DESPERTAR AL AMOR

jueves, 22 de octubre de 2020

22 OCTUBRE: El Espíritu Santo ve hoy a través de mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 295


El Espíritu Santo ve hoy a través de mí.


1. Hoy Cristo pide valerse de mis ojos para así redimir al mundo. 2Me pide este regalo para poder ofrecerme paz mental y eliminar todo terror y pesar. 3Y a medida que se me libra de éstos, los sueños que parecían envolver al mundo desaparecen. 4La reden­ción es una. 5Al salvarme yo, el mundo se salva conmigo. 6Pues todos tenemos que ser redimidos juntos. 7El miedo se presenta en múltiples formas, pero el amor es uno.

2. Padre mío, Cristo me ha pedido un regalo, regalo éste que doy para que se me dé a mí. 2Ayúdame a usar los ojos de Cristo hoy, y permitir así que el Amor del Espíritu Santo bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su Amor pueda descender sobre mí.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Mis ojos son los de Cristo. “Hoy Cristo pide valerse de mis ojos” (1:1). Y al final de la oración, los ojos de Cristo son los míos. “Ayúdame a usar los ojos de Cristo hoy” (2:2). Dos modos de decir lo mismo: pedir que Cristo mire a través de mis ojos o pedir que yo mire a través de Sus ojos, es pedir que Su visión, Sus ojos, reemplacen a nuestra limitada visión.

Cristo pide valerse de mis ojos “para poder ofrecerme paz mental y eliminar todo terror y pesar” (1:2). Él no me pide un sacrificio, sino que me pide para darme un regalo a mí. Me ofrece tomar mi percepción que me muestra dolor y terror, y reemplazarla con Su propia visión, mostrándome paz, dicha y amor.

Al empezar a dar nuestra vida a Dios empezamos a sentir que en lugar de vivir se vive a través de nosotros. El Espíritu Santo mira a través de nuestros ojos, habla a través de nuestros labios, piensa con nuestra mente. Es una experiencia de ser tomado y llevado a través de la vida por una energía de Amor sin límite que es mucho mayor de lo que podemos contener porque incluye a todo.

A veces parezco tan lejos de eso y, sin embargo, sé que está tan cerca como mi aliento. Más cerca. Padre, esta mañana pido la gracia de rendirme a ese flujo de Amor, la gracia de rendirme al Espíritu Santo, ahora, en este instante, y en todos los instantes de este día para que pueda compartir Su visión del mundo.

En cierto modo esta lección es todo el Curso: permitir que el Espíritu Santo mire a través de mí, que inunde al mundo con los ojos del Amor. Caminar durante el día sin ningún propósito en sus cosas externas, sólo vivir con un propósito escondido, una misión secreta: seré amoroso en esta situación. De eso es de lo que se trata, y nada más importa, nada más es real. Yo soy la luz del mundo. Estoy aquí para “permitir así que el Amor del Espíritu Santo bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su Amor pueda descender sobre mí” (2:2). Eso es mi vida, eso es todo. 

Estoy aquí únicamente para ser lo que soy, para ser mi Ser, que es Amor.


¿Qué es el mundo real? (Parte 5)

L.pII.8.3:1-3

¿Qué necesidad tiene dicha mente de pensamientos de muerte, asesinato o ataque? (3:1)

¿Cómo es “dicha mente”? “Una mente en paz” (2:2). Una “mente que se ha perdonado a sí misma” (2:6). “Una mente que está en paz consigo misma” (3:4). ¿Puedo imaginarme cómo es mi mente en paz consigo misma? ¿Puedo imaginarme cómo me sentiría si me hubiese perdonado a mí mismo completamente, sin llevar encima arrepentimientos del pasado, ni miedo al futuro, ni culpa escondida, y ni pizca de sensación de fracaso? Tener paz y haberme perdonado completamente a mí mismo, son lo mismo. Tienen que serlo. ¿Cómo puedo estar en paz si no me he perdonado algo a mí mismo? ¿Cómo puedo perdonarme algo a mí mismo, si no estoy en paz acerca de ello?

