes de tomar cualquier decisión. 4Es esencial que entiendas esto, pues así te darás cuenta de que en esto no hay coerción ni motivos para que te opongas a ello por el hecho de que te impide ser libre. 5Nadie puede escaparse de lo que inevitable­mente ha de ocurrir. 6si tú crees que puedes, estás equivocado.

16. La segunda regla es asimismo un hecho. 2Pues tu consejero y tú tenéis que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda ocurrir. 3Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. 4Pues nada puede ocurrir sin algún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con la Voz que habla en favor, de Dios. 5Las decisiones producen resultados precisamente porque no se toman aisladamente. 6Las tomáis tu consejero y tú, y son tanto para ti como para el mundo. 7El día que deseas tener se lo ofreces al mundo, pues transcurrirá tal como lo hayas pedido y reforzará el dominio de tu consejero en el mundo. 8¿A qué reino le pertenece tu mundo hoy? 9¿Qué clase de día vas a decidir tener?

17. Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. 2Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. 3Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. 4Sólo se necesitan dos. 5Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión. 6Per­mite que esto sea lo único que tienes presente, y tendrás la clase de día que deseas tener, y al tenerlo, se lo ofrecerás al mundo. 7El juicio que habías emitido sobre el mundo queda anulado mediante tu decisión de tener un día feliz. 8Y tal como has reci­bido, así tienes que dar.










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