DESPERTAR AL AMOR

lunes, 24 de diciembre de 2018

24 DICIEMBRE: Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

 

 

LECCIÓN 358



Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.


1. Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. 2Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. 3Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. 4Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. 5Permí­teme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. 6Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la pro­mesa que le hiciste a Tu Hijo. 7No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

El ego está continuamente trabajando para convencernos de que queremos muchas cosas diferentes, cosas que a menudo se oponen unas a otras. Hemos escuchado a nuestro ego durante tanto tiempo que estamos completamente confundidos acerca de lo que queremos. Una lección del comienzo dice: “No percibo lo que más me conviene” (L.24).

Puesto que estoy tan confundido acerca de lo que realmente quiero, es muchísimo mejor dejar esa elección en manos del Espíritu Santo:

Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. (1:1)

Necesito recordar esto a menudo, especialmente cuando pienso que deseo algo con gran intensidad. “Quiero ese ordenador nuevo”. “Quiero una relación amorosa, íntima y sexualmente comprometida”. “Quiero un trabajo mejor”. Necesito recordarme a mí mismo: “Espera un minuto, Allen. ¡Recuerda! No recuerdas claramente quién eres, así que ¿cómo puedes saber lo que realmente quieres?”

Parte de aprender el Curso es acostumbrarnos a escuchar al Espíritu Santo. Y parte de esa lección es darnos cuenta de que Él habla por nosotros, y no sólo por Dios. Puede parecer que no estoy de acuerdo con lo que Él parece querer para mí, y necesito darme cuenta de que lo que Él quiere para mí es lo que yo realmente quiero, aunque mi ego me diga lo contrario.

Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. (1:4)

Muy a menudo me siento inclinado a pensar que quiero lo que Dios quiere dar, pero luego decido la forma en que tiene que llegarme. Oigo que la Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad, y luego decido la forma que esa felicidad debe tener. Tengo que dar un paso más, como esta lección hace: Yo quiero lo que Dios quiere, y lo vea o no en este momento, lo quiero en la misma forma en que Él elige dármelo, y no en la forma que pienso que debe tener.

Como padre, me acuerdo muchas veces de cuando intentaba convencer a uno de mis hijos de que realmente no quería lo que pensaba que quería. Tal vez él decía: “Quiero el chicle rojo”. Y yo solía decirle: “No, Ben, el rojo no es dulce, es canela picante, y no te gustará”. Y él solía decir: “¡¡Quiero el rojo!!” Nosotros hacemos lo mismo con Dios, mucho más a menudo de lo que estamos dispuestos a admitir.

Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. (1:5)

Cuando pienso que sé lo que quiero, que me dé cuenta de que no lo sé. Que me calle y deje la rabieta, que me acalle y escuche la Voz de mi Padre. Él habla por mí y por Dios. Él sabe lo que de verdad quiero, y seguir Su consejo es sabiduría. Él nos ama, se ocupa de nosotros, nos ha prometido estar siempre con nosotros. Que confíe en Él, aunque no entienda, sabiendo que ¡Dios lo sabe mejor!

No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo. (1:7)

El pequeño “yo”, el ego individual, no es nada, Quien yo soy es todo. El Espíritu Santo siempre habla desde el punto de vista de ese Ser más extenso. Él no busca beneficiar y mimar al pequeño “yo”, Él siempre trabaja para llevarnos a la plena consciencia del Ser. A veces lo que me da se opone al pequeño “yo”, pero nos está llevando a la plena consciencia del Ser. Por esa razón nuestra idea de lo que queremos está tan deformada, y lo que Él quiere para nosotros parece a veces ser algo que no queremos. Estamos confundidos acerca de quien somos. Él no está confundido. Por eso, confiemos en Su sabiduría, aquietémonos, y sepamos que Él es Dios.


¿Qué soy? (Parte 8)

L.pII.14.4:4

Y desde la unión que hemos alcanzado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a consumar nuestra dicha. (4:4)

Alcanzamos la unidad poco a poco. En realidad no “alcanzamos” la unidad sino que la recordamos, nos hacemos conscientes de lo que siempre ha sido así. Pero, en el tiempo, parece como si la alcanzásemos poco a poco. Empezamos con instantes santos muy cortos, chispazos de recuerdo, como un sueño olvidado que estamos intentando recordar. Esos momentos de recuerdo vienen cada vez más a menudo, cada vez más claros, y al final cada vez duran más, hasta que un día recordemos completamente y para siempre. Cada instante que pasamos en esa unidad, reconocemos que no estamos ahí solos, y que no podemos estar ahí solos. Sentimos paz y dicha, pero nuestra dicha no puede ser completa hasta que todos la compartan con nosotros y despierten a la realidad de Quien son. Por eso, les llamamos, nos extendemos hasta todos.

