DESPERTAR AL AMOR

sábado, 10 de octubre de 2020

10 OCTUBRE: Mi verdadera Identidad reside en Ti.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 283


Mi verdadera Identidad reside en Ti.


1. Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso e sa lo que llamo el Hijo de Dios. 2Mas la creación sigue siendo como siempre fue, pues Tu crea­ción es inmutable. 3No quiero rendirle culto a ningún ídolo. 4Yo soy aquel que mi Padre ama. 5Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios. 6¿Cómo no va a estar a salvo lo que Tú amas? 7¿No es acaso infinita la luz del Cielo? 8¿No es Tu Hijo mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto existe?

2. Ahora todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. 2Y así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con nosotros.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“Reside” significa “vive o mora”, pero también significa “permanece sin cambio”. Pienso que éste es el significado que tiene esta lección: “Mi verdadera Identidad permanece sin cambio en Ti”. (Al menos así es como lo estoy oyendo hoy). “Forjé una imagen de mí mismo” (1:1). Ésta es la postura del Curso de lo que tradicionalmente se ha llamado “la Caída”. Desde el punto de vista tradicional judeocristiano, el hombre fue creado inocente y sin pecado, pero cayó en el pecado y, de este modo, corrompió su naturaleza para siempre (“pecado original”). La postura del Curso es que todo lo que realmente sucedió fue que imaginamos que habíamos cambiado, inventamos una falsa imagen de nosotros y pensamos: “yo soy esto”. ¡Pero lo que verdaderamente somos, no ha cambiado en absoluto! Nuestra verdadera Identidad permanece sin cambio, a pesar de nuestra invención de ídolos. La creación sigue siendo ahora tal como siempre ha sido, porque la creación de Dios no puede cambiar (1:2).

Hay una gran diferencia entre haber corrompido nuestra naturaleza y únicamente pensar que lo hemos hecho. Desde el punto de vista antiguo, teníamos un problema real que sólo podía solucionarse por intervención sobrenatural de Dios. Se había cometido un pecado real y se tenía que pagar con un castigo real. El pecado contra un Dios infinito exigía un pago igualmente infinito, y por eso el Hijo infinito de Dios tenía que morir por nosotros, y luego Dios tenía que crear una “nueva naturaleza”, y de algún modo meterla en la humanidad (“nacer de nuevo”). Aquellos que no recibían esta nueva vida estaban condenados al infierno.

Desde la postura presentada por el Curso, no se ha cometido ningún pecado real, y la perfección original de la creación de Dios permanece sin cambio. Todo lo que tenemos que hacer es reconocer nuestra falsa identificación y cambiar nuestra mente acerca de ella. Cuando abandonamos los ídolos o falsas imágenes [“No quiero rendirle culto a ningún ídolo” (1:3)], se descubre la naturaleza de Cristo dentro de nosotros y se manifiesta sin haber sido manchada por nuestra locura.

Yo soy aquel que mi Padre ama, eso no ha cambiado (1:4). “Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios” (1:5). ¿Cómo podría lo que Dios creó como la luz del Cielo ser destruido y convertirse en oscuridad? Si Dios creó todo lo que existe, ¿cómo podría yo ser algo distinto? (1:8). Yo no puedo ser otra cosa distinta.

Cada vez que hoy me dé cuenta de que estoy juzgando algo de mí, o que algo no me gusta, o reprochándome algo, o sintiéndome culpable por lo que soy, que me recuerde a mí mismo que nada de lo que estoy viendo es mi verdadera Identidad. Mi verdadera Identidad permanece en Dios y es parte de Él. La supuesta otra identidad es un ídolo, no voy a adorarla, no voy a inclinarme ante ella, ni atribuirle un gran poder, ni a tener miedo de ella. Eso no es lo que yo soy. Me aquietaré un instante e iré a mi hogar.

Al reconocer esta verdadera Identidad, tengo que darme cuenta de que por la naturaleza de Lo Que es, debe compartirse con toda la creación. Todo forma parte de mí, y yo formo parte de todo, pues venimos de la misma Fuente (2:1). Cuando reconozca que todo es parte de esta Identidad compartida, otros aspectos de mi único Ser, “ofreceré mi bendición a todas las cosas y me uniré amorosamente al mundo” (2:2).



¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 3)

L.pII.7.2:1-2

“El objetivo de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisamente acabar con los sueños” (2:1). Como ya hemos visto, los sueños (nuestra percepción actual) se terminan al cambiar nuestra percepción falsa del miedo a la percepción del amor. El proceso de aprendizaje en que nos encontramos aquí, y el eje del programa de estudios del Curso, es esta transformación de la percepción que llevará al resultado del final de toda percepción: el final de los sueños. A veces nos esforzamos demasiado y queremos que el sueño termine ahora. Queremos que el conocimiento nos llegue directamente. Pero eso no es posible, no podemos saltarnos el proceso del cambio de nuestras percepciones.

Hemos estado haciendo hincapié en la percepción, y apenas hemos hablado del conocimiento. Esto ha sido así porque la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada. (T.3.III.1:1-2)

Antes de que podamos “saber” algo, nuestras percepciones tienen que cambiar por mediación del Espíritu Santo, al llevarle nuestra oscuridad para que Él pueda deshacerla con la luz. “Pues todo sonido e imagen (percepción) tiene que transformarse de testigo del miedo en testigo del amor” (2:2).Hay muchas cosas en nuestra vida que parecen ser testigos del miedo. Esas cosas “dan testimonio” de la realidad del miedo, parecen justificar el miedo. El cambio que el Espíritu Santo busca realizar en nuestra mente es cambiar tanto nuestra percepción de las cosas que todo (literalmente todo) lo que ahora parece justificar el miedo, se convierta en nuestra percepción cambiada, algo que justifique y haga necesario el amor.

Eso es lo que el “perdón” significa en el Curso, es mucho más que ver las acciones de alguien de manera diferente. Significa ver todo de manera diferente. Significa mirar a todos los horrores de este mundo, a todas las atrocidades, a toda traición, a cada señal de enfermedad y de muerte y ver que todo ello justifica el amor y necesita amor. Algo que, en lugar de demostrar la realidad del miedo, demuestre la realidad del amor. Y para eso, amigos, ¡se necesita un milagro! Pero este es “un curso de milagros”. De eso es de lo que trata.

¿Cómo puede cambiar tan completamente nuestra percepción de las cosas? No lo sabemos. Ni necesitamos saberlo. Ése es el trabajo del Espíritu Santo dentro de nuestra mente. Él sabe cómo hacerlo. Todo lo que tenemos que hacer es llevarle las percepciones que nos dan miedo, y estar dispuestos a que Él las cambie por Su percepción. Si estamos dispuestos a llevárselas y a que Él nos las quite y las sustituya, Él sabe exactamente cómo hacerlo y lo hará. Él ya ve todo lo que vemos como una justificación del amor. Él lo ve de ese modo por nosotros hasta que aprendamos a compartir Su percepción con Él. “Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta” (T.17.II.1:8). Esto es lo que es y lo que hace el Espíritu Santo.











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