DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 19 de diciembre de 2018

19 DICIEMBRE: Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCIÓN 353


Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.


1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. 2Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. 3De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. 4Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propó­sito. 5Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Estas últimas diez lecciones (sin contar la última) representan el estado mental al que el Curso pretende llevarnos. En esta lección vemos el trabajo final de los pensamientos del Curso acerca del cuerpo. No es que el cuerpo se ignore, se desprecie o se descuide, sino que cada parte sea usada para bendecir al mundo con milagros. No se ataca ni se rebaja al cuerpo, en lugar de ello se le da un nuevo propósito que comparte con Cristo.

Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. (1:1-2)

En el Cielo nuestra función es la creación, algo que aparentemente no podemos entender completamente hasta que nuestra mente despierte al Cielo, pero aquí nuestra función es el puro reflejo de la creación: dar milagros, extender el perdón. Podríamos decir que nuestra función aquí es reconocer a la creación, ya que perdonar es reconocer a nuestro hermano tal como Dios lo creó, y no como lo hemos hecho nosotros con la proyección de nuestra propia culpa.

Entonces, con toda la determinación que pueda reunir, voy a unirme al propósito de Cristo. Voy a darle mis manos, mis ojos, mi lengua, y mis pies. ¿Por qué no orar en silencio y, muy concretamente hacerlo? “Padre, hoy Le doy mis manos a Cristo para que las use para el propósito que comparto con Él: bendecir al mundo con milagros”. Luego repite lo mismo pero con las otras partes del cuerpo. Recuerda este pensamiento durante el día y renueva tu regalo a Cristo, llevando tu mente a su verdadero propósito cada vez que te acuerdes.

De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser. (1:3-5)

Cuando hayamos llegado al punto en el que verdaderamente Le hayamos dado todo lo que tenemos a Cristo para que lo use para Su propósito, habremos completado casi el programa de estudios. Todo lo que queda es permanecer un poco más aquí, sirviendo a Su propósito, compartiendo la luz con aquellas mentes que estén todavía nubladas. Esto describe casi a un avatar, un maestro iluminado que está en la tierra únicamente para servir a los que no han llegado tan lejos.

Cuando ese tiempo de servicio se haya terminado, “me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser” (1:5). El ego se deshará y desaparecerá, la voluntad individual dejará de existir como algo separado (que nunca existió en realidad) y se extenderá en el Ser Uno de Cristo. No se perderá nada en este proceso, excepto nuestra separación.

No desesperes, corazón mío, si esto parece muy lejos de ti ahora. Está mucho más cerca de lo que te atreves a creer. Eres mucho más de lo que crees que eres. Entrégate a este propósito con alegría. El Espíritu Santo te proporcionará los medios. Estate dispuesto a ir en esta dirección, y no juzgues lo cerca o lejos que estás, lo fácil o difícil que piensas que es el camino. Estate dispuesto a que se haga. No sientas ansiedad o inquietud si parece evitarte, la inquietud es sólo una estrategia de retraso. Descansa, corazón mío. Confía. Los ángeles te contemplan esperando el nacimiento de Cristo en ti. No tengas miedo. ¡Alégrate!



¿Qué soy? (Parte 3)

L.pII.14.2:1-3

La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. (2:1)

A lo largo del Libro de Ejercicios, las palabras se han usado para enseñarnos e inspirarnos, y hemos usado en nuestras prácticas las palabras que se nos han dado. Cuando estemos verdaderamente listos para “graduarnos” del Libro de Ejercicios y de su nivel de entrenamiento, estaremos listos para abandonar las palabras concretas. Estaremos preparados para pasar nuestros días en comunicación constante con el Espíritu Santo, sin necesidad de palabras especiales que entrenen nuestra mente de acuerdo a las líneas del Curso, porque en ese punto nuestra mente estará completamente entrenada. Practicaremos habitualmente instantes santos y a menudo pasaremos tiempo cada día renovando nuestra mente en la Presencia de Dios.

Pocos de nosotros, si es que hay alguno, estamos en ese punto. Sé, muy a pesar mío, que yo no lo estoy. No he seguido fielmente el programa de entrenamiento que se nos ha dado (escrito en 1995), y por eso todavía necesito más entrenamiento, en el que el uso de palabras todavía es fundamental. Todavía necesito el apoyo de las palabras. El próximo año repetiré el Libro de Ejercicios de nuevo. No a regañadientes ni con una sensación de fracaso, ¡oh, no! He progresado mucho en este último año, creo. Las lecciones permanecen conmigo durante el día mucho más que antes, y mi mente se acuerda de aplicarlas como respuesta a la “tentación”. No siempre, pero más a menudo.

Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofrecimos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. (2:2)

Seguramente éste es uno de los propósitos del Libro de Ejercicios, que lleguemos a darnos cuenta de que compartimos un propósito con Jesús, somos salvadores (ver párrafo 3). Hemos empezado a recordar no sólo nuestra propia inocencia sino nuestro propósito, para el cual fuimos creados: para extender amor a otros, tal como Dios nos creó al extender Su Amor.

Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. (3:3)

Puesto que hemos aprendido que estamos aquí para bendecir al mundo, nosotros somos bendecidos. Puesto que hemos aprendido a perdonar, recibimos nuestro propio perdón. Ésta es la ley del amor. Así es como funciona el amor.

Cuando el propósito de entrenamiento del Libro de Ejercicios se haya completado en nosotros, no sólo habremos encontrado nuestra propia salvación individual, habremos descubierto que nuestra salvación está en llevar liberación a otros. Nos salvamos al salvar a otros, sanamos al sanar a otros. “Sanaré a medida que Le permita enseñarme a sanar” (T.2.V(A).18:6).




TEXTO

II. Caminando con Cristo



1. Una vieja lección no se supera contraponiendo la nueva con la vieja. 2No se la subyuga para que la verdad pueda conocerse, ni se combate para que se rinda ante el atractivo de la verdad. 3No hay que prepararse para ninguna batalla, no hay que dedicarle tiempo, ni tampoco es necesario hacer planes para implantar lo nuevo. 4Una vieja batalla se está librando contra la verdad, pero la verdad no responde. 5¿Quién podría ser herido en semejante bata­lla, a no ser que se hiriese a sí mismo? 6En realidad no tiene ene­migos. 7¿Y podría acaso ser atacado por sueños?

2. Repasemos nuevamente lo que parece interponerse entre la verdad de lo que eres y tú. 2Pues para superar este obstáculo se tienen que dar ciertos pasos. 3El primero es una decisión que tú tomas. 4Pero de ahí en adelante, la verdad se te confiere. 5Tú quie­res determinar lo que es verdad, 6y debido a tu deseo, estableces dos alternativas entre las que elegir cada vez que crees que tienes que tomar una decisión. 7Ninguna de ellas es verdad, 8ni tampoco son diferentes entre sí. 9Sin embargo, tienes que examinar las dos antes de que puedas mirar más allá de ellas a la única alternativa que sí constituye una elección diferente. 10Pero no la busques en los sueños que forjaste con el propósito de que esto estuviese nublado de tu conciencia.

3. Las alternativas entre las que eliges no constituyen una verda­dera elección, y tan sólo dan la impresión de que se trata de una elección libre, pues en cualquier caso, el resultado será el mismo. 2De modo que no es realmente una elección en absoluto. 3El líder y el seguidor parecen desempeñar diferentes papeles, y cada uno de estos papeles parece poseer ventajas que tú no quisieras per­der. 4En su fusión, por lo tanto, parece haber esperanzas de satis­facción y de paz. 5Te ves a ti mismo dividido entre estos dos papeles, escindido para siempre entre los dos. 6cada amigo o enemigo se convierte en un medio para salvarte de esto.

4. Tal vez lo llames amor 2tal vez pienses que es un asesinato que finalmente está justificado. 3Odias a aquel a quien asignaste el papel de líder cuando tú lo quisieras tener, y lo odias igual­mente cuando él no lo asume en aquellas ocasiones en que tú quieres ser el seguidor y abandonar el liderato. 4Para eso fue para lo que concebiste a tu hermano, y te acostumbraste a pensar que ése era su propósito. 5menos que él sea fiel a eso, no habrá cumplido la función que tú le asignaste. 6Por lo tanto, merece la muerte, al no tener ningún propósito ni ninguna utilidad para ti.

5. ¿Y qué quiere él de ti? 2¿Qué otra cosa podría querer, 3sino lo mismo que tú quieres de él? 4En esto es tan fácil elegir la vida como la muerte, pues lo que eliges para ti lo eliges para él. 5Le haces dos llamamientos, tal como él a ti. 6Estos dos llamamientos ciertamente constituyen una elección, pues de cada uno de ellos se deriva un resultado distinto. 7Si él acaba siendo tu líder o tu segui­dor no importa, pues en cualquier caso habrás elegido la muerte. 8Pero si él clama por la muerte o por la vida, por el odio o bien por el perdón y por la ayuda, entonces el resultado no será el mismo. 9Si oyes el primero de esos llamamientos, te separarás de él y te perderás. 10Mas si oyes el segundo, te unirás a él y en tu respuesta se halla la salvación. 11La voz que oyes en él no es sino la tuya. 12¿Qué te pide? 13Escucha atentamente, 14pues te está pidiendo lo mismo que te ha de llegar a ti, ya que lo que estás viendo es una imagen de ti mismo y lo que estás oyendo es tu propia voz expresando tus deseos.