El estado mental que estamos buscando, que podríamos llamar el estado mental iluminado, es el que se da cuenta de su unión con todas las creaciones de Dios, y que se propone reestablecer a todas sus partes la perfecta comunicación de esa perfecta unidad. Como el “bodhisatva” de la tradición budista que renuncia al Nirvana para salvar a otros, no queriendo pasar a ese estado de perfecto gozo hasta que incluso “cada brizna de hierba esté iluminada”, así los que están en la mente recta llaman continuamente a sus hermanos, pidiéndoles que compartan su paz. Jesús es un ejemplo de esta actitud, como dice en el Texto, en la Sección “El Círculo de la Expiación”:

Yo estoy dentro del círculo, llamándote a que vengas a la paz. Enseña paz conmigo, y álzate conmigo en tierra santa. Recuerda por todos el poder que tu Padre les ha otorgado. No pienses que no puedes enseñar Su perfecta paz. No permanezcas afuera, sino únete a mí adentro. No dejes de cumplir el único propósito al que mi enseñanza te exhorta. Devuélvele a Dios Su Hijo tal como Él lo creó, enseñándole que es inocente. (T.14.V.9:4-10)


Ocupa quedamente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. (T.14.V.8:6)





TEXTO

 

V. El concepto del yo frente al verdadero Ser




1. Las enseñanzas del mundo se basan en un concepto del yo que se ajusta a la realidad mundana. 2Y como tal, se adapta muy bien a ella. 3Pues es una imagen que encaja perfectamente en un mundo de sombras e ilusiones. 4En él se encuentra como en su propia casa, y todo lo que ve es uno con ella. 5El propósito de las enseñanzas del mundo es que cada individuo forje un concepto de sí mismo. 6Éste es su propósito: que vengas sin un yo, y que fabriques uno a medida que creces. 7Y cuando hayas alcanzado la "madurez", lo habrás perfeccionado, para así poderte enfrentar al mundo en igualdad de condiciones y perfectamente adaptado a sus exigencias.

2. Tú forjas un concepto de ti mismo, 2el cual no guarda seme­janza alguna contigo. 3Es un ídolo, concebido con el propósito de que ocupe el lugar de tu realidad como Hijo de Dios. 4El concepto de ti mismo que el mundo te enseña no es lo que aparenta ser, 5pues se concibió para que tuviera dos propósitos, de los cuales la mente sólo puede reconocer uno. 6El primero presenta la cara de inocencia, el aspecto con el que se actúa. 7Ésta es la cara que sonríe y es amable, e incluso parece amar. 8Busca compañeros, contem­pla a veces con piedad a los que sufren, y de vez en cuando ofrece consuelo. 9Cree ser buena dentro de un mundo perverso.

3. Este aspecto puede disgustarse, pues el mundo es perverso e incapaz de proveer el amor y el amparo que la inocencia se merece. 2Por esa razón, es posible hallar este rostro con frecuencia arrasado de lágrimas ante las injusticias que el mundo comete contra los que quieren ser buenos y generosos. 3Este aspecto nunca lanza el primer ataque. 4Pero cada día, cientos de incidentes sin importancia socavan poco a poco su inocencia, provocando su irritación, e induciéndolo finalmente a insultar y a abusar descon­troladamente.

4. La cara de inocencia que el concepto de uno mismo tan orgu­llosamente lleva puesta, condona el ataque que se lleva a cabo en defensa propia, pues, ¿no es acaso un hecho harto conocido que el mundo trata ásperamente a la inocencia indefensa? 2Nadie que forja una imagen de sí mismo omite esta cara, pues tiene necesi­dad de ella. 3Mas no quiere ver el otro lado. 4Sin embargo, es ahí donde el aprendizaje del mundo tiene puestas sus miras, pues ahí es donde se establece la "realidad" del mundo, para perpe­tuar la continuidad del ídolo.

5. Detrás de la cara de inocencia se encuentra una lección, para enseñar la cual se concibió el concepto del yo. 2Es una lección acerca de un terrible desplazamiento y de un miedo tan devasta­dor que la cara sonriente que se encuentra encima tiene que mirar para siempre en otra dirección, no sea que perciba la trai­ción que oculta. 3Esto es lo que la lección enseña. 4Yo soy la cosa que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que soy". 4El mundo sonríe con aprobación ante este concepto de ti mismo, pues garantiza que los senderos del mundo se mantengan a salvo y que los que caminan por ellos no puedan escapar.