Que mire dentro de mí y esté dispuesto a enfrentarme a mi propia condena que está escondida en los oscuros rincones de mi mente. Sé que está ahí. Es la fuente del constante malestar que me persigue, la tendencia a mirar por encima del hombro, la aparentemente ligera ansiedad que siento ante una carta inesperada o una llamada de teléfono. Algo en mí espera ser “pillado”. Pero este juicio de mí mismo es la causa de más que mis sentimientos personales de malestar. Es también la causa de todos mis “pensamientos de muerte, asesinato o ataque” (3:1). Mi miedo a la muerte viene de mi culpa enterrada. Mis ataques instintivos a los que me rodean son un mecanismo de defensa que he desarrollado para evitar el juicio por mis “pecados”. Mi deseo de tomar la vida de otros para mí (en casos extremos, asesinato) viene de la sensación de que a mí me falta algo.

Y todo ello contribuye a mi percepción del mundo, ésa es la razón por la que veo “las escenas de miedo y los clamores de batalla” por todas partes. Si mi mente estuviera en paz, si me hubiera perdonado a mí mismo, vería el mundo de manera diferente. Lo vería sin estos filtros que deforman la visión. Vería el mundo real. Todo lo que “dicha mente” vería es “seguridad, amor y dicha” (3:2).

Sin culpa en mi mente, “¿Qué podría haber que ella quisiese condenar? ¿Y contra qué querría juzgar?” (3:3). La culpa en mi mente me ha llevado a la locura, y el mundo demente que veo es el resultado de esa culpa. Por esa razón “el Espíritu Santo sabe que la salvación es escapar de la culpabilidad” (T.14.III.13:4). Si en mi mente no hubiera culpa, no vería culpa en el mundo, porque toda la culpa que veo es la proyección de la mía propia. Cuando hoy vea a alguien culpable, cuando lo juzgue, que me recuerde a mí mismo: “Nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos” (T.31.III.1:5). El problema que veo no está ahí fuera, en el mundo, sino dentro de mi propia mente. Que me vuelva entonces al Espíritu Santo y pida Su ayuda para eliminar la culpa de mi mente, para que ya no pueda impedir mi percepción del mundo real. Que hoy, y todos los días, mi objetivo sea “Una mente que está en paz consigo misma”. De esa mente, libre de culpa, la visión del mundo real surgirá de manera natural, sin ningún esfuerzo, pues estaré viendo con claridad por primera vez.





TEXTO  


V. El pequeño obstáculo


1. Un pequeño obstáculo les puede parecer muy grande a los que aún no comprenden que los milagros son todos el mismo mila­gro. 2Mas enseñar esto es la finalidad de este curso. 3Ése es su único propósito, pues es lo único que hay que aprender. 4lo puedes aprender de muchas maneras. 5Todo aprendizaje o bien es una ayuda para llegar a las puertas del Cielo o bien un obstá­culo. 6No hay nada entremedias. 7Hay solamente dos maestros, y cada uno de ellos señala caminos diferentes. 8Y tú seguirás el camino que te señale el maestro que hayas elegido. 9Sólo hay dos direcciones que puedes seguir, mientras perdure el tiempo y ele­gir tenga sentido. 10Pues jamás se podrá construir otro camino, salvo el que conduce al Cielo. 11Tú sólo eliges entre ir al Cielo o no ir a ninguna parte. 12No hay más alternativas que éstas.

2. Lo único que se puede perder es el tiempo, el cual, en última instancia, no tiene ningún sentido. 2Pues sólo supone un pequeño obstáculo para la eternidad y no significa nada para el verdadero Maestro del mundo. 3Sin embargo, dado que tú crees en el tiempo, ¿por qué desperdiciarlo no yendo a ninguna parte, cuando lo puedes utilizar para alcanzar la meta más elevada que se puede lograr mediante el aprendizaje? 4No pienses que el camino que te conduce a las puertas del Cielo es difícil. 5Nada que emprendas con un propósito firme, con absoluta determinación y lleno de una feliz confianza, llevando a tu hermano de la mano y en armonía con el himno del Cielo, es difícil de lograr. 6Lo que en verdad es difícil es vagar, solo y afligido, por un camino que no conduce a ninguna parte ni tiene ningún propósito.