6. Antes de contestar, haz una pausa y piensa en lo siguiente: 2La respuesta que le dé a mi hermano es la que yo estoy pidiendo. 3lo que aprenda acerca de él, es lo que aprenderé acerca de mí. 4Aguardemos luego un instante y estemos muy quietos, olvidán­donos de todo lo que habíamos creído oír y recordando cuán poco sabemos. 5Este hermano ni nos dirige ni nos sigue, sino que camina a nuestro lado por la misma senda que nosotros reco­rremos. 6Él es como nosotros, y se halla tan cerca o tan lejos de lo que anhelamos como le permitamos estar. 7No hacemos ningún avance que él no haga con nosotros, y si él no avanza, nosotros retrocedemos. 8No le des la mano con ira, sino con amor, pues su progreso es el tuyo propio. 9Y recorreremos la senda por sepa­rado a no ser que lo mantengas a salvo a tu lado.

7. Puesto que Dios os ama a los dos por igual, se te salvará de todas las apariencias y contestarás la llamada que Cristo te hace. 2Estáte muy quedo y escucha. 3Despeja tu mente de viejas ideas. 4Olvida las tristes lecciones que aprendiste acerca de este Hijo de Dios que te llama. 5Cristo llama a todos con igual ternura, sin ver líderes ni seguidores, y oyendo una sola respuesta para todos ellos. 6Puesto que Él oye una sola Voz, no puede oír una res­puesta diferente de la que dio cuando Dios lo nombró Su único Hijo.

8. Sumérgete en la más profunda quietud por un instante. 2Ven sin ningún pensamiento de nada que hayas aprendido antes, y deja a un lado todas las imágenes que has inventado. 3Lo viejo y decrépito se derrumbará ante lo nuevo tanto si te opones a ello como si lo apoyas. 4Ninguna de las cosas que consideras valiosas y dignas de tus atenciones será atacada. 5Tampoco se atacará tu deseo de oír un llamamiento que jamás existió. 6Nada te hará daño en este santo lugar adonde vienes a escuchar en silencio y a aprender qué es lo que realmente quieres. 7Esto será lo único que se te pedirá aprender. 8Mas al oírlo, comprenderás que lo único que necesitas hacer es abandonar los pensamientos que ya no deseas y que nunca fueron verdad.

9. Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu pecaminosidad. 2Oye únicamente su petición de cle­mencia y liberación de todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo que tú no puedes sino ser tam­bién. 3Él teme caminar a tu lado, y cree que tal vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. 4¿Cómo ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente cuando él se rezaga y te quedas atrás cuando él se adelanta? 5Pues al hacer esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni líder ni seguidor. 6Se trata, por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. 7Y mediante esta decisión, el resul­tado del aprendizaje cambia, pues Cristo habrá vuelto a nacer para vosotros dos.

10. Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quién es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. 2Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo. 3Él pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. 4Tal vez en su caso ello se manifieste de forma diferente, pero no es a la forma a lo que respondes. 5Él pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. 6Y en cuanto que her­mano tuyo, su Padre no puede sino ser el mismo que el tuyo, ya que él es como tú.

11. Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. 2Solos, se os niega a ambos. 3¿No está claro acaso que mientras sigas insistiendo en ser líder o seguidor pensarás que caminas solo, sin nadie a tu lado? 4Éste es el camino que no conduce a ninguna parte, pues no se te puede otorgar la luz mientras cami­nes solo, y así, no puedes ver por donde vas. 5Esto produce con­fusión y una interminable sensación de duda, a medida que te tambaleas solo de un lado a otro en la oscuridad. 6Sin embargo, éstas no son más que apariencias de lo que es la jornada y de cómo se tiene que recorrer. 7Pues hay Alguien a tu lado que ilu­mina tu camino, de modo que puedas dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. 8Tener los ojos vendados puede ciertamente cegarte, mas no puede hacer que el camino en sí sea oscuro. 9Y Aquel que viaja contigo tiene la luz.










No hay comentarios:

Publicar un comentario