6. Ésta es la lección básica que garantiza que tu hermano estará condenado eternamente, 2pues lo que tú eres se ha vuelto ahora su pecado. 3para esto no hay perdón. 4No importa ya lo que él haga, pues tu dedo acusador apunta hacia él sin vacilación y con mortal puntería. 5Apunta también hacia ti, pero este hecho se mantiene aún más oculto entre las brumas que se encuentran tras la cara de inocencia. 6Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la oscu­ridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría. 7No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. 8Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres.

7. Los conceptos se aprenden. 2No son naturales, 3ni existen aparte del aprendizaje. 4No son algo que se te haya dado, de modo que tienen que haberse forjado. 5Ninguno de ellos es ver­dad, y muchos son el producto de imaginaciones febriles, que arden llenas de odio y de distorsiones nacidas del miedo. 6¿Qué es un concepto, pues, sino un pensamiento al que su hacedor le otorga un significado especial? 7Los conceptos mantienen vigente el mundo. 8Mas no se pueden usar para demostrar que el mundo es real. 9Pues todos ellos se conciben dentro del mundo, nacen a su sombra, crecen amoldándose a sus costumbres y, finalmente, alcanzan la "madurez" de acuerdo con el pensar de éste. 10Son ideas de ídolos, coloreadas con los pinceles del mundo, los cuales no pueden pintar ni una sola imagen que represente la verdad.



8. La idea de un concepto del yo no tiene sentido, pues nadie aquí sabe cuál es el propósito de tal concepto, y, por lo tanto, no puede ni imaginarse lo que es. 2Todo aprendizaje que el mundo dirige, no obstante, comienza y finaliza con el solo propósito de que aprendas este concepto de ti mismo, de forma que elijas aca­tar las leyes de este mundo y nunca te aventures más allá de sus sendas ni te des cuenta de cómo te consideras a ti mismo. 3Ahora el Espíritu Santo tiene que encontrar un modo de ayudarte a comprender que el concepto de ti mismo que has forjado tiene que ser des-hecho si es que has de gozar de paz interior. 4Y no se puede desaprender, excepto por medio de lecciones cuyo objetivo sea enseñarte que tú eres otra cosa. 5pues de lo contrario, se te estaría pidiendo que intercambiases lo que ahora crees por la pérdida total de tu ser, lo cual te infundiría aún mayor terror.

9. Por tal razón, las lecciones del Espíritu Santo están diseñadas de manera que cada paso sea fácil, y aunque a veces puede producirse cierta incomodidad y angustia, ello no afecta lo que se ha aprendido, sino que constituye una re-interpretación de lo que parecen ser las pruebas a su favor. 2Consideremos, pues, qué prueba hay de que tú seas lo que tu hermano hizo de ti. 3Pues si bien aún no te das cuenta de que eso es lo que piensas, es induda­ble que a estas alturas ya eres consciente de que te comportas como si eso fuese lo que piensas. 4¿Reacciona él por ti? 5¿Y sabe él acaso lo que va a ocurrir exactamente? 6¿Puede ver tu futuro y determinar por adelantado lo que debes hacer en toda circuns­tancia? 7Él tendría que haberte creado tanto a ti como al mundo para poder tener tal presciencia de lo que ha de suceder.

10. Que tú seas lo que tu hermano ha hecho de ti es bastante improbable. 2Incluso si ello fuese cierto, ¿quién te dio la cara de inocencia? 3¿Podría ser ésta tu propia aportación? 4¿Quién es, entonces, el "tú" que la concibió? 5¿Y quién es el que se engaña con toda tu bondad, y la ataca? 6Olvidémonos de la ridiculez de este concepto y pensemos simplemente en esto: lo que crees ser consta de dos partes. 7Si una de ellas fue generada por tu hermano, ¿quién estaba allí para inventar la otra? 8¿Y de quién hay que mantener algo oculto? 9Aun si el mundo fuese perverso no habría necesidad de ocultar aquello de lo que estás hecho. 10¿Quién lo podría ver? 11¿Y qué podría necesitar defensa sino lo que se ataca?

11. Tal vez la razón de que este concepto tenga que mantenerse oculto es que, de ser expuesto a la luz, el que pensaría que no es verdad eres tú. 2¿Y qué le ocurriría al mundo que ves si todos sus pilares se eliminasen? 3Tu concepto del mundo depende del con­cepto que tienes de ti mismo. 4Y ambos desaparecerían si cual­quiera de ellos se pusiese en duda. 5El Espíritu Santo no quiere precipitarte al pánico. 6Por lo tanto, lo único que te pide es que por lo menos estés dispuesto a plantearte una simple pregunta.