3. Dios te dio Su Maestro para que reemplazase al que tú inven­taste, no para que estuviese en conflicto con él. 2lo que Él ha dispuesto reemplazar ya ha sido reemplazado. 3El tiempo tan solo duró un instante en tu mente, y no afectó a la eternidad en absoluto. 4Y así es con todo el tiempo que ha pasado; y todo per­manece exactamente como era antes de que se construyese el camino que no lleva a ninguna parte. 5El brevísimo lapso de tiempo en el que se cometió el primer error -en el que todos los demás errores están contenidos- encerraba también la Correc­ción de ese primer error y de todos los demás que partieron de él. 6Y en ese breve instante el tiempo desapareció, pues eso es lo que jamás fue. 7Aquello a lo que Dios dio respuesta ha sido resuelto y ha desaparecido.

4. A ti que aún crees vivir en el tiempo sin saber que ya desapare­ció, el Espíritu Santo te sigue guiando a través del laberinto infi­nitamente pequeño e insensato que todavía percibes en el tiempo a pesar de que ya hace mucho que desapareció. 2Tú crees estar viviendo en lo que ya pasó. 3Cada cosa que ves la viste sólo por un instante, hace mucho, antes de que su irrealidad sucumbiese ante la verdad. 4No hay ni una sola ilusión en tu mente que no haya recibido respuesta. 5La incertidumbre se llevó ante la cer­teza hace tanto tiempo que es ciertamente difícil seguir abrigán­dola en tu corazón como si aún estuviese ante ti.

5. Este ínfimo instante que deseas conservar y hacer eterno, se extinguió tan fugazmente en el Cielo que ni siquiera se notó. 2Lo que desapareció tan rápidamente que no pudo afectar el conoci­miento del Hijo de Dios, no puede estar aún ahí para que lo pue­das elegir como maestro. 3Sólo en el pasado -un pasado inmemo­rial, demasiado breve como para poder erigir un mundo en respuesta a la creación- pareció surgir este mundo. 4Ocurrió hace tanto tiempo y por un intervalo tan breve que no se perdió ni una sola nota del himno celestial. 5Sin embargo, en cada acto o pensa­miento que aún no hayas perdonado, en cada juicio y en cada creencia en el pecado, se evoca ese instante, como si se pudiese volver a reconstruir en el tiempo. 6Lo que tienes ante tus ojos es una memoria ancestral. 7Y quien vive sólo de recuerdos no puede saber dónde se encuentra.

6. El perdón es lo que nos libera totalmente del tiempo 2lo que nos permite aprender que el pasado ya pasó. 3Ya no se oye hablar a la locura. 4Ya no hay ningún otro maestro ni ningún otro camino. 5Pues lo que ha sido erradicado ha dejado de existir. 6¿Y quién puede encontrarse en una ribera lejana, y soñar que está al otro lado del océano en un lugar y en un tiempo que hace mucho que desaparecieron? 7¿Cómo iba a poder impedir este sueño que él esté donde realmente está? 8Pues donde él está es un hecho, y sus sueños, de la clase que sean, no pueden cambiarlo. 9Con todo, puede imaginarse que está en otro lugar y en otro tiempo. 10Lo que a lo sumo puede hacer es engañarse a sí mismo creyendo que eso es verdad y convertirlo de meras imaginaciones en creencias y en locura, completamente convencido de que donde prefiere estar es donde está.

7. Mas ¿podría eso impedirle estar donde está? 2¿Es cualquier eco del pasado que él pueda oír un hecho en comparación con lo que se puede oír donde él está ahora? 3¿Y en qué medida pueden sus propias ilusiones con respecto al tiempo y al espacio cambiar el lugar donde él realmente está?

8. Lo que no se ha perdonado es una voz que llama desde un pasado que ya pasó para siempre. 2lo único que lo considera real es el deseo de que lo que ya pasó pueda volver a ser real y verse aquí y ahora, en lugar de lo que realmente se encuentra aquí y ahora. 3¿Supone esto acaso un obstáculo para la verdad de que el pasado ya pasó y de que no se te puede devolver? 4¿Y querrías conservar ese temible instante en el que el Cielo pareció desapa­recer y a Dios se le temió y se le convirtió en el símbolo de tu odio?

