DESPERTAR AL AMOR

domingo, 11 de octubre de 2020

11 OCTUBRE: Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 284


Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.


1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correcta­mente., 2El dolor es imposible. 3No hay pesar que tenga causa  alguna. 4Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño.
5Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. 6Más tarde se considera seria­mente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. 7Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. 8Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.

2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. 2Que mi confianza en Ti no fla­quee hoy. 3Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace  feliz.







Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Ésta es una de las afirmaciones muy bien condensadas de la enseñanza práctica del Curso. Lo que se ve como “afuera”, primero tiene que verse que se origina dentro, en mis pensamientos. Luego se aplica esta lección. Si la causa del problema está en mis pensamientos, yo puedo cambiar el problema. La causa de los problemas y, por lo tanto, su solución está en mi mente y dentro de mi control.

“Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente” (1:1). ¡Caray! Eso es un hueso muy duro de roer. Quizá recientemente hubo algo que yo quería hacer, o algún sito a donde quería ir, y no pude hacerlo. Pude percibirlo como una pérdida y me disgusté. Sin embargo, si se percibe correctamente, esa pérdida se puede percibir como que no es una pérdida en absoluto. La percepción de un suceso, cualquier suceso, como una pérdida está en la mente, el “daño” no procede del acontecimiento externo sino de mis pensamientos acerca de ello, pero “Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor”.

Pero tenemos una lista mental de pérdidas menores y mayores, y según subimos por esta lista se hace cada vez más difícil de aceptar. No ir a un concierto o a una reunión es una cosa. Pero hace unos años se estropeó completamente el disco duro de mi ordenador, perdí varios años de mis publicaciones y una lista de correos con cientos de nombres en ella, sin copias de seguridad, no había manera de recuperarlo. Perdido todo. Me costó mucho tiempo no verlo como una pérdida. Pero sigue siendo lo mismo. La percepción de la pérdida estaba en mi mente, y toda percepción de pérdida y de dolor siempre está ahí y en ningún otro sitio. Y siempre puedo cambiar esos pensamientos si realmente quiero hacerlo.
Si subimos en la lista un poco más: ¿Y si alguien que amamos muere, especialmente cuando nadie lo esperaba, “trágicamente” de una enfermedad o un accidente violento? ¿Cómo es posible aplicar “Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente” a ese acontecimiento? Es evidente que la lección quiere que lo apliquemos, porque continúa:

El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. (1:2-4)

La lección dice que, si se percibe correctamente, incluso la muerte no es motivo de sufrimiento. Es una forma más extrema del mismo caso, la causa de nuestro sufrimiento, de nuestro dolor, de nuestra pena no viene de fuera de nosotros. Viene del modo en que pensamos acerca de las cosas. Y podemos cambiar nuestra manera de pensar y eliminar el dolor. La cuestión principal de la vida no está en lo externo, está en nuestros pensamientos.
No puedes ir donde alguien que acaba de perder un ser querido y decirle: “No hay razón para que sufras”. Probablemente parecería cruel y frío, como si le dijeras: “No es una pérdida. Mira al lado positivo: ahora no tendrás que aguantar sus fallos, y puedes encontrar a alguien que te haga verdaderamente feliz”. Las personas que intentan decir a alguien que sufre: “No hay razón para que sufras” a menudo están eligiendo ser “espiritualmente correctas” a costa de la amabilidad.

Sin embargo, pienso que la lección nos pide que a nosotros mismos nos digamos que: “No hay razón para el sufrimiento”, incluso en casos en los que parece ser una pérdida extrema. En las líneas que siguen, sugiere un proceso que podemos seguir para cambiar nuestros pensamientos incluso en esos casos aparentemente imposibles. (Ver el artículo al final para más detalles acerca del proceso de cambiar nuestros pensamientos). No es un proceso que sucede al instante, y puede necesitar bastante tiempo cambiar la dirección de nuestros pensamientos. Pero es posible, está dentro de nuestro alcance cambiar todos los pensamientos que nos causan dolor. Nuestro objetivo debería ser ver finalmente que: “El sufrimiento y el dolor son imposibles” (2:1). ¿Por qué? Porque nuestro Padre no nos daría nada que nos cause dolor, y no hay otra Fuente. Él sólo nos da lo que produce felicidad, y sólo eso es verdad (2:3).

¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 4)

L.pII.7.2:3-4

El proceso de cambiar nuestras percepciones que aquí se trata es exactamente el mismo que el proceso de cambiar nuestros pensamientos que se describe en la Lección 284: “Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor”. “Todo sonido e imagen tiene que transformarse de testigo del miedo en testigo del amor” (2:2).Este proceso de “cambiar los pensamientos que hacen daño” es el objetivo del aprendizaje, y cuando se haya logrado, se habrá acabado el juego (2:3). Éste es el propósito, el final de todo proceso espiritual. La Lección 193 lo explica muy claro:

¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que debería aprender? ¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección. (L.193.7:1-3)

Una percepción de dolor es una falta de perdón. Indica la necesidad de un cambio en la manera de ver las cosas. No es pecado o malo sentir dolor o pena, es sólo una percepción equivocada que necesita ser corregida. Tampoco hay que sentir vergüenza si nos cuesta hacer el cambio. Para eso está el Espíritu Santo, para ayudarnos en el proceso de cambiar nuestros pensamientos y nuestras percepciones. De esto trata la vida, ésta es la única lección en esta escuela. Lo hacemos por medio de frecuentes repeticiones de la verdad, y por medio de llevarle continuamente nuestras percepciones de dolor para que Él las sane. La ausencia total de esas percepciones de dolor llega sólo al final de todo el proceso. El Manual lo explica muy bien: “Tu función es escapar de ellas (la percepción del dolor, por ejemplo), no que no las tengas” (M.16.4:2). Es nuestra propia experiencia con el dolor y el sufrimiento, y nuestra experiencia de escapar de ellos, lo que nos permite ayudar a otros que están atrapados en ellos.

Entonces, aprender del Espíritu Santo supone reconocer abiertamente nuestras percepciones falsas y no sentirnos culpables por ello, sino llevárselas para que Él las sane. Este aprendizaje “se convierte en el medio que se transciende a sí mismo, de manera que pueda ser reemplazado por la Verdad Eterna” (2:4). Si nos quejamos y nos lamentamos por el proceso de aprendizaje, retrasaremos el resultado deseado. No se espera que estemos sin experiencias de dolor y sufrimiento, ni deberíamos esperarlo nosotros. Pero tenemos que dedicarnos a la tarea de escapar de ellas cuando ocurren, llevándolas a la dulce bondad de la Presencia del Espíritu Santo, pidiéndole que cambie nuestras percepciones para que lo que vemos como testigos del miedo se conviertan en testigos del amor.










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