12. Hay alternativas con respecto a eso que crees ser. 2Podrías, por ejemplo, ser lo que has elegido que tu hermano sea. 3Esto ubica al concepto del yo más allá de una condición de ser algo completa­mente pasivo, por lo menos, allana el camino para que se pueda tomar una decisión consciente, y para reconocer -aunque sea parcialmente- que tuvo que haber tenido lugar alguna inter­acción. 4Se entiende en parte que tú elegiste por los dos, y que lo que él representa tiene el significado que tú le diste. 5Ello mues­tra también algunos atisbos de visión con respecto a la ley de la percepción según la cual lo que se ve refleja el estado mental del perceptor. 6Mas ¿quién eligió primero? 7Si tú eres aquello que elegiste que tu hermano fuese, tuvo que haber alternativas entre las que elegir, y alguien tuvo que haber decidido primero cuál de ellas elegir y cuál rechazar.

13. Si bien este paso representa un avance, no se aproxima aún a la cuestión básica. 2Algo tuvo que haber tenido lugar antes de que surgieran estos conceptos de uno mismo. 3Y algo tuvo que haber aprendido las enseñanzas que los originó. 4Esto no lo puede expli­car ninguno de los dos puntos de vista en cuestión. 4La ventaja principal de haber pasado del primer punto de vista al segundo es que de alguna manera se ve que tú participaste en la elección por decisión propia. 6Mas por esta ganancia sufres una pérdida casi idéntica, pues ahora tú eres culpable por lo que tu hermano es. 7Y no puedes sino compartir su culpabilidad, ya que la ele­giste para él a imagen y semejanza de la tuya propia. 8Mientras que antes sólo él era el traidor, ahora tú tienes que ser condenado junto con él.

14. El concepto del yo ha sido siempre la gran preocupación del mundo. 2cada individuo cree que tiene que encontrar la solu­ción al enigma de lo que él es. 3La salvación se puede considerar como el escape de todos los conceptos. 4No se ocupa en absoluto del contenido de la mente, sino del simple hecho de que ésta piensa. 5aquello que puede pensar tiene alternativas entre las que elegir, y se le puede mostrar los pensamientos que conllevan diferentes consecuencias. 6Así puede aprender que todo lo que piensa refleja la profunda confusión que siente con respecto a cómo fue concebida y a lo que es. 7Y el concepto del yo vaga­mente parece contestar lo que no sabe.

15. No busques tu Ser en símbolos. 2No hay concepto que pueda representar lo que eres. 3¿Qué importa qué concepto aceptes mientras percibas un yo que se relaciona con el mal y que reac­ciona ante cosas perversas? 4Pues en tal caso, tu concepto de ti mismo seguirá desprovisto de significado. 5no te percatarás de que sólo te relacionas contigo mismo. 6Ser testigo de un mundo culpable indica que el mundo ha guiado tu aprendizaje y que lo consideras tal como te consideras ti mismo. .7El concepto del yo abarca todo lo que contemplas, y nada está excluido de esa per­cepción. 8Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una repre­sentación de tus deseos secretos. 9Eso es todo. 10lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar.

16. Son muchos los conceptos de ti mismo que forjarás según pro­greses en tu aprendizaje. 2Cada uno producirá cambios que se verán reflejados en tus relaciones, conforme la percepción que tienes de ti mismo vaya cambiando. 3cada vez que tenga lugar un cambio se producirá en ti cierta confusión, mas siéntete agra­decido de que el aprendizaje del mundo vaya soltando la presa que había hecho en tu mente. 4Descansa seguro y contento en la confianza de que finalmente desaparecerá por completo y dejará a tu mente en paz. 5El papel de acusador se presentará en muchos sitios y de muchas maneras. 6en cada caso parecerá acusarte. 7Mas no temas que no vaya a ser erradicado.

17. El mundo no puede hacer que aprendas estas imágenes de ti mismo a no ser que tú desees aprenderlas. 2Llegará un momento en que todas desaparecerán, y te darás cuenta de que no sabes lo que eres. 3A esta mente abierta y receptiva es a la que la verdad retorna, sin impedimentos ni limitaciones. 4Allí donde todos los conceptos del yo han sido abandonados, la verdad se revela tal como es. 5Cuando todo concepto haya sido cuestionado y puesto en tela de juicio, y se haya reconocido que está basado en suposi­ciones que se desvanecerían ante la luz, la verdad quedará enton­ces libre para entrar a su santuario, limpio y despejado ahora de toda culpa. 6No hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta:

7No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo.

8Sin embargo, con esta lección nace la salvación. 9Y lo que tú eres te hablará de Sí Mismo.


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