DESPERTAR AL AMOR

sábado, 17 de octubre de 2020

17 OCTUBRE: Lo único que veo es mi actual felicidad.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 290


Lo único que veo es mi actual felicidad.


1. A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veo es mi actual felicidad. 2Los ojos que comienzan a abrirse por fin pue­den ver. 3Y deseo que la visión de Cristo descienda sobre mí hoy mismo. 4Pues lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar. 5Mas no voy a permitir que mi mente se siga enga­ñando un solo instante más, creyendo que el sueño que inventé es real. 6Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco.

2. Con esta resolución vengo a Ti, y te pido que me prestes tu fortaleza, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. 2No puedes dejar de oírme, Padre. 3Pues lo que pido ya me lo has dado. 4Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veo es mi actual felicidad” (1:1). Ésa es la clave: no mirar a lo que no está aquí. Muy a menudo miramos al pasado o al futuro, como estaba haciendo esta mañana mientras estaba tumbado en la cama. Ni el pasado ni el futuro están aquí. Por definición, son “no ahora”.

Lo que Jesús dice aquí es que si podemos por un momento dejar de mirar al pasado o al futuro, lo que veremos es la felicidad actual. Como dice un gurú: “Ya eres siempre feliz”. ¿Qué tiene esto que ver con el título de esta lección que el Espíritu Santo me enseña? “Lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección (del Espíritu Santo) que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar” (1:4). El futuro es temible, el pasado es doloroso. Para ver necesito las gafas correctoras del Espíritu Santo.

El mundo que veo es doloroso porque el ego lo inventó para apoyarse y reforzarse a sí mismo. Si continúo mirándolo a través de los ojos que el ego fabricó, voy a ver testigos de la maldad, del pecado, del peligro y de la culpa. Necesito verlo de una manera diferente.

No se me pide que cierre los ojos y finja que el mundo no está ahí. Se me pide que voluntariamente me ponga las gafas correctoras y vea el mundo de manera diferente: como un testigo del Amor, de la dicha y de la paz. Lo primero de todo, en esta lección se me pide que mire dentro y me dé cuenta de que dejando de lado el pasado y el futuro, yo soy feliz por naturaleza. Se me pide que deje de mirar a lo que no está ahí. Ver lo que está aquí es el siguiente paso, y no habrá ninguna dificultad porque empiezo desde un estado de felicidad.

Si ya soy feliz, nada del presente puede cambiarlo porque no me falta nada, ya estoy en la felicidad.

Ésta es una gran técnica para la meditación: cuando surgen pensamientos, si se refieren al pasado, déjalos que se vayan flotando (como una hoja arrastrada por el agua). Si haces eso, lo que siempre descubrirás es tu felicidad actual. No tienes que fabricarla porque existe siempre.



¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 10)

L.pII.7.5:3-4

El Espíritu Santo es el regalo de Dios mediante el cual se le restituye la quietud del Cielo al bienamado Hijo de Dios. (5:3)

Me siento tan agradecido hoy por este regalo, sin el que la quietud del Cielo estaría fuera de mi alcance para siempre. Si tuviera que responder a la pregunta que plantea esta página ¿Qué es el Espíritu Santo?, lo haría así:

El Espíritu Santo es el regalo de Dios para devolver nuestra mente (atrapada en la ilusión) a la paz y a la cordura. Él es la unión entre nuestra mente y la de Dios. Puesto que es consciente tanto de la eterna verdad de Dios como de nuestra locura, Él puede usar las mismas ilusiones que hemos inventado para hacernos regresar a la realidad. Le llevamos nuestras ilusiones, y Él las cambia de testigos del miedo a testigos del Amor, dándonos una nueva interpretación de todo lo que vemos. Esta nueva interpretación está tan de acuerdo con la verdad que permite el fin de toda interpretación y el paso de nuestra mente al estado original del conocimiento.

¿Te negarías a asumir la función de completar a Dios, cuando todo lo que Su Voluntad dispone es que tú estés completo? (5:4)

Una vez más el Curso nos pide que tomemos parte activa en este proceso y que desempeñemos la función que Dios nos dio: completarle. Ésa es una frase sorprendente, ¿verdad? En otro lugar el Curso nos dice que siempre que pongamos en duda nuestra valía, deberíamos decir: “Dios Mismo está incompleto sin mí” (T.9.VII.8:2). Un poco más tarde explica: “Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella” (T.9.VIII.9:8). Nos dice: “Sin ti, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría incompleto y habría un Hijo sin Padre” (T.24.VI.2:1).

Por supuesto, es imposible que Dios esté incompleto: “Dios no está incompleto y sin Hijos” (T.11.I.5:6). La cuestión es que somos parte de Dios, entonces Dios estaría incompleto si no estuviésemos unidos a Él para siempre. Estamos en Dios y, por lo tanto, aceptemos la parte en Él que nos ha dado, y pongamos fin a nuestro rechazo a hacerlo. Nuestra parte en completar a Dios es estar completos: “…todo lo que Su Voluntad dispone es que tú estés completo” (5:4). Únicamente se nos pide que llevemos al Espíritu Santo nuestra ilusión de estar incompletos, de que nos falta algo (paz y felicidad), para que Él pueda deshacer esa ilusión y que nos hagamos conscientes de nuestro eterno estado de estar completos, de que nada nos falta.

El proceso de llevar nuestras ilusiones al Espíritu Santo parece a menudo temible porque, desde nuestro punto de vista, parece que supone una pérdida. Se nos pide que renunciemos a algo. Pero ese algo que se nos pide que abandonemos es nuestra ilusión de separación, nuestra ilusión de estar incompletos y que nos falta algo. Renunciamos a nuestra sensación de que algo nos falta, y recordamos nuestro estado de ser completos. Como dice la Lección 98, éste es un trato en el que no podemos perder:

Y puesto que el tiempo no tiene significado, se te está dando todo a cambio de nada. He aquí un trato en el que no puedes perder. Y lo que ganas es en verdad ilimitado. (L.98.6:3-5)
















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