DESPERTAR AL AMOR

lunes, 3 de diciembre de 2018

3 DICIEMBRE: Mi impecabilidad me protege de todo daño.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCIÓN 337

Mi impecabilidad me protege de todo daño.

1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguri­dad y mi amor, imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. 2Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. 3¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? 4Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más. 5Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. 6Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.

2. Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. 2Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. 3Padre, mi sueño termina ahora. 4Amén.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Ésta es una lección acerca de aceptar la Expiación y nada más. Afirma que hay realmente sólo dos pasos para la felicidad completa (1:4-6).

(1) Darme cuenta de que no tengo que hacer nada por mí mismo.
(2) Aceptar lo que Dios ya ha hecho.

Toda la agitación y la inquietud que sentimos al empezar un camino espiritual proceden de pensar que nos falta algo (que es no ver el paso 2) y que por lo tanto tenemos que hacer algo (que es no ver el paso 1).

Nos sentimos desgraciados, por lo tanto pensamos que nos falta felicidad y empezamos a buscarla. La tristeza no es un estado de carencia. Es un estado de negación. Estamos enérgicamente negando la felicidad, que es nuestro estado natural. Estamos impidiendo la consciencia de la presencia del Amor. Estamos tapando la dicha de nuestra naturaleza creada, de simplemente Ser, con una capa mugrienta de insatisfacción. Pensamos que la solución es hacer algo, en realidad la solución es dejar de hacer algo, poner fin a la actividad que está ocultando nuestra felicidad.

Ése es uno de los valores de la meditación. Cuando voluntariamente ponemos fin a nuestra actividad mental, a menudo nos sentimos felices de repente. Eso es porque somos siempre felices, pero estamos continuamente causando tristeza con nuestros pensamientos. Detén todos los pensamientos y la felicidad está siempre ahí. Elimina las nubes y el sol está siempre ahí.

Nos hemos enseñado a nosotros mismos que somos esta actividad mental continua. Abandonar esa actividad es la mayor amenaza para el ego. Tenemos miedo de que si abandonamos esa actividad no queda nada, eso nos dice el ego. ¡El ego miente descaradamente!

Todo lo que tenemos que hacer es dejar de hacer. Lo que somos, sin ninguna actividad de ningún tipo, es suficiente para mantener la felicidad constante y perfecta.

¿Qué es el ego? (Parte 7)

L.pII.12.4:1

Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él. (4:1)

Conocer la realidad consiste simplemente en no ver ilusiones. Sin ilusiones que la oculten, la realidad se ve por sí misma. Por eso es por lo que “no tenemos que hacer nada”. No tenemos que hacer la realidad. No tenemos que hacernos inocentes, o felices o pacíficos. Sólo tenemos que dejar de ser “esa cosa” que oculta la realidad de nuestra vista: el ego y todo lo relacionado con él.

La lista de todos los aspectos que “no tenemos que ver” nos es necesaria, porque si la lección sólo dijera “conocer la realidad significa no ver al ego” no estaríamos seguros de lo que significaba. Al decir todas las cosas relacionadas con el ego (pensamientos, obras, actos, leyes, creencias, sueños, esperanzas, los planes para su propia salvación, el precio que nos exige) es más probable que entendamos el verdadero alcance de lo que significa no ver al ego. No sólo los actos del ego tienen que desaparecer de nuestra vista sino también todas las cosas que causan esos actos.


Me impresiona especialmente “los planes que tiene para su propia salvación”. El ego tiene muchos planes para sacarnos del atolladero en lo que pensamos que estamos. Pero realmente no estamos en ningún atolladero, sólo hemos tapado la realidad con ilusiones, y la realidad sigue estando ahí. No tenemos que hacer nada para encontrarla. No tenemos que hacer planes para nuestra salvación. Sin duda, hacer planes para nuestra salvación alimenta más todavía al ego. Como dice la Lección 337, necesitamos entender que “lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño” (L.337.1:6).





TEXTO

VII. No busques fuera de ti mismo

 

1. No busques fuera de ti mismo. 2Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. 3El Cielo no se puede encon­trar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. 4Ninguno de los ídolos qué veneras cuando llamas a Dios te contestará en Su lugar. 5Ninguna otra respuesta que pue­das utilizar como sustituto te proporcionará la felicidad que sólo Su respuesta brinda. 6No busques fuera de ti mismo. 7Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. 8¿Y qué pasaría si no estu­viese allí? 9¿Preferirías tener razón a ser feliz? 10Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, 11pues buscarás en vano. 12Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.

2. No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna espe­ranza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. 2Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad. 3Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estu­viese separada y se encontrase donde el resto no está. 4Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. 5así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

3. Ésta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. 2Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no sé dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. 3La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. 4No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior, y así probar que logró vencerlo. 5Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó, y ése es el papel que no puede cumplir.

4. Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que el mejora­miento del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte. 2Pues crees que puedes experimentar insuficiencia, y la insuficiencia es muerte. 3Sacrificarse es renunciar a algo, y, conse­cuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. 4mediante esta renuncia se renuncia a la vida. 5No busques fuera de ti mismo. 6Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.

5. Los ídolos no pueden sino desmoronarse porque no tienen vida, y lo que no tiene vida es un signo de muerte. 2Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar, sino percibir los signos de la muerte que buscas? 3Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro men­saje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la vida, el cual, al no tener vida, es realmente la muerte, a la cual se considera real y se le da forma viviente. 4No obstante, no hay ídolo que no haya de fracasar, desmoronarse y desintegrarse porque ninguna forma de muerte puede ser vida y lo que se sacri­fica no puede ser íntegro.

6. Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impe­dirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. 2Es inútil ren­dirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. 3Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. 4Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. 5No recurras a ídolos. 6No busques fuera de ti mismo.

7. Olvidémonos del propósito que el pasado le ha conferido al mundo. 2Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes, en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro, y donde verás muerte y desengaño por doquier.

8Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y libe­ración en lo que aparenta ser un círculo interminable de desespe­ración, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. 2Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. 3Procuras ver en él un lugar de ído­los que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está adentro. 4Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinie­sen de afuera. 5Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. 6los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

9. No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños, sino en una mente dormida? 2¿Y podría acaso un sueño hacer que la imagen que pro­yecta fuera de sí mismo fuese real? 3Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo. 4Y haz que el final de los ído­los venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. 5Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. 6El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad 7sino el miedo de perder tus ídolos. 8No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. 9Y todo el mundo se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. 10De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

10. Mas no es así. 2La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. 3Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. 4Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. 5Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. 6No busques esperanzas más allá de tu Padre. 7Pues la esperanza de felicidad no es la desespe­ración.



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