9. Olvídate de ese momento de terror que ya hace tanto tiempo que se corrigió y se des-hizo. 2¿Podría acaso el pecado resistir la Voluntad de Dios? 3¿Podría estar en tus manos poder ver el pasado y ubicarlo en el presente? 4No puedes volver a él. 5Y todo lo que señala hacia él no hace sino embarcarte en una misión cuya consecución sólo podría ser irreal. 6Tal es la justicia que tu Amoroso Padre se aseguró de que se hiciese contigo. 7Y te ha protegido de tu propia injusticia contra ti mismo. 8No puedes extraviarte porque no hay otro camino que el Suyo y no puedes ir a ninguna parte excepto hacia Él.

10¿Cómo iba a permitir Dios que Su Hijo se extraviase por un camino que es sólo la memoria de un instante que hace mucho que pasó? 2Este curso te enseña sólo lo que es ahora. 3Un terrible instante de un pasado lejano que ha sido completamente corregi­do no es motivo de preocupación ni tiene valor alguno. 4Deja que lo muerto y lo pasado descansen en el olvido. 5La resurrección ha venido a ocupar su lugar. 6Y ahora tú eres parte de la resurrec­ción, no de la muerte. 7Ninguna ilusión del pasado tiene el poder de retenerte en un lugar de muerte: la bóveda en la que el Hijo de Dios entró por un instante, para ser instantáneamente restaurado al perfecto Amor de su Padre. 8¿Y cómo iba a podérsele mantener encadenado cuando hace tanto tiempo que se le liberó de las cadenas, que éstas desaparecieron de su mente para siempre?

11. El Hijo que Dios creó sigue siendo tan libre como Dios lo creó. 2Renació en el mismo instante en que eligió morir en vez de vivir. 3¿Y te negarías ahora a perdonarlo porque cometió un error en un pasado que Dios ni siquiera recuerda y que no existe? 4Estás ahora oscilando entre el pasado y el presente. 5A veces el pasado te parece real, como si fuese el presente. 6Oyes voces del pasado y luego dudas de que las has oído. 7Eres como alguien que aún tiene alucinaciones, pero que no está seguro de lo que percibe. 8Ésta es la zona fronteriza entre los dos mundos, el puente entre el pasado y el presente. 9Aquí todavía ronda la sombra del pasado; sin embargo, se vislumbra ya la luz del presente. 10Una vez que esta luz se ve, es imposible olvidarse de ella. 11Y esa luz te rescatará del pasado y te conducirá al presente, donde realmente te encuentras.

12. Las sombrías voces no alteran las leyes del tiempo ni las de la eternidad. 2Proceden de lo que ya pasó y dejó de existir, y no suponen ningún obstáculo para la verdadera existencia del aquí y del ahora. 3El mundo real es la contrapartida a la alucinación de que el tiempo y la muerte son reales, y de que tienen una existen­cia que puede ser percibida. 4Esta terrible ilusión fue negada en el mismo  lapso de tiempo que Dios tardó en responder a ella para siempre y en toda circunstancia. 5Y entonces desapareció y dejó de experimentarse como algo que estaba ahí.

13. Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor. 2Y así mueres cada día para vivir otra vez, hasta que cruces la brecha entre el pasado y el presente, la cual en realidad no existe. 3Esto es lo que es toda vida: un apa­rente intervalo entre nacimiento y muerte y de nuevo a la vida; la repetición de un instante que hace mucho que desapareció y que no puede ser revivido. 4Y el tiempo no es otra cosa que la creencia demente de que lo que ya pasó todavía está aquí y ahora.

14. Perdona el pasado y olvídate de él, pues ya pasó. 2Ya no te encuentras en el espacio que hay entre los dos mundos. 3Has seguido adelante y has llegado hasta el mundo que yace ante las puertas del Cielo. 4Nada se opone a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que repitas una jornada que hace mucho que con­cluyó. 5Mira a tu hermano dulcemente, y contempla el mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un mun­do de amor.







No hay comentarios:

Publicar un